La historia de los Estados Unidos podía ser hoy muy diferente si en 2016 Donald Trump hubiera tenido delante un candidato capaz de movilizar a todo el electorado demócrata en lugar de a Hillary Clinton, la aspirante que se impuso en las primarias al otro de los favoritos, el senador Bernie Sanders, que tampoco despertaba pasiones tras declararse abiertamente socialista.
Sin embargo, desde hacía años los demócratas tenían otro nombre sobre la mesa para aquellas presidenciales, una figura que aglutinaba más consenso: Joe Biden. Aunque quien fuera vicepresidente de Barack Obama nunca presentó oficialmente su candidatura, el runrún sobre sus intenciones de lanzarse a por la Casa Blanca venía de largo. No en vano, ya lo intentó en los 80 y en los 2000. Todo parecía indicar que al fin daría el paso, pero justo cuando tenía que decidirlo, en mayo de 2015, su hijo Beau Biden, ex fiscal general, político y veterano militar, murió a causa de un raro tumor cerebral, dejando una viuda y dos hijos. Eso lo cambió todo.
Aquel duro golpe desbarató los planes de Joe Biden. Su primogénito había seguido ejemplarmente sus pasos y se preparaba para postularse como candidato a gobernador de Delaware, su estado, cuando reapareció un cáncer por el que ya se trató en 2010. El vicepresidente quedó destrozado y decidió que no era su momento. Prefirió reservarse para 2020, sin sospechar entonces que quien ahora pone en peligro sus aspiraciones presidenciales es su otro hijo, el mediano, Hunter Biden (49), a cuenta del Ucraniagate.
Este escándalo, que ha servido a los demócratas para iniciar el proceso de juicio político contra Trump en el Congreso, en realidad arranca de un posible caso de nepotismo y injerencias políticas vinculada a los Biden cuando el entonces vicepresidente de Obama se encargaba de las relaciones con Kiev, después de que Rusia se anexionara Crimea. Justo en este periodo, a su hijo Hunter lo fichó la empresa de gas ucraniana Burisma, sobre la que se cernían sombras de corrupción. Varios medios han publicado que le pagaban 50.000 dólares mensuales por ejercer sus funciones desde Estados Unidos, aunque él nunca ha confirmado cuál era su salario.
A Trump lo acusan de presionar a Ucrania para que abriera una investigación sobre este contrato, a fin de lograr munición política contra Joe Biden, que encabeza las encuestas demócratas y podría ser su rival directo en 2020. Esto es, en resumidas cuentas, la raíz del impeachment.
De momento, ha sido el presidente quien ha estado en el ojo del huracán. Sin embargo, una vez que el proceso llegue al Senado, de mayoría republicana, quien podría verse perjudicado sería el demócrata, ya que la intención de los conservadores es usar la causa para resucitar aquella polémica colocación de su hijo.
Lidiar con este contrajuicio no será algo nuevo para Joe Biden. La carrera de este veterano político ha estado marcada desde sus inicios por las tragedias y los escándalos que han acompañado a su familia, y que ahora vuelven al punto máximo de ebullición debido a las andanzas de su hijo Hunter, y no precisamente las relacionadas con el Ucraniagate.
Esta semana saltaba la noticia de que una prueba de ADN ordenada por un juez ha demostrado que Hunter es el padre del bebé de una mujer de Arkansas, que lo demandó en mayo para reclamarle la paternidad.
La sorpresa ha crecido cuando varios medios han desvelado la identidad de la madre. Se trata de la estríper de un club de Washington, D.C. Lunden Roberts, de 28 años, trabajaba como bailarina de desnudos en Mpire Club, en la zona de Dupont Circle, a poca distancia de la Casa Blanca. Allí la conocían como Dallas.
Según estas informaciones, Hunter Biden, que se dedica al ejercer de lobista en la capital, era un asiduo al local, que para colmo, está cerca de otro donde fue acusado de fumar crack el año pasado, mientras ocupaba el puesto en la ucraniana Burisma.
Con morenas y rubias
Los trabajadores de este club, así como los empleados un hotel cercano, han hablado anónimamente con algunas revistas y publicaciones confirmando que el hijo del exvicepresidente era un habitual y que solía alquilar habitaciones acompañado de chicas.
“Hunter Biden ha estado aquí con morenas y rubias, muchas veces”, explicó uno de los recepcionistas del cinco estrellas St. Regis, que sin embargo no pudo confirmar si alguna vez lo vio con Roberts. “Honestamente, no podría asegurarlo”.
El hijo mediano del ex vicepresidente siempre ha sido la oveja negra de la familia. Criado a la sombra del aparentemente hermano perfecto, ha protagonizado numerosas portadas a cuenta de su tumultuosa vida familiar y sus problemas con las drogas.
Ahora, tras confirmarse su paternidad, se deduce que dejó embarazada a la estríper Dallas justo cuando estaba saliendo con Halle Biden, la viuda de su hermano mayor, el que murió de cáncer cerebral en 2015 a los 46 años.
