Ni Alberto, ni Manuel, ni Antonio, ni Alicia ni Rocío imaginaban que pasarían la primavera confinados en sus hogares por un extraño virus que acabaría matando a millones de personas en el mundo y a miles en España. Ni tampoco que se quedarían en el paro ni que pasarían el verano vigilando las playas andaluzas para que el Covid-19 pase de largo. No lo imaginaban, pero se sienten unos privilegiados.
Aún no han cobrado su primer sueldo pero el Gobierno andaluz ya anunció que, sumando todos los extras, llegarían a los 1.900 euros. Para muchos, agua de mayo en medio de una pandemia. Más de 84.000 personas se han postulado para ejercer este trabajo, pero lo han conseguido los primeros 3.000 en una oferta pública que estuvo abierta 24 horas. Desde la Junta insisten que la elección del personal ha sido por "escrupuloso" orden de llegada de los currículums.
Ha sido una de las medidas estrella en el marco de esta crisis sanitaria: el Plan de Empleo para Playas Seguras. Su labor, garantizar la seguridad e informar a los bañistas de lo que no se puede hacer. Recibieron un curso de formación al respecto. Descansan dos días a la semana y trabajan todos los sábados y domingos con media hora para tomar un bocadillo y con derecho a diez minutos a la sombra cada hora que pasan bajo el sol. Seis y media en total.
Las medidas están recogidas en los planes de contingencia de cada ayuntamiento pero, en resumen, estos vigilantes se dirigen a las personas que no guardan las distancias de seguridad, a los que se colocan muy cercanos a la orilla o los que están jugando a las palas o a la pelota. Eso está terminantemente prohibido. También controlan la entrada y salida en las pasarelas, aunque por el momento no se están registrando muchos problemas de aforo. Veremos cuando apriete el calor. Reconocen que tienen muchas dudas al respecto.
En el caso de Huelva, los 476 vigilantes tienen dos coordinadores. Por ellos pasan todas sus funciones y deciden si en algún momento hay que avisar a la Policía Local por alguna conducta que se sobrepase, aunque eso siempre es lo último. Una orden importante que han recibido todos es que son la cara amable de la playa. Pueden recomendar pero no obligar, no tienen autoridad y nunca deben enfrentarse a nadie en caso de desobediencia.
Los perfiles
En cuanto a los perfiles, hay de todo. Desde 18 a más de 60 años y desde personas con estudios universitarios a los que tienen solo los primarios. Es lo mínimo que se pedía. Muchos tienen un largo y variado currículum a sus espaldas para sobrevivir. EL ESPAÑOL ha pasado unas horas con Alberto y Manuel durante su jornada laboral en la playa de La Antilla, Lepe (Huelva).
Alberto tiene 36 años, es arquitecto y ha pasado de diseñar edificios en un estudio y de dirigir un taller de pintura a pasear y controlar que el Covid no haga acto de presencia. Ese virus lo dejó hace unas semanas en el paro. Precisamente Lepe ha sido el escenario donde se ha producido esta semana un rebrote con diez personas contagiadas y un centenar aisladas. Manuel, de 40 años, ha sido panadero y trabaja por temporadas en una empresa de embajale. Normalmente en verano suele quedarse en paro.
La jornada
La jornada de la tarde se presenta tranquila. Aún no hay mucha gente en la playa y, por el momento, no se ha notado la llegada de madrileños y extremeños, que inundan esta zona del litoral andaluz. No obstante, no les tiembla el pulso a la hora de llamar la atención si alguien no está haciendo lo correcto. Eso sí, siempre amablemente.
A un señor lo despertaron de su siesta porque estaba muy pegado a la orilla, a dos familias con los niños les tuvieron que decir que se tenían que alejar y a unos jóvenes que querían hacer piruetas sobre una pelota semienterrada en la arena les cortaron sus intenciones. Paseando de vuelta comprobaron que los chavales les habían obedecido. La pelota estaba bajo la sombrilla.
También a una pareja que estaba jugando a las palas les invitaron a dejar de hacerlo y a otra que bajaba a la playa les recomendaron que se pusieran las mascarillas. Realmente no hizo falta porque cuando se percataron de su presencia se las colocaron. Aseguran que suele pasar cuando los ven.
"Normalmente la gente es educada, aunque hay de todo". A algunos les informan y es como si escucharan llover. Cuenta Alberto que el otro día dos personas mayores en una pasarela le dijeron que no ponían las mascarillas hasta que las duchas no se habilitaran, cosa que no va a suceder en todo el verano. Él les informó, se las pusieron pero se fueron relatando.
