“Tú todavía no lo entiendes, pero ha pasado algo muy importante. Acuérdate de este día”. Es 9 de agosto de 1974 en Estados Unidos. Vicente Vallés, un niño cualquiera de 11 años, escucha atentamente la frase que le dice el amigo americano de su padre mientras van al aeropuerto para regresar a España. Dicho y hecho. Acaba de dimitir el presidente norteamericano Richard Nixon tras el escándalo del Watergate, un triunfo de la democracia y el periodismo. Un rato más tarde, en el avión, el piloto comenta la noticia y parte de los pasajeros se echa a aplaudir. Y ahí quedó, plantada, la semilla.
Ahora, ese Vicente Vallés (56 años) que antes era un niño ha crecido para convertirse en uno de los periodistas más relevantes del país. Desde que empezó a presentar el telediario de la noche de Antena 3, casi como un desconocido y frente a los gigantes de la competencia, ha ido escalando, poco a poco, como reclamando su sitio.
Con este confinamiento que ahora boquea, Vallés se ha convertido en uno de los más críticos con el Gobierno de Pedro Sánchez. Su triunfo es que no hace la crítica desde la ideología o el sesgo -es imposible saber a quién vota-, sino que maneja la política, sus significados, y subraya sus contradicciones; las pone contra las cuerdas para reflotar el significado original de su profesión, la de pasar revista al poder.
Un ejemplo, el más aplaudido:
Son las 21.00 y la cara de Vallés aparece en miles de televisores. Empieza. “Uno de los datos más curiosos, también podríamos decir que increíbles, del sondeo del CIS, tiene que ver con la percepción de los ciudadanos sobre su situación económica personal”, dice. Cuenta que en marzo, el 35% pensaba que era buena o muy buena, que en abril era el 69% y en mayo, el 70%. Vallés va, como el propio CIS, cocinando su respuesta. “Por tanto, conforme empeora la economía en España, mejora la economía de los españoles”, centra la bola. Y remata: “Es una magnífica noticia. Si fuera cierta”.
Este tipo de jugadas, con su toque irónico, han logrado que las intervenciones de Vallés sean cada vez más aplaudidas y que por las redes sociales no dejen de circular vídeos sobre esto o aquello con la firma de Vallés dixit, convirtiéndose en Trending Topic de cuando en cuando; este martes lo ha vuelto a hacer.
Pero antes de todo esto, el ahora presentador era un niño que jugaba al fútbol en los descampados ahora gentrificados de San José de Valderas, un barrio madrileño del municipio de Alcorcón. Su vida giraba en torno al colegio, el único que había y en cuyo coro se echaba a cantar, el fútbol y su familia, que sigue ahí a día de hoy.
Tras pasar por la cadena Ser, Televisión Española, Telemadrid y Telecinco, Vallés ha encontrado su máxima expresión al frente del telediario de Antena 3. Lo dicen los datos. En lo que va de 2020 su informativo tiene una media de 2,3 millones de espectadores y un 14,2% de cuota de pantalla, su dato más alto en los últimos 10 años.
La semana pasada, del 1 al 5 de junio, registró un 16,4% y más de 2,1 millones de espectadores. Todo ello, de todas formas, no es logro exclusivo de Vallés. También juega un factor determinante el hecho de que el programa Pasapalabra haya pasado de su antigua casa en Telecinco a Antena 3 y Vallés pueda llevarse ahora los espectadores que arrastra el programa.
Así, ahora puede mirar de tú a tú a su mayor competencia, Pedro Piqueras en Telecinco, con el que está más ajustado que nunca. Un día gana Piqueras, otro Vallés, y entran en una tónica que antes era impensable. Pero este espíritu crítico, advierten algunos, podría costarle el puesto. “El día que caiga Vicente Vallés, se acabó la libertad de expresión, vamos a ver si se atreven con él”, publica un usuario en Twitter. De momento, son sólo rumores. De momento, sus compañeros le llaman “nuestro Walter Cronkite”, en referencia al legendario presentador de la CBS.
