En la calle Fonolleres de Barcelona, en pleno casco antiguo, hay una tienda esotérica. Al preguntarle a la dueña por una oficina de la zona donde asesoran a la gente con problemas de vivienda, contesta de inmediato: “Ah sí, dices lo de los okupas, ¿no? Es en el número 10, en el edificio al lado, el de la puerta negra. El piso no lo sé, porque nunca he ido. Pero pasa mucha gente por aquí buscándolo. Me lo preguntan muchas veces”.
Y no engaña. Aunque la Oficina de Asesoramiento a la Okupación tiene ahora sus puertas cerradas, en su página web se publicita exactamente allí, en un inmueble del 10 de la calle Fonolleres. Porque esta especie de consultoría para ocupar pisos ajenos tiene web, una red de colaboradores, asesoría legal y apoyo desde el ámbito político. Todo un entramado destinado a que el okupa de turno esté legalmente cubierto y respaldado.
Barcelona es el paraíso de la okupación. La ciudad de España con un mayor número de inmuebles invadidos, sextuplicando en cifras totales a Madrid. En el resto de su provincia, la realidad es similar, con pueblos enteros echándose a la calle para pedir el desalojo de los intrusos. Y uno de los motivos principales puede ser la impunidad y comodidad con la que actúa el movimiento en la capital catalana. De aquí salen estas oficinas de asesoramiento, los manuales de okupación, donde enseñan incluso a forzar una puerta o pinchar la luz, las asambleas organizadas e incluso actividades juveniles que dependen del Ayuntamiento y donde se celebran charlas acerca de “liberación de espacios y modelos de vivienda alternativos”.
Seguridad para el okupa
“La seguridad de estar bien asesorada: la oficina de okupación”. Es el eslogan de esta Oficina de Okupación, sita a unas manzanas del Ayuntamiento de Barcelona. Está creada por la Asamblea de Okupas de Barcelona y es un servicio que, por su naturaleza, debería ser clandestino. Pero en Barcelona no sólo no se esconde; es que cuenta con un completo portal en internet donde incluso se adelantan los consejos jurídicos para las personas que decidan meterse en casa ajena.
“No atienden presencialmente desde hace meses, desde antes de la pandemia. Y ahora en verano no vas a encontrar a nadie”, adelanta un camarero de la cafetería de enfrente. Pero cuenta que todavía siguen asesorando por internet para atender las dudas y demandas de los aspirantes a okupas. “Por la zona es bastante normal encontrar a gente que se mete ‘de patada’ en un piso. Hay mucha inmigración, mucha gente que cae aquí y necesita un piso donde quedarse”, resume.
Para todos ellos, la biblia: Todos los consejos que proporciona la oficina están recogidos en su web oficial, y para llevar la ocupación a buen puerto se apoyan en una nutrida red de centros okupas que le darán la ayuda necesaria cuando lo requiera: “Decide barrio y una casa que se corresponda con tu proyecto: vivienda o centro social. Contacta con los espacios ocupados del barrio y elige bien las futuras compañías de la casa”, arranca el texto de asesoramiento de la oficina.
Cuando se ha escogido casa, se trata de obtener todos los datos posibles del inmueble y sus propietarios: “Información de la casa. En el registro de la propiedad y en el departamento de urbanismo podrás averiguar a quién pertenece la propiedad, cuántos años lleva abandonada o los planes urbanísticos previstos”, indican desde la oficina. Si el inmueble sigue encajando en los planes del okupa, llega el momento de ‘la patada’ a la puerta: “Entrada. Decide si prefieres una entrada silenciosa o pública (concentración, pasacalles ...) y piensa bien todos los materiales que necesitarás. Elige el mejor momento”.
