Saloua guardaba en su monedero una tarjeta del bufete Simó y Martínez Abogados, con el que iba a contactar porque buscaba un letrado para iniciar los trámites de separación de su marido. Nada quedaba de aquel hombre del que se enamoró tras conocerlo en un piso patera de Águilas hace más de dos décadas. Abdellatif arrastraba un historial delictivo cada vez más abultado y se había convertido en una persona supuestamente obsesionada con la idea de que la madre de sus dos hijos le era infiel. Ella le había informado de que quería poner punto y final a su matrimonio para comenzar una nueva vida, sin embargo, esta mujer fue privada de esa oportunidad porque este sábado su esposo la mató de un disparo a bocajarro entre el pecho y el hombro izquierdo.
“Su matrimonio estaba fatal: la relación estaba rota y hace un mes mi madre le dijo a mi padre que se quería divorciar”, tal y como corrobora a EL ESPAÑOL la hija de la fallecida, una adolescente, de 16 años, a la que la vida le ha hecho madurar de la forma más dura y trágica. “Mi padre no se quería separar y decía que iba a cambiar”. El cabeza de familia mintió. Así se desprende de los hechos ocurridos en la citada localidad de la costa murciana y por los que el Juzgado de Instrucción número 4 de Lorca ha ordenado el ingreso en prisión de Abdellatif por el presunto asesinato de Saloua: la víctima mortal número 30 que la violencia machista se cobra en España en lo que va de año.
“Mi madre siempre nos daba buenos consejos a mi hermano y a mí. Nos decía que teníamos que estudiar para ser grandes personas, que nunca dependiésemos de nadie y que siempre debíamos ir con la cabeza alta”. Saloua le hablaba con esa determinación a sus dos hijos -de 16 y 10 años-, porque tuvo que trabajar muy duro para ganarse el pan en suelo español desde que partió de Marruecos. “Cuando era pequeña mi madre me contó que se marchó de Kenitra, su ciudad natal, para buscarse un empleo y tener una vida digna en España”, cuenta abatida la adolescente.
“Con 18 años se vino a Águilas a casa de una amiga suya que alquilaba habitaciones porque no conocía a nadie en España”. En ese piso patera de esta localidad del litoral murciano, al límite con la provincia de Almería, la joven Saloua conoció a Abdellatif: otro de los inquilinos de uno de los cuartos que se arrendaban. De la amistad pasaron a entablar una relación sentimental que acabó en matrimonio. “Mis padres llevaban casados diecisiete años”, precisa la adolescente.
Tráfico de drogas en Elche
Las grandes dotes culinarias de esta mujer le permitieron adaptar con rapidez sus conocimientos sobre cocina y repostería árabe a las exigencias del sector hostelero español. “Trabajó en varios establecimientos de Águilas, como el Bar Marcos”. La maternidad fue lo único que la apartó temporalmente de los fogones para dedicar más tiempo a sus dos queridos hijos. “Hace tres años volvió a encontrar empleo como cocinera del Restaurante Paradise”. En este local especializado en marisco y pescado, que está junto al Puerto Deportivo Juan Montiel, la ‘chef’ Saloua cubría largas jornadas laborales sin descuidar la atención de sus retoños porque el cariño del cabeza de familia siempre brillaba por su ausencia.
“En el entorno familiar ella ha sido madre y padre porque mi padre siempre ha sido materialista: no sabe lo que es el cariño”, reflexiona esta adolescente aplicando las mismas dosis de rotundidad y madurez. Saloua alternaba el trabajo en la hostelería con la ayuda a su hijo en las tareas del colegio y la supervisión del rendimiento de su hija en el instituto. Sin embargo, Abdellatif no era el mejor ejemplo para sus retoños porque desde 2002 le constan detenciones por supuesta omisión del deber de socorro, delitos contra el patrimonio, hurtos, robos con fuerza, receptación de objetos sustraídos...
Todo un rosario de encontronazos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que en 2019 tuvieron su momento culmen cuando fue detenido por la Policía Nacional en el marco de una investigación por tráfico de drogas en la ciudad alicantina de Elche.
Abdellatif ingresó en la cárcel de Villena y esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Saloua que aprovechó un viaje a Marruecos para visitar a su madre y se divorció. Ese trámite de separación lo tenía que repetir en España donde también se había casado para oficializar su matrimonio ante la Administración pública y así poder realizar diversos trámites ante los Servicios Sociales, entre otros organismos. De manera que durante la estancia en prisión de su marido, esta mujer marroquí empezó a buscar abogado para divorciarse en suelo español y también acudió a pedir asesoramiento al Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Genero (CAVI) de Águilas.
“No constan denuncias previas por malostratos de la mujer contra su marido, pero parece que Abdellatif era un hombre muy celoso y aseguraba que su esposa le era infiel y que iba a hostales a mantener relaciones sexuales con otros hombres”, según apuntan a este diario fuentes próximas a la investigación de este crimen machista. De hecho, la Guardia Civil ha constatado que en el CAVI le abrieron un expediente a Saloua porque presentaba indicadores de haber sufrido supuestos malos tratos psicológicos.
