Es sábado noche. Pablo C. M. -El Troque, como lo conocen sus amigos-, un joven madrileño de 23 años, decide salir de fiesta con sus amigos a una discoteca en Alcorcón, al suroeste de la capital. El chico bebe varias copas, y también, consume marihuana. Lo que en principio pintaba como una juerga de fin de semana más, se truncó -por completo- unas horas después: Pablo se montó en su coche y al tratar de esquivar un control de alcoholemia emprendió una huida fatídica. El Troque recorrió casi 7 kilómetros en sentido contrario por la A-5 hasta que chocó frontalmente contra el vehículo que conducía Javier Nieto (32), un padre de familia al que iban a ascender en su trabajo, quien volvía de dejar a su novia Jenni en el hotel donde trabaja. EL ESPAÑOL pone rostro al kamikaze de la A-5 y reconstruye el fatídico accidente.
El kamikaze El Troque no siempre ha sido la persona inconsciente en la que se convirtió aquella fatídica madrugada del pasado sábado, sino que creció “tranquilo, sin meterse nunca con nadie”, en palabras de una persona allegada a Pablo, en la urbanización Parque Coimbra de Móstoles. De hecho, cada Navidad participaba en las tarjetas que los alumnos del IES Gabriel Cisneros -donde el kamikaze cursó la ESO- realizan para decorar los verdes pasillos del centro. Aquellos que ahora, en estas fiestas, están engalonados con un abeto navideño y un belén puesto pulcramente en el recibidor, con todas sus figuras más importantes. El Troque había recorrido esos pasillos infinidad de veces durante sus años de Educación Secundaria. Sin apenas hacer ruido, sin sobrepasar los límites. Esos que ahora ha sobrepasado. En esta semana, el accidente que ha provocado Pablo se ha convertido en la comidilla de sus antiguos profesores.
Cumplida la mayoría de edad, Pablo, por fin, pudo acceder a su gran sueño: tener carné de conducir, pues quienes le conocen aseguran que es “un apasionado de las motos”. Pese a ello, El Troque decide sacarse primero el permiso de conducir tipo B -aquél que habilita a los españoles para conducir coches-. Por ello, Pablo se apunta en la autoescuela Félix, la más conocida de Parque Coimbra, la urbanización mostoleña donde reside el kamikaze, y comienza sus clases. Día tras día sube al primer piso de la escuela para escuchar las lecciones teóricas del profesor Félix, junto a dos amigos, desde el fondo de la clase.
Después de aprobar el examen teórico empezaba lo bueno. Coger un coche, conducirlo, tenerlo entre sus manos. Félix explica a este periódico que siempre “infunde la idea de los peligros de los coches a todos sus alumnos”. Ahora, triste, es incapaz de creer lo ocurrido. Considera que “los accidentes mortales de este tipo no acabarán hasta que no se endurezcan las penas de delitos contra la seguridad vial”. El profesor conoce las carreteras como la palma de su mano tras los 45 años que lleva dando clase. Entre todos esos años, un 22 de noviembre de 2014, Pablo se saca el carné de conducir.
Pablo, no obstante, no estaba conforme sólo con tener el permiso tipo B. Este 2019 se lanzó a por su otro gran anhelo: tener el permiso tipo A2 -que permite conducir motos de hasta 500 centímetros cúbicos-. Pablo compaginaba sus clases prácticas de moto, durante los fines de semana, con un trabajo como repartidor nocturno en una empresa multinacional. Actualmente, El Troque seguía como repartidor, pero esta vez contratado por una cadena de hamburgueserías. Loli, administrativa de la autoescuela, en conversación con este diario verbaliza lo que siente tras saber que Pablo le ha quitado la vida a un hombre inocente por saltarse un control de alcoholemia de la Guardia Civil: "Aunque era un trozo de pan, nos avergüenza que se haya sacado aquí el carné".
Las motos, en todo caso, son la pasión del kamikaze. De hecho, un vecino de su misma edad de la urbanización donde vivía Pablo antes de mudarse describe a El Troque como “un manitas con todo, sobre todo con las motos”. Y Pablo, pese haber dado positivo en un control de alcoholemia en 2017, se saca su segundo permiso de conducción este febrero. Esta vez para las dos ruedas. En la calle donde vive el kamikaze actualmente, situada también en Parque Coimbra, su vecino cuenta que “siempre se veía a Pablo con su moto, para arriba y para abajo”. Ahora Pablo no podrá cogerla más, ya que le han retirado sus permisos de conducir.
El accidente mortal
EL ESPAÑOL ha visitado el punto clave donde empieza la imprudencia de Pablo. En el kilómetro 29,5 de la A-5, dirección Badajoz, el kamikaze Pablo, tras esquivar un control de alcoholemia de la Guardia Civil toma la salida 29. Tras atravesarla, el kamikaze rodea la rotonda donde desemboca esta salida y decide tomar el único desvío que tiene una señal de dirección prohibida. Es decir, El Troque toma la misma vía de donde venía, pero ya en sentido opuesto. Después, recorre los 500 metros que tiene esta salida de la A-5 -para Pablo entrada- para reincorporarse en la autovía. Pero claro, el kamikaze esta vez coge la carretera, de único sentido hacia Badajoz, en dirección Madrid.