“Okupe usted mismo”, el manual
Hay mafias que se dedican a ello, como ya explicó EL ESPAÑOL en este otro reportaje. La alta demanda de pisos vacíos han llevado a que redes de delincuentes monten en torno a ellas su negocio. A cambio de una cantidad en metálico que oscila entre los 300 y los 1.000 euros (dependiendo de la ubicación del inmueble, sus características o el riesgo que entraña) pegan ‘la patada’. Esto es: desmontan la cerradura, abren la puerta y entran, cambian el bombín para que los legítimos propietarios no puedan acceder con sus llaves y esperan. Las primeras 72 horas son críticas, por lo que se recomienda que permanezcan dentro de la casa, en silencio y, a ser posible, pidan algo de comer a su nombre a esa dirección, con la finalidad de que el okupa pueda ‘demostrar’ después que allí radica su residencia habitual, según explicaba uno de estos okupas a este periódico.
Pero si la persona que va a okupar el piso no quiere recurrir estas mafias y prefiere hacérselo ella por su cuenta, también disponen de un amplio manual (editado solamente en catalán) en el que se explican los procedimientos para forzar la puerta y qué herramientas elegir en cada caso. “En este punto explicaremos cómo forzar uno de los cerrojos más frecuentes en nuestro territorio. Prácticamente todos funcionan con el mismo sistema, conocido como “cerrojo de pines”. Básicamente funciona con un cilindro…” arranca la parte del manual destinada a las cerradura. Ilustrado con fotografías, el documento invita también a diseñar un plan de fuga “capaz de alertarnos a tiempo con tal de desaparecer antes de que nos vean”.
En el episodio de la cerradura cuenta con todo detalle cómo reventarla. Y tras entrar en el piso, se pasa a cómo defraudar el suministro eléctrico pinchando la luz, que suele ser la causa de la mayor parte de los accidentes (generalmente incendios) que se dan en estas viviendas: “En primer lugar accedemos a la caja de fusibles y los sacamos. Con esta operación a partir de la caja ya no hay corriente y podemos trabajar con tranquilidad. ¡Este hecho no implica que podamos trabajar sin los guantes!”, recomienda, mirando por la seguridad del intruso.
Guantes, alicates, tornavís de estrella… Todos los utensilios necesarios están acompañados por su correspondiente ilustración, para pasar finalmente a pinchar el agua, que es el episodio que cierra el manual. No hay vídeos, por lo que se fía el éxito de la operación a la pericia del okupa. Desde su edición, sigue siendo una de las principales herramientas para acceder a las viviendas ajenas. El manual también cuenta cómo hacer frente a la posible llegada de la policía o de los legítimos propietarios, explica quién tiene que salir a abrir la puerta en caso de requerimiento policial y las penas a las que se exponen por violación de domicilio.
Información en los desahucios
El manual se editó en 2014, pero sigue estando vigente. De hecho, a EL ESPAÑOL le proporciona el documento un varón de 36 años que ocupa una casa desde hace año y medio en Vacarisses (Vallés Occidental) y que aprendió en estos espacios todo lo que sabe sobre colarse en una vivienda. “Yo me enteré de todo lo que me tenía que enterar en los desahucios y las asambleas. Conoces a gente, te presentan a uno que sabe dónde hay pisos, a otro que te hace el trabajo… De todos modos yo me lo hice todo, y aquí en el manual está todo muy bien explicado”, concluye.
“En los desahucios suele haber gente con este tipo de problemas y hacen piña. Cuando los van a desahuciar a ellos, van el resto a intentar pararlo. Sobre todo si hay problemas las primeras 72 horas. También te dicen que es siempre mejor ir con menores o con alguna mujer embarazada, porque eso dificulta que vengan a echarte a la calle. Yo no tengo hijos, pero me lo recomendaron”.
La relación entre algunas plataformas antidesahucios y los editores del manual es tan evidente, que en los agradecimientos aparece la PAH de Sabadell y la Obra Social PAH. El documento pero enseña a trepanar la cerradura, a equilibrarla con un martillo, a desenroscar, a volver a roscar… Explica cuáles son los mejores lubricantes para utilizar, y las alternativas al taladro si no dispones de uno para echar la puerta abajo. Ganzúas y utilajes caseros también entran dentro de las herramientas frecomendadas en este manual, una especie de 'Bricomanía okupa', elaborado por Arrán, los cachorros de las CUP.
