De Carlos Arias Navarro, presidente del Gobierno entre 1973 y 1976, se sabían muchas cosas: que le bautizaron como El carnicerito de Málaga por su supuesta represión como capitán fiscal al finalizar la Guerra Civil; que fue director general de Seguridad, la temida DGS, entre 1957 y 1964; que se convirtió en alcalde de Madrid y el político preferido de Carmen Polo de Franco, católicos ambos a machamartillo; que sucedió a Carrero Blanco tras ser asesinado por ETA cuando salía de misa en diciembre de 1973, y que lloró ante las cámaras de Televisión Española, aquel 20 de noviembre de 1975, al anunciar, gimoteando, “Franco ha muerto”….
Incluso también llegó a saberse que Juan Carlos I, sucesor del Caudillo, decidido a acabar con el régimen, cogió por las solapas a su presidente, Arias Navarro, días antes de destituirlo y dar paso a Adolfo Suárez para iniciar el proceso de transición hacia la democracia.
Pero, 31 años después de su muerte, en 1989, por las casualidades de la Historia, se ha sabido que Arias Navarro, además de creer en la protección divina y en su suerte de notario, tenía un revólver Astra con el que se protegía y que guardaba celosamente.
Hace unos días, en el desmantelamiento de una de las mayores tramas de venta ilegal de armas en España, llevado a cabo por la Policía Nacional, se encontró el revólver del ex presidente, descrito como “una pieza única”.
El hallazgo, según ha sabido EL ESPAÑOL, se produjo en un barrio periférico de Madrid. Estaba en manos de un coleccionista, que había convertido su obsesión en una manera de vivir: guardaba en su vivienda más de 300 armas, entre pistolas, revólveres, automáticas y semiautomáticas.
Parte del arsenal se encontraba depositado en una caja fuerte de grandes dimensiones. En uno de los anaqueles interiores, envuelto en un paño como si fuera un tesoro, estaba el revólver Astra, calibre 357, Magnum, con un tambor para seis balas, burilado y con damasquinados y bañado en plata.
"Un revólver incomparable"
Los agentes preguntaron al detenido que de dónde había sacado el arma. Y él les explicó una historia “que os va a gustar”, dijo a los miembros de la Policía Nacional.
Según contó, en algún lugar leyó, o le informaron, que en el depósito de armas de la Guardia Civil, en Madrid, una persona había entregado un revólver “incomparable”. Tras hacer su propia investigación, dio con la depositaria. Se trataba de una de las sobrinas del ex presidente Carlos Arias Navarro, quien había encontrado el arma en su casa.
El coleccionista convenció al familiar de Arias Navarro -un hombre duro e implacable, según decía, con quienes incumplen la ley- para que recuperara el revólver. Y, siempre según el detenido, cerró un acuerdo para comprárselo por sólo 100 euros. La operación se realizó el año pasado.
Más allá de los damasquinados y el baño en plata, hay un detalle significativo en las cachas del revólver, como puede apreciarse en las fotografías. En un lado aparece el Águila de San Juan, el famoso aguilucho que lució en la bandera de España durante la dictadura de Franco.
En la otra cara de la empuñadura hay un grabado que parece indicar que Arias Navarro debió de hacerse con el revólver en los años duros en los que estuvo al frente de la Dirección General de Seguridad, ubicada entonces en el edificio del reloj de Madrid que da las campanadas todos los años.
Los investigadores declaran a EL ESPAÑOL que el revólver estaba en perfecto estado, útil para disparar y que, por su estado, parecía que no estaba muy usado. A Carlos Arias Navarro, sin haber hecho carrera militar, al contrario que su predecesor el almirante Carrero Blanco, le gustaban las armas. Esta era una condición imprescindible para hacer carrera a la vera de Franco. Un requisito era participar en cacerías. En una visita que Sadam Hussein hizo a España, existe constancia de que Arias Navarro regaló al dictador iraquí dos primorosas armas fabricadas, seguramente, en Eibar.
Como también era norma en la España franquista, para hacer carrera había que declararse apolítico. Ya lo decía Franco: haga usted como yo y no se meta en esos líos. Arias Navarro nunca perteneció a ninguna de las familias del régimen: despreciaba a los falangistas, sentía una profunda antipatía por los democristianos y situaba a los monárquicos entre los menos fiables, al parecerle que serían el final de nuestra raza.
Así se explica que impidiera a Juan de Borbón, padre de Juan Carlos, entrar en España en los años en que fue presidente del Gobierno. El 1 de julio de 1976, el Rey le destituyó, para gran disgusto de la viuda de Franco.
No se fiaba de nadie, razón por la cual guardó su Astra hasta el final de sus días. Jamás pudo pensar que su revólver acabaría siendo localizado en el barrio de Carabanchel, en manos de un obsesionado por las armas, relacionado con El Boquerón, un conocido delincuente de Málaga, con numerosos antecedentes por narcotráfico y con la venta ilegal de pistolas.
El viaje profesional de Arias Navarro comenzó como fiscal de oficio en 1933 en Málaga, cuando sólo tenía 24 años, y el círculo se ha cerrado casi 90 años en la misma provincia, con la desarticulación de una de las mayores tramas de venta ilegal de armas. Una de ellas, del ex presidente Carlos Arias Navarro.