Un ‘cerebrito’ no se encuentra sólo en un laboratorio. El canon no siempre ha de cumplirse. Como muestra, un botón: los estudiantes de Estudios Internacionales y Derecho de la Universidad Carlos III, de Madrid. Tan sólo acceden 40 alumnos por curso. La nota de corte el pasado año se quedó en un 13,555 (sobre 14), la más elevada de las carreras de ciencias sociales en España. Les dicen que son los “futuros presidentes de la ONU”.

Este doble grado es la fábrica de cerebros de ciencias sociales. Aún no ha logrado desbancar de la nota de corte más alta a Física y Matemáticas, de la Universidad Complutense de Madrid. EL ESPAÑOL ya habló con los reyes de las matemáticas y ahora contacta con la fábrica de diplomáticos.

Para llegar hasta aquí hay que pensar más que un abogado, futura profesión de algunos de los que cursan estos estudios de grado, siempre y cuando realicen el máster habilitante y la prueba de aptitud para ello. No es la única salida que pueden alcanzar los que cursan este doble grado, que alberga un 93,4% de empleabilidad en su salida al mercado laboral, según un estudio de la Carlos III.

“No me considero una cerebrito ahora que estoy en la carrera”, dice Jimena (Valdepeñas-Ciudad Real-), que reconoce en conversación con EL ESPAÑOL la competencia que hay en clase: “Es cierto que cuando llegas a la universidad te relajas, porque ya no necesitas a priori ser el mejor, pero compites contra otras personas que eran los mejores de sus clases”. Pasa a tercero de carrera el próximo año.

Javier

En su clase también está Javier. “Lo importante es organizarse y no perder el tiempo”, expone este joven nacido en Utrera (Sevilla) en el año 2000. Le ha sorprendido la gran cantidad de trabajo continuo que tiene esta titulación cuyas clases se imparten en inglés y español: “Todos decían que en la universidad sólo estudiabas cuando se acercaban los exámenes, pero aquí no es así”.

Belén (Badajoz) se sorprendió con la gran competitividad que hay en su clase. Al igual que ella quedaron José Antonio (Murcia) y Lucía (Oviedo), sus compañeros. Los tres destacan cómo la competencia les ha hecho mejores en su primer año. Reseñable es la eliminación de quebraderos de cabeza en los trabajos en grupo. Lucía afirma: “Sabes que te tocará alguien brillante y trabajador”. Sin duda, una suerte de la que no todos gozan.

Aquí, lo mejor de lo mejor

Imagen de uno de los modelos de Naciones Unidas.

Para llegar aquí había que ser de los mejores de España. Javier ostentó un 13,5 en selectividad, mientras que Jimena tuvo un 13,43. Aquí unas centésimas te hacen quedarte fuera. Lucía se quedo cerca del 10: su nota final fue de 13.8. Aún más lo rondaron sus ahora compañeros de clase, Belén y José Antonio, con una calificación de 13.9 sobre 14.

Quizás por eso a casi todos les hicieran pensarse estudiar las conocidas como ciencias 'puras' y no sociales. "Esto en general se ve con el resto", dice Belén. "Somos gente que saca buenas notas y te suelen decir que te dediques a las ciencias. Yo quería ser médico, pero cuando maduras vas viendo que quizás te interesa más la parte de las ciencias sociales".

Alcanzar la puerta de entrada es complicado. Jimena se quedó fuera en la primera adjudicación. Pensaba que no lograría acceder a un doble grado de este tipo en las siguientes. ¿Quién se iba a caer de la lista? Sin embargo, lo logró. Había puesto el ojo en este doble grado durante la ESO. Quería hacer carrera diplomática y le habían comentado que lo mejor era ser jurista y tener nociones internacionales.

Jimena, estudiante de tercero de Estudios Internacionales y Derecho

Javier también puso sus ojos en el doble grado, pero al ver que necesitaba una nota demasiado alta se olvidó para quitarse presión. El 13,5 le hizo ver posibilidades y se inscribió. Fue el caso contrario de Belén, que se concienció haciendo el Bachillerato tecnológico -ya saben, las ciencias puras...-, y afirma que hasta disfrutó del último curso en el instituto: “Me organicé y sabía cuál era mi objetivo”.

Para acceder a este doble grado que se implantó en 2015 hace falta mucho trabajo previo. 13,684 ha sido la calificación que ha marcado la primera nota de corte en 2020. La mayoría de ellos anima a futuros estudiantes de Estudios Internacionales y Derecho. Dicen que tienen las puertas abiertas para todo el que se quiera sumar. Todo el que se quiera sumar y roce el 10, ¿no? “Claro, también”, contesta Belén entre risas.

Twitter no es lo mismo con EEII

Las nuevas generaciones -y también las antiguas- juguetean en Twitter a adivinar las carreras de otros usuarios. El juego consiste en decir un tópico relacionado con la carrera y el resto acierta. Jimena y Javier apuntan a Derecho: “Ya tengo a alguien que me saque de la cárcel”; “Tú llevarás mi divorcio”. Los nuevos de la Carlos III, Lucía, Belén y José Antonio, hablan de Estudios Internacionales: “Los futuros presidentes de la ONU”; “Contigo en el gobierno todo iría mejor”.