Aquello también llevó a los Biden a las páginas de las revistas en 2015 y dio lugar a todo tipo de especulaciones. Ambos iniciaron una relación amorosa al poco de morir Beau, y después de que Hunter se hubiera separado de Kathleen, su primera esposa, con la que permaneció casado 23 años y con quien tuvo tres hijas.
Durante aquel divorcio, su ex lo acusó en los documentos judiciales de “gastar el dinero de manera extravagante” en drogas, alcohol, prostitutas, clubes de desnudos y regalos para mujeres con las que mantenía relaciones sexuales.
Hunter y Halle intentaron mantener en secreto su relación, pero los medios lo descubrieron y el ex vicepresidente tuvo que salir a la palestra a acallar la polémica con un comunicado de respaldo público.
“Todos somos afortunados de que Hunter y Hallie se hayan encontrado cuando después de tanta tristeza. Cuentan con nuestro apoyo total y completo y estamos felices por ellos”, señalaban el político y su esposa.
El protagonista también se pronunció. “Hallie y yo somos increíblemente afortunados de haber encontrado el amor y el apoyo que nos tenemos en un momento tan difícil”, señaló en una nota de prensa.
Pero el noviazgo no duró mucho. No está claro cuándo dejaron de salir, pero su ruptura saltó a las revistas a principios de mayo, poco antes de la siguiente bomba informativa. Tras salir de aquella relación, Hunter Biden se casó en secreto con la modelo sudafricana Melissa Cohen el pasado 16 de mayo. Por lo tanto, el embarazo de la estríper se produjo antes de aquel enlace.
Enchufes y drogas
Pero si Hunter Biden lleva años ocupando páginas en la prensa estadounidense no es sólo por su vida amorosa. Su faceta profesional tampoco ha estado libre de polémicas, desde que se graduó en la Universidad de Georgetown en 1992. Allí empezó a coquetear con la bebida y las drogas. Luego pasó por la Facultad de Derecho de Yale, y en 1997 volvió a Delaware a emprender una carrera que siempre se ha cruzado con los intereses políticos de su padre, y que nunca alcanzó el éxito de la de su hermano mayor.
Primero asumió el cargo de vicepresidente ejecutivo en el banco MBNA, uno de los grandes donantes de las campañas de su padre. Aprovechó sus contactos familiares para llegar a Washington, donde logró puestos en la administración de Bill Clinton de 1998 hasta 2001.
Después se dedicó al mundo del lobby de 2001 a 2008, en una de las mejores firmas de la capital. No obstante, tuvo que abandonar este trabajo cuando su padre se convirtió en el número dos de Barack Obama, para evitar conflictos de intereses. Esto no evitó que siguiera estableciendo conexiones influyentes, algunas en el extranjero.
El episodio quizá más humillante de toda su carrera, para él y su padre, fue su expulsión de la Armada. Su hermano mayor había servido en el Ejército de Tierra sin ningún problema, por lo que Hunter, sabiendo que un currículum militar es un plus a la hora de prosperar en política, decidió seguir sus pasos y se alistó en 2012 como reserva. Duró sólo dos años antes de que en 2014 lo echaran por haber dado positivo en un test de cocaína.
“El honor de mi vida fue servir en la Armada de los Estados Unidos. Lamento profundamente y me avergüenza que mis acciones llevaran a mi salida. Respeto la decisión del Ejército. Con el amor y el apoyo de mi familia, sigo adelante”, manifestó en un comunicado.
Aquel mismo año, en mayo de 2014, Hunter Biden entró a formar parte de la junta de la empresa Burisma Holdings mientras su padre mantenía negociaciones con el país europeo. El conflicto de intereses era evidente, tal y como han declarado recientemente en el Congreso diplomáticos estadounidenses que vivieron aquel fichaje y que han sido llamados a declarar durante las audiencias del impeachment a Trump.
Los Biden zanjaron la controversia asegurando que Hunter era un ciudadano privado ajeno al Gobierno. Pero aquel nombramiento no pasó inadvertido para nadie, tampoco para Donald Trump, que ahora pretende sacarle rédito electoral.
Ninguno de estos escándalos parecieron desanimar a Joe Biden a la hora de decidir postularse a las primarias de 2016, aunque, como se ha mencionado, la muerte de Beau fue el mazazo definitivo que lo sacó de la carrera presidencial. Y eso que no era la primera vez que a los Biden sufrían un drama familiar. De hecho, la vida política del ex vicepresidente comenzó prácticamente con una tragedia en 1972.
Las tragedias de los Biden
Aquel año Joe Biden lograba entrar en el Congreso de los Estados Unidos como el segundo senador más joven en la historia del país. Su vida iba por entonces sobre ruedas. Casado con Neilia, la mujer de la que se enamoró a primera vista en 1964, durante unas vacaciones universitarias en las Bahamas, era padre de tres hijos, dos niños pequeños y una niña.
