El sector ovino iba camino de la ruina porque la campaña del esquileo empieza en abril y a mitad de mayo las máquinas eléctricas seguían apagadas: no había mano de obra porque el coronavirus impedía a los esquiladores de Uruguay viajar como cada año a España.

El calor de la primavera estaba a punto de causar un problema sanitario en los rebaños de ovejas porque seguían luciendo un abrigo de lana y la sudoración provoca sarna, larvas y una humedad que merma el valor de este tejido en el mercado. Este desastroso horizonte se ha evitado con un vuelo que pasará a la historia del sector: diez empresas han pagado 533.375 euros para fletar un Boeing 787 para 251 esquiladores uruguayos.

Desde hace una década esta selección charrúa de esquiladores llega de forma escalonada a España entre finales de marzo y principios de abril para comenzar a trabajar con las ovejas, pero con la declaración del estado de alarma sus pasajes de vuelo se convirtieron en papel mojado porque se suspendió la actividad en los aeropuertos. Tamaño percance provocó que las empresas españolas que gestionan esas cuadrillas de Uruguay y los ganaderos que dependen de ellas comenzasen a trasladar al Gobierno español su preocupación por el futuro incierto de la campaña.

Esquiladores de ovejas

Una de las empresas perjudicadas -Esquiladores Centro y Sur- era cliente de la oficina que B the travel brand tiene en Manzanares (Ciudad Real). Su directora, Sonia Bellón, le propuso la única alternativa posible: “Se me ocurrió fletar un avión”. Bellón explica a EL ESPAÑOL que el sector no podía esperar más para esquilar al ganado: “Estaban desesperados”.

Embarcarse en esta empresa se antojaba una tarea titánica por dos motivos. Uno era el económico: el pasaje de cada esquilador uruguayo costaba 2.125 euros. El otro era burocrático: tenían que obtener permisos de los gobiernos de España y Uruguay en pleno cerrojazo del espacio aéreo por la pandemia de coronavirus. 

Videoconferencia con el Rey

“El vuelo lo financiaron diez empresas”, detalla Sonia Bellón. Los promotores que se liaron la manta a la cabeza y se sumaron a esta iniciativa han sido mercantiles que gestionan cuadrillas de uruguayos para la campaña española del esquileo desde sus sedes en Huesca, San Pedro del Pinatar (Murcia), Granada, Ciudad Real, Puebla de Alcocer (Badajoz)...

Dos esquiladores uruguayos haciéndose un selfie dentro del avión de Air Europa fletado por diez empresas españolas Cedida

“Es la primera vez que hacemos algo así en la agencia de viajes: el trabajo administrativo ha sido duro porque se tardó un mes y medio en organizar el vuelo y gestionar un permiso para que Air Europa pudiese aterrizar en Barajas”. 

Para lograr que el avión cubriese la ruta Montevideo-Madrid se tramitaron un aluvión de escritos a los ministerios de Agricultura, Interior, Exteriores y a la Embajada de España en Uruguay, entre otros organismos oficiales.

También se produjeron reuniones por videoconferencia entre pesos pesados del sector agroalimentario y varios ministros. “La Sociedad Cooperativa Teruel Ganadera llegó a hablar con el rey Felipe VI”, resalta la directora de la agencia de viajes B the travel brand. Los ganaderos llamaron a todas las puertas, incluidas las consejerías de Extremadura, Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha. A la cruzada también se sumó Javier Aranda, jefe de la Zona Sur de Halcón Viajes.

Marroquíes no: ellos cortan a tijera

El sector ovino desarrolló un trabajo enorme para que el vuelo obtuviese el plácet del Gobierno, tal y como cuenta uno de los empresarios implicados en las negociaciones: “Ha sido tedioso porque de primeras en el Ministerio de Exteriores no lo autorizaban”.

Los ganaderos advirtieron al Ejecutivo de que al Ministerio de Sanidad se le podría sumar otro frente al margen de la pandemia de coronavirus: “Habría un problema sanitario grave porque si a las ovejas no se les quitaba la lana sufrirían ataques de larvas”, explica este empresario.

