Sandra recurrió el 13 de enero de 2019 a una aplicación llamada Love App para encontrar una respuesta visual a una pregunta muy concreta: ‘¿Cómo será tu futuro bebé?’. La recreación del rostro de su hipotética hija la exhibió en una de sus dos cuentas personales de Facebook. Un año después de realizar esas cábalas sobre su maternidad para averiguar el aspecto que tendría su descendencia, esta joven centra unas diligencias del Juzgado de Instrucción numero 1 de Elche que tratan de esclarecer qué empujó a Sandra a arrebatarle presuntamente la vida a los dos bebés que trajo al mundo sin asistencia médica, encerrada en un aseo del chalé familiar.
“Si hubiésemos sabido algo, todo esto no habría ocurrido”, subraya apesadumbrada la madre de Sandra durante una breve conversación que mantiene con El Español parapetada tras la reja del portón exterior de la casa donde se produjo el luctuoso alumbramiento. Sandra era una chica entrada en kilos. Todo apunta a que esa circunstancia le ayudó a ocultar su estado de buena esperanza a sus familiares.
En casa nadie sabía que estaba gestando dos gemelos: un niño y una niña a los que alumbró, el jueves 30 de enero, dentro del cuarto de baño del chalé que su madre comparte con su actual pareja en una partida del suroeste de Elche, salpicada de casas de campo, a las que se accede por una vía de servicio. “Todo esto es muy duro”, zanja la mujer mientras le pide a este diario que no desvelé su identidad ni el nombre de la pedanía ilicitana donde se produjeron los hechos porque no quiere que su familia se convierta en la comidilla de los cerca de quinientos vecinos de esta partida rural. “Tengo que preservar nuestra intimidad porque tengo un hijo en edad escolar”, argumenta preocupada.
En los últimos días este niño no para de preguntar dónde está su tata Sandra, pero en casa no se atreven a contarle la verdad: el juzgado ordenó que su hermana ingresara en prisión en calidad de investigada por dos supuestos delitos de asesinato. “Como mi hija solía ir y venir a Alicante, le hemos dicho que la tata se ha ido fuera unos días”, confiesa la mujer sobre la explicación que le ha ofrecido a su hijo pequeño para ganar tiempo. No cabe duda de que este menor no sería capaz de procesar semejantes hechos ni que los mismos los ha protagonizado supuestamente su dulce hermana: la misma que le llamaba “mi chico”, que siempre esta dispuesta a jugar con él y que en ocasiones le cuidaba cuando su madre todavía trabajaba en una tintorería de una superficie comercial.
Vendía perfumes para ganarse unos euros
Los vecinos de la zona que se han enterado de este truculento suceso tampoco pueden digerir el ingreso en prisión de esa chica, de 28 años, melena morena y mirada cándida, que publicaba catálogos de perfumes a través de Facebook y WhatsApp para ganarse un dinerillo comercializándolos por 20 euros. “Hace unos meses Sandra me mandó un mensaje para ofrecerme productos cosméticos de mujer de Oriflaim o Avon, no lo recuerdo bien”, tal y como corrobora una vecina amiga de la familia.
A Sandra le gustaba mucho el mundo de la belleza y la estética, tanto es así que entre noviembre y diciembre de 2018 realizó un curso de auxiliar de estética, de 150 horas de duración, en la delegación ilicitana de la Cámara de Comercio. En los estudios no le había ido demasiado bien desde que en tercero de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) dejó las aulas del instituto Torrellano y años después realizó el citado curso de auxiliar, a través del Sistema Nacional de Garantía Juvenil, con el objetivo de lograr una oportunidad en el mercado laboral. Entretanto se buscaba la vida vendiendo perfumes y productos de estética.
Todo lo relacionado con la moda, la belleza y la estética le encantaba a esta joven que en sus perfiles de Facebook mostraba una tendencia aparentemente narcisista porque tiene publicadas numerosas fotos suyas: posando por el amplio jardín de la casa familiar, mostrando su nuevo peinado, primeros planos de su rostro perfectamente maquillado, incluso modificado con filtros de belleza para dar más brillo a sus ojos...
