A Alejandro Ponsoda Bou, quien fuera alcalde popular de Polop de la Marina (Alicante) durante tres legislaturas consecutivas, le faltaba menos de un mes para cumplir los 55 años cuando la muerte le salió al paso. Fue el 19 de octubre de 2007. Aquel viernes, en torno a las 21 horas de una noche tibia, típica del otoño levantino, le descerrajaron tres tiros en la puerta del garaje de su casa mientras aparcaba su coche, un Renault Laguna. Doce años después, el juicio a los presuntos culpables ha comenzado.
Desde este lunes, un jurado popular juzga a siete personas por el asesinato del primer edil, entre ellos, su sucesor en el cargo y antes concejal de Urbanismo, Juan Cano, como inductor del asesinato; y tres hombres que, según la Fiscalía, participaron en la planificación del crimen en un reservado del club de alterne Mesalina, en Finestrat (Alicante): un empresario de Polop y amigo de Cano, Salvador García y el propietario y el gerente del club, Pedro Jesús Hermosilla y Ariel Alberto Gato, respectivamente.
Completan la lista los tres sicarios, a los que los cuatro acusados mencionados encargaron el asesinato de Ponsoda, movidos por la animadversión que sentían hacia él por razón de su cargo. Para todos ellos, el Ministerio Público pide penas de 25 años de prisión, y dos años de cárcel adicionales para los sicarios por el delito de tenencia ilícita de armas.
A su llegada a los juzgados, el empresario Salvador García ha negado haber participado en el asesinato y ha sostenido que "se ríe del testigo protegido", un trabajador del club de alterne que presuntamente le involucra en los hechos. García ha añadido que está dispuesto a responder todas las preguntas que le hagan en la vista oral, apostillando que lo hará "con dos cojones", según informa Efe.
El encargo, en el club Mesalina
El asesinato de Alejandro Ponsoda comenzó a urdirse entre prostitutas, alcohol y cocaína, las tres perdiciones de Juan Cano y sus turbias amistades. El exconcejal de urbanismo, conocido como El tuerto, era un asiduo de prostíbulos de Benidorm y sus alrededores. Todo el mundo lo conocía en lupanares como el Mesalina y La Estrada. Allí, siempre en las zonas VIP, organizaba fiestas para sus amigos. “Bebía, insultaba, era agresivo”, se lee en declaraciones prestadas por varios testigos, a las que tuvo acceso EL ESPAÑOL.
En el Mesalina, un famoso club de alterne situado en la carretera que une Benidorm y Finestrat, Juan Cano conoció al dueño, Pedro Jesús Hermosilla Ramírez, y al gerente del local, un uruguayo llamado Ariel Alberto Gatto pero al que todo el mundo conocía como Marco.
A ellos, según la investigación llevada a cabo por la UCO, Cano les pidió que buscaran a alguien que se encargara de quitarle la vida a su enemigo político en el municipio alicantino. Éstos contactaron con un empleado del Mesalina, que rechazó 30.000 euros y quien, meses después del asesinato del regidor, se convirtió en testigo protegido ya que reveló la proposición que le hicieron.
Pero El tuerto, obsesionado con ser alcalde, quiso llevar a cabo su plan para hacerse con el bastón de mando de Polop. No aceptaba un no como respuesta. Para ello, a mediados de agosto de 2007 organizó una reunión en la zona VIP del Mesalina. A ella asistieron, al menos, cinco personas: el propio Juan El tuerto; Pedro (el dueño del local); Ariel (el gerente); Salvador García (un amigo de El Tuerto que tenía una zapatería en Polop y que "odiaba" a Ponsoda porque le había puesto un vado en la puerta de su negocio), y un expresidiario cacereño llamado Raúl Montero Trevejo, que tenía varios amigos sicarios y su pareja era una prostituta.
Juan Cano y Salvador García le pidieron a Raúl Montero que se encargara del asesinato de Alejandro Ponsoda. “Hay que cargarse al alcalde”, le dijo abiertamente Salvador García mientras su amigo El Tuerto asentía. Para ello, ofrecieron pagarles una cifra que oscilaría entre los 30.000 y los 50.000 euros.
El antiguo preso, cuya novia había trabajado en varios prostíbulos de la zona, le encargó aquel trabajo a dos matones a sueldo de origen checo. Se llamaban Robert Frank y Radim Rakowski. Según la investigación de la UCO, aquellos dos sicarios, acompañados de Raúl Montero, acudieron aquel viernes 19 de octubre de 2007 a la puerta de la casa de Alejandro Ponsoda para segarle la vida con un disparo en la cabeza.
"Oscuro, bravucón y malhablado"
El alcalde, Alejandro Ponsoda se afilió al PP siendo un veinteañero. Encabezó sus listas en Polop en las elecciones municipales de 1995, las de 1999, las de 2003 y las de 2007. En las primeras no logró ganar la Alcaldía. En cambio, en las tres posteriores siempre obtuvo la mayoría absoluta.
“Era un hombre de bien, cercano, que se recorría el pueblo casa por casa pidiendo el voto de los vecinos. Fue una pena aquello”, decían de él sus vecinos. A excepción de 2003, en las listas de su partido siempre lo acompañó Juan Cano. Varios vecinos que toman café en el bar Pol Mar lo describen como un hombre “oscuro, bravucón y malhablado” al que le gustaba frecuentar los prostíbulos de la zona y quien que quería hacer fortuna a través de la política desde la delegación de Urbanismo.
El Tuerto tan sólo se quedó fuera del gobierno municipal cuando su partido lo relegó a la décima posición de la lista electoral. Fue el propio Julio España, expresidente de la Diputación de Castellón, quien se vio obligado a intervenir organizando una reunión con dirigentes del PP de Polop.
A ella asistió Alejandro Ponsoda, a quien España le pidió que relegase a Juan Cano a los últimos puestos de la candidatura popular porque le habían llegado a su despacho unas escuchas en las que se veía afectado por una trama de corrupción urbanística.
Según consta en la investigación de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, Cano habría pedido una comisión millonaria a un empresario que quería construir una urbanización de 5.000 viviendas a las afueras del pueblo. Aquello hubiera triplicado la población de Polop.
"No llegará a Navidades"
Juan Cano retornó a la segunda posición de la lista electoral del PP en mayo de 2007, cuando volvieron a celebrarse elecciones municipales. De nuevo, y olvidado ya aquel turbio asunto de comisiones, asumió la cartera de Urbanismo.
Sin embargo, estaba decidido a conseguir la Alcaldía costara lo que costara. Por aquel tiempo, El tuerto alardeaba con frases como “aquí el que mando soy yo”, o le auguraba poco tiempo con el bastón de mando en sus manos a Ponsoda. “Alejandro es un inútil, no llegará a Navidades”.
Después de presuntamente urdir su asesinato, Juan Cano asumió el cargo de regidor, su sueño desde niño, pocos días después del multitudinario entierro de Ponsoda, que sacó a la calle a la mayoría de vecinos de Polop. Se había ido su alcalde bueno. En la comitiva de su despedida, El Tuerto acompañó a sólo un metro de distancia el féretro del hombre al que él había encargado asesinar.
Muerto Ponsoda, Cano disfrutó del cargo hasta mediados de 2009, casi dos años después de haber encargado la muerte del hombre que le ensombrecía. Durante ese tiempo pensó que nadie descubriría su plan para hacerse con el poder. Sin embargo, la Guardia Civil lo detuvo. Como al resto de acusados, quienes fueron saliendo de prisión pagando las fianzas que les fijó el juez instructor.