“Y ahora nos salen con una renta mínima que va a acabar siendo, señor Sánchez, la cartilla de racionamiento de esa pesadilla que no le permitía a usted dormir”. Es miércoles, este pasado, y Santiago Abascal carga desde la tribuna del Congreso de los Diputados contra el ingreso mínimo vital. Tras un sí mediopensionista que acabó siendo no, el líder de Vox muestra su rechazo frontal. Es la única formación que lo hace. “La renta mínima es el síntoma de la capacidad y de la voluntad de este Gobierno para crear pobreza y personas dependientes”, sigue, a pesar de que el debate va sobre la prórroga del estado de alarma.
Pero hubo un tiempo en el que a Santiago Abascal no le habría venido mal ese ingreso mínimo. Es un episodio lejano, oscuro, al que al líder de la formación ultraderechista no le gusta volver. Lo ha comentado en alguna entrevista pero nunca ha dado detalles, como para cerrarlo. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, a Santiago Abascal le acabaron embargando una casa que tenía en el concejo alavés de Murguía. Fue a raíz de su única incursión vital en la empresa privada, tras abrir el bar Heineken Urban Concept en Álava, junto a su mujer de entonces, Ana Belén Sánchez Cenador, que se acabó yendo a pique. Antes y desde entonces, sólo se ha dedicado a la política, como si estuviera evitando salir escaldado de nuevo.
En el año 2009, el sueño futuro de Vox aún era lejano y Santiago Abascal era un político regional del Partido Popular que no había revalidado su escaño en el Parlamento Vasco. Llevaba dos años con el bar que había abierto junto a su mujer pero, en 2010 y con todo el peso de la recesión económica, el negocio se acabó declarando insolvente. Como a muchos españoles, el banco les quitó a ambos la casa de 364.580 euros que habían puesto como aval para el negocio, según cuentan a este diario fuentes cercanas al líder. Perdieron la cara vivienda que habían comprado tras una herencia y en la que habían invertido mucho dinero. Y de lo económico pasó a lo personal. Abascal y Sánchez Cenador se divorciaron ese mismo 2010 y el ahora líder de Vox se fue a Madrid a seguir viviendo de la política y a copar esos puestos a dedo que ahora critica.
La primera vez que Abascal mencionó este episodio fue en 2015, cuando Vox ni siquiera ganaba el 1% de los votos necesarios para entrar en el Parlamento Europeo. En una falsa entrevista que se usó como vídeo promocional y que sucedió en el bar de Salvador Monedero -padre de Juan Carlos Monedero, de Podemos, pero afín a Vox-, Abascal hace referencia a ello. ¿Quiénes son los ricos?, le pregunta un falso periodista con la careta de Jordi Évole. “Yo no tengo casa en propiedad porque la perdí en esta crisis. Sin embargo, soy rico porque tengo la fortuna de tener cuatro hijos”, decía.
La respuesta recuerda inevitablemente a aquella entrevista en la que Bob Marley dijo “¿las propiedades te hacen rico?, mi riqueza es la vida”. En el caso de Abascal, estaba intentando venderse como víctima de la crisis y el asunto volvió a salir cuando ya era alguien, esta vez frente a Pablo Motos en El Hormiguero. “En aquel momento me acababa de divorciar, me acababa de desplazar de ciudad y tenía verdaderos problemas para salir adelante. No es el momento de mi vida del que más orgulloso me siento”, dijo. Pero no quiso hablar más de ello. Ahora EL ESPAÑOL reconstruye los detalles de esta historia en la semana en la que Abascal rechaza el ingreso mínimo vital. Este diario se ha puesto en contacto con Vox para hablar con Abascal pero desde la formación no han querido responder a ninguna de las cuestiones.
El negocio fracasado
El episodio negro en realidad comienza en 2002, cuando Santiago Abascal era concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Llodio y un año antes de ser miembro de las Juntas Generales de Álava. En ese año se casó con su primera mujer y madre de sus dos hijos mayores, Ana Belén Sánchez Cenador. La alianza, todavía a día de hoy, no está considerada matrimonio por el ala más dura de Vox ya que se realizó por lo civil y no por la Iglesia.
Según fuentes cercanas, dos años después y tras recibir una cuantiosa herencia, la pareja se compró un chalé adosado en la calle Biguillano del concejo de Murguía (1.000 habitantes), perteneciente al municipio alavés de Zuya. El chalé, de 200 metros cuadrados, tiene ahora un precio de 364.580 euros aunque algunas fuentes aseguran que lo compraron por más de 400.000 euros. Estaba a tan sólo media hora en coche de Vitoria y a 20 minutos de Amurrio, su localidad natal y donde seguía y sigue su familia.
