El gran dilema del okupa: ¿qué casa reventar? ¿conformarse con una modesta VPO o atreverse con un casoplón? Dos familias gallegas de okupas lo tienen claro. No tienen relación entre ellas, pero ambas están calificadas de ‘profesionales’, según cuentan fuentes policiales a EL ESPAÑOL. Se conocen al dedillo los recovecos de la ley y el mercado inmobiliario de la zona de A Coruña y alrededores. Saben perfectamente cómo y cuándo pegar la patada a una puerta, así como los derechos que tienen tras cruzar el umbral de la entrada. Y ya que se tenían que pringar forzando alguna vivienda, decidieron hacerlo a lo grande. Unos se metieron en un chalet de arquitectura inglesa de 720.000 euros. Los otros, en uno de construcción contemporánea de 800.000 euros. Ambos ubicados en una de las mejores zonas residenciales de la provincia: A Zapateira.
Ahora se han hecho fuertes allí. Los primeros en llegar, los del chalet de 800.000 euros (que se metieron en enero), han instalado cámaras de seguridad para vigilar que nadie se adentre en sus nuevas posesiones. Los consiguieron echar en un descuido, a los tres días de meterse. Pero volvieron a la carga días después, cambiaron la cerradura… y hasta hoy. Inicialmente se colaron tres personas y ya son casi una decena.
Los otros, una familia también de nacionalidad española que entró en marzo en el de 720.000 euros, llegaron a interponer una denuncia porque les habían cortado el agua, alegando que tenían cinco niños menores a su cargo. Los vecinos están preocupados porque, tal y como teme la policía, hay muchas viviendas vacías en esa zona. Y estos dos ejemplos podrían servir de reclamo; de efecto llamada. Una de las zonas más acomodadas de A Coruña, donde temen que esté actuando alguna mafia que se dedique a la ocupación ilegal de inmuebles de lujo.
Desde la atalaya de vigilancia
“A Zapateira está en un alto a las afueras; se ve quién viene y quién no”, explica a EL ESPAÑOL uno de los residentes de la urbanización. No es un dato sin importancia, lo de A Zapateira no es casual. Los okupas de casas de lujos han ido a elegir un lugar estratégico para montar su campamento: “un sitio donde saben si van a venir a por ellos y se pueden preparar”, resumen fuentes policiales.
En este barrio de casas y chalets situado a las afueras de A Coruña, además, confluyen otros dos ayuntamientos; el de Culleredo y el de Arteixo. De ahí que de las ocupaciones de viviendas se encarguen diferentes cuerpos policiales, en función de dónde estén ubicadas. Detalles todos conocidos por los ocupantes ilegales de estas dos viviendas. También el de los suministros: los ilegales sabían que se estaban metiendo en viviendas con luz y agua, listas para entrar a vivir.
Estas dos casas ocupadas, ambas propiedad de entidades bancarias, están separadas entre sí: la de 800.000 euros está en el 31A de la Avenida Nueva York, esquina con la calle Burdeos. Está recién acabada y no tiene piscina, pero sí una amplia finca con jardín, semisótano y bodega. La otra está a 1,1 kilómetros de distancia, en la calle Aguaceiros, en el límite del término municipal de Culleredo. Tienen piscina, pero esta vacía. El agua está siendo el principal problema de estos moradores ilegales: el corte del suministro provocó un conato de pelea entre los operarios y los okupas.
Cámaras de seguridad
Nadie sabe con exactitud qué noche llegaron tres okupas al 31A de la Avenida Nueva York. Fuentes policiales confirman a EL ESPAÑOL que la denuncia de la inmobiliaria propietaria de la finca se interpuso el mes de enero. Una finca de más de 1.000 metros cuadrados con una vivienda de casi 600, con un techo en forma de media luna. Parapetada por un muro y altos setos. Allí se metieron ilegalmente tres personas a finales de enero.
La inmobiliaria propietaria interpuso una denuncia y aprovechó un descuido de los okupas para enviar a un grupo de operarios, junto a la policía, a que entrasen, cambiasen el bombín de la cerradura e impidiesen de nuevo su entrada. Parecía que el problema se había solucionado, pero estas tres personas (de etnia gitana) volvieron a reventar la puerta pocos días más tarde. Volvían a estar dentro.
Tomaron las precauciones necesarias: a partir de entonces, la vivienda no se quedaría sola otra vez. Fueron incorporándose moradores, hasta el día de hoy, en el que los vecinos aseguran haber visto a “8 o 9 personas, y no sé si serán siempre los mismos. Van entrando y van saliendo, pero siempre se nota actividad, hasta de noche. No montan follón, pero se oye que hay gente adulta hablando. Lo poco que se ve desde fuera se ven las luces encendidas”, responde a EL ESPAÑOL un vecino de la zona.
