David Gistau (Madrid, 1970), uno de los columnistas estrella de la prensa actual, ha fallecido este domingo 9 de febrero en Madrid a los 49 años de edad. Gistau llevaba desde el pasado 29 de noviembre en un estado de inconsciencia ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínico de Madrid. El periodista del diario El Mundo estaba haciendo ejercicio cuando se desplomó en un centro de boxeo.
Fue la tarde de ese 29 de noviembre cuando Gistau estaba entrenando boxeo en el gimnasio Morales Box Chamberí de la capital. No había estado intercambiando golpes con nadie, simplemente entrenaba, cuando justo después de terminar empezó a sentirse mal. Según pudo saber este diario, le comenzó a doler la cabeza y se desplomó repentinamente. Tras el incidente fue trasladado al hospital y operado de urgencia de la lesión cerebral. Ahí vieron que tenía un hematoma subdural en el cerebro, según trasladaron a este diario fuentes cercanas a Gistau.
En ese momento los médicos consideraron que su vida no corría peligro, sin embargo, el periodista ha fallecido finalmente este domingo, a espera de saber la causa de la muerte. Desde que sufrió el incidente, los profesionales sanitarios han intentado despertarle en varias ocasiones pero han sido infructuosas, ya que en los procesos ha sufrido serias convulsiones. También ha presentado algunos episodios de fiebre desde que está inconsciente.
Gistau, uno de los fichajes estrella del diario El Mundo en los últimos años y uno de los escritores y periodistas más brillantes de su generación, acostumbraba a boxear en el Club Deportivo Metropolitano. Ahí entrenaba junto al boxeador, antiguo campeón de España, Jero García, con quien mantenía una buena relación personal. Sin embargo, en el momento en el que sufrió el incidente estaba entrenando sin Jero y sin ningún púgil con el que estuviera intercambiando golpes.
La pasión de Gistau por el boxeo
La afición de David Gistau por el boxeo no le venía de niño. Él no tuvo un padre que le sentase al lado del ring desde pequeño. A él, como a casi todos, le sentaban a ver el fútbol. Pero con el tiempo fue adquiriendo esa pasión por lo que pasa dentro de un cuadrilátero por cuenta propia. Últimamente siempre hacía gala de ella, habla de ella y escribe sobre ella. Su penúltima novela (Golpes bajos, 2017) versa justamente sobre ello y, desde las páginas de El Mundo, a veces abandonaba la columna para hacer reportajes de boxeo en la sección de Deportes.
“Me gusta porque me gusta”, explicaba el propio Gistau al diario Marca tras la publicación de Golpes bajos. “A diferencia de otros deportes, el boxeo tiene la ventaja de que no se enfrentan dos equipos sino que se enfrentan dos hombres. El drama se singulariza mucho entre dos personajes opuestos (...) y tiene algo muy literario, muy homérico”, añadía.
El primer recuerdo que Gistau atesora relacionado con el boxeo viene de cuando su padre trabajaba en el diario Pueblo. Ahí, entre sus visitas, conoció a un tipo que tenían trabajando de conductor y recadero que había sido boxeador. “Estando ahí, ese hombre con su nariz rota me parecía mucho más especial que cualquier periodista o cualquier directivo”, explicaba.
“El boxeo me gusta mucho porque es uno de los elementos que constituyen mi fascinación por una época americana de posguerra”, comentaba. “[En esa época, desde finales de los años 40 hasta los últimos combates de Alí] no solamente hay grandes combates de boxeo sino que a su alrededor hay todo un movimiento literario, cinematográfico… con personajes como Norman Mailer o el propio Hemingway”, aseguraba.
E iba más allá: “Todo ello constituye el armazón de una época americana que yo habría querido vivir. Yo hubiera querido ser un escritor americano en el Madison Square Garden en el combate Alí contra Fraizer. Creo que el boxeo es un elemento más de ese mundo cultural del cual yo me considero no solamente un admirador sino una persona muy influida”.
Gistau y Jero García
España no durmió la noche del 27 al 28 de julio de 1991. Muchos ya no lo recuerdan, pero esa velada se enfrentaron los boxeadores Pernell Whitaker y Poli Díaz, en un ring alejado de la patria del último, en Virginia, pero con todos sus compatriotas pegados al televisor. Era la primera (y última) vez que España tenía un boxeador entre los grandes y, por un momento, le robó todo el protagonismo al fútbol. Entre los desvelados estaba un todavía joven Gistau, con 21 años. Esa noche apuntaló su pasión por el boxeo y, desde entonces, le acompañó de manera paralela a su trabajo.
Como él mismo contó, de joven ya boxeaba en su barrio pero lo acabó dejando. Fue hace aproximadamente cuatro o cinco años que volvió a entrenar y a ir a las veladas de boxeo. Una de las figuras que más ha destacado e influido en esta faceta de Gistau ha sido la de su entrenador, Jero García.
Ex boxeador profesional, García fue campeón de España de boxeo, kick boxing y full contact. También ha sido actor y ha hecho de coach en el programa Hermano Mayor. Pero es en el boxeo donde sigue brillando. Regenta La escuela, un gimnasio de boxeo ubicado en el barrio madrileño de Lucero y donde David Gistau ha basado algunos de sus reportajes. Además, García trabaja de entrenador en el gimnasio del Club Deportivo Metropolitano, al que Gistau era asiduo.
La influencia de García en Gistau, sin embargo, no sólo se limita a los reportajes. Jero también se ha colado en la obra literaria del periodista. El gimnasio que Gistau describe en Golpes bajos es el del propio Jero y el protagonista también está basado en él, físicamente. Ahora ha sido Jero el que ha estado pendiente de él y de su evolución durante estos meses, como muchos, como todos los que acostumbraban a leerle para ver su mirada lúcida posarse sobre lo que sea, y que ahora echaran en falta.