Una herramienta política
Porque el movimiento okupa es un instrumento político. La Asamblea de Okupes de Barcelona ya deja claro en su manifiesto fundacional que “la Oficina de Okupación no es una seta que aparece de la nada, sino de la voluntad de dotar de una herramienta práctica a la Asamblea de Okupas de Barcelona y de hacer una herramienta política a partir de intentar cambiar la forma de ver la okupación”.
Hacer de la okupación una herramienta política. No lo esconden. Y tal vez la figura política sobre la que ha planeado más a menudo la sombra de su apoyo al movimiento okupa es la propia alcaldesa de la ciudad, Ada Colau. Por todos es sabido que procede del activismo de la vivienda. Que se hizo popular como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y que sus políticas destinadas a combatir este fenómeno están siendo, como poco, demasiado laxas.
La última polémica en la que se ha visto envuelta la primer edil de Barcelona en relación a este asunto ha sido la agenda de unos casales estivales para jóvenes, actividades dependientes del Ayuntamiento, que los describe como "proyectos educativos de acción social dirigidos a personas jóvenes y gestionados a través de la participación y autogestión voluntaria de la misma gente que participa". En este caso, la polémica procede del Casal de Joves de Les Corts, programado para principios de este mes. La agenda llevaba charlas sobre “liberación de espacios y modelos de vivienda alternativos”.
Los mismos sindicatos policiales de Barcelona llegaron a protestar por las prioridades de la alcaldesa y denunciaban su actitud en conflictos de esta índole: Colau salía pidiendo "proporcionalidad" a los agentes en sus intervenciones en los disturbios tras el desalojo del 'Banc Expropiat' del barrio de Gràcia, en el que varios agentes resultaron heridos.
EL ESPAÑOL se pone en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona, desde cuyo gabinete de comunicación aseguran que no disponen de ningún tipo de base de datos que controle los pisos que hay okupados en la ciudad. Redirigen la consulta a la Generalitat, porque las denuncias se interponen ante los Mossos d’Esquadra y ellos dependen del gobierno catalán. El Ayuntamiento escurre el bulto y en la Generalitat también se quitan el balón de encima, explicando que se trata de una cuestión local que es competencia del Consistorio.
Barcelona, ciudad de okupaciones
Y mientras, las okupaciones siguen. En Cataluña en general y en Barcelona en particular. Según datos del Ministerio del Interior, entre enero y junio de este año se ocuparon ilegalmente 3.611 viviendas en Cataluña, 421 más que en todo el año 2019. Las okupaciones catalanas triplican las andaluzas (1.183) y sextuplican las de la Comunidad de Madrid (657). A esas tres comunidades les siguen Valencia (566) y Castilla-La Mancha (296). Durante los seis primeros meses de este año, el número de okupaciones denunciadas en la ciudad fue de 2.644, aunque la cifra real es con toda seguridad mucho mayor. La mayoría de las que se dan en Cataluña tienen lugar en Barcelona. Durante los seis primeros meses de este año, el número de okupaciones denunciadas en la ciudad fue de 2.644, aunque la cifra real es con toda seguridad mucho mayor. Según el censo oficial del Ayuntamiento de Barcelona, en la ciudad hay aproximadamente 10.000 pisos vacíos, el 1,22% del parque inmobiliario local.
Caminan varios indigentes italianos por el casco viejo de Barcelona. De un tiempo a esta parte han proliferado mucho y son algunos de los principales usuarios de este tipo de servicios. “Pasan el verano en la calle, pero en invierno suelen pegar alguna patada”, rematan en el bar frente a la oficina de los okupas. Saben que este invierno volverá a suceder, porque en Barcelona, de un tiempo a esta parte, siempre pasa. Se sienten protegidos y, sobre todo, asesorados para meterse en vivienda ajena.