Las cosas están muy mal en Granada durante el confinamiento. Fatal. Los Mindolos quieren matar a Rubén el Bananillo, porque les metió la ‘rarra’ a su bloque y los civiles les requisaron todas las plantas de marihuana. Ahora los Mindolos buscan al Bananillo para ‘multarle’. Pero los Bananos no se van a dejar amedrentar y se han aliado con los Chumingos, con quien están emparentados por parte de madre. Concretamente de la madre del Bananillo y la esposa del Banano, que es María la Chuminga. Bananos y Chumingos también han establecido alianza con los Tripones. Como los Mindolos están solos contra todos ellos, han pedido ayuda a los peligrosísimos Mocos. Si esta unión se produce, la intervención del Tío Casiano será inevitable y con ella vendrá el apocalipsis.
Si no han entendido nada es porque no están siguiendo el auténtico culebrón del confinamiento. Una especie de Juego de Tronos granadino entre clanes de la droga que ni Netflix hubiera guionizado mejor. Una serie que se retransmite oralmente por Whatsapp y que no es que esté basada en hechos reales; es que los narra tal cual ocurren. Y que tiene a media España en vilo (y tomando partido respecto al conflicto). De la incredulidad se ha pasado a los memes y a las apuestas al ganador de la colosal batalla que se avecina.
Mindolos contra Bananos, igual que Capuletos contra Montescos o Montoyas contra Tarantos. Esta guerra entre clanes se inicia hace una semana, casi por casualidad. Un suceso acontecido la mañana del 27 de marzo a las afueras de Granada ha dado lugar a una guerra de clanes de la droga que se recrudece por momentos y que cada vez cuenta con más protagonistas, cada vez más peligrosos. EL ESPAÑOL intentará poner en orden los hechos y aclarar algunas dudas.
Capítulo 1: El atropello
Todo empieza el pasado viernes 27 de marzo a las afueras de Granada, en la conflictiva zona del Molino del barrio de Almanjáyar, conocido por los lugareños como El Polígono. Poco antes de la una de la tarde, el control de la Guardia Civil apostado en el cruce de “La Colorá” se dispone a identificar a los dos ocupantes de un BMW 1 rojo para preguntarle por qué no respetaba la cuarentena. El conductor es Rubén el Bananillo, hijo del Banano; un narcotraficante de 25 años que lidera el clan de los Bananos, del vecino pueblo de Pinos Puente. Tiene una requisitoria para entrar en la cárcel. El Bananillo se pone nervioso, acelera para darse a la fuga y en su intento atropella a un agente de la benemérita, que le destroza la luna delantera con la cabeza. Estruja a fondo el Bananillo su BMW para darse a la fuga mientras la Guardia Civil sale en pos de él.
El Bananillo y su acompañante, el Madero, se meten en El Polígono para escapar de la Guardia Civil, que ya ha mandado a la caballería. Entre los refuerzos que envían para proceder a la detención y las leves exageraciones de los relatores de esta historia, en el polígono se juntaron “500 guardia civiles”, según una de las mujeres que cuenta las desventuras del Banano en un audio de Whatsapp. El Banano, por su parte, reteniendo a su compinche, se mete en uno de los bloques de pisos. “Elige ese porque está enrollado con una chica de allí y buscaba cobijo”, cuentan fuentes granadinas a EL ESPAÑOL, que también confirman que "no había 500 guardia civiles".
El problema es que el bloque en cuestión es de los Mindolos, un clan de la droga que maneja el tráfico de marihuana en la zona. “Son bloques ocupados y muchas de las puertas están forzadas y sin cerradura”, nos cuenta esta misma fuente. En dichos inmuebles, abiertos ‘de patada’, tenían los Mindolos varios cultivos de cannabis con casi 3.000 plantas, muchas de ellas crecidas y florecidas, listas para recoger. Un lugar poco recomendable para que se meta a husmear todo un regimiento de guardia civiles, al menos bajo el punto de vista de los Mindolos.
Capítulo 2: Venganza
Al Bananillo lo sacó la benemérita y se lo llevó detenido. Pero el detalle de las 3.000 plantas de marihuana, contra todo pronóstico, no pasó desapercibido a los agentes. Fuentes próximas al caso desmienten a EL ESPAÑOL que la Guardia Civil derribase las puertas de los domicilios: “No tiraron ni una puerta. La cuestión es que son pisos ocupados y algunos están abiertos, especialmente los que no están destinados a la residencia de nadie sino al cultivo de cannabis. Se localizaron cinco plantaciones. De dos de ellas se responsabilizaron dos personas. De las otras tres, nadie se hizo cargo. No eran de nadie. Estaban allí porque habían aparecido”.
Sea como fuere, los agentes desmantelaron aquella especie de vivero vertical cannábico, provocando la cólera de los Mindolos, los legítimos propietarios de dichas plantaciones. Uno de ellos, en un audio, se lamenta amargamente y adelante que “quien haya sío lo va a tener que pagar”. Los Mindolos quieren venganza y saben exactamente contra quién canalizar su furia: contra los Bananos, los que les han metido la ‘rarra’ (gafe, mala suerte) en casa.
“Pues él va preso, pero es que toda su familia va muerta porque van todos los Mindolos para Pinos Puente, Van todos, los van a matar. Porque han entrado a todas las casas (…) y se han llevado todas las macetas, para cortar. Y se van todos para Pinos Puente y van a matar a toda su familia, me cago en sus muertos veinte veces”, advierten desde la base de los Mindolos.