En los siguientes años, Abascal siguió con la tónica de ocupar cargos públicos con la que sigue hoy en día. Dejó la concejalía para ser miembro de las Juntas Generales, después fue diputado del Parlamento Vasco, de 2004 a 2009, y todo ello lo compaginaba presidiendo la Fundación para la Defensa de la Nación Española, cargo que ocupó desde 2006 hasta 2014. En medio de ese trasiego de cargos, la pareja decidió embarcarse en una aventura sin parangón: abrir un bar, el Heineken Urban Concept en la calle Portal de Gamarra, en Vitoria.
“Fue una serie de malas decisiones”, explica a este diario una fuente cercana a Santiago Abascal que ha pedido permanecer en el anonimato. “Compraron la casa en Murguía por mucho dinero cuando él ya era parlamentario y ella trabajaba en una tienda. Se asociaron con dos hermanos que también se dedican a la hostelería y la cosa no acabó bien. Aunque tenían mucha clientela, entraron en pérdidas. El negocio estaba a nombre de su ex y sus dos socios pero pusieron su casa como aval del bar y claro…”, añade.
Así, en enero de 2007, Sánchez Cenador registraba el negocio junto a sus socios los hermanos Francisco y Rubén González Estévez, que a día de hoy siguen dedicándose al mundo de la empresa con varios negocios en Álava. La fotografía que abre este reportaje es de septiembre de ese mismo año. En ella aparece Santiago Abascal visiblemente feliz frente a su nuevo negocio, ajeno a todo lo que vendrá.
El Heineken Urban Concept era una franquicia de la empresa cervecera que ofrecía desayunos, comida, cenas y programaba numerosos conciertos y espectáculos en vivo. Lo mismo actuaba el prestigioso cantante y humorista Pablo Carbonell que programaban una noche de temazos de Sabina -un progre ahora para los de Vox- u organizaban un ciclo de música negra con bandas locales. El precio medio era de entre 30 y 35 euros y su especialidad era el taco de salmón sobre cebolla morada pochada y espárragos trigueros, que se degustaba en algún lugar de los 480 metros cuadrados de comedor.
A pesar de que el bar solía estar lleno de gente, los elevados precios de la franquicia y de mantener el local abierto desde las 7.00 de la mañana hasta la madrugada, la contratación de artistas de primer nivel como Pablo Carbonell y el DJ que amenizaba todas las comidas todos los días, pronto empezaron a pasar facturas inasumibles. En sus últimas cuentas disponibles, de 2009, ingresaron 334.844 euros en ventas pero los costes ascendían hasta los 467.135 euros, dejando unas pérdidas de 132.291 euros. La declaración de insolvencia fue registrada el 22 de noviembre de 2010 y entró en situación concursal en 2012. El 25 de abril de ese mismo año, según los datos a los que ha accedido EL ESPAÑOL, se registró su extinción.
Y perdió la casa
Así acababa, como un estrepitoso fracaso, la única incursión en la empresa privada de Santiago Abascal: firmando lo que consideraba el episodio más negro de su biografía. Y el precio a pagar fue la casa que con tanto mimo habían mantenido. “Ellos tenían dinero en ese momento por una herencia que les cayó”, explica una fuente del entorno de Abascal. “Habían puesto bastante dinero adelantado en la casa, que les costó 70 y pico millones de pesetas (más de 400.000 euros), pero se metieron en una hipoteca”, añade.
“Estuvieron bastantes años pagando y, con todo el dinero que habían puesto al principio, no sé por qué la dejaron marchar. Seguro que habrían podido encontrar una solución. Antes de perderla él tenía un sueldo buenísimo como diputado y de Denaes y, en cuanto el bar dejó de funcionar, ella se puso a trabajar en la empresa de cerámica Jorge Fernández”, comenta. Esto le sirvió, más tarde, en Vox, para venderse como víctima de la crisis. “Aunque no se prodiga mucho, Abascal va por la vida de desahuciado. Pero la verdad es que nunca ha dejado de tener un sueldo público. A la vez que era diputado vasco y antes de llegar a Madrid, estaba cobrando como presidente de Denaes”, cuenta una fuente cercana a Vox.
La vivienda, un adosado en la calle Biguillano Murguía era prácticamente nueva cuando la compraron. Construida en el año 2001, ellos se fueron a vivir ahí en el año 2004. De 200 metros cuadrados de planta, tiene cuatro pisos y un amplio jardín en la parte de atrás que da directamente a la montaña vasca que tanto le gusta a Santiago Abascal. Si bien las fuentes indican que en aquel tiempo les costó alrededor de 400.000 euros, en la actualidad el valor de la vivienda es algo más reducido. Según el portal Idealista actualmente tiene un precio de de 364.580 euros.
Como dato curioso, a día de hoy la casa sigue teniendo cámaras de videovigilancia. Es la única de todo el bloque que las tiene. Esto se debe a que tanto Santiago como su padre, también Santiago, fueron fuertemente amenazados por ETA en su etapa de políticos en el País Vasco, especialmente su progenitor. Ante este panorama, y aunque ya habían pasado los años duros pero la banda seguía llevando a cabo carnicerías, la seguridad no es algo que pudieran obviar.