La campaña del esquilado de las 9.106 explotaciones de ganado ovino que hay en España dependía exclusivamente de las cuadrillas uruguayas. No había alternativa: los esquiladores españoles emigran a Francia porque allí les pagan mejor, mientras que los marroquíes no gustan en el sector porque trabajan a tijera. A su vez, los polacos y eslovacos están en Italia.

“Necesitábamos profesionales cualificados. Para estas tareas no se podía recurrir a los parados de los ERTEs de sectores como la hostelería, tal y como se ha hecho en el campo para suplir la falta de jornaleros para recoger las cosechas”. 

La Moncloa entendió que la situación era límite: la salubridad de 16,5 millones de ovejas dependía de un vuelo chárter internacional. “La embajada de España abrió para darle los visados a los esquiladores uruguayos”, ejemplifica el citado empresario sobre una de las acciones excepcionales que se hicieron para que los trabajadores pudiesen embarcar en el avión, ya que ni Embajada ni Consulado atendían al público desde que en marzo el Gobierno de Uruguay decretó el estado de alarma.

Cuadrilla de esquiladores 'charrúas' trabajando a todo trapo este viernes en una explotación ganadera de Zamora. Cedida

 

La obtención de los visados suele demorarse semanas, pero esta vez se tramitaron en un tiempo récord. El 7 de mayo los medios de comunicación uruguayos informaron de que el vuelo a Madrid contaba con todos los permisos. La noticia indignó a los más de 200 integrantes del grupo Españoles Varados en Uruguay.

La hermana de Diego Forlán

El Consulado General de España tuvo que emitir un comunicado aclarando que era un chárter privado para tratar de aplacar los ánimos de este grupo de españoles que estaban en suelo uruguayo y llevaban semanas reclamando su repatriación. “Desde la Embajada solo nos decían que no habría vuelos hasta que se retomase la actividad comercial en los aeropuertos y como mínimo tendríamos que esperar hasta septiembre”, resalta Paula Albitre, portavoz de ‘Españoles Varados en Uruguay’. 

El avión de los esquiladores uruguayos despegó este martes 12 de mayo a las 20.30 horas desde el aeropuerto de Carrasco (Montevideo) con destino al Adolfo Suárez Madrid-Barajas. El grupo de varados tuvo claro que era su única oportunidad para regresar a casa y no dudó en plantarse un día antes en la Embajada de España. “El lunes fuimos a protestar con nuestros pasaportes y nos recibió el embajador José Javier Gómez-Llera”, recuerda por teléfono Paula. 

Esta joven soriana trató de buscar hueco en el avión de los esquiladores poniéndose en contacto con la Unión Regional de Cooperativas Agrarias de Castilla y León (Urcacyl) y con Air Europa.

“Soy aficionada del Atlético de Madrid y casualmente la gerente de Air Europa en Uruguay es Adriana Frolán, la hermana de Diego Forlán que fue delantero del Atleti”. Los correos electrónicos de Paula con la hermana de Forlán y Urcacyl obtuvieron su recompensa: plazas en el pasaje previo pago de 540 dólores (clase turista) y 790 dólares (clase business). “Volamos de regreso a nuestro país gracias a los ganaderos de Castilla y León”, agradece la portavoz de Españoles Varados en Uruguay.

Despedida por todo lo alto en Montevideo

El destino de los españoles atrapados y los esquiladores uruguayos se encontró este martes en el aeropuerto de Carrasco, donde tuvo lugar una despedida institucional para la expedición. Hubo foto de familia de los ministros de Relaciones Exteriores y Ganadería, Ernesto Talvi y Carlos María Uriarte, respectivamente, con los trabajadores. Algunos posaron equipados con mascarillas y una bombilla para beber mate. 

“Solo veinte españoles embarcamos porque algunos no tuvieron tiempo de desplazarse desde distintos puntos del país ya que debíamos estar en el aeropuerto cuatro horas antes de despegar”, explica Paula. “A todo el pasaje se nos tomó la temperatura”.

