Muchos de los elementos que confluyeron tras el fallecimiento del pequeño Gabriel Cruz, asesinado a manos de Ana Julia Quezada en febrero de 2018, están abiertos a discusión. Se puede debatir sobre si la prisión permanente revisable es una pena ética. Se puede hablar de si los tribunales formados por un jurado popular son la forma más correcta de impartir justicia. Sin embargo, independientemente de una cosa o la contraria, el caso de Gabriel despierta un consenso claro, un camino común: que lo que sucedió, no debería volver a pasar.
Una de las voces más autorizadas para analizarlo todo, por motivos más que evidentes, es la de Patricia Ramírez, la madre a la que le robaron el niño cuando la criatura sólo tenía ocho años. EL ESPAÑOL ha entrevistado en exclusiva a la madre del Pescaíto, como se le conoció de aquella y nombre con el que sigue coleando a día de hoy, más de dos años después. Aquí puede consultar el texto completo, publicado este sábado.
Si Patricia rompe el silencio, y lo hace abriendo las puertas de su casa a este periódico, es porque nadie mejor que ella sabe qué es lo que duele y qué hay que hacer para que duela, si se puede, un poquito menos.
Patricia ha concedido la entrevista a este diario coincidiendo con la presentación de su recurso de casación ante el Tribunal Supremo a la última sentencia que condenó a la asesina de su hijo. Ana Julia Quezada cumple prisión permanente revisable por un delito de asesinato con alevosía y dos delitos contra la integridad moral de la víctima.
Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) absolvió a Quezada de dos delitos de lesiones psíquicas sobre los padres, a pesar de que la Audiencia Provincial de Almería sí que los había dado por probados. Ahora, Patricia pide que esto se revise. Además, quiere que se añada el ensañamiento.
A todo ello, hay que sumar ese “que no vuelva a pasar”. En concreto, ella habla de un pacto ético que aliviaría en el futuro a las víctimas de estos sucesos el mal trago que supone exponerse a los medios de comunicación, al daño que todo eso puede provocar. Y, por último, una lección: da igual que Ana Julia Quezada sea extranjera, nada de eso puede servir para alimentar un discurso xenófobo o racista. Estas son las 5 peticiones de Patricia Ramírez, madre del pequeño Gabriel, del Pescaíto.
1. Las lesiones psíquicas
A pesar de que la Audiencia Provincial de Almería sí que lo consideró probado, el TSJA acabó absolviendo a Ana Julia Quezada de dos delitos de lesiones psíquicas sobre Patricia y su expareja, el padre de Gabriel. Esto no es un pequeño detalle ya que ha rebajado la pena contra Ana Julia en casi seis años de reclusión.
Esto contrasta con lo que decía la primera sentencia de ella, cuando relataba el momento en el que Ana Julia engañó a los progenitores del menor. “Ella sospecha de alguien, se lo dice a la Policía, que le pide sigilo, y eso incrementa su estrés. Sufre un impacto final, pues creía que su hijo estaba vivo y ahora está muerto. En Ángel es diferente, sufre una situación de estrés por la desaparición de su hijo, y se mantiene la esperanza de la aparición. Finalmente, el niño aparece y está implicada su pareja”, sostuvo el informe psiquiátrico. “La secuela es un daño permanente, no se espera recuperación”, apuntalaba.
Y Patricia responde en este diario: “Esto, sin atención psicológica, en este caso privada, es imposible vivir. Yo por mí tiraba la toalla. No estaría hablando contigo ni defendiéndolo. Me escondería debajo de una piedra a descansar, porque lo necesito. Pero luego está la madre, que no ha muerto, que quiere defender a su hijo con las herramientas legales al alcance y en honor de lo que pasó”. "En el escrito, lo que defiendo son las secuelas psicológicas derivadas de aquellos 12 días de búsqueda y de su trato [el de Ana Julia Quezada], así como el ensañamiento sobre mi hijo", dice.
2. El ensañamiento
A la vez que el tribunal desestimaba esto último, también lo hacía con la petición de ensañamiento. “Pedimos que se repita el juicio como recurso supeditado a la defensa, si se estima su petición. Si no, que se estime la agravante de enasñamiento como atenuante dentro del delito de asesinato”, explica Patricia. Y hace referencia a los informes médicos que presentó su antiguo abogado y en los que se indicaba que Gabriel sufrió durante más tiempo que los 20 minutos que dictaminaron los forenses del Estado.
“Según los informes periciales presentados por él acerca de cómo murió Gabriel, los cuales entraban en contradicción con algunos pasajes de la autopsia, el niño sufrió una agresión muy violenta y durante un tiempo pudo salvar la vida si Ana Julia hubiera pedido ayuda”, explica la madre. “Como madre, no estoy nada contenta con la autopsia inicialmente presentada por los forenses del Estado”, añade.
