La avioneta llevaba solamente 12 minutos de vuelo desde que despegó del aeropuerto ‘Teniente Jorge Henrich Araoz’ de Trinidad, en la región amazónica boliviana de Beni. Algo iba mal. La tripulación, compuesta por dos pilotos bolivianos, se lo comunicó al resto de los pasajeros: cuatro personas (tres mujeres y un hombre) de nacionalidad española que intentaban regresar a España vía Santa Cruz.
Cuatro voluntarios, Francisco, su mujer Dely, su amiga Yandira y la joven valenciana Alba. Todos ellos estaban haciendo trabajo humanitario en una de las zonas rurales más pobres del país andino. Los cuatro procedían a volver a sus hogares tras haberse flexibilizado las normas de confinamiento en Bolivia. Ninguno de los 4 regresó a casa. El avión intentó volver a aterrizar en el mismo aeropuerto desde el que despegó, pero se encontraron con la fatalidad.
Seis personas muertas. Es el balance del trágico accidente de avioneta acontecido cerca de la población amazónica de Trinidad (Bolivia). Los dos tripulantes y los cuatro pasajeros que intentaban abandonar el país a bordo de una aeronave Beechcraff Baron B-55, que se disponía a cubrir la ruta entre Trinidad y Santa Cruz de la Sierra, para dejar a los españoles en el aeropuerto internacional boliviano. Los pilotos perdieron el control de la máquina en torno a las 13:40 de la tarde del 2 de mayo, estrellándose contra el suelo. Los 6 murieron en el acto.
Ayuda en el Amazonas
“El Beni, donde lo fantástico es real”. Es uno de los eslogan de la región amazónica en la que aconteció el suceso. Una especie de paraíso natural en mitad del Amazonas donde las condiciones de vida no son de ensueño. Allí se encontraban los 4 españoles fallecidos en el accidente aéreo del día 2 de mayo, realizando laboras humanitarias. Francisco Gallego González, un varón residente en Reus, junto a su mujer, Dely Salvatierra, con nacionalidad española pero nacida y criada en Bolivia. Formaban un matrimonio muy bien avenido que habían viajado al país de nacimiento de Dely.
Una de las mejores amiga de la pareja era la también boliviana de nacionalidad española Yandira Velarde, también residente en Reus y prima de Dely.. También en su vida social, ya que los tres compartían ratos de ocio y viajes por Cataluña. Yandira también se desplazó junto a ellos, para pasar una temporada en Bolivia.
La cuarta española presente en la aeronave era Alba Aparicio, la más joven del contingente. Una psicóloga valenciana veinteañera que formaba parte de la entidad sin ánimo de lucro Psicólogos sin Fronteras, y que llegó en septiembre a Bolivia para colaborar en un proyecto de atención a mujeres en situación de violencia de género en la ciudad de Trinidad. “Nos consta el gran afecto que se ganó entre nuestras compañeras de Psicólogos sin Fronteras Beni”, explicaron portavoces de la entidad en un comunicado.
Quería quedarse en Bolivia
Alba, por ejemplo, llevaba 7 meses en el país andino, pero había encontrado allí su remanso de paz. Había acabado su trabajo en marzo y había declarado a su entorno más próximo que volvería a España, pero que su intención era regresar a Trinidad y quedarse allí a residir. Alba estaba muy integrada en el entorno y muy concienciada con la labor voluntaria que había decidido llevar a cabo.
Pero los 4 españoles de Trinidad se encontraron con la fatalidad de cara. Intentaron regresar a España en marzo, cuando se decretó el estado de alarma por la pandemia del Covid-19. Sin embargo, el ejecutivo boliviano impuso unas condiciones de confinamiento entre las que estaba la prohibición de viajes internos en el país. Los 4 españoles se encontraban en una región desde la que no podían tomar un vuelo internacional: su objetivo era llegar al aeropuerto de Santa Cruz, para desde allí emprender el camino de regreso a España.
Tuvieron que esperar para ello a que las normas de la cuarentena se flexibilizasen. Que, al menos, les dejasen marcharse de la región amazónica, para lo que tuvieron que esperar hasta principios de mayo. Precisamente para el día 2 se habían programado varios vuelos de enlace con Santa Cruz desde Beni. El primero de ellos, ocupado también por 4 españoles, partió poco antes que el de siniestrado, sin registrar ningún tipo de incidencia.
El segundo avión
En el segundo avión viajaban los 4 españoles malogrados. El propio gobierno de Bolivia les había puesto a su disposición este avión para la primera escala. Con los pasajes de vuelta en sus manos, solamente necesitaban una hora para alcanzar la otro ciudad mediante un vuelo interior, que despegó del aeropuerto de Trinidad puntual a la una y media de la tarde. Los viajeros se tomaron un selfie antes de despegar, sin saber que iba a ser el último de sus vidas.
A los mandos de la avioneta Beechcraff Baron B-55, con matrícula FAB-501, se encontraban los dos pilotos Favio Daniel Jerez y Richard Anderson Cossio, de las Fuerzas Aéreas Bolivianas, que a la postre también resultaron muertos. Despegaron pero uno de los motores falló. Los pilotos se percataron de inmediato, advirtieron a los pasajeros y trataron de realizar las maniobras pertinentes para regresar de nuevo a Trinidad y tomar tierra en el aeropuerto ‘Teniente Jorge Henrich Araoz’. Sin embargo, el aparato se descontroló e inició una caída en picado que acabó con un brutal impacto en el municipio de Laguna Suárez, a 10 kilómetros de Trinidad. Fallecieron los 6.
Ahora, la consternación es general, en Reus, en Valencia y en toda España. La hija de Francisco, el fallecido, declinaba hablar con los medios y pedía en sus redes sociales que, por favor, no le contactasen ni le mandasen más foto de la avioneta estrellada. Por su parte, los cuerpos siguen, al cierre de esta noticia, en la zona boscosa en la que se accidentaron, dado que se trata de un área pantanosa de muy difícil acceso. Cuando los cuerpos sean recuperados, se pondrá en marcha el protocolo de repatriación. Son, de algún modo, otras víctimas de la pandemia del Covid-19 que nadie contabilizará en las estadísticas.