Abdellatif salió de prisión
Abdellatif recuperó su libertad hace tres meses -después de pasar más de un año entre rejas- y nada más salir del Centro Penitenciario Alicante II se plantó en el domicilio familiar: un piso de alquiler situado en la calle Tenor José Sánchez Galán de Águilas. De esta forma se acabó la tranquilidad para Saloua, porque la vuelta a casa de su marido fue el inicio de una tempestuosa convivencia marcada por las discusiones: ella se quería separar y él la acusaba de infiel. Tal percepción estaba en las antípodas de la opinión que tenían los vecinos del barrio sobre Saloua: una mujer, de 41 años, respetuosa, trabajadora, amable y que ayudaba a todo el que podía.
“Mi madre acudía al Centro de la Mujer de Águilas a hacer cursos de baile y costura, también colaboraba en actividades y animaba a amigas suyas de Marruecos a que fueran al centro para integrarse”, resalta con orgullo su hija mayor. “Ella quería que mi hermano y yo acabásemos nuestros estudios: en un futuro me gustaría ser abogada”. Para Saloua sus pequeños eran prioritarios y lo demostraba a diario. Valga como ejemplo que en pleno verano, en temporada alta del sector hostelero, solo disponía de un día libre en el Restaurante Paradise y en vez de descansar se iba con ellos a pasar el día a la playa del Hornillo: “Era su preferida porque es muy tranquila”.
Este sábado 29 de agosto, Saloua tenía turno en la cocina del mencionado establecimiento. Su marido, Abdellatif, se quedó en casa porque desde que salió de la cárcel no había logrado encontrar empleo en alguna de las empresas agrícolas de este municipio del litoral murciano: un punto habitual de entrada de las pateras y donde los inmigrantes se buscan la vida en el campo. Los hijos del matrimonio, sobre las 16 horas del sábado, aprovecharon para irse en compañía de una amiga a la playa de La Colonia que está a quince minutos a pie del domicilio familiar. Nada hacía presagiar el luctuoso episodio de violencia machista que horas después ocurriría en este bloque de pisos de la calle Tenor José Sánchez Galán de Águilas.
Discusión mortal
Saloua terminó de trabajar a las 17 horas y, según apuntan a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación, regresó a casa a las 17.30 horas. Allí le esperaba Abdellatif con la carne al vapor que él mismo había preparado para comer con su esposa. En la mesa pasaron de las bromas a protagonizar una agria discusión. “Mi mujer me dijo que ya no quería seguir conmigo”, declaró el propio Abdellatif a la Guardia Civil. “Le pregunté por qué y me dijo que llevaba tres meses fuera de la cárcel y no había conseguido trabajo, yo le dije que no tenía ganas y le reproché que me ponía los cuernos”.
La discusión subió de tono mientras que Abdellatif fumaba compulsivamente. “Mi mujer me dijo que dentro de dos o tres días iba a cambiar la cerradura (de la puerta de la casa)”. Ese ultimátum provocó que este marroquí, de 45 años, saliese del domicilio en dirección al sótano para buscar una escopeta larga que supuestamente le había entregado un amigo cuando le confesó los problemas sentimentales que estaba atravesando con su esposa. “Cogí la escopeta, subí a la casa y fui directo a la cocina: mi cabeza estaba como ida (...)”.
Abdellatif se encendió otro pitillo. Entretanto, desde el sofá del salón, Saloua le volvió a advertir de que iba a cambiar la cerradura de casa y que cuando quisiera podría ir a visitar a sus hijos. Hubo un nuevo intercambio de reproches e insultos: “Le eché en cara que ella quería romper la relación después de veinte años porque lo que realmente quería era quedarse libre para irse con otro”. El cabeza de familia salió de la cocina con la escopeta y se dirigió al salón. “Mi mujer me dijo que si quería matarla que la matara, que no me iba a denunciar, en ese instante, como la escopeta es de dos cañones y me encontraba muy nervioso, sin querer toqué el gatillo y se disparó el arma”. Su esposa, de 41 años, quedó moribunda porque recibió un plomazo a solo un metro y medio de distancia.
Los hijos encontraron el cadáver
“Lo hice sin querer”, insistió el supuesto asesino en su declaración ante la Guardia Civil. “Bajé al sótano a esconder la escopeta, después subí a casa y empecé a llorar, me acerqué a mi mujer, la zarandeé y la llamé por su nombre. No respondía. Me estuve preguntando en varias ocasiones qué había hecho, cogí la llave del coche que estaba junto al televisor y salí de casa”. Abdellatif antes de emprender la huída supuestamente llamó a su hija mayor para preguntarle qué le quedaba para regresar de la playa con su hermano y su amiga. Posteriormente telefoneó al amigo que presuntamente le dio el arma con la que disparó a su mujer. “Le pregunté dónde estaba y le dije que había hecho cosas malas”, según expuso este individuo marroquí a los investigadores.