Años difíciles tras marcharse de Zaragoza
Tan motivador le resultaba todo lo que rodeaba al mundillo de la estética que en marzo de 2019 se animó a presentarse a un casting de modelos organizado por Kiabi. Por aquel entonces Sandra M.N. mantenía una relación especial con un chico de Alicante, al que tampoco le había ido demasiado bien con los libros porque solo contaba con un certificado profesional de operador de carretillas elevadoras automotoras. Este joven se buscaba la vida de mozo de almacén y como camarero. En la cuenta de Facebook que esta joven se abrió con el nombre de Sandrita, porque significaba ‘dulce princesa’, ella le lanzaba a este chico mensajes del tipo: ‘Feliz y enamorada, te quiero mi amor’.
“Hace un año la madre de Sandra me dijo que su hija se había echado un novio”, asegura esta vecina que conoce a la familia de la joven encarcelada. La aptitud motivada de esta veinteañera nada tenía que ver con el carácter conflictivo que tiempo atrás mostró cuando aterrizó en la mencionada pedanía ilicitana procedente de su tierra natal: Zaragoza. “Ella y sus dos hermanos son maños: hace más de diez años se mudaron con su madre a Elche, al chalé de su actual pareja”, detalla la misma vecina. “Sandra protagonizaba muchas peleas porque yo escuchaba los gritos desde mi casa”.
Tanto la madre de Sandra como su nueva pareja, un carpintero separado, tenían hijos de relaciones anteriores y el inicio de la convivencia no fue sencillo. Valga como ejemplo lo que cuenta esta mujer desde el anonimato: “Hace tres años tuve que llamar a la Policía porque Sandra se estaba insultando y pegando con su madre en el patio del chalé”. Otros dos vecinos de esta zona de la pedanía en la que apenas se levantan un puñado de casas, con parcelas ajardinadas, confirman que la adolescente protagonizó algún conflicto: “Una vez la echaron de la casa y empezó a dar berridos en la puerta de la calle”.
Ninguno de esos enfrentamientos lograron romper la admiración que esta veinteañera demostraba por su madre, pero que aparentemente no le impidió ocultarle que se había quedado embarazada. Prueba de ello es la foto en la que Sandra posó junto a su progenitora, el 6 de noviembre de 2019, cuando ya se encontraba en estado de gestación: ‘Feliz cumpleaños a la mujer más importante de mi vida, te quiero mucho, no cambies nunca’. En el último trimestre del pasado año en todas las imágenes a las que ha tenido acceso este diario Sandrita aparece vistiendo camisetas anchas, luciendo tripita y un pecho prominente. Sin embargo, esos detalles no despertaron las sospechas de los familiares porque esta chica tenía un físico relativamente voluminoso.
Ahora con el paso del tiempo adquieren significado para la familia algunas de las frases con las que Sandra acompañaba las fotografías de los post que publicaba en Facebook y que evidenciaban síntomas propios del embarazo: "Me siento cansada". La madre de la joven encarcelada por el doble asesinato de los bebés insiste que en el domicilio conyugal no trascendió el estado de buena esperanza de Sandrita. “Nosotros no hemos encubierto nada porque no sabíamos que ella estaba embarazada”. Además, a finales de 2019 toda la atención de la familia la acaparaba la niña que iba a tener su otra hija siendo una adolescente y que sería la primera nieta materna de la casa.
La llamada al 112: metrorragia grave
La Policía Nacional maneja como principal hipótesis de la investigación que la joven logró mantener en secreto su embarazo y cuando dio a luz presuntamente le arrebató la vida a sus bebés. La familia tuvo conocimiento del estado de gestación de Sandra a las 9 horas, del jueves 30 de enero, cuando esa mañana, según fuentes sanitarias, esta veinteañera se encerró en el aseo del chalé familiar. De ahí no salió a pesar de los requerimientos de su madre y la pareja sentimental de esta: “Ella les decía que no ocurría nada, que estaba bien y estuvo ahí hasta el mediodía”. Pasadas las 13 horas la joven perdió el conocimiento porque se desangró mientras paría dos gemelos dentro del cuarto de baño.