Atlético acérrimo
“Recuerdo el momento en el que mis padres sacaron los últimos enseres del piso en el que vivíamos en el barrio de Vallecas y los metían en un Seat 850 de color rojo”. El que habla es el propio Vicente Vallés, en 2015, ya arropado como lo que es hoy, en el pregón de las fiestas de su barrio.
Aunque ya no vive ahí, le tienen aupado como ciudadano ilustre y sigue yendo hasta San José de Valderas una vez por semana para visitar a sus padres, que aún viven, y a sus dos hermanos. El hermano, José A. Vallés, redactor de política nacional en los Informativos de Telecinco, la competencia, todavía reside en aquella casa de la Avenida de Lisboa a la que llegó toda la familia hace ahora 40 años.
Era 1970 cuando la familia abandonó la Vallecas natal del presentador y se mudó a ese barrio de Alcorcón, que entonces estaba por construir. “Fue larguísimo el viaje, porque no había autovías. Recuerdo que mis padres no tenían teléfono fijo y los sábados bajábamos al locutorio para hablar con mis abuelos, que seguían en Vallecas. Recuerdo las 25 pesetas que me daba mi madre para ir a Madrid, en bus, y que siempre sobraba una que intentaba no darle de vuelta”, contaba con cariño dando el pregón.
Durante aquella época, entre los años 70 y 80, San José de Valderas era un barrio de la absoluta periferia que acogía a familias trabajadoras, normalmente provenientes de otras partes de España.
Poco a poco, en los coletazos del franquismo y los primeros días de la democracia, se iban construyendo pisos de protección oficial que eran rápidamente ocupados por una clase trabajadora que venía a probar suerte en la capital. La familia de Vallés, sin embargo, pertenecía a una clase media relativamente acomodada en comparación: a saber, el padre tenía un sueldo fijo y se instaló en la Avenida de Lisboa, una de las principales arterias del modesto barrio.
A escasos metros de su casa estaba el descampado en el que Vallés empezó a jugar al fútbol, forjando poco a poco su afición por el Atlético de Madrid que sigue manteniendo hoy en día: cuentan sus compañeros de ahora que en vez de celebrar los datos de audiencia rescata la consigna de “partido a partido” del Cholo Simeone y que junto a su hermano José lleva un blog informal del Atleti.
Todo eso viene de su etapa con la pelota en un descampado que había frente a su casa y que ahora es el Hipercor de Alcorcón. Y tras empezar unos años en el Colegio Liceo se cambió al Colegio Santísima Trinidad, también a unos metros de su casa. Ahí compartía aulas con el famoso cantante de los 80 Iván, que es un año mayor que él.
“Era un niño aplicado y muy responsable. Siempre colaboraba con las iniciativas del colegio, como cuando perteneció al coro”, explica a EL ESPAÑOL el Padre Pedro, director de los trinitarios. Aunque él no era director aún cuando Vallés estaba en las aulas, su impronta ha quedado ahí y todos hablan de él como si le hubieran conocido. “Se le dio un becado de honor en el colegio, cuando todavía no era tan famoso como ahora”, añade. “Era muy modoso pero colaborador en cualquier cosa que salía, era inquieto, pero no en el sentido malo sino en el de colaborar, y un apasionado del deporte”, comenta el director.
Vallés pasó en ese colegio gran parte de su etapa estudiantil hasta que abandonó el nido para ir a estudiar Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Ahí, empezó a desarrollar una de las pasiones que le acompañan a día de hoy, la política estadounidense. Sus padres se habían hecho amigos de un militar destinado en la base de Torrejón de Ardoz. Él es el que, como se marca al inicio de este reportaje, le habló de la dimisión de Nixon, y cuando Vallés tenía 19 años fue a estudiar un trimestre a Estados Unidos y ya quedó prendado. Ahora, su primer libro va sobre Donald Trump y el segundo sobre la política internacional de Vladimir Putin.