En ese vuelo esta joven terminó de forma precipitada su estancia investigadora en Uruguay. “Llegué en febrero con motivo de mi tesis doctoral sobre la historia de la lengua española y me iba a ir en junio”. Tal percance no evitó que al verse sentada en el Boeing 787 de Air Europa le invadiese una sensación de júbilo que inmortalizó con un selfie luciendo la elástica del Atlético de Madrid. 

“Esto ha sido una locura. Por suerte, al final han anunciado un vuelo de repatriación el 20 de mayo para el resto de españoles”. La felicidad de Paula contrastaba con la preocupación que se respiraba en la clase turista, donde viajaban los esquiladores uruguayos porque se marchaban de un país con 724 casos de coronavirus y 19 fallecidos para aterrizar en Madrid, la ‘zona cero’ de la pandemia en España con más de 66.000 positivos y 8.809 fallecidos por COVID-19.

Con la maleta a Extremadura

“Mi mujer y mi hija me dijeron que llevase mucho cuidado y que siguiera todas las medidas de seguridad”, afirma Leonardo González, uno de los 251 esquiladores uruguayos que aterrizó el miércoles en Madrid.

Nada más pisar Barajas los trabajadores se fueron dividiendo en cuadrillas con destino a distintas comunidades autónomas. A Leonardo le tocó ir a Extremadura junto a cincuenta compatriotas. Empezaron a trabajar este jueves en explotaciones del municipio de Campanario. 

Paula Albitre, portavoz del grupo ‘Españoles Varados en Uruguay’, haciéndose un selfie con la camiseta del Atlético de Madrid. Cedida

“En mi país esta profesión está arraigada y existen escuelas donde te enseñan a esquilar: yo me formé en la Escuela de La Tala haciendo cursos teóricos y prácticos para aprender hasta cómo se coloca a la oveja”, indica de forma didáctica Leonardo.

Este uruguayo de 39 años se crió en el seno de una familia de agricultores de la ciudad de Salto. Es un profesional que vive de la esquila todo el año: “Hago dos campañas”. La primera, en marzo, cuando cruza el charco para trabajar en España y en julio toma un vuelo de regreso porque empieza la esquila en Uruguay. “En este oficio llevo dos décadas: para ser un buen esquilador hace falta constancia y vocación, no vale hacerlo por dinero”. 

La terrible expansión del COVID-19 en territorio español no le ha disuadido para subirse al avión, pero sí ha influido a la hora de que otros compatriotas hayan preferido no arriesgar su salud permaneciendo en su país. “En 2019 viajamos 300 y este año somos 251: a todos los que volamos a España nos evaluaron en centros de salud de Uruguay para verificar que no teníamos coronavirus”, dice Leonardo.

Más de 100 animales al día

En las explotaciones ganaderas las cuadrillas, compuestas por entre cinco y diez esquiladores, se disponen en una hilera dejando una distancia de seguridad entre ellos. En una jornada de trabajo Leornardo es capaz de quitarle el mullidito manto de lana a 100 ovejas merinas y a otras 150 si son ovejas lisas.

El tiempo que invierte en cada una depende de por dónde ha pasado el ganado: si ha estado en el monte es más fácil esquilar las cabezas porque están más limpias; si han estado en el campo es más complicado porque están más sucias a causa del polvo.

Por cada ejemplar esquilado Leonardo cobrará entre 80 céntimos y 1 euro. “Es un oficio rentable”. También muy laborioso. Además, este año tendrán que lidiar con otro factor: el estrés. El 20 de julio está programado el vuelo de regreso de los 251 trabajadores a Uruguay y la campaña la han empezado con mes y medio de retraso. “Hay cuadrillas en Teruel, en Zaragoza, en Murcia...”.

Están trabajando a destajo por todo el país. En Extremadura se concentra buena parte de la labor que tienen por delante porque esta autonomía lidera el censo estatal de ovino: 3,5 millones de cabezas.