Pero esta ilusión e inversión no sirvió para nada. En torno a 2010, a la vez que fracasaba el negocio del Heineken Urban Club, el banco les quitaba su propiedad por no poder afrontar los pagos. Y como en aquel refrán, cuando el dinero sale por la puerta el amor salta por la ventana. Abascal y Ana Belén Sánchez Cenador se divorciaron ese mismo 2010.
A todo este golpe también hay que juntar una mala suerte política. Tras las elecciones al Parlamento Vasco de 2009, Santiago Abascal no revalidó su escaño. Entonces, con todas las raíces rotas, se fue a Madrid a vivir de alquiler, y a ocupar su primer puesto en lo que él llama un "chiringuito", bajo el paraguas de Esperanza Aguirre: en febrero de 2010 le nombraron director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid, cargo que ocupó hasta diciembre de 2012.
Actualmente Santiago Abascal sigue viviendo de alquiler, es uno de los pocos políticos que no tiene una vivienda en propiedad según la Declaración de Bienes y Rentas de los diputados en el Congreso. Pero no vive mal. Lo hace en un lujoso piso del barrio madrileño de Hortaleza en cuya comunidad cuenta con parque infantil y gimnasio, entre otras comodidades. Hace ya tiempo que ha dejado atrás el mundo de las propiedades y la empresa privada, como salvándose de afrontar las consecuencias a las que se tuvo que enfrentar. Ahora toca le vivir de alquiler y de la política.
Lidia Bedman, secretaria
Es justo al final de esa época en la que lo perdió todo, cuando aparece la actual esposa de Santiago Abascal, la influencer Lidia Bedman. Da igual por dónde se mire, en qué periódico se lea, la versión oficial de cómo se conocieron Abascal y Bedman es siempre la misma: ella concurrió en 2015 en las listas de Vox a la Asamblea de Madrid y ahí prendió la mecha del amor. Precioso. Pero no es verdad, según ha podido saber EL ESPAÑOL. Pero antes, antecedentes.
A Santiago siempre le ha gustado mezclar sus amoríos y la política. Al final, es lo suyo, es en lo que se ha criado y a lo que se ha dedicado su familia. Casi todos los miembros de su familia se han presentado por el Partido Popular en este o aquel municipio vasco. Ya pasó con Ana Belén Sánchez Cenador. Un año después de casarse con ella, en 2003, ella fue la número 6 por el Partido Popular en las Municipales de Ayala. Santiago Abascal, por supuesto, iba de número uno.
Ese mismo año su hermana Iria también se presentó por Urcabustaiz y su padre fue como número uno a las Juntas Generales. A pesar del divorcio, Ana Belén ha seguido interesándose por la política y se ha estado presentando por el Partido Popular en Zuya hasta las últimas elecciones, en las que ya lo dejó.
Por su parte, la actual pareja de Abascal, Lidia Bedman, también ha seguido una tónica similar. Si bien es cierto que acudió como candidata de Vox a la Asamblea de Madrid en 2015, su nombre en listas electorales aparece por primera vez cuatro años antes. Bedman fue candidata en 2011 por el Partido Popular en las municipales de Llodio, el mismo municipio en el que Abascal había accedido a la concejalía cuando tenía 23 años.
En esas mismas elecciones municipales, en la lista de Llodio, también va Rubén Abascal, el tío de Santiago, y su otra hermana, Stella. En el mismo año pero en Amurrio, la lista está liderada por su padre y de número cuatro va su tía, María Begoña. También está ahí su madre, Isabel. Todo queda en familia. Esto viene a contradecir la versión de que Abascal y Bedman se conocieron en 2015 y la fecha se acerca a la época de su divorcio de Ana Belén Sánchez Cenador.
“Sí, dicen que se conocieron más tarde, pero no”, explica una fuente de Vox. “Ellos se conocieron antes, no recuerdo el año. Fue cuando Alejo Vidal-Quadras contrató a Lidia Bedman como secretaria en el despacho que él tenía en la calle Núñez de Balboa de Madrid cuando era europarlamentario”, añade. Vidal-Quadras fue presidente del Partido Popular en Cataluña y acabó presidiendo Vox de manera temporal, hasta que acabó mal con Santiago Abascal.
“Lidia, ya que estaba, le contaba a Abascal todo lo que hacía Vidal-Quadras, lo tenía vigilado”, comenta la fuente. Y así empezó la nueva vida de Santiago Abascal, cada vez más dentro de la política y alejado de sus negocios en la empresa privada. Lejos de todo lo que parecía, ahora lidera un partido que se ha convertido en tercera fuerza política del país y le niega el ingreso mínimo vital a los que ahora son como un día lo fue él. Pero está solo en eso.
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