David, capitán y piloto de combate del Ala 12 del Ejército del Aire, había tenido diferentes altercados con un agente de la policía local de Madrid como propietario de un pequeño local de copas. La Policía Municipal de Madrid —entonces bajo el mando de la exalcaldesa Manuela Carmena—, “venía a multar al bar con una insistencia incomprensible", sostiene este militar. Lo que nunca imaginó es que terminaría esposado, detenido de manera irregular por supuestamente haber retenido ilegalmente a dos chicas que no conocía que pasaría más de diez horas en el calabozo y, todo ello, sin justificación.
La actuación policial contra el capitán de nuestro ejército pasó a los Juzgados de Plaza de Castilla donde, tras declarar el mismo y negar los hechos las dos abogadas en cuyas supuestas afirmaciones basaron los Policías su detención, fueron sobreseídas y archivadas todas las imputaciones policiales.
Pero las consecuencias lesivas no se quedaron ahí para el militar ya que aún tratándose de una detención supuestamente irregular, perdería ipso facto su estatus dentro del Ejército y que, tras años destinado en misiones internacionales de guerra en Libia (11 misiones de combate) y en ejercicios internacionales de la OTAN, quedaría relegado de jefe de Operaciones a jefe de Escuadrilla en el Ala 12, en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid). Aunque con la posibilidad de seguir pilotando el caza F-18, después de tener ocho años de antigüedad como capitán y más de veinte de experiencia en el Ejército.
El piloto de combate no se quedó de brazos cruzados, mientras veía cómo su carrera profesional quedaba truncada. Interpuso una querella criminal, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, contra los dos agentes, tras contratar al despacho de abogados José Manuel Olivares; y ahora, un año después, son ellos los que están siendo investigados en los Juzgados de la Plaza Castilla por un delito de detención ilegal, que podría suponer su expulsión del Cuerpo y otras graves consecuencias penales.
Cronología de los hechos
Madrugada del 10 de noviembre de 2018. David acaba de llegar de una misión militar en la OTAN de casi un mes en el Ártico y tras ese periplo, apenas sin comunicación con el exterior, decide salir con sus amigos a un club de su propiedad, pero alquilado a otros propietarios, en el centro de la capital española.
Tras pasar parte de la noche en el local, a las 03.30 horas cierran por normativa, pero algunos se quedan dentro, entre ellos el futuro detenido. "A esa hora todo el mundo se puso la chaqueta y se fue. Nos quedamos los amigos íntimos, todos conocidos. Los encargados, las camareras... y sus amigos", cuenta David, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Sobre las 03.40 horas, una camarera sale a la calle y se da cuenta de que hay dos chicas que esperan para entrar y que, según sostiene este piloto, dicen que tienen amigos dentro. Sin conocerlas, la trabajadora les deja finalmente pasar. Y cuando las ve, David se extraña. "No las conocía de nada, pero como eran solo dos el encargado del local dijo que no pasaba nada; así que seguimos reunidos todos", prosigue.
A través de las cámaras de seguridad, el grupo allí reunido se da cuenta de que hay una patrulla de policías que están intentando entrar al local, pero cesan en su intento porque está cerrado, aunque se quedan vigilando en la calle. "La música no se escuchaba desde fuera y en el local solo estábamos unos 20 amigos, no podían decirnos nada", explica este piloto de caza. A las dos chicas, que no pertenecían al grupo, alguno de los presentes en el local, sin que se haya podido precisar quien, pero en ningún caso David, les dijo si se podían quedar un poco más de tiempo en el bar para evitar problemas con y ellas accedieron voluntaria y cordialmente sin problemas a quedarse un rato más, tal y como mencionarán más tarde en la declaración judicial.
Los minutos transcurren hasta que las chicas deciden irse, sin que nadie en el local se lo impida. Cuando las dos mujeres abandonan el club, después de andar un rato, dos policías les chistan y les piden que se paren y se identifiquen. En ese momento, los dos agentes les comunican que "si saben que salen de un local sin licencia", según cuenta David. Las chicas les cuentan lo sucedido dentro del local y las dejan marchar. Todo ello, además, sin la necesidad de que identificasen a nadie del interior del establecimiento.
"¡O nos abres, o te detenemos!"
Esta actuación policial frente a estas jóvenes, según explica el piloto, los dos agentes se vuelven a esconder en la calle. Dos horas después, a las 06.10 horas David decide irse a casa. Sus amigos continúan aún en el interior. Una vez en la calle, los dos agentes que esperan fuera le llaman. "Estaba a 80 metros de la puerta del bar y vinieron hacia mí. Me pidieron que les abriese el bar. Yo les contesté que, aunque era mío estaba alquilado y no podía hacer lo que me estaban pidiendo", cuenta el piloto a este periódico.
— ¿Tenéis una orden para entrar en el bar?
— ¿No estás entendiendo lo que te decimos? O nos abres el bar, o te detenemos.
— ¿Por qué me vas a detener? ¿Por qué delito? Yo no os puedo abrir, está cerrado al público y dentro se encuentran amigos de los gestores del bar.
Al instante, los dos agentes, sin comunicarle el delito por el que lo detenían, lo esposan y lo conducen hasta el vehículo policial. "¡Tú te vienes con nosotros!", le dijeron, con tono amenazante. En ese momento, la cámara de seguridad del local capta cómo los dos agentes lo llevan al coche. "Antes de detenerme, ellos ya sabían quién era yo. Me dijeron que era militar y que lo que había hecho me iba a acarrear problemas", relata David.
