Ni siquiera hacía dos años desde que esta foto nupcial ocupaba algún lugar en la casa de esta aparente feliz familia. Una instantánea idílica que Emmanuel (38), Micarla (24) y Victor (17) se hicieron en abril de 2018. El día en el que el padre de este menor y la que sería su madrastra se daban el sí quiero ante la presencia de más de 70 invitados, en un pequeño patio manchego, en un pueblo situado a pocos kilómetros de la finca de caza donde los tres convivían desde hacía algo más de cuatro años.
Nada ni nadie hacía pensar aquel día que el desenlace de esta familia de origen brasileño sería trágico. El miércoles, cuando se reflejaban los últimos rayos de luz del día, Victor descerrajaba presuntamente dos disparos en la espalda a su padre y otros tantos a su mujer en el interior de su domicilio, situado en el centro de la finca, de nombre Los curas de Zangameño y compuesta por decenas de hectáreas de estepa y cultivos.
Uno de ellos moría en el acto, el otro le seguía poco después. Cuando llegaban las autoridades policiales y los servicios de emergencia ya era demasiado tarde. Para entonces, el menor había intentado improvisar en escaso tiempo una coartada que de poco le serviría después. Esa misma noche, la Guardia Civil lo detenía como ejecutor del doble homicidio.
El joven, tal vez presa del pánico, había salido despavorido a pedir ayuda a dos de las fincas aledañas, todas pertenecientes al municipio toledano de Villarejo de Montalbán. Tras acudir a la primera, relató que tras haber vuelto de dar un paseo por el campo había encontrado así a su progenitor y su compañera sentimental. Sin poder brindarle ayuda porque no tenía teléfono, Victor y el primer vecino fueron hasta el siguiente terreno, cuyo dueño pudo finalmente avisar a los agentes de lo que les había contando el presunto homicida y también de los disparos que hacía unos minutos acababa de escuchar. Poco después, los agentes descubrirían que no se trataba de un suicidio, como había hecho creer en primer término el detenido.
Matrimonio fallido
Así relatan lo sucedido a EL ESPAÑOL varios vecinos de esta localidad, de menos de 70 habitantes, apenas horas después de que supieran del capítulo más sangriento que ha ocurrido en la zona en su historia más reciente. Cuando este periódico llega al municipio, reina el silencio a excepción del cantar de los pájaros y del agua que corre en algunas de sus fuentes. En las anchas calles de este pequeño lugar, incrustado en medio de extensos campos, nadie deja verse hasta que no pasa largo tiempo.
"No nos lo podemos creer", cuenta, atónita, una vecina. "Te seré sincera, estaba muy unida a ellos y no puedo decir nada, lo siento", dice otra al rato. Habrá que sobrepasar varias calles, todas ellas con casas cerradas a cal y canto para dar con el alcalde del municipio toledano, Salvador Aguilar, quien estaba muy unido a Emmanuel, el guarda de la finca Los curas de Zangameño desde hace tantos años que ni siquiera el primer edil puede recordarlo exactamente. Nos recibe en su terreno, lleno de frutales, con la mascarilla puesta. "Cuando me llamaron, no podía creérmelo, aquí todos los vecinos estamos muy unidos", cuenta.
Emmanuel llegó a esta zona manchega gracias a su hermana. Tras un matrimonio fallido con su mujer y madre de su hijo, Victor, la víctima decidió separarse, dejar Brasil e instalarse junto a su vástago en la finca donde vivía su familiar. La hermana de Emmanuel entonces estaba casada con L.H., un empresario y, según han confirmado fuentes cercanas a la familia, exactor porno español que junto a otro socio tenía (y tiene) en propiedad la finca. A partir de su llegada, ambos empezaron a hacer vida en el pueblo; Emmanuel comenzó a trabajar como guarda de los campos de caza y Victor inició sus estudios en en el IES Navalmorales, ubicado en el municipio del mismo nombre y a escasa distancia de Villarejo.
