710 metros. Esa es la distancia exacta que hay entre el colegio de primaria San Lorenzo y el vertedero de Zaldibar. Solo les separa un tramo de bosque y la autopista AP-8, donde el pasado 6 de febrero cayó medio millón de toneladas de basura. Mientras la nube tóxica del incendio del vertedero ascendía al cielo de Ermua (Vizcaya) los chavales de tres a 12 años jugaban tranquilamente en el patio del recreo.
2.120 metros. Esa es la distancia exacta que hay entre el Estadio Municipal de Ipurúa y el vertedero de Zaldibar. El estadio está tres veces más lejos que el colegio. Pero, a diferencia de los alumnos del San Lorenzo, los jugadores del Eibar y la Real Sociedad no pudieron salir a jugar al campo el pasado domingo 16, día en que se enfrentaban ambos equipos vascos. La nube tóxica impedía hacer deporte.
Finalmente el partido se jugará el próximo 10 de marzo. “El fútbol lo paran pero el recreo de los niños no. ¡Venga hombre, qué poca vergüenza!”, se queja Pilar, vecina de Ermua y tía de una alumna de 10 años del colegio San Lorenzo.
Han pasado dos semanas desde que el vertedero de Zaldibar sufriera un derrumbe que sepultó a dos trabajadores. Medio millón de toneladas de basura cayó sobre los cuerpos de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, que aún no se han encontrado. Este derrumbe provocó a su vez un incendio que llenó toda la zona de Zaldibar -incluye pueblos como Eibar, Ermua, Mallabia o Abadiño- de humos tóxicos. Y, para rematar la catástrofe, entre los desechos hay importantes cantidades de amianto.
Los vecinos de Ermua están indignados por la falta de información por parte del Ayuntamiento y, especialmente, del Gobierno vasco. “Antes nos decían que estaba todo genial y ahora que está fatal”, afirma Fernanda, también vecina de la localidad vasca y madre de una niña de 10 años que estudia en el colegio. Los alumnos han estado una semana larga bajo una nube tóxica. Los niveles de dioxinas y furanos suelen estar entre los 10 y 50 fentogramos en un aire respirable. En Ermua llegó a ser 50 veces mayor mientras los chavales jugaban en el patio.
“El Ayuntamiento se limitó a poner en los portales unos carteles diciendo que no pasaba nada, que todo bien, que tal y cual… mentira todo. Aún no habían analizado el aire. Pero luego cuando llegó el partido, de repente ya no se podían abrir las ventanas, no se podía hacer deporte… o sea, han metido la pata por todos lados”, protesta Pilar, que trabaja en la administración vasca y conoce de cerca los errores del Gobierno de Íñigo Urkullu en esta crisis medioambiental.
Montaña de basura peligrosa
El Gobierno vasco, en manos del PNV y el PSE, sabía que ese vertedero era peligroso y no cumplía con los estándares ambientales mínimos. Concretamente, lo sabía desde el 10 de junio de 2019, gracias a un informe elaborado por el propio Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda de la Administración vasca en verano.
Sin embargo, el mal resultado de dicho informe no se comunicó a la empresa gestora del vertedero, Verter Recycling, hasta el 16 de septiembre de 2019. "No había ningún indicio de que se pudiera producir un derrumbe", dijo este miércoles Iñaki Arriola, el consejero de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda del Gobierno vasco durante una entrevista en la Cadena Ser.
Arriola dijo una verdad a medias. Los informes a los que él se refería eran los de la empresa privada Lurtek, que el 21 de enero de este mismo año dijo no apreciar ningún problema de "estabilidad, existencia de grietas o fisuras en la instalación". "Se puede concluir que el vertedero es estable con la configuración actual, desde el punto de vista global", afirmaba el informe citado por Arriola.
Pero la información de Lurtek ha sido desmentida por la realidad más palpable: el vertedero se derrumbó por completo en solo 17 días. Pero además, también contradecía tajantemente al informe del propio Gobierno vasco, que, en su apartado Grado de cumplimiento de las condiciones de la autorización ambiental integrada, le otorga a la empresa gestora el calificativo de "bajo", el peor posible. Esto significa que el vertedero tenía "incumplimientos significativos/severos".
Una vez se consumó la tragedia —recordemos, dos trabajadores siguen sepultados bajo 500.000 toneladas de basura, amianto y una nube tóxica— la información de prevención llegaba con cuentagotas a Ermua, la localidad más cercana al vertedero. Este lunes, finalmente, se les prohibió a los niños salir al patio en el recreo, pero han estado una semana respirando aire tóxico. “Ahora es una tontería, después de ocho días que han estado respirando ese aire… Es que no entiendo nada”, resume Fernanda, que vive a pocos metros de una crisis medioambiental sin precedentes en el País Vasco.
Y la comunicación sigue teniendo lagunas, según denuncian estas vecinas: “Todavía no sabemos cómo está el aire hoy. No sabemos si el análisis ha salido bueno o malo… ¡no sabemos nada!”.