La Guardia Civil, en consecuencia, comienza a recibir llamadas que informan que hay un conductor circulando en sentido contrario en la A-5. La primera de ellas, según el 112, se produce cuando Pablo estaba en el kilómetro 24,5. Pero El Troque prosigue su andadura circulando por el carril izquierdo de los conductores que van en el sentido correcto. De hecho, el kamikaze Pablo, según Daniel, familiar de la víctima mortal hizo “caso omiso” a las advertencias con las luces de los conductores que transitaban bien.
En el funeral de Javier, una persona anónima se acercó a la familia y, además de darle el pésame, le dijo que también pudo “haber muerto aquella noche”. "Nos dijo que dos kilómetros antes de que se cometiese el accidente, él -que también circulaba por la A-5 en el sentido correcto- vio al kamikaze y le dio las largas para que se diese cuenta de que estaba conduciendo en sentido contrario. Claramente el chico le hizo caso omiso, ya que después chocó con Javi", cuenta Daniel a este periódico, visiblemente afectado e indignado por esta situación tan “injusta”.
En todo caso, el kamikaze llegó hasta el fatídico kilómetro 22,1, lugar donde se produce el choque mortal. Javier, quien circulaba correctamente por el carril de adelantamiento, vio que un coche se aproximaba hacia él. La víctima intentó esquivarlo dando un volantazo para cambiarse a su carril derecho. No le da tiempo a efectuar completamente la maniobra. El coche que conduce El Troque se estrella de lleno contra la parte más cercana al asiento del conductor. Javier muere en el acto. Pablo queda herido leve.
Intervención de Emergencias
Cuando las unidades de emergencias del Summa llegan al lugar sacan el cuerpo del fallecido que había quedado atrapado dentro de su BMW. Acto seguido, y tras comprobar la Guardia Civil el nivel de alcoholemia a Pablo, los servicios de emergencias trasladaron al kamikaze al Hospital Puerta de Hierro Majadahonda. El Troque sólo estaría ahí una horas hasta su alta.
El Juzgado Número 3 de Móstoles asumió la investigación del accidente y decretó prisión provisional comunicada y sin fianza en la cárcel de Navalcarnero para el único superviviente, el causante de la colisión. Mientras tanto, la familia de Javier lloraba su muerte en un funeral al que acude “todo Casarrubios. Quien no fue, lo hizo por no ver a esta familia tan querida en ese estado de tristeza”, cuenta con sobriedad en el rostro una vecina de localidad, cercana a los allegados del fallecido.
Fuentes penitenciarias consultadas por este medio dicen que El Troque se encuentra actualmente en el “módulo de enfermería de la prisión”, lugar donde llevan a aquellos presos con riesgo de suicidarse. El kamikaze sólo tiene contacto con un funcionario y un médico. La familia de Pablo, consultada en su domicilio por este periódico por lo acontecido, no ha querido hablar y ofrecer su versión de los hechos.
La vida destrozada de Javier
Entretanto, la familia de Javier trata de sobreponerse a su trágica pérdida. Les duele que Javier nunca podrá contraer matrimonio con Jenni, la chica de su vida con quien llevaba cinco años. Tenía pensado llegar al clímax de su relación con una boda para el próximo 2020. La hija de Javier, Rocío, tampoco podrá celebrar su tercer cumpleaños en enero, en compañía de su padre, a causa de la imprudencia de Pablo. El pueblo de Casarrubios está más frío de lo habitual. No sólo por el invierno, sino por la pesadumbre de las personas preguntadas por el caso.
La familia de Javier sólo dice que la insensatez de Pablo ha provocado que se lleve “al mejor de todos: el mejor padre, el mejor hermano, el mejor hijo...", se queja Francisco, primo de la víctima mortal, mientras su cuñada Sarai estalla a llorar. No puede contener las lágrimas que caen por sus mejillas. El Mesón Sánchez, situado en la Plaza de España de Casarrubios, es testigo de la desazón de la familia. Aquella conversación con este medio es una de las más amargas de su vida. El día helado y gris en este municipio manchego estaba en sintonía con las sensaciones de la familia.
Este martes, además, “Javier iba a subir un peldaño en su carrera profesional”, según su primo Alejandro, ya que iba a ser ascendido en su puesto de asesor de servicios en los concesionarios de Toyota-Gamboa, donde trabajaba el fallecido.
Javier, que llevaba toda su vida viviendo en Casarrubios del Monte, ahora descansa en paz en su campo santo. En este pequeño pueblo de Toledo, a poco más de 50 kilómetros de la capital, había pasado sus mejores momentos de juventud. Por las tardes, en verano, cuando el calor ya se había marchado, salía a jugar junto a sus primos y sus hermanos Begoña y Juanjo. Él era el pequeño. Corrían, juntos, por las estrechas y empinadas calles y respiraban el aire fresco estival.
En invierno, la familia cambiaba los juegos en el exterior por agruparse en lugares resguardados del frío, ya que los seis grados que marca el termómetro en estos días y la soledad de las calles no invitan a estar a la intemperie. Pese a todo, Javi y los suyos no perdían ni desperdiciaban un minuto de su vida. Hoy, sus padres, su novia, hija y demás familiares sienten su fallecimiento pero “la familia está muy unida y nos estamos apoyando más que nunca”, según Francisco, primo de Javier.
Ahora, él y el resto de la familia están en contacto con la familia de Víctor, el joven fallecido el pasado septiembre en un accidente causado por el kamikaze Kevin Cui que chocó contra él. Francisco considera que las dos familias deben presionar "para que endurezcan las penas de los delitos contra la seguridad vial". Y así, dejará de salir “barato” que los kamikazes se lleven vidas por delante.