La historia de la humanidad está llena de reinas tristes. Mujeres que nunca pudieron ser felices por tener un destino ya marcado desde su nacimiento sin la posibilidad de elegir otro camino. Una de estas vidas sufridas y, además, poco conocida es la de la última reina de Rumanía, tía de la reina Sofía, otra sufridora del trono. Elena nació en Atenas en 1896. Su padre, el futuro Constantino I de Grecia, era el primogénito y heredero del entonces rey Jorge I. La princesa pasó distintos periodos de su juventud en el exilio, ya que le tocaron tiempos muy convulsos para la familia real griega -lo habitual en esta dinastía-.
El caso es que en uno de esos exilios en Suiza, conoció a Carlos de Rumanía, príncipe heredero del trono rumano con el que se casó y tuvo un hijo, Miguel I. Pero el príncipe era un mujeriego y tuvo una amante, Magda Lupescu, por la que renunció a sus derechos dinásticos y huyó del país. A la muerte del rey Fernando en 1927, su nieto Miguel subió al trono de Bucarest. Tenía apenas seis años y se estableció una regencia presidida por su madre, la Princesa Elena. Pero la cosa duró poco y su exmarido -que ya se había divorciado de ella-, consiguió proclamarse de nuevo Rey y expulsó a su exmujer de Rumanía.
La cosa volvió a cambiar en 1940. La II Guerra Mundial obligó a Carlos II a abdicar en su hija y a marchase del país. Comenzó entonces el segundo reinado de Miguel. Y lo primero que hizo fue hacer volver a su madre a Bucarest, dándole el título de reina Madrid. Elena fue un pilar fundamental en los convulsos años de su hijo en el trono. Era una mujer culta, que hablaba cinco idiomas, y que jugó un papel determinante durante la contienda al salvar a más de 100.000 judíos rumanos. El Estado de Israel la reconoció en los años 90 como Justa entre las Naciones en agradecimiento a su actuación.
En 1947 los comunistas obligaron al rey Miguel a abandonar el trono y comenzó para Elena un larguísimo exilio de cuatro décadas. Ya nunca volvería a pisar el país. Residiendo en una villa en Florencia primero y luego en Suiza con su hijo, dónde falleció en 1982.
Una de las personas que más sintió la muerte de la tía Elena, a que la visitaba de forma regular, primero en Florencia y luego en Suiza, fue su sobrina la reina Sofía. La hija primogénita de su hermano Pablo de Grecia. Ambas tenían una conexión especial, amantes de la música y de las letras, podían pasar horas hablando sobre el último concierto al que habían acudido o el último libro que habían leído. Probablemente, la última reina rumana nunca pudo imaginar que el destino de su sobrina favorita iba a estar tan tristemente parejo al suyo. La soberana española también ha sufrido el engaño por parte de su marido con otras mujeres y ahora se encuentra viviendo un ‘olvido’ obligado por culpa de Juan Carlos I. Tras los acontecimientos de este verano, se puede decir que la Emérita se acerca mucho a la tristeza de su tía con la que tantas horas de tertulia pasó en su juventud.
Disgusto en Mallorca
El último disgusto de la madre de Felipe VI le llegaba desde Atenas el pasado lunes cuando las tumbas en las que descansan sus padres, el rey Pablo y la reina Federica, sufrieron un acto de vandalismo. Ubicadas en el palacio de Tatoi, en el que se crió Sofía hasta el exilio de sus padres, las sepulturas de los soberanos helenos fueron atacadas y la cruz que reposa encima fue destrozada. "Se llevaron un disgusto las dos, la Reina y su hermana Irene. Ya les han comentado desde el Gobierno griego que van a ser restauradas de forma inmediata pero… la verdad es que la pobre pone un circo y le crecen los enanos", desvela una persona muy cercana a Sofía.
Lo cierto es que la esposa de Juan Carlos lleva unos meses muy duros, por no decir casi insoportables. Sofía es la gran damnificada por el tsunami que ha azotado Zarzuela nacido de los escándalos sin fin de las cuentas opacas de su marido, que ha provocado su salida de España. Ahora ella se queda en una posición muy delicada de cara al incierto papel que va a desempeñar en el futuro dentro de la institución monárquica. "Creo que quedó claro con lo que ha pasado en Mallorca este verano, ¿no? -en el que los Reyes no han querido posar con ella-. No le van a dar ningún tipo de protagonismo. No pueden evitar que haga sus actos de la fundación que lleva su nombre y preside, pero si fuera por los actuales Reyes no haría ni eso. Pero al Rey le duele, es su madre, pero, al mismo tiempo, intenta que a Letizia y a él se les relacione lo mínimo con Sofía, consorte de la 'anterior' Monarquía", cuenta una fuente cercana al equipo de Felipe VI.
Durante los 12 días que los actuales Reyes pasaron en Mallorca el pasado mes de agosto, la reina Sofía no les acompañó ni una sola vez en ningún actos. Se había dado por hecho que la Emérita se uniría a su hijo y a su nuera en alguna de sus apariciones. O que se iría de compras o al cine con sus dos nietas, la princesa de Asturias y la infanta Sofía, como había ocurrido en los anteriores veranos. Pero eso no pasó. Y por primera vez desde la llegada de los Borbón y Grecia a Marivent, hace más de cuarenta años, la madre de Felipe VI no ha aparecido en ninguna imagen con algún miembro de su familia.