Posteriormente, la centralita del 112 recibió un aviso de que se precisaba una ambulancia, con soporte vital básico, en una partida del suroeste de Elche, porque una mujer sufría una metrorragia grave (sangrado vaginal que se produce fuera del período menstrual). A las 13.55 horas el personal de la ambulancia llegó a la casa y se encontró una escena dantesca. “Aquello parecía un matadero, la chica estaba semidesnuda, sentada y tapada con una toalla”, resumen fuentes sanitarias. “En el suelo de la habitación había varias bolsas con toallas llenas de sangre”. Nadie miró que había dentro porque Sandra captaba toda la atención: tenía la tensión por las nubes y se encontraba muy alterada.
“Ninguna persona dijo que allí se había producido un parto, toda la familia decía que la chica sufría una metrorragia”. Durante una hora la joven no colaboró con los sanitarios y se negó a ser trasladada a urgencias mostrando una conducta agresiva. “Uno de los miembros de emergencias le preguntó a la madre de Sandra si la joven estaba inhabilitada porque mostraba síntomas de padecer deficiencias cognitivas”. De forma que se reclamó una segunda ambulancia al 112: esta vez una del SAMU (Servicio de Atención Médica Urgente) para que un facultativo se desplazase al chalé para evaluar a la paciente y valorar si debía ser sedada para garantizar su traslado al Hospital del Vinalopó.
Llamada para localizar al padre de los bebés
En ese impás de tiempo uno de los familiares aprovechó para realizar una llamada de teléfono: “En la casa se sucedieron todo tipo de comentarios y trataron de localizar a la persona que creían era el novio, la pareja o la persona que había estado con ella porque le preguntaron si había mantenido relaciones sexuales con su hija”. Poco más trascendió de aquella conversación telefónica. Cuando llegó a la casa el facultativo del SAMU logró convencer a Sandra para que accediese voluntariamente a ser trasladada al Hospital del Vinalopó. “Los familiares le dijeron al médico que si quería ver las bolsas de plástico, pero dijo que no hacía falta que las cogiesen y que ya las verían en el hospital”.
La ambulancia puso rumbo al citado centro hospitalario de Elche sobre las cuatro de la tarde después de meter en camilla a Sandra y las famosas bolsas de plástico. Al llegar a la puerta de urgencias el personal sanitario trasladó a la joven completamente exhausta para que fuese evaluada por ginecólogos. Una vez allí descubrieron que la paciente no padecía una metrorragia grave porque el contenido de las bolsas destapó otra diagnóstico: Sandra acababa de dar a luz a un niño y una niña, con un peso de dos kilos cada uno, que yacían entre restos de sangre, placenta y el cordón umbilical.
¿Estaba de cuatro meses?
Los facultativos confirmaron que los gemelos estaban muertos. En el Hospital del Vinalopó saltaron todas las alarmas y pasadas las cinco de la tarde, del jueves 30 de enero, el asunto se puso en conocimiento de la Ciudad de la Justicia y de la Comisaría que la Policía Nacional tiene en Elche. La joven quedó ingresada bajo custodia de unos agentes hasta que se repusiera para ser trasladada a disposición judicial a prestar declaración en calidad de detenida por la muerte de los bebés. La madre de Sandra en la conversación con este diario no aclara quién es el padre de los bebés ni tampoco responde si su hija padece algún tipo de trastorno mental o discapacidad intelectual: “Ella no está bien”. Es lo único que responde esta mujer devota de la Virgen del Pilar de Zaragoza. “No se ha contado la verdad de lo sucedido, si no tuviese un hijo pequeño, comparecería ante los medios de comunicación para explicar todo lo que ha pasado”.
Los vecinos consultados por El Español aseguran que la madre de la joven en una ocasión les contó que “había logrado una paga para su hija”, pero ni la Generalitat Valenciana ni el Ayuntamiento han aclarado a El Español si existe alguna intervención de los Servicios Sociales con esta chica natural de Zaragoza y afincada en Elche. En el IES Torrellano aseguran que durante el paso de Sandrita por el centro no se le hizo ninguna adaptación curricular relacionada con sus capacidades intelectuales. Una de las cuestiones clave en las diligencias judiciales es determinar el estado de salud mental y las capacidades intelectuales de la joven para aclarar si era consciente de que estaba embarazada y alumbró a dos bebés en el cuarto de baño del chalé familiar.