Los esquiladores charrúas están muy bien valorados entre las empresas ganaderas extremeñas. “Hace diez años se contrataba a trabajadores de Europa del Este, pero los uruguayos son más profesionales porque en su país existe tradición ovina y hay gente muy cualificada”, afirma Marco Antonio Calderón, gerente de la Cooperativa Comercial Ovinos de Villanueva de la Serena. 

El nivel de profesionalización y la facilidad para comunicarse en castellano con los ganaderos frente a la barrera idiomática de los empleados de Europa del Este y algunas de sus malas costumbres, como pasar la campaña malviviendo en furgonetas de alquiler, son los factores que propiciaron un cambio de tendencia en la nacionalidad de los esquiladores contratados en España. “El 95% son de Uruguay y un 5% del Este”.

Un rebaño de ovejas después de ser esquiladas por uruguayos. Cedida

La Cooperativa Comercial Ovinos es la mayor de Extremadura, con 1,2 millones de cabezas. Sólo les faltó descorchar champán cuando vieron aterrizar en Barajas a la mano de obra charrúa. “De cada oveja salen 2,5 kilos de lana”. La previsión es que esquilen 5 millones de kilos.

Sólo traen el equipaje

Todo cuanto los esquiladores traen a España es su equipaje. De proporcionarles las herramientas y la logística se encargan las empresas que los contratan. “Nosotros tenemos una cuadrilla de 19 uruguayos y les gestionamos el alojamiento, el transporte, dietas, máquinas para esquilar, tijeras, peines, cuchillas, aceiteras, grupos electrógenos...”, enumera Mari Carmen Zapata, de Multiservicios Bulz, en San Pedro del Pinatar (Murcia). “La semana que viene empezarán a trabajar en Navarra, antes de incorporarse se someterán a controles médicos y pasarán por prevención de riesgos laborales”, añade.

El coronavirus condicionará el trabajo y la estancia de los esquiladores uruguayos en España porque empresas como Multiservicios Bulz les han provisto de todo lo necesario para evitar contagios. “Ellos bromean diciendo que los infectados somos nosotros”, apostilla Mari Carmen para insistir en las medidas sanitarias: “Les hemos dado gafas protectoras, guantes, botas de seguridad, geles hidrolíticos y mascarillas”. 

Una oveja en 50 segundos

Una cuadrilla charrúa ha desembarcado este viernes en Zamora luciendo máscaras, un elemento incómodo para trabajar pero que no les ha impedido demostrar su depurada técnica para pelar ovejas.

“¡Vinimos a salvar la campaña”, clamaba con seguridad Alexis Baldassari, un esquilador de 26 años. “Si la oveja es buena tardo en pelarla cincuenta segundos”. No hablaba en vano porque en una jornada de trabajo se hizo 259 cabezas. Sus compañeros de tajo pelaron 240, 232 y 204. En unas horas dejaron impolutos 935 ejemplares.

Alexis, pese a ser sólo un veinteañero, atesora nueve años de experiencia: “Mi padre fue esquilador y yo seguí sus pasos porque en Uruguay hay escuelas que te enseñan este oficio de forma gratuita”.

La campaña 2020 es la séptima que realiza en España y las más complicada por la pandemia. “Daba un poco de miedo venir, pero sólo hay que respetar las normas de seguridad”, admite.

Alexis Baldassari, uno de los esquiladores uruguayos llegados a España esta semana. Cedida

La llegada de estos profesionales ha sido todo un alivio para la Unión Regional de Cooperativas Agrarias de Castilla y León (Urcacyl), tal y como admitía su director, Jerónimo Lozano.

“En Castilla y León tenemos más de 2,5 millones de ovejas y el 80% de la producción de la leche está en cooperativas. Estábamos muy preocupados por el esquileo, ya que de no poderlo hacerlo baja el rendimiento de leche y la oveja se resiente en su salud, con posibles brotes de sarna y tiña”. 

Curiosamente, buena parte de la lana que esquilarán los uruguayos durante la campaña en España acabará en China, donde se originó la pandemia que tantos quebraderos de cabeza les ha traído.

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