El 7 de noviembre de 1972, después de sólo dos años trabajando como el representante local en su condado, el joven Biden se presentó a senador y ganó. Esta victoria le obligaba a trasladarse a Washington. De hecho, su primer viaje a la capital fue a los pocos días de lograr su acta, con la idea de reclutar asesores.
Durante aquella primera visita a la capital como senador, su mujer Neilia se quedó en Delawere para hacer unas compras y recoger el árbol de Navidad con los niños, en el Chevrolet blanco de la familia. A la vuelta, una camioneta que transportaba mazorcas de maíz se cruzó en su camino, sacando al coche de la carretera y lanzándolo contra los árboles.
Neilia, de 30 años, y la pequeña Naomi Biden, de 13 meses, murieron al llegar al hospital. Joseph Beau Biden III, de 3 años, y Robert Hunter Hunt Biden, de 2 años, escaparon con vida, aunque con varios huesos rotos y heridas en la cabeza que los médicos temían que pudieran ser permanentes.
Joe Biden acudió en cuanto tuvo noticias del siniestro al hospital donde se recuperaban sus hijos. Y fue allí, entre camillas y rodeado por los dos pequeños, donde juró el cargo de senador.
Al tiempo se supo, según recogen las crónicas de aquellos días, que Biden había confesado a su mujer tras la victoria electoral que le preocupaba que todo “era demasiado perfecto”. Temía que algo malo fuera a pasar.
Tras el accidente, Joe no se trasladó a Washington. Iba y venía cada día en tren a Delaware para hacerse cargo de Beau y Hunter, lo que le valió el apodo de Amtrak Joe, por el nombre de la operadora ferroviaria norteamericana.
Al cabo de unos años, se enamoró de Jill Jacobs, una maestra de inglés a la que conoció en una cita a ciegas que le preparó su hermano. Animado por sus hijos a casarse de nuevo, se dieron el sí quiero en 1977 y tuvieron una hija, Ashley, que nació en 1981.
Biden estaba encarrilando de nuevo su vida personal. Su carrera política no había dejado de avanzar en ningún momento. Fue reelegido en 1978 y en 1984. Con este respaldo popular, en 1987 decidió postularse por primera vez para presidente de los Estados Unidos. Tenía todo a favor, pero nuevamente algo ocurrió durante un debate de las primarias demócratas de aquel año, en Iowa.
Frente a un auditorio repleto, mientras Biden hablaba sobre educación, dijo: “¿Por qué es Joe Biden el primero de su familia en ir a una universidad? ¿Por qué es mi esposa, que está sentada en el público, la primera de su familia en ir a la universidad?”. Estas frases, acompañadas del resto de su discurso, resultaron elocuentes y eficaces. El problema estaba en que no eran originales.
Un político británico del Partido Laborista las había pronunciado exactamente igual meses antes. El New York Times se dio cuenta y, a partir de ahí, empezó a sacar a la luz otros casos de plagio del senador que se remontaban incluso a hasta su etapa en la Facultad de Derecho, donde ya le acusaron de copiar.
Aquello sacó a Biden de la carrera presidencial, aunque no del Senado, donde siguió escalando puestos durante 20 años dentro de las distintas comisiones legislativas. Fue en aquella época en la que comenzaron sus dolores de cabeza, y no en sentido figurativo. Los doctores detectaron aneurismas en su cerebro y le sometieron a varias cirugías, de las que se recuperó satisfactoriamente.
La obsesión de Biden por la Casa Blanca no se detuvo en 1987. En 2007 volvió a intentarlo, ahora frente a rivales como Barack Obama o Hillary Clinton. Pero la polémica volvió a aparecer en aquellas primarias. De nuevo en Iowa, durante un mitin, se le ocurrió hablar del accidente de su mujer.
“Déjenme contarles una pequeña historia”, dijo, antes de narrar cómo un conductor bebido provocó el accidente que lo dejó viudo. Biden había utilizado su tragedia personal antes, incluso después de los atentados del 11-S, para consolar a las víctimas. Aquellos días se dedicó a recordar cómo él también recibió años atrás una triste llamada para informarle de que un conductor borracho había matado a su esposa.
El problema de aquel relato es que no era del todo cierto. El hombre que llevaba el camión que chocó con el vehículo de Neilia Biden en 1972 nunca fue acusado de conducir ebrio. El suceso se consideró un simple accidente y no se presentaron cargos. La familia del hombre salió a la luz pública a acusar a Biden de mentir y de ensuciar la memoria del conductor, del que decían que vivió atormentado por lo ocurrido toda su vida.
Finalmente Biden no ganó aquellas primarias, pero se convirtió en el número dos de Obama y ocupó la Vicepresidencia del país durante dos mandatos, a la espera de encabezar algún día la papeleta electoral. En esas está ahora, con permiso de su pasado.