El Juzgado de Primera Instancia número 8 de Castellón ha celebrado el último juicio tras la demanda contra el Banco de Santander interpuesta por Francisco Guerrero, un vecino de la provincia de Castellón que ganó en 2005 cerca de 6,5 millones de euros en la Bonoloto y los perdió en inversiones en productos bancarios. El demandante solicita que se condene a la entidad bancaria a pagarle unos dos millones de euros por incumplimiento del contrato de asesoramiento financiero, por su mala praxis e indemnización por daños y perjuicios.
Al juicio, Francisco ha acudido 'tocado' y casi 'hundido'. Con secuelas económicas, como la de vivir "como okupa" en su propia casa -según ha declarado el propio afectado- y con problemas de ansiedad y psicológicos, como la depresión. Todos ellos, generados a partir de que cediera su dinero al banco para que lo invirtiera -sin su conocimiento- en productos tóxicos.
Porque Francisco, tras aquella operación, lo perdió todo, incluida la parte que le correspondía a sus hijos (40% del total); es decir, 650.000 euros para cada uno de sus cuatro hijos. Y, por supuesto, también perdió el otro 60%, su dinero.
Productos 'seguros'
Durante el juicio, el hijo del demandante, que acompañaba a su padre en la mayoría de gestiones bancarias, ha asegurado que ni él ni su progenitor tenían conocimiento sobre fondos financieros, aunque el banco les aseguró que los productos que contrataban eran "seguros" y no tenían "riesgo". Asimismo, ha explicado que no leían los documentos que firmaban porque confiaban "plenamente" en el banco. Guerrero se ha dedicado durante toda su vida laboral a la pesca, construcción y un breve periodo de tiempo a la hostelería.
Por su parte, el entonces director de la sucursal del Banco de Santander en la que operaba el demandante ha subrayado que este tenía un perfil inversor "agresivo", al que advirtió de que "cuanto más quisiera ganar, más riesgo tendría", y ha añadido que "quería ganar más del doble de lo que se pagaba en plazos fijos".
Otro dos empleados del Banco de Santander han declarado que el demandante no tenía problemas en entender lo que se le explicaba y han coincidido en que su perfil inversor era "agresivo" o "bastante arriesgado". Uno de ellos ha indicado que la mayor parte de los fondos en que invirtió eran "garantizados" y que la máxima pérdida era del 10 por ciento, aunque también ha reconocido que invirtió en algún producto de riesgo. "El global de la cartera de fondos de inversión era conservador", según han coincidido ambos.
Por su parte, un perito que elaboró un informe a requerimiento del demandante ha afirmado que, aunque los fondos de inversión sí eran seguros, había otros productos en los que el riesgo se elevaba al 46 por ciento, por lo que la cartera general de inversión "no era conservadora".
La perito de la entidad bancaria ha explicado que las pérdidas de la cartera de fondos de inversión no llegaban al 1 por ciento con respecto a la cantidad invertida -3 millones de euros-, y ha cuantificado dichas pérdidas en 29.743 euros.
Por otro lado, una perito que realizó un informe a requerimiento del demandante tras valorar sus capacidades intelectuales ha reseñado que se sitúan en la zona límite respecto a la normalidad, mientras que otro perito ha subrayado que padece un trastorno de ansiedad y un cuadro clínico depresivo, y ha añadido que es "evidente" la causalidad entre el conflicto bancario y su enfermedad.
Muerto en vida
El demandante ha explicado visiblemente emocionado a los medios de comunicación que está "muerto en vida", y ha pedido al Banco de Santander que pague el "daño" que le ha hecho. "Confío en los jueces, que son personas maravillosas, y creo que este juicio lo tengo que ganar porque me lo merezco, porque todos son unos criminales y unos sinvergüenzas y el daño que tengo yo no lo puede tener nadie", ha añadido.
"Aunque me paguen todo el dinero del banco, el daño que tengo yo no me lo puede arreglar nadie en la vida", ha señalado el hombre, quien ha recordado que ha ganado ya tres juicios "con la verdad". Ha dicho que ha estado trabajando toda la vida y que el hecho de que le tocara la lotería ha sido "su muerte" porque se lo quitaron "todo" y está "arruinado" y no tiene ni para comer.