Un ‘friki’ de la política
La última intervención aplaudida de Vallés ha tenido lugar este lunes, en su informativo. En un gesto que ya viene a significar que a alguien le va a doler, Vallés se levanta de su mesa y se acerca a la pantalla para hacer el análisis. Esta vez le tocará a Dolores Delgado. Tras recordar que fue puesta como Fiscal General del Estado por Pedro Sánchez, arranca. “Pues bien”, dice Vallés. “De las manos de Dolores Delgado, en una sola jornada, la Fiscalía ha optado por llevar el caso del Rey a la Fiscalía del Supremo, ha rebajado la petición de pena para el major Trapero hasta facilitar incluso su salida de este caso sin ir a prisión y ha pedido que se archive la investigación sobre la manifestación del 8 de marzo que involucra al delegado del Gobierno en Madrid”, sigue.
Y ya, prácticamente sin tener que decir nada más porque la realidad habla por sí, añade únicamente que “los tres son casos con una enorme carga política, los tres han sido anunciados hoy”. Acto seguido, pone el vídeo de Pedro Sánchez en el que el presidente dice “¿La Fiscalía de quién depende?”. “Sí, sí, del Gobierno”, responde su interlocutor. “Pues ya está”, responde Sánchez, en la fue una de sus declaraciones más criticadas.
Si Vallés ha optado por poner ese vídeo, que cierra a la perfección su comentario, es porque es uno de los que más, si no el que más, controla de política de la redacción. Llega cada día con las lecciones aprendidas. “Es muy minucioso y es un apasionado de la política. Se lo sabe absolutamente todo. Es un Libro gordo de Petete de la política española y americana. El otro día se compró una biografía de Chruchill y nos reíamos de él”, explica una trabajadora de su informativo, cercana a él.
“Desde que se levanta hasta que se acuesta anda con las ruedas de prensa. En las reuniones de temas, donde se proponen las noticias que se van a cubrir, va escuchando los boletines de la radio y la reunión no sigue hasta que ha terminado”, añade. “En las reuniones tiene súper sabido lo que quiere. Creo que de verdad sigue todas las ruedas de prensa y las entrevistas. Tú le vendes tus temas pero él ya sabe qué total (video) quiere”, cuenta otra redactora.
Antes del coronavirus, la rutina de Vicente Vallés al frente del informativo no era muy distinta a la de ahora. A las 8.00 ya estaba levantado e iba haciendo repaso de la actualidad al completo. Luego, si lograba sacar un rato, practicaba boxeo, corría, o se dedicaba a sus libros.
Su jornada laboral realmente empieza en el turno de la tarde y aún ahí ha sido siempre el primero en estar en la redacción. Al contrario de lo que pueda parecer, no tiene despacho sino que ocupa un puesto más en la diáfana redacción del informativo de Antena 3. Ahora, es prácticamente igual aunque el grueso se hace teletrabajando y ya va directamente al informativo.
Como jefe, gran parte de la redacción con la que ha contactado este diario simplemente le adora. Es una persona muy tímida, al contrario de lo que podría parecer para un presentador, y no se relaciona demasiado más que con sus trabajadores en puestos más cercanos. Sin embargo, esa forma de trabajar, de nunca enfadarse ni pegar un grito y el resultado en audiencia de su proyecto, hace que tengan fe en él.
“Yo he aprendido dos cosas con él. La primera es que hay que dudar de todo. Llegas a la reunión y tienes clarísimo algo hasta que él te dice que hay que verificarlo y confirmarlo y tanto que te hace dudar”, explica la primera periodista. “La segunda es el análisis. Tiene un toque muy pausado y con la vista hacia adelante. Él ha analizado ya cosas a las que tú aún no has llegado ahí. Él simplemente ve cosas que los demás no”.
-¿Ahí radica su éxito?
-Sí. En ese toque analítico y con la timidez que tiene se ve que es más periodista que presentador. Un ejemplo de ello es que no se puede saber a quién vota, llevo tiempo con él y no podría decir ni si es de izquierdas o derechas.