Cruzar el charco no ha sido tarea fácil para la joven activista medioambiental Greta Thunberg. De hecho, le ha costado incluso la salud. Tras 21 días a bordo de un catamarán en vísperas del invierno, intercalando temporales y olas de hasta seis metros, para llegar a tiempo —y sin emisiones contaminantes— a la Cumbre del Cambio Climático en Madrid; la adolescente, de 16 años, atracaba este martes en el puerto de Santo Amaro, en Lisboa, en compañía de su padre, Svante Thunberg, los dueños de la embarcación, los australianos Elayna Carausu y Riley Whitelum, el hijo de estos, Lenny, de apenas 11 meses, y la marinera británica Nikki Henderson.
Para quienes le esperaban, desde que la misma Thunberg informase el pasado domingo de que tenía previsto llegar esta mañana a la capital lusa, todo estaba previsto para su viaje posterior a Madrid en la madrugada del miércoles. Según informaron medios lusos, entre las pocas opciones sostenibles que la joven tenía para llegar a la cumbre, se había decantado finalmente por el Trenhotel Lusitania, un talgo —con locomotora diésel— que conectaba mediante una travesía nocturna de 10 horas ambas ciudades.
No obstante, cuando Greta ha puesto un pie en Lisboa ha informado de un cambio de planes: no llegaría a Madrid, al menos, hasta el viernes. ¿La razón? Un necesitado descanso después de la agónica travesía que ha supuesto cruzar el océano Atlántico entre tempestades y problemas de salud, que podían haber desencadenado incluso en algo mucho peor, según señalan expertos en navegación consultados por EL ESPAÑOL. "Los problemas climáticos y el gran oleaje supondrían que Greta estuviese mojada todo el tiempo, comiese mal y encontrase muchas dificultades. Todo lo que le haya podido pasar es poco para alguien que no está acostumbrado a este tipo de navegación", reconocen.
Tras ser recibida por centenares de jóvenes lisboetas y medios de comunicación lusos, equipados incluso con helicópteros, la líder de la próxima generación, según la revista Times, ha dado una rueda de prensa en la que ha confesado los problemas que sufrió a lo largo del periplo. "Estuve mareada durante el primer día pero afortunadamente el malestar remitió después. Me siento muy honrada de estar aquí; en un viaje como este, de tres semanas. En el espacio limitado de un barco te sientes muy aislado, pero también te relajas porque desconectas de todo. Nos hemos sentido muy reconfortados al llegar a tierra y ha sido tan asombroso que nuestros cerebros aún no se han acostumbrado", ha explicado, tras ser ovacionada por el público.
Los primeros días del viaje fueron los más duros para la embarcación ecosostenible. Thunberg partió de Hangton (Virginia, EEUU), pero nada más comenzar el viaje los entresijos del clima contra los que lucha la activista sueca se volvieron en su contra. Fue entonces cuando decidieron cambiar el rumbo hacia las Bermudas para evitar un temporal. Y a partir de ahí, rumbo fijo, aunque no calmado, hasta Lisboa.
Nauseas y vómitos
La capitana Henderson decidió navegar al norte de las Azores para evitar las tempestades del Atlántico. Aún así, Greta, su padre y los pasajeros no se libraron de vientos que llegaron a los 50 nudos (92,6 kilómetros por hora) y olas de hasta seis metros. Situaciones que derivaron en los problemas de los que hablaba este miércoles la joven activista a su llegada al puerto luso.
"Esa situación límite le produjo mareos y posiblemente nauseas y vómitos. Un cuadro de vértigos que le impediría ingerir solido y líquido, y que le pudo producir deshidratación, debilidad, incluso si eran muy altos, problemas de equilibro por falta de sodio y yodo", según explican fuentes expertas en medicina de urgencias y deportiva, consultadas por este diario.
Las mismas fuentes apuntan, además, que al tratarse de un catamarán, en algún momento, todos los miembros de la embarcación habrán tenido que ayudar en maniobras de navegación y habrán descansado en tiempos cortos por el espacio y las condiciones, lo que también habría desencadenado en el agotamiento que padecían los pasajeros tras 21 días. En este sentido, los expertos han recomendado que los seis "deberían recibir suero y hacerse analíticas para verificar que se encuentren en las condiciones óptimas".
Pese a los problemas, en la rueda de prensa, Greta ha admitido tener las pilas cargadas y ha asegurado que no se va a dar por vencida en su lucha contra el cambio climático. "Continuaremos haciendo lo que podamos, seguiremos viajando y presionando a la gente de poder para que den prioridad a esto", ha manifestado.
"Dejen de cabrearnos"
Tras ser preguntada por un periodista sobre si tenía planes claros para los políticos en la cumbre, la activista ha apuntado que a los niños y los adolescentes no les corresponde presentar planes. "Lo que estamos haciendo los jóvenes es pedir, especialmente a los poderosos, que escuchen a la ciencia, también deben escucharnos a los niños, pero no somos los expertos. Escuchen a los científicos".
Para terminar su speech, Greta ha sacado su lado más agresivo, directo e intimidatorio, al que ha acostumbrado al público en sus discursos, y ha advertido: "Creo que la gente subestima la fuerza de los niños enfadados. Estamos enfadados y frustrados, por una buena razón, si quieren que no nos enfademos, por favor, dejen de cabrearnos".
Aunque las condiciones de la travesía, en el foco mediático de medio mundo durante las tres semanas de su duración, han sido adversas; los pasajeros se lo han tomado con humor y han ido desgranando a lo largo del los días cómo era su viaje por las aguas del Atlántico norte.
Según publicó la activista en sus redes sociales, en las que suma millones de seguidores, pasaba las jornadas "escuchando audiolibros, jugando al Yatzy (juego de dados que ha enseñado a sus compañeros de viaje), haciendo de niñera y escuchando interminables conversaciones sobre el tiempo atmosférico". Incluso se hizo eco de la decisión del Parlamento Europeo de declarar la emergencia climática en el continente, el pasado 28 de noviembre.
Ahora, que ya está en la península ibérica, el objetivo de Thunberg es llegar cuanto antes a Madrid y participar el próximo viernes en la huelga Fridays for Future (Viernes por el Futuro) con miles de jóvenes españoles. Un movimiento que inició sola hace un año protestando por el cambio climático frente al Parlamento sueco, faltando a clase cada viernes, y que la ha convertido en la que algunos ya denominan como "líder de nuestro tiempo".