Cuenta La Voz de Galicia que los moradores no han mostrado comportamientos violentos ni problemáticos. Que se les ve pasear a menudo varios perros de razas calificadas como peligrosas, pero que de momento no han tenido ningún altercado con los vecinos. Tratan de pasar desapercibidos y, sobre todo, de cuidar que no les vuelvan a echar. Por ese motivo han instalado por su cuenta una serie de cámara de seguridad por toda la finca. Algunas, dicen, con sensor de movimiento incluso, para poder identificar a los posibles invasores. Allí permanecen y, por el momento, nadie les puede echar a la calle: “Habrá que esperar a conocer las medidas que se tomen judicialmente”; confirman fuentes policiales a EL ESPAÑOL.
La familia sin agua
La segunda ocupación de mansiones en A Zapateira llegó en marzo. Una casa de estilo británico de 600 metros cuadrados y más de 1.000 de finca. Esta sí, con piscina. Una vivienda en la calle Aguaceiro que está valorada en 720.000 euros según el único portal inmobiliario que todavía mantiene el anuncio publicado y dice así: “Distribuido en planta baja con salón, comedor, cocina amueblada, 1 despacho, 1 dormitorio y 2 baños; bajo cubierta con sala de estar, 3 dormitorios (2 de ellos con vestidor), 4 baños y trastero; planta sótano distribuida en comedor, 1 dormitorio, 1 baño, zona de lavandería, sala de calderas, almacén, despensa y garaje para 2 vehículos”. Los anuncios del otro chalé están todos borrados.
Esta segunda vivienda fue ocupada por una familia, compuesta por una pareja, “que son españoles, no son de etnia gitana y como mucho tendrán 40 años” cuentan fuentes próximas a EL ESPAÑOL. Tienen cuatro hijos (algunos vecinos dicen 3, otros 5, pero la mayoría coinciden en 4), de entre 4 y 13 años. “Son muy beligerantes. No se prestan a dialogar con nadie, ni Guardia Civil ni nadie. No han querido hablar ninguna de las veces que han ido con ellos a negociar, y se pusieron violentos con el episodio del agua”, revela a EL ESPAÑOL una fuente próxima al caso.
Por el episodio del agua se refiere a que el ayuntamiento de Culleredo dio la orden de cortar el suministro a la que se registró el primer impago. Fueron operarios a llevar a cabo dicho corte, pero los okupas contestaron de forma casi violenta, lo que estivo a punto de provocar un altercado. Finalmente consiguieron anular el suministro. Pero la respuesta de la pareja no se hizo esperar: ella se plantó en la comisaría e interpuso una denuncia. Argumentaba que tenía a su cargo varios menores, y que no les podían dejar sin suministro.
Tampoco tienen, supuestamente, suministro de luz, aunque aseguran los vecinos que sí que se ven luces, lo que hace pensar que tal vez hayan pinchado de forma ilegal el flujo eléctrico. Cuentan con electricidad, pero no con agua, porque no se la volvieron a activar. La piscina, en mitad del enorme jardín, permanece vacía. Mientras, los niños juegan en la puerta de la casa cada día. En el inmueble siempre permanece alguien alerta, por si viene alguien a ponerlos en la calle.
¿Una mafia organizada?
“Sí que hay miedo porque, aunque no hayan dado problemas, se puede producir un efecto llamada”, cuenta a EL ESPAÑOL este vecino de la zona. “Esto es una zona muy tranquila, cerca de A Coruña pero apartada de todo. Las calle son estrechas y no hay más tráfico que el de los vecinos que llegan a sus casa. Ahora han quedado muchas vacías, porque algunas son de los bancos y otras son segundas residencias. Estas dos que han ocupado no son las más caras, pero casi. No fueron tontos eligiendo”.
Las fuerzas de seguridad que se encargan de sendos casos, Policía Nacional y Guardia Civil respectivamente, aseguran que se ha intensificado la vigilancia, para intentar evitar nuevas ocupaciones: “No podemos instalar un dispositivo especial porque todos los pueblos querrían lo mismo y esto es un territorio muy diseminado. Pero sí que estamos al tanto para intentar controlarlos y que no se produzca el ‘efecto llamada’ tan temido”.
Y es que la policía sabe que estas ocupaciones no tienen nada de improvisado. Estas casas se buscan en los portales inmobiliarios on line. Antes de pegarle la patada, los okupas disponen de toda la información que necesitan para saber si les renta o no: la superficie, el equipamiento, la propiedad (si es de banco o no) y, sobre todo, si tiene los suministros listos para entrar a vivir. Una de las hipótesis con las que se trabaja es que haya una organización dedicada a buscar este tipo de inmuebles y cobrar por su ocupación ilegal. De momento es solamente una teoría, pero los vecinos de A Zapateira, desde su atalaya, tranquila como ninguna hasta la fecha, ya empiezan a temer que su barrio está siendo objeto de estudio de las mafias de okupas que pretenden hacerse con las casas más lujosas. Porque lo difícil es sacarlos: la ley (y hasta las cámaras de seguridad) juegan a favor de los infractores.