De momento, fuentes del Tribunal Superior de Justicia explican a este diario que la exploración inicial que realizaron los forenses a la veinteañera no revela afectación de su capacidad volitiva. No obstante, desde la Fiscalía de Elche avanzan que se han pedido “pruebas periciales médicas” para determinar las capacidades intelectuales de la investigada y aclarar si padece alguna enfermedad mental. “Habrá que esperar un poco para ver por dónde deriva la investigación”, apuntan las citadas fuentes del Ministerio Público.
¿Los gemelos nacieron vivos o muertos?
Otra de las cuestiones fundamentales en la causa es aclarar en qué mes de gestación se encontraba Sandra para establecer si sufrió un aborto durante un parto prematuro, si por el contrario dio a luz tras nueve meses de embarazo o si ella misma se provocó un aborto cuando se encerró en el baño del chalé. Desde la Fiscalía sostienen que “ahora mismo es un poco aventurado saber en qué mes de gestación se encontraba porque las personas que nacieron se están analizando en el toxicológico”. La autopsia de los bebés que está practicando el Instituto Anatómico Forense de Barcelona se antoja crucial para el devenir de la causa porque determinará si los pequeños nacieron con vida o no. También arrojará evidencias sobre las causas de su muerte: si fue natural o fue violenta a raíz de la supuesta intervención de la madre.
José Antonio Mora, abogado defensor de Sandra M.N., avanza que ha recurrido el auto que emitió el domingo 2 de febrero el Juzgado de Instrucción número 1 de Elche en el que establecía para su clienta su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, en calidad de investigada por dos delitos de asesinato sin perjuicio de una ulterior calificación. “Se están diciendo muchas cosas y no son ciertas”, advierte con seguridad el letrado.
Su vida en Foncalent: está desorientada
Durante el mediodía del lunes 3 de febrero después de pasar la noche en los calabozos del juzgado, Sandra ingresó en la cárcel de Fontcalent. “Llegó en ‘shock’: estaba desorientada y sin entender cómo había terminado en prisión”, tal y como detallan fuentes penitenciarias a El Español. Esta joven se encuentra inmersa en uno de esos vaivenes emocionales que solía mostrar con breves post que publicaba en sus dos cuentas de Facebook en los que hacía continuas menciones a sus estados de ánimo: “Vivir la vida es morir de amor”, “Me desconecto del Facebook y WhatsApp un tiempo: prefiero estar sola un tiempo”, “Optimista”, “Mi mejor sonrisa, me siento feliz”, “Estoy tranquila”...
El ambiente del penal le resulta sobrecogedor a esta chica de aspecto inocente, que siempre lanzaba mensajes de cariño a su familia a través de las redes sociales, que era seguidora de los realities de televisión y a la que le gustaban las mascotas virtuales del videojuego Pou. En su primera semana entre rejas Sandra ha estado en todo momento acompañada de una interna de confianza, tal y como establece el protocolo de prevención de suicidios del penal para los nuevos reos. En Fontcalent hay dos módulos, uno es el de educación y respeto, donde las presas disfrutan de un régimen de vida menos restrictivo, mientras que en el segundo se encuentran las delincuentes más peligrosas y reincidentes.
Caso mediático
El caso de Sandra ha sido muy mediático por lo que ha sido ingresada en el módulo de respeto donde el ambiente es más tranquilo. Allí sigue la rutina diaria bajo la atenta mirada de un educador, un trabajador social y un psicólogo que evalúan al milímetro su adaptación al centro penitenciario. A las 8 horas se levanta y después de limpiar su celda acude al comedor a desayunar antes de salir al patio. A las 13 horas de vuelta al comedor y a las 13.30 horas regresa a la celda para la siesta. Desde las 16.30 horas realiza trabajos con el resto de internas, como la limpieza de espacios comunes y de las galerías de la prisión. A las 19 horas cena y a las 20 horas acaba el día en su celda.
De momento no ha mostrado interés por apuntarse a ningún taller de actividades socioculturales o lúdicas, como la papiroflexia. “Mantiene un conducta retraída y poco conversadora”. Posiblemente Sandra no para de darle vueltas en su cabeza a lo que sucedió el 30 de enero, en el aseo de su casa familiar donde trajo al mundo unos gemelos que llegaron muertos al Hospital del Vinalopó. Solo ella sabe lo que ocurrió aquel día cuando se encerró en el cuarto de baño.