El brasileño empezó cuidando de los terrenos, pero después, tras la muerte de su hermana a causa del cáncer, fue tomando más responsabilidades hasta hacerse cargo por completo de la finca organizando cazas de perdices y conejos para numerosas empresas en la temporada e incluso cumpleaños de muchos vecinos de la localidad. "Eran muy queridos en el pueblo, los tres estaban empadronados aquí, El padre siempre nos decía: subiros para la finca que vamos a hacer esto o lo otro", señala el primer edil.
Micarla y Victor
Años después, en 2016, Emmanuel se fue de vacaciones a Brasil y regresó con Micarla, su pareja y que por entonces tenía veinte años. Ambos mantenían una relación muy buena, según cuentan quienes les conocían. Tanto que tan solo dos años después, también con motivo de oficializar sus documentos en el país, se casaron en un restaurante en presencia de decenas de amigos que Emmanuel había hecho en la zona a lo largo de los años. El menor y su madrastra, según cuentan los vecinos, nunca tuvieron una mala relación al menos de manera pública; incluso compartían aficiones como el tiro al plato.
Daniel, el dueño del entonces establecimiento nupcial, los conocía bien. "Yo me encargaba de ayudarles cuando organizaban cacerías en la finca, les llevaba la comida. Y ellos venían siempre a mi bar, me llamaban siempre antes de venir, me decían prepáreme una paella y unas raciones, que vamos", recuerda este hostelero. El manchego rememora cómo el padre siempre estaba pendiente de los estudios de su hijo, en los que nos destacaba precisamente. "Le decía que le iba a quitar las motos (una de las aficiones del presunto agresor) y dejaría de comprarle ropa, yo le decía que si no estudiaba tendría que venir a trabajar al bar", cuenta.
"El chaval nunca había dado más problema que ese, era simpático, educado y bastante maduro para su edad", añade este hostelero. Esto último probablemente fuese a causa de la pronta separación de sus padres. No obstante, otra vecina apunta que Victor visitaba a su madre, residente en Francia, todos los veranos. Algo que su padre respetaba, a pesar de que no mantenía una buena relación con su exmujer.
Salvador y Daniel fueron de los primeros en recibir la llamada con la trágica noticia la pasada noche. Y a los que, de igual modo, alertaron de cómo el joven había pedido ayuda a varios vecinos de la finca, a la que se llega en coche después de abandonar la carretera TO-3845, a un par de kilómetros de Villarejo, para simular que no se trataba del culpable. "Yo no entiendo cómo ha podido suceder, nadie en el pueblo puede decir nada malo de ellos, nunca sospechamos nada", insisten.
Detención
Pese al asombro de estos vecinos manchegos, la Guardia Civil no dudó en detener al menor de 17 años cuando llegaron al lugar de los hechos. Ni él, según fuentes policiales, se resistió cuando procedieron a detenerlo tras el hallazgo de los cadáveres.
Cuando recibieron el aviso de los vecinos, no fue fácil para los agentes encontrar la finca a tales horas. Este periódico puede comprobarlo y a plena luz del día. A unos 200 metros del pueblo, por carretera, se puede ver un pequeño cartel, donde se indica el desvío y el nombre de la finca. Tras cuatro kilómetros y diez minutos atravesando un camino pedregoso, se llega hasta la puerta de la finca, ahora precintada por el Instituto Armado.
Un laberinto rodeado de todo tipo de campos y cultivos primaverales, que incluso tuvo que ser señalado con luces para que ni los servicios sanitarios ni el juez de guardia se perdieran para llegar al escenario del doble crimen.
Para entonces, los agentes ya habían detenido al joven, que esperó dentro del coche policial, mientras los investigadores de la Policía Judicial llegaron para hacerse cargo de las pesquisas. Poco después, fue enviado al cuartel de una localidad cercana y los cadáveres fueron trasladados al tanatorio de Talavera de la Reina. Ahora, el caso ya depende de la Fiscalía de Menores, que tiene en sus manos investigar por qué un joven, aparentemente sin problemas con su familia, decidió matar a su padre y su pareja.