El milagro de Evaristo, el dueño de Pescaderías Coruñesas fallecido: así construyó su imperio
El empresario ha fallecido este fin de semana a los 86 años. En los últimos tiempos, se había hecho con el teatro Reina Victoria.
25 febrero, 2020 10:57Noticias relacionadas
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Evaristo García, dueño de Pescaderías Coruñesas, ha muerto este fin de semana a los 86 años. En los últimos tiempos, la empresa se ha situado en el foco de atención de los medios cuando compró con el conocido teatro madrileño Reina Victoria por 9,4 millones de euros. Fue Norberto, el padre de Evaristo, quien se hizo con la compañía hace más de sesenta años. Así, se convirtió en un referente dentro del sector, alcanzando una plantilla de 80 empleados.
Desde ese momento, Pescaderías Coruñesas fue ganando popularidad y prestigio hasta llegar a ser los proveedores oficiales de la Casa Real. Evaristo comenzaría a trabajar como repartidor con apenas diez años. Luego, siguieron viniendo las buenas reseñas y los éxitos. Consiguiendo la Insignia de Plata al Mérito Turístico de 1976, el Premio Marqués de Desio al Mejor Profesional del Año concedido por la Academia Nacional de Gastronomía en 1985, la Medalla del Mérito al Trabajo de 2004 y la Encomienda de Número de la Orden del Dos de Mayo como reconocimiento a los servicios prestados a la ciudadanía de Madrid en 2010.
En 1994, Evaristo accedió a su jubilación y decidió dejar sus negocios a sus cuatro hijos; Norberto, Diego, Paloma y Marta.
La familia
¿Pero quién era Evaristo García y quién es su familia? García Gómez, nacido el 9 de junio de 1933 en Combarros, una pequeña localidad cercana a Astorga (León) lleva al frente de Pescaderías Coruñesas desde el año 1956, cuando su padre Norberto le puso al mando de esta conocida empresa de pescados. Evaristo es hijo y nieto de pescaderos y arrieros maragatos. Con tan solo nueve años, en 1942, se marchó a Madrid para trabajar en la Pescadería La Astorgana, precursora del actual negocio y situada en la céntrica calle León, la cuna de las pescaderías madrileñas. A cambio de dos pesetas, el joven se pasaba el día repartiendo el género a clientes como el Hotel Palace o el Ritz, cargando a su espalda una cesta que en muchas ocasiones superaba su propio peso. Cuando cumplió los 14 años, Evaristo pasó a atender los pedidos telefónicos, un trabajo que exigía conocer el precio de todos los productos de la tienda y especialmente conocer la clientela, que dominaba ya con tan sólo 20 años.
Todo ello le llevó a tomar una decisión arriesgada. Pidió a su padre Norberto comprar Pescaderías Coruñesas, un establecimiento creado en el año 1911 por el que habían desfilado las clases más altas de Madrid, incluido el monarca Alfonso XIII, pero que en ese momento tenía una situación económica preocupante, con tan sólo cuatro grandes clientes. Evaristo tenía por entonces 23 años, pero a base de trabajo y esfuerzo consiguió que sólo tres meses después de la compra la empresa ya tuviera beneficios.
Estaba casado con Juliana Azpiroz, también ligada al mundo del mar como nieta del fundador de la empresa guipuzcoana Anguilas Aguinaga. Después de varias décadas de trabajo, de sol a sol, en los años 90 preparó el relevo de la mano de sus hijos: Norberto, Diego, Paloma y Marta. De todos ellos, las cabezas más visibles eran Diego y el ya fallecido Norberto García Azpiroz, el mayor de todos ellos, al que su padre cedió el testigo en 1994 y que ha estado al frente de la compañía hasta su muerte debido a un cáncer el 12 de marzo de 2017. En la actualidad son los tres hermanos Diego, Paloma y Marta los que administran la empresa, continuando con la misma política de su padre y hermano: “Mucho trabajo y elegir muy bien donde se invierte”.