Pero la situación de aislamiento no comenzó en Palma, sino antes. Desde que el primer día del estado de alarma saltó el escándalo de Juan Carlos, Zarzuela arrinconó también a Sofía para potenciar la imagen de una Familia real reducida a cuatro personas: Felipe, Letizia, la princesa de Asturias y la infanta Sofía.
Desde ese momento, la madre del Rey desaparece de la agenda institucional de la Corona. "Ha estado en dos reuniones de su patronato de la Fundación reina Sofía, una en marzo y otra el 16 de julio. Luego en Mallorca, hace unos días, le dejaron asistir a la puesta en libertad de una tortuga hipatia por un acuerdo que la fundación tiene con el acuario de Palma. Pero nada de esto aparece en la web de la Casa como un acto oficial. No ha podido salir más. Cierto que la pandemia no ayuda mucho, se trata ya de una señora mayor, pero si tenemos en cuenta las ganas que tiene de ayudar y que su valoración en las encuestas es siempre mejor que la de su nuera, deberían dejar que trabajara para la Corona", cuenta una amiga personal de la madre de Felipe VI.
Desmarcarse de Sofía
Cuando el tres de agosto el rey Juan Carlos tomaba un vuelo desde Oporto hasta Emiratos Árabes se ponía en marcha un plan global trazado por la Casa del Rey para desmarcarse del todo del anterior rey y muy a su pesar de Sofía. Aunque en este guion no está escrito que la Emérita abandone su residencia de Zarzuela. "Por ahora sigue en Marivent. Regresará con su hermana en uno días a Madrid. Pero ese es su hogar y en ningún momento ha pensado en dejarlo. Bastante perpleja y disgustada está ya con todo esto para que la hagan salir de su casa", asegura la misma fuente. Y es que hay que subrayar que a la Reina todo esto le ha pillado por sorpresa. Se supone que, como su hijo, ella no sabía nada de las cuentas opacas hasta marzo de 2019, cuando Felipe VI lo puso en conocimiento de las autoridades.
Sin embargo, los meses siguientes, antes de que la ciudadanía se enterase del escándalo, varios medios de comunicación se empeñaban en ver una reconciliación entre el matrimonio, asegurando que Juan Carlos y Sofía estaban mejor que nunca, ya que se había visto a los Eméritos sonrientes y animados en varios eventos. "Pues claro. Él estaba recién operado y quien le ha cuidado siempre ha sido su mujer. Puede que él no le dirija la palabra o haga gestos feos, pero ella jamás. Eso no significa que vuelvan a ser pareja. Tras tantos sin sabores y engaños; tras tantos puñales clavados por la espalda... ¿Crees que doña Sofía tiene ganas de reconciliarse con alguien? Pero ella es una profesional. Lástima que su hijo no quiera aprovecharse de eso", sentencia la misma fuente.
Pero la duda está ahí. Cuando todos volvamos al día a día en esta nueva normalidad, ¿qué papel le reserva la Corona a Sofía? "El coronavirus le ha venido de lujo al hijo y todo su equipo. Con la excusa de la pandemia y la edad de su madre, van a aprovechar para sacarla del todo de la agenda oficial, seguro. Pero ella lo tiene asumido. Está triste, muy triste, pero mucho más porque todo este 2020 no ha parado de golpearla. Primero fue la muerte de su cuñada, la infanta Pilar, a la que estaba muy unida; después las cuentas de su marido en Suiza; luego Corinna, que no para de contar todas sus intimidades en un continuo reality; y por último la marcha de Juan Carlos, que le trae recuerdos de largos exilios. Pero a todo esto se le ha unido el 'desprecio' de su hijo y Letizia en Palma, donde han hecho como si no existiera. La pobre mujer tiene más ganas de que se termine ya el año que todos nosotros. Vaya 2020 llevamos", explica una de las pocas amistades que le quedan a la Emérita en la capital española.
A pesar de todo, Sofía es una mujer que no pierde la sonrisa, como pudimos comprobar hace unos días en aguas del mar Mediterráneo durante la puesta en libertad de la tortuga. Amable y cariñosa, no dejó de sonreír en todo el acto. Probablemente la reina griega vea el lado bueno a todo esto y con su desaparición de la agenda oficial de Zarzuela pueda disfrutar de temporadas más largas en su Grecia natal, donde reside su hermano Constantino, que lucha contra su enfermedad, o desplazarse a París donde vive su mejor amiga e inseparable prima la princesa Tatiana de Ratziwill. Estos han sido los verdaderos apoyos de la Emérita en estos meses, con los que al igual que con su tía Elena, mantiene largas tertulias sobre música, libros ‘"y sobre la vida. De eso también se habla mucho. De lo rápido que pasa y de cómo te arrasa sin darte casi ni cuenta", apunta la amiga de Sofía.