Sin saber todavía por qué está detenido, los agentes le cachean y le sacan de los bolsillos un manojo de llaves.
— Bueno, ¿cuál es la llave del bar? (En ese momento, llega otra patrulla de cuatro policías al lugar)
— Mire, yo no soy el encargado, no tomo ninguna decisión, no puedo abrirle. Hay una persona que es el responsable ante la sociedad.
— Vamos a ver si eso es verdad.
Finalmente, los agentes utilizan la llave y entran al local con David G. esposado. En todas las horas que habían transcurrido desde que las dos jóvenes se habían marchado, nadie había entrado al local, tampoco salido. "Cuando entran, se dan cuenta de que todo el mundo está tranquilo, las luces encendidas, no hay música...". Acto seguido, el policía pregunta quién es el encargado, pensando tal vez que nadie lo sería. Dos hombres levantan la mano.
"Tenían muy difícil justificar la detención, pero tras identificar a todos fue cuando me comunicaron que me detenían por un delito de detención ilegal, al haber retenido en el local a las dos jóvenes [que se habían marchado hacía horas] contra su voluntad", cuenta el piloto de combate. Recuerden, las dos jóvenes no identificaron a nadie del interior del local.
— ¿Cómo saben que he sido yo? ¿Me ha identificado alguien?
— Eso lo hablaremos más tarde.
"Iban a por mi"
"Todo era mentira, he llegado a la conclusión de que iban a por mi, solo les interesaba yo, el resto les dio igual", confiesa este militar. Tras ese episodio, David estuvo más de diez horas en el calabozo. Desde las 06.00 hasta las 18.00 horas, hasta que su abogada se presentó en el lugar y lo pusieron en libertad. El joven piloto ni siquiera pasó a disposición judicial, a pesar de que se negó a prestar declaración ante la Policía, algo absolutamente inusual en este tipo de detenciones, esposado y tantas horas en el calabozo. Recuérdese que David es un oficial del Ejército del Aire. Además de la detención, le abrieron un expediente para multarle con 60.000 euros.
Una vez ocurridos los hechos, el 20 de noviembre de 2018, el capitán G interpuso una querella criminal contra los dos agentes. Si bien, meses más tarde, en julio de 2019, el Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid decidió sobreseer la causa contra los mismos, puesto que no había "indicios suficientes de la comisión de ninguna infracción penal respecto de los mismos". Ante esto, el abogado del querellante interpuso un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Madrid que, en un auto, ordenó que se reabriese el procedimiento:
De las declaraciones de las dos testigos se infiere que la detención del querellante como presunto autor de un delito de detención ilegal de las referidas testigos, que dio lugar al atestado, es cuando menos desproporcionada, y sospechosa de irregularidad, y con una incidencia muy grave en el derecho fundamental a la libertad del querellante.
La declaración de las testigos
Y es que las declaraciones de las dos testigos en sede judicial, a las que ha tenido acceso este diario, dejan claro que David no obligó en ningún momento a las dos mujeres a permanecer contra su voluntad en el interior del bar.
Las dos mujeres, ambas abogadas, declararon ante el juez que entraron al local sobre las cuatro menos veinte y que cuando quisieron entrar estaba cerrado. "Al poco se abrió una puerta y salieron dos personas, entonces entramos. No conocíamos a nadie que había dentro, no se produjo ningún incidente, ni tampoco llamamos a la Policía en ningún momento".
Cuando los dos agentes les hablan fuera del local, las dos testigos dicen que "habían querido salir antes, pero un chico les dijo que la policía estaba fuera y les pidió como favor que esperaran un poco". Algo que hicieron. Pasados unos minutos, "les abrieron y se fueron". Además, confirman que los agentes les llamaron, les pidieron la documentación y les advirtieron de que estaban en un "local sin licencia", cuando el local tiene permiso para abrir hasta las 03.30 horas de la mañana.
La versión de los agentes
Frente a esta versión, los dos agentes manifestaron en el atestado elaborado por la Policía Nacional que se personaron en el lugar de los hechos porque al parecer la música estaba muy alta. Los policías llamaron a la puerta, pero supuestamente no les contestaba nadie hasta que salieron dos mujeres, "quienes manifestaron que querían salir desde hace un rato pero que el dueño del local les decía que no podían salir porque la Policía estaba fuera".
En un momento dado, según la versión de los investigados, sale del local un individuo el cual no obedece a las indicaciones de los agentes "y tienen que correr detrás de él y agarrarle del brazo". Ven que es el dueño del bar, puesto que ya "le conocen de anteriores inspecciones". Le piden que abra el establecimiento, pero él se niega.
Cuando le cachean, encuentran las llaves y David afirma que son las del local. De este modo, a sabiendas de las manifestaciones de las dos mujeres, solicitan repetidamente al detenido que abra al local, pero se niega.
Finalmente, abren la puerta y hay 20 personas presentando a David esposado con las manos en la espalda pese a no haber mostrado la menor resistencia. De este modo, debido a lo manifestado anteriormente por las dos mujeres, "se le detiene por un delito de Detención Ilegal, informándole de manera verbal" en todo momento.
Ahora, es el Juzgado de Instrucción Número 46 el que está instruyendo el caso y quien decidirá si los dos agentes incurrieron en el delito de detención ilegal. Para el piloto, entre tanto, no hay duda. "Continuaré con mi querella hasta que queden totalmente aclarados los hechos y estos agentes respondan por su incalificable actuación", concluye este capitán del Ejército del Aire.