Pescaderías Coruñesas ha ido uniendo en estos años distintos negocios, lo que ha permitido una cierta especialización entre hermanos. Uno de los sueños de Evaristo fue entrar en el mundo de la hostelería y restauración y gestionar su propio negocio. El primer paso lo dio en el año 1975 cuando compró el conocido restaurante El Pescador a José Fidalgo Veloso. Unos años más tarde, en 1981, compraría a José Chas y a José Fajardo el que sería su segundo restaurante: la marisquería O’Pazo, la preferida de los vips españoles, que hoy gestiona su hija Marta. Ya fueron sus hijos quienes el 16 de noviembre de 2011 pusieron en marcha el tercer restaurante de la familia, Filandón, El campo en la ciudad que dirige Paloma. Y por último en 2014 se abrió un negocio nuevo, Catering Albada, con su Finca El Monje como referencia.
Operaciones inmobiliarias de éxito
Pero no ha sido el único frente de negocios abierto por familia García, también han sabido diversificar muy bien en el negocio inmobiliario. "Compran activos de calidad, ya sea por su situación, calidad y precio, y no dudan en acudir a subastas judiciales. Ese ha sido su éxito, comprar bien y cosas buenas en subastas”, dice un experto en el sector.
Su primera gran operación inmobiliaria la realizaron en el verano de 2013, cuando compraron todo el edificio situado el número 3 de la Plaza de Canalejas, a escasos metros del Teatro Reina Victoria, frente al complejo hotelero de Villar Mir y muy cerca de la calle de Alcalá. El inmueble, de 5.000 metros cuadrados, formaba parte de la cartera de la Mutualidad de la Abogacía. La operación se valoró en 20 millones de euros. Actualmente, el inmueble está destinado a oficinas menos su planta baja donde hay una serie de locales comerciales y de restauración cuyo valor sube año tras año. Según los expertos, “los precios se dispararán tras la apertura del macrocomplejo hotelero y comercial de la Plaza de Canalejas”.
Su siguiente compra estrella fue el Palacio de Trinidad, situado en la calle Francisco Silvela (Barrio de Salamanca), muy cerca de la Avenida de América. Construido en 1928 por el arquitecto Luis Alemany Soler, quien dos décadas más tarde construiría —junto a Manuel Muñoz Monasterio— el Estadio Santiago Bernabéu. El edificio era propiedad del Estado y ha sido sede de la Secretaría de Estado de Política Exterior, sede del Instituto Cervantes y también sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Desde el año 2011 las instalaciones estaban vacías y necesitaban de un importante proceso de restauración lo que llevó a que se pusiera su venta en subasta pública en el año 2014, siendo adquirido por Pescaderías Coruñesas por unos 6,6 millones de euros.
El problema es que los deseos de la empresa en reconvertirlo en lugar para convenciones, eventos, salas de reuniones y con ello restaurarlo choca con la pretensión del Consistorio madrileño de Manuela Carmena, que no está de acuerdo con el proyecto al implicar un cambio de uso para pasarlo de servicios de la administración a equipamiento privado. “El Ayuntamiento de Carmena no quiere que tenga uso lucrativo”, afirman fuentes del sector. “Mientras, el edificio, que tiene protección integral en el Catálogo de Elementos Protegidos, sigue deteriorándose”, denuncian los vecinos. “Es una partida de Ajedrez en la que acabarán ganando los dueños”, aseveran expertos inmobiliarios. “Al final con algunas modificaciones acabará aprobándose, porque si no se hace el edificio seguirá deteriorándose. Los políticos cambian… pero los inversores se mantienen y los de Pescaderías Coruñesas han sabido comprar bueno y barato”, señalan.
El último ejemplo está en el Teatro Reina Victoria adquirido este pasado mes de enero por la familia García a la sociedad Arequipa Producciones del actor Carlos Sobera. Sólo esta operación se ha valorado en 9,4 millones de euros (incluida la hipoteca con Bankia que pesaba sobre el inmueble), pero que se ha extendido a otros inmuebles que tiene la manzana entre la Carrera de San Jerónimo y la calle Echegaray. Una gran manzana especulativa. Pero sin olvidar la gran tienda de pescadería que Evaristo y su familia tienen en un inmueble de más de 3.000 metros cuadrados en la calle de Juan Montalvo, muy cerca de Cuatro Caminos.
Un emporio que gana más de 3 millones al año
Con la compra del Reina Victoria sumarán así un nuevo activo a los 75 millones de euros que ya declararon en el año 2016 sólo en activos inmobiliarios. Precisamente, ese año, ya destinaban a su amortización anual la cantidad de 1,4 millones de euros, una cifra que en un futuro les ayudará a financiar nuevas operaciones. La empresa tiene activos por valor de más de 90,7 millones de euros, en su mayor parte inmobiliarios.