Suelen reaccionar bien pero también notan que la gente se les queda mirando, los señalan con el dedo y muchos no se cortan: "¿Vosotros sois los de los 1.900 euros?". Esa es la gran incógnita. Aunque la Junta ha anunciado que el sueldo base es algo más de 1.200 pero que con los complementos ascenderían a los 1.900, ellos no lo saben porque aún no han cobrado estas dos semanas de trabajo.
Lo mismo le ocurre a Antonio. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con otros vigilantes que operan en la costa de Málaga. Antonio vigila la playa del Candado, en la capital. Tiene 62 años y ha sido guardia de seguridad durante casi 20 años. Antes había hecho de todo, hasta técnico de sonido en la radio. El pasado 28 de mayo se quedó en paro. “Con mi edad es complicado encontrar trabajo”.
"No tengo enchufe"
Se enteró de la oferta y no dudó en formular la solicitud para postularse al puesto. “En Málaga fui la octava persona que los eché y le digo de verdad: no tengo ningún enchufe”. Aunque reconoce sentirse un privilegiado asegura que el trabajo es duro. “Soy muy blanco de piel, estoy achicharrado y no me gusta la playa ni en fotos, y mientras la gente disfruta en familia, tú estás trabajando”. No obstante, está contento porque asegura que es la primera vez en su vida que le ha tocado algo.
Reconoce que sólo ha tenido un episodio desagradable. Uno de los primeros días estaban reunidos con el coordinador antes de empezar y un hombre joven les increpó. “Seguro que sois unos enchufados del PP, que cobráis un dineral y no hacéis nada”, le dijo el chico. Antonio no pudo contenerse y le reprendió: “Eché los papeles y he tenido la suerte de que me han llamado. Yo al menos trabajo y no vivo del paro por la cara. No me pude callar”. En general, asegura que hay de todo pero más gente educada que maleducada.
Alicia también trabaja en Málaga, pero en la playa del Rincón de la Victoria. Ha sido dependienta, empresaria y en los últimos años ha trabajado en una empresa de animadora sociocultural. Hasta hace dos semanas estaba en paro, tiene 41 años, tres hijos pequeños y un marido en un ERTE. “Me ha venido fenomenal el trabajo”, reconoce.
"El sueldo no es regalado"
Vio la oferta en el BOJA y echó los papeles a los 20 minutos de abrirse la bolsa. Sobre el sueldo, cree que no ha sido beneficioso su publicación porque hay gente que lo echa en cara. “Para nada es regalado. Hay que estar pendiente de la gente seis horas y media bajo el sol. Pero obviamente prefiero estar así a tener que pedir el Ingreso Mínimo Vital”. Por regla general, la gente es educada. “Nos ofrecen refrescos incluso y nos dan las gracias por nuestro trabajo”.
Judith también es de Málaga, donde vive en un piso compartido. Trabaja en la playa El Ancón de Marbella y se ha alquilado un coche para ir y venir. Tiene 35 años, ha trabajado muchos años en la hostelería y ha vuelto a estudiar, una FP de administrativo. Con este dinero quiere pagarse los estudios. “Es un sueldo normal, se trataba todos los festivos y los fines de semana y muchos hablan de enchufismo, pero yo entré porque lo eché a tiempo. Mi compañera de piso no, por ejemplo”.
Por su parte, el jefe de servicio de Protección Civil en Huelva y director del 112, José Luis Leandro, cree que la acogida de esta nueva figura por parte de los bañistas ha sido positiva, aunque hay opiniones para todos los gustos. La Junta de Andalucía les ha facilitado a todos un móvil y están conectados permanentemente con su coordinador al que comunican cualquier incidencia.
El Sindicato de Trabajadores de Seguridad en la comunidad autónoma ha pedido en los tribunales la suspensión de este Plan de Empleo para Playas Seguras. Consideraban que la oferta laboral vulneraba las competencias legales de su sector, pero la Sala Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) lo ha rechazado.
La medida no ha estado exenta de polémica pero esta nueva figura será durante el verano del Covid un elemento más de las playas andaluzas. Los bañistas tendrán que acostumbrarse a su presencia. Muchos ya lo han hecho, otros los miran con recelo. Quizás les hubiera gustado ser un miembro más de este ejército veraniego.