“Esto me llevó a ver las pruebas y ver exactamente que mi hijo no falleció como ella dice. No puedo estar contenta con una sentencia que no contempla lo que pasó, sabiendo que hay fallos en la autopsia y lesiones que inicialmente no se vieron”, comenta. “Mi hijo se merece que se juzgue a su asesina por lo que hizo, y esto no fue así. Gabriel sufrió diferentes episodios agresivos que desencadenaron en su fallecimiento, diferentes lesiones recogidas en la autopsia forense oficial, pero que no están adecuadamente interpretadas ni fundamentadas".
3. El pacto ético
En ese “que no vuelva a pasar”, hay un elemento clave. Absolutamente todo lo que le pasó a Gabriel, desde que se pensaba que se había perdido hasta que se juzgó a su asesina, ha sido retransmitido en los medios de comunicación. En su caso como en el de muchos otros, las líneas de los medios de comunicación, lo que decía la gente o lo que hacía también, muchas veces se desdibujaron para dar lugar a un todo vale. Ese todo vale, duele.
“Existe una necesidad de hablar de las víctimas y de sus necesidades de protección particulares”, arranca Patricia en la entrevista. “Mi estado no es el que me gustaría. No me gusta estar hablando con vosotros de este tema. Pero podemos crear un marco para que los diferentes errores que se han dado en nuestro caso no se repitan. Hay una realidad que no debe contarse ni exponerse”, añade.
“Yo creo que hay desconocimiento con las víctimas y con los desaparecidos por parte de los medios de comunicación y, evidentemente, por los dirigentes políticos y por la sociedad en general”, explica la madre. “Creo que hay una necesidad de ponernos de acuerdo (...) y explicar qué pasa en un procedimiento si se filtra, qué pasa si se hacen juicios públicos paralelos… Corremos el riesgo no de que no se haga justicia, sino de que te lo repitan por algo que tú no puedas controlar”.
4. Juicio a puerta cerrada
Desde un primer momento, tanto Patricia como el padre, pidieron que el juicio contra Ana Julia se celebrara a puerta cerrada. “¿Piensa que la sentencia hubiera sido otra?”, pregunta el reportero que hace la entrevista.
“Por supuesto que sí”, responde Patricia. “Hay dos problemas con los juicios populares que han tenido tanto eco social. Uno es que se motive o induzca al jurado por parte del juez. Y el otro es que se hagan juicios públicos paralelos. En este caso, se hicieron en la instrucción, en la fase penal y, hoy por hoy, se siguen haciendo”, dice.
“Tres magistrados está claro que tienen un conocimiento más exhaustivo que los nueve miembros de un jurado para discernir un asesinato de un homicidio, una premeditación, una alevosía, y desde luego no se dejan influenciar por la opinión pública. Tampoco se puede permitir que en un titular se diga lo asfixió porque lo haya dicho mi abogado en su alegato, o le metió una somanta de palos”.
5. El racismo
De nuevo, ese que no vuelva a pasar. Ana Julia Quezada es de origen latinoamericano, tiene la piel oscura, de persona racializada. En el momento en el que se conoció que había sido ella, el discurso racista y xenófobo empezó a campar a sus anchas, como si el color de piel de alguien fuera un indicador de delincuencia.
Una de las cosas más recientes, y que más ha dolido a Patricia en los últimos días, es cuando el partido político de Vox en Roquetas de Mar (Almería) usó una fotografía de Gabriel para criticar las protestas contra el racismo tras la muerte en Estados Unidos de George Floyd.
“Aquello pasó dos o tres días antes del cumpleaños de mi hijo, el 16 de junio. Estaba afectada (...). Vi la cara de mi hijo en medio de racismo. Fui clara el primer día diciendo que esto nada tenía que ver con el color de la piel. Me llevé un disgusto notable. Pido disculpas por haberme dejado llevar de vientre y mostrar mi dolor. Pero soy mamá. Mi hijo murió pero yo sigo siendo su mamá y me nace defenderlo. Cuesta mucho trabajo verlo en una foto vinculado a la palabra estrangulamiento (Floyd murió por estrangulamiento), negra, racismo, con su asesina. Yo sólo pido que se entienda que, cuando se van los que se van, siguen teniendo derechos”, comenta en la entrevista.
Y, para cerrar, la frase en la que recuerda como, en el juicio, no pidió que le quitaran el biombo que la separaba de Ana Julia. Ya estaba quitado en el momento en que ella compareció como testigo. "Que nadie piense que yo la perdono por ese gesto que tuve".