El impuesto Garzón a la comida basura: calculamos cuánto cambiará el precio de tu cesta de la compra

Alberto Garzón, en su nuevo papel como ministro de Consumo, ha dado un paso al frente anunciando una posible subida del precio de los productos insanos para luchar contra la obesidad. “Reduciremos el impacto de la comida basura al establecer obligaciones claras en el etiquetado (…) Así como una revisión de la fiscalidad de los alimentos ultraprocesados o ricos en grasas y azúcares”, ha reconocido en una entrevista concedida a LaSexta.

Esta medida, aún por concretar, afectaría tanto a los fabricantes como a los consumidores. Por un lado, los clientes tendrían que pagar más por los productos “insanos” –su IVA pasaría del 10% al 21%– y, seguramente, menos por los “saludables” –si se sigue el modelo británico, se reduciría también el IVA de estos del 10/4% al 0%. Y, por otro lado, los productores necesitarían incluir etiquetas nutricionales en todos sus alimentos.

¿Cambiaría, en este caso, la forma de consumir? En el ESPAÑOL hemos llenado un carro como simulacro de lo que está por venir. Hemos comprado 26 alimentos sin pensar en su idoneidad -es decir, sanos e insanos- y hemos pagado 35,74 euros (1,46 más de lo que nos hubiera costado la misma cesta antes de la subida de precios). La compra, además, la hemos llevado a cabo en Eroski, cadena que ya incluye el semáforo nutricional.

¿Cómo hemos hecho la cesta? En nuestra compra, hemos tenido en cuenta que la mayoría de los productos tienen un IVA del 10% pero también que muchos de primera necesidad tributan al 4% (pan, harinas, leche, quesos, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, tubérculos, cereales…). Con esos datos, hemos sumado un 11% al precio de los alimentos “insanos” y hemos restado el 4% al precio final de los saludables.

Semáforo nutricional

Para ello, hemos hecho la compra en Eroski siguiendo los criterios de Nutriscore (o semáforo nutricional), sistema bajo el que están etiquetados todos sus productos de marca blanca. Esta forma de calificar divide los productos por colores (los verdes son los saludables y los rojos, los insanos) y letras (de la A a la E); todos ellos, en el frontal de los paquetes envasados y en los estantes del supermercado. 

Más allá de eso, no hemos seguido ningún criterio concreto para hacer la compra. Simplemente, hemos echado en el carro lo que mejor nos venía para comer esta semana. El resultado, eso sí, es desalentador. Entre los 26 productos adquiridos, nos hemos llevado nueve etiquetados como saludables (leche, huevos, tallarines, zanahorias, tomate frito, espárragos, café, macarrones boloñesa…) y 17 insanos (zumo de piña, atún, cereales, donuts, pipas, patatas fritas, tinto de verano, cerveza, refrescos, cacao soluble, barritas de chocolate, chorizos, salchichón y ¡¡aceite de oliva!!). Sí, el aceite de oliva, según este sistema, podría estar incluido en esta categoría.

La diferencia de precio ha sido significativa en ambos casos. En la cesta insana hay más de dos euros de diferencia (de 22,22€ a 24,66€) y la saludable algo menos (de 12,06 a 11,09). Sin embargo, al sumar ambas, la compra completa tan solo nos ha supuesto 1,46 euros (35,7€ en total). ¿Cambiaría usted su forma de comprar por este dinero? ¿Responde la medida a un interés por la salud pública o a un afán recaudatorio? ¿Se ha probado ya en otros países? Esas son las dudas que quedan tras el anuncio de Alberto Garzón, aunque algunas ya tienen respuesta.

La publicidad, otra batalla

Pero la batalla contra la obesidad no debería incluir solo medidas recaudatorias. “Nosotros creemos que son un conjunto de cosas. Por ejemplo, necesitamos una regulación de la publicidad infantil. Queremos que se proteja a los hijos de estos productos. Esto ya ocurre en otros países, como en Portugal, donde están gravadas las patatas y las bebidas azucaradas, o Reino Unido”, reconoce Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria, plataforma que lucha, desde hace tiempo, en este sentido.

Ellos, desde Justicia Alimentaria, piden también que se fijen los criterios para el etiquetado y la subida de impuestos. “Hay países como Chile donde, cuando tú vas a comprar un yogur, te encuentras con un hexágono que te dice que el producto es peligroso. Algo de eso se debería hacer aquí”, prosigue Javier Guzmán.

Pero, sin duda, la principal sospecha es que esta medida sea más recaudatoria que efectiva a la hora de luchar contra la obesidad. “En otros países esto ya se ha probado y ha salido bien”, recalca el director de Justicia Alimentaria. En concreto, en Francia, por ejemplo, la reducción moderada del 3,4% del IVA de las frutas y hortalizas aumentó el consumo medio en 4,8 gramos por persona; y lo mismo ocurrió en Nueva Zelanda, donde un descuento del 12,5% en frutas y verduras llevó a un incremento del 11% en compras.

¿Y en España? Está por ver. Los implicados (fabricantes), en conversación con este periódico, evitan pronunciarse hasta que la medida sea efectiva, aunque no parecen compartir la medida. La batalla, en cualquier caso, está servida desde todos los frentes.