Esto último, sin embargo, no es lo común. Y es que explicarle a tus amigos y familiares qué estudias es, a veces, complicado. Si no te logran encuadrar en un trabajo reconocido, es complicado. Reconocen algunos de estos estudiantes que hay quien no sabe qué hacen. “La gente todavía no sabe que esta carrera existe. Me dicen: ¿qué es eso?”, cuenta Jimena. “Si te digo la verdad, nadie sabe de qué va la carrera”, narra Javier.

Lucía y Belén, estudiantes de primer curso.

Todo el mundo sabe que hacen Derecho, pero Estudios Internacionales se suele atragantar. Lo suelen confundir con Relaciones Internacionales.

Ellos mismos explican que Relaciones Internacionales es un grado menos amplio, aunque va en consonancia. Ellos tienen asignaturas de política internacional, economía, geografía… “Estudios Internacionales es la carrera de ciencias sociales, te puedes dedicar a muchísimas cosas”, afirma Belén. Prosigue afirmando que la carrera “merece la pena porque es muy bonita. Te da herramientas para que tengas un pensamiento crítico”.

Concuerdan en que Estudios Internacionales te abre un gran abanico de posibilidades y te aporta mucha cultura general. El plan de estudios combina asignaturas en español y en inglés, al ser unos estudios bilingües. Normalmente, los temas relacionados con el Derecho español es lo que se estudia en castellano, como es lógico. Además, para obtener la doble titulación estos alumnos tendrán que realizar dos trabajos de fin de grado: uno relacionado con Derecho y otro con Estudios Internacionales.

Presidentes de la ONU, juristas en embajadas...

Un estudio de la Carlos III habla del 93,4% de empleabilidad de aquellos que cursan estos estudios de doble grado. Se deben cursar 5 años, 372 créditos, de formación bilingüe en el Campus de Getafe para alcanzar estas metas. Al finalizar se tendrá una titulación de jurista y otra en Estudios Internacionales. El trabajo, casi asegurado.

Para acceder se pide buena formación en Historia, Geografía, Matemáticas, Economía y Conocimiento del Medio. No se exige una prueba de nivel, a pesar de que se recomienda un B2 (MCERL). Al finalizar el primer curso, los alumnos deben tener este certificado. Tampoco es que sea un problema, los alumnos consultados en este reportaje ostentaban el C1 de inglés antes del acceso al doble grado, además de nociones y títulos en otros idiomas. Son caramelos en la puerta de un colegio para las empresas privadas.

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El amplio abanico que te abren estos estudios de doble grado de la Carlos III es tan inmenso que hay quien todavía no se decide. Jimena y Javier, cercanos al ecuador de los estudios, lo tienen más claro. Belén, Lucía y José Antonio dejan de ser los novatos a partir de septiembre y todavía ven un horizonte infinito. Cuando se les pregunta, cada uno parece tener un destino.

José Antonio tiene claro que quiere opositar. Los estudios internacionales le llaman más la atención. Aunque aún le restan muchos años por delante, cree que para hacer oposiciones relacionadas con el mundo de la judicatura se habría quedado en Murcia: “No tengo claro qué oposición, pero me veo más haciendo eso que trabajando para una empresa. Trabajar para embajadas, para un cónsul, para lo que fuera”.

Lucía, por contra, sí se está sintiendo atraída por el mundo de la judicatura, aunque los límites en este doble grado son difusos: “Ahora mismo me están gustando mucho las cosas de derecho. Ser juez me atrae muchísimo y Estudios Internacionales me da muchos aspectos diferenciales. Pero no lo tengo nada claro aún”.

Belén y Lucía

Belén no lo tiene nada claro. ¿Futuras salidas laborales? “Muchas”, esgrime sonriendo antes de apuntar: “Me gusta la carrera diplomática, la judicatura, la empresa privada… Me alegra que la carrera te posibilite eso”.

Jimena habla de sus compañeros: “Algunos amigos mío lo que quieren es entrar en la Unión Europea, en el Parlamento, ser analistas políticos…”. A ella, de momento, le está tentando el mundo de la abogacía, aunque pensó en la carrera diplomática: “Mi idea era opositar, pero no sé si quiero. El mundo de la abogacía no lo tenía muy en cuenta y ahora me atrae mucho más la idea”.

Por último, también Javier piensa en la abogacía: “No me gustaría sólo centrarme en el derecho español, sino tener una visión un poco más internacional. Cuando termine la carrera me gustaría ejercer de abogado. Hay mucha gente que no quiere acabar en un juicio, pero sí es una de mis profesiones preferidas”.

A los que menos, les restan dos años por completar de doble grado. Aún tienen tiempo para pensar qué serán 'de mayores'. El camino no será fácil, aunque ya aportan madurez, idiomas, inteligencia... Algún día quizás ellos rememoren estas líneas como las que retrataron algo que no fueron. O quizás relea esto la futura presidenta de la ONU o el presidente del Gobierno en su despacho.

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