Capítulo 3: Pinos Puente responde
Las amenazas de los Mindolos llegan por audio a Pinos Puente, el cuartel general de los Bananos, que ya adelantan que no se van a dejar amedrentar por el clan de la capital. La respuesta no se hace esperar: “Nada más que se atrevan. Que vengan, que los vamos a hacer añicos aquí. Pero madre de mi vida, si a ese niño le dicen el Banano por su pae. Pero su mae, son de los peoricos que hay en Pinos [Puente], ya ves tú: la María la Chumina, que ha estado presa tres veces que le metió una puñalá a la maestra de la guardería y la dejó tiesa. ¿Sabes dónde se están metiendo, que los Chumingos son 17?” responden desde Pinos Puente.
Así, los Bananos están unidos a los Chumingos, otro peligroso clan granadino. Directamente emparentados, porque la madre del Bananillo es María la Chuminga. Significa esto que la alianza entre Bananos y Chumingos es clara desde el principio. Lo que pocos esperaban es que un tercer y peligroso clan, el de los Tripones (por mediación de la matriarca Cuqui la Tripona), se ofreciese para formar parte de esa triple entente. La guerra está abierta.
Capítulo 4: Los Mocos y el kalashnikov
Los Mindolos están solos. Más allá de un pareado, es una difícil realidad si tienen que luchar contra un holding de tres clanes. Por eso optan por establecer otras alianzas. Y, como era de esperar, acuden a los Mocos. “Acuden a ellos porque viven en un bloque muy próximo al de los Mindolos. Les podía haber pasado a ellos, si el Bananillo hubiera elegido meterse en el suyo. Y esta gente tiene hasta heroína, hubieran ido para dentro, que no es lo mismo que te encuentren unas plantas a que te encuentren caballo”. Los Mocos son, según una de las relatoras de esta historia, “son los peores de ahí. Son hasta secuestradores y tienen armas para liar una guerra mundial”. Los Mocos, con su ingente arsenal capaz de provocar una guerra mundial, eran los únicos capaces de desequilibrar la balanza contra la triple alianza.
Cuentan estos relatores que los Mindolos y los Mocos cogieron “las metralletas y los kalashnikov, se fueron a Pinos Puente y empezaron a pegar tiros a toche y mocho” aunque fuentes policiales han confirmado a EL ESPAÑOL que eso no ha sucedido. NO se ha dado ningún tiroteo ni incidente similar en el municipio de Pinos Puente a raíz de los sucesos relatados. Entra en el ámbito de la fantasía (o los deseos) de los seguidores de esta serie.
Lo que sí que va en serio es la alianza de los agraviados Mindolos y los Mocos para ir a la guerra abierta de clanes contra los Bananos, los Chumingos y los Tripones. La decisiva entrada de los Mocos ha llevado a la triple alianza a no ver claro el enfrentamiento, por lo que han optado por jugar el comodín con el que nadie contaba: el del Tío Casiano. Una intervención que puede llegar a provocar un seísmo que arrase toda Andalucía.
Capítulo 5: El fin del mundo
“El Tío Casiano es lo peor del barrio de las 3.000 viviendas de Sevilla, que lo echaron de allí los civiles. Pero se ha hecho dueño de otro barrio (…) y tiene un laboratorio para adulterar heroína. El Tio Casiano es lo peor de lo peor, y si viene a Granada se lía la mundial”, pronostica sin titubear una de las principales relatoras de esta historia. Los refuerzos sevillanos podrían decantar la balanza a favor del equipo de los Bananos, aunque se espera que los Mindolos, en su próximo movimiento estratégico y vista la escalada del potencial de los contendientes, anuncien en breve su alianza con el Mosad israelí.
El Bananillo está en prisión. Se le imputan delitos de atentado contra la autoridad, pero también por detención ilegal, ya que tuvo retenido a su amigo el Madero hasta que la Guardia Civil le dio caza. Entretanto, la tensa espera. Los clanes siguen confinados en sus casas y apuran los detalles de la guerra que se viene cuando todo esto acabe. Y todos cruzando los dedos para que nadie, finalmente, acabe invocando al Tío Casiano.
Mientras, los seguidores de esta serie ya le dedican hilos enteros en redes sociales, diseñan esquemas para facilitar la comprensión del conflicto, idean cuestionarios, trazan los arboles genealógicos de todos los clanes en liza y hasta establecen paralelismos con la serie Juego de Tronos. Audios y vídeos corren como la pólvora. Todo el mundo tiene interés en que siga…
Contenido adicional: Adonay
… todos menos el Adonay. Es otro joven de Pinos Puente que también tiene una requisitoria para entrar en prisión y es uno de los acompañantes habituales del Bananillo en sus andanzas y trapicheos. Cuando sucedieron los hechos y se identificó al Bananillo como el conductor, se dio por hecho en Pinos Puente que el que viajaba con él como acompañante en el BMW era el Adonay (y no el Madero, como sucedió en realidad). Se extendió el rumor y el bueno de Adonay tuvo que salir a dar las pertinentes explicaciones en redes sociales. Muy mesurado en su intervención, Adonay escribió:
“Me cagó él buetros muertos hijos de puta difundiendo fotos porai mias k yo no iba k yo estaba acostado… daré con kien está difundiendo mi foto i te torturare” (sic).
Adonay no miente: no estaba en aquella persecución. Nunca imaginó que estar metido en la cama a la una de la tarde (cuando se produjeron los hechos) le iba a servir algún día como coartada. Lo único que demuestra es que él, en contra de lo que estaba haciendo su amigo el Bananillo, sí que está respetando la cuarentena. No sean como el Bananillo, quédense en casa. O podrían desatar una guerra de clanes y enfadar al Tío Casiano. Y nadie quiere eso en mitad de una pandemia.