Sin apenas deudas (4,8 millones a corto plazo y tan sólo 800.000 euros a largo plazo) se sustenta en unos fondos propios más que amplios, 82,7 millones entre Capital, Reservas y Resultados. Así, la empresa en su actividad ordinaria facturó en 2016 la cantidad de 3,49 millones, mientras que sus inversiones le dieron unos ingresos de 2,24 millones, lo que le ayudó a cerrar el ejercicio con unos beneficios de 3,32 millones, muy superior a los 2,78 millones del año anterior.
Evaristo García y sus hijos tienen además otras empresas destinadas a los servicios de restauración. Así, la empresa O Pazo SA, que administran de forma solidaria Marta, Paloma y Diego, aunque este último tiene además la figura de apoderado, tiene una facturación que supera los 2,5 millones de euros. Caso parecido es el de Pescacoruña SA que gestiona el restaurante El Pescador, instalado en los locales de la madrileña calle de José Ortega y Gasset, números 75 y 80, de Madrid. Una sociedad donde los hermanos García Aspiroz son administradores solidarios, y en la que también figura como administradora solidaria Cristina Anel Martín Granizo, y que supera los 2,5 millones en ventas. También aparece Inversiones La Grotta SL, filial de Pescacoruña SL, creada en el año 2004 con un capital de 603.750 euros y que también se dedica a negocios de restauración. Y, por último, figura Monte Vallequillas SA, domiciliada en Villaviciosa de Odón y con un objeto social completamente distinto: “Cultivo de cereales (excepto arroz), leguminosas y semillas oleaginosas” y que preside Marta García Azpiroz.
La reconquista del ladrillo por los inversores españoles
Este último movimiento de los dueños de Pescaderías Coruñesas vuelve a colocar en el primer plano a los inversores españoles, que han vuelto a recuperar las posiciones perdidas en los últimos años. Unos lustros donde quienes acaparaban las grandes operaciones inmobiliarias provenían de fuera de nuestras fronteras.
El gran dominador entre los inversores privados españoles en la diversificación y creación de sociedades patrimoniales inmobiliarias es Amancio Ortega, el dueño de Inditex, que este pasado 1 de mayo recibió 693 millones de euros en dividendos. Así, Pontegadea Inversiones, la matriz del grupo controlado por Ortega, a la que pertenece la filial inmobiliaria, disparó en 2016 el valor de sus inversiones en inmuebles -entre las que no se incluyen las tiendas propiedad de Inditex- hasta los 8.520 millones de euros, con un aumento de 1.850 millones respecto al año anterior. Operaciones como la compra de la Torre Cepsa, en Madrid; la torre de oficinas Southeast Financial Center, en Miami, o la de Almack House, en Londres, estuvieron entre las principales operaciones, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil.
También tiene un lugar preferente, Isak Andic, el dueño de Mango, otro de los que se ha pasado de los activos financieros a los inmobiliarios. Con un patrimonio en sociedades de inversión (al margen de Mango) valorado en 4.000 millones de euros, empezó a trasladar parte del dinero que tenía invertido en bolsa y deuda pública hacia el sector inmobiliario en 2011. Andic se ha ido haciendo con edificios en Madrid y Barcelona. En la capital de España adquirió un inmueble de 4.000 metros cuadrados en la calle de Preciados -la gran arteria comercial-, por 20 millones de euros. Y también en la capital catalana otro en el Paseo de Gracia por unos 50 millones, zonas prime que incrementan su valor año tras año.
Otro de los inversores destacados es Mario Losantos Ucha, ex dueño de la inmobiliaria Riofisa y actualmente presidente de Allegra Holding y Maorí European Holding, quien ha vendido sus inversiones fuera de España para centrarse otra vez en el mercado nacional. Su última gran apuesta por la reactivación del ladrillo nacional es la compra de suelos de uso residencial en la periferia de Madrid y en Pamplona junto a su socio ACR Grupo.
Un elitista grupo al que ahora se añaden Evaristo García y su familia, quienes paso a paso, y sigilosamente, van construyendo un gran patrimonio inmobiliario, para convertirse en los nuevos reyes del sector inmobiliario.