Pasadas las ocho de la tarde, los hijos del matrimonio regresaron a casa y se encontraron el cuerpo sin vida de Saloua, sobre el sofá, tapado con una sábana. “Cuando mi padre me llamó sobre las ocho de la tarde, tenía la voz tranquila, me preguntó qué nos quedaba para regresar de la playa. Yo tenía un presentimiento de que había pasado algo y le pregunté, pero me dijo que no pasaba nada: mi padre quería que descubriésemos lo que había hecho”. Tanto la adolescente, de 16 años, como su hermano pequeño, de solo 10 añitos, tuvieron que recibir atención psicológica tras comprobar que el cabeza de familia había matado a su madre. “Ella para mí lo era todo: una madre, una amiga y una hermana”.
La escopeta no aparece
El autor de este supuesto crimen machista se refugió en la casa de campo del amigo que presuntamente le prestó la escopeta. Posteriormente, Abdellatif se ocultó en el interior de una embarcación abandonada que es propiedad del mismo individuo con el mantiene amistad y que está situada en el barrio de Águilas conocido como la ‘Ciudad sin ley’. Durante la madrugada del domingo 29 de agosto, la Guardia Civil se adentró en el mencionado barco y arrestó a Abdellatif. El Juzgado de Instrucción número 4 de Lorca -con competencias en violencia de género- ordenó su ingreso en prisión preventiva, comunicada y sin fianza como supuesto autor de un asesinato.
Eduardo Muñoz Simó, el abogado que ejerce de acusación particular en representación de los hijos de la fallecida, sostiene que “los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, no de un homicidio, porque considero que hay alevosía a la hora de perpetrar la muerte de la víctima”. El letrado del bufete Simó y Martínez Abogados de Águilas subraya que el padre supuestamente animó a la hija mayor a irse a la playa con su hermano y su amiga la tarde del sábado en la que se produjeron los hechos. “Parece ser que bajo al sótano a coger una escopeta, cargada con dos cartuchos, que le había dejado un amigo hace un mes”.
A pesar de que el detenido aseguró a los investigadores que escondió el arma de fuego en el sótano de su casa, de momento, la Benemérita no ha localizado la escopeta larga, de dos cañones paralelos y dos gatillos, de color negro y culata de madera. Tampoco se ha esclarecido si Abdellatif le cogió el arma a su amigo, de nacionalidad española, o si este se la facilitó. Por ahora, este allegado del principal investigado solo ha declarado en sede judicial en calidad de testigo porque supuestamente colaboró con el Instituto Armado en la detención del presunto autor de este crimen machista: el segundo ocurrido en la Región en lo que va de año tras la muerte de una mujer en Cartagena a manos de su pareja por un martillazo en la cabeza.
Los hijos sin tutor legal
En la puerta del Ayuntamiento de Águilas se celebró un sentido minuto de silencio para mostrar la repulsa de la Corporación municipal y de los vecinos a la violencia de género. La regidora aguileña, Maricarmen Moreno, condenó enérgicamente lo sucedido: “Se trata de un crimen machista que pone de manifiesto, una vez más, que aún queda mucho por hacer para erradicar esta terrible lacra social”.
La foto del acto en el que los asistentes sujetaron carteles con la imagen de Saloua, provocó comentarios de dolor en redes sociales de amigas de la fallecida, como Paqui: “Desde que supe que la víctima era ella no se me va su imagen de la cabeza. La veo sonriendo porque así la conocí. Una mujer linda y muy trabajadora. Ella ya no está y el sí, aunque lo metan en la cárcel, porque está vivo dejando a dos huérfanos”. Precisamente, el letrado Eduardo Muñoz Simó ha criticado que los hijos, ambos menores de edad, “cinco días después de la muerte de su madre y con su padre en prisión siguen sin tener un tutor legal”.
El abogado está trabajando para que la Fiscalía de Menores y la Comunidad Autónoma adopten medidas: “Están indefensos y ahora mismo una amiga de Saloua es la que se está ocupando de ellos para que no les falte de nada”. De momento, el juzgado ha suspendido al investigado la patria potestad de sus dos hijos para evitar que pueda "influir en los testigos".
Saloua, de 41 años, es la vigésimo cuarta mujer asesinada por su pareja o expareja desde que comenzó el año. En España, en 2020, también han sido asesinadas Yesica Daniela G., de 33; Madalina Neacsu, de 31 años; Mónica, de 28 años; su hija Ciara, de tres; Olga, de 63; Judit, de 29; Mary, de 73, Manuela de 79; Rosa, de 40; Lorena, de 41 años; Clara, de 47; Ana, de 38; Alina, de 34; Marimar de 43; Manuela, de 75; Conchi, de 75; Encarnación, de 78; Mónica Espínola, de 37; Annick Chenut, de 65; Belén Sánchez, de 46 y Oriana O., de 20. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas en 2017, 47 en 2018 y 55 en 2019.