La Guardia Civil está de luto. El coronel de la Agrupación de Tráfico de Madrid de la Benemérita, José Ismael Bellés Oliver, ha muerto este domingo como consecuencia de la Covid-19. Y es que el maldito virus se ha llevado a un hombre que había dedicado 40 años al Instituto Armado y cómo no, a España. La familia, entre lágrimas, llora su pérdida desde Castellote, Teruel, su pueblo natal.
“Era un padre ejemplar, ojalá sepamos ser así con nuestros hijos”, cuentan a EL ESPAÑOL Teresa, Ismael y Gonzalo, quienes están “destrozados” por la pérdida de su padre, pero agradecen la “maravillosa vida” que les ha dado. El Instituto Armado también ha querido pronunciarse, pues pierde a un agente que destacaba por su “integridad y capacidad de dar ejemplo”, según el comandante Fernando Carrasco, quien atiende a este diario, con amabilidad, tras la pérdida de su compañero y amigo. Así fue la vida del coronel:
Nació en una familia con cuatro hijos que regentaba una pequeña tienda, por lo que Ismael Bellés (Castellote, Teruel, 1959) pasó su infancia tranquilo hasta que conoció el tricornio y quedó obnubilado por el verde de la Benemérita. La Guardia Civil ya era su pasión desde pequeño por lo que, cuando tenía 20 años, un joven Bellés inició, un 1 de marzo de 1980, su carrera en este Cuerpo. Su primer servicio fue en el Puesto de Alcolea de Cinca (Huesca).
Su trayectoria, de hecho, ha estado repleta de éxitos y ascensos. El coronel ha sido condecorado con “ocho felicitaciones individuales con anotación en la hoja de servicios, cuatro Cruces con distintivo blanco a la Orden del Mérito de la Guardia Civil, una Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco, una Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y la Encomienda y la Placa de la citada Orden”, según explica el comandante Fernando, un guardia civil muy cercano al coronel.
Pero el coronel Bellés no sólo ha destacado a nivel profesional, sino que, sus familiares, no dudan en decir que “ha sido muy dolorosa su pérdida”. Así lo ha explicado vía telefónica Teresa Bellés, la mayor de los tres hijos que ha dejado el coronel. La Covid-19 se lo ha llevado. Otra víctima más de esta brutal pandemia que sacude al mundo. De hecho, la pérdida del guardia civil ha sido un auténtico varapalo para la familia, ya que “no tenía ninguna patología previa, pero cogió el coronavirus y le atacó con virulencia”, según explican a este periódico fuentes de las Agrupación de Tráfico de Madrid, la unidad a la que estaba destinado Bellés.
Una vida con el tricornio
Pese a ello, el coronel Ismael Bellés ha dedicado 40 de sus 60 años a la Benemérita. Y es que, tras iniciar su carrera como guardia civil raso, pronto supo que no se rendiría y quedaría ahí. Iba a por más. Siempre a por más. “La perseverancia era una de sus cualidades definitorias”. Por ello, Bellés decidió opositar para el ámbito de la Guardia Civil de la Academia General Militar logrando graduarse tan sólo seis años después. Ya era teniente y no había cumplido, siquiera, los 26 años.
De hecho, como teniente, fue destinado a la Comandancia de Vizcaya, en Bilbao. Era 1986. Años duros y difíciles para ser guardia civil en el País Vasco. El terrorismo etarra no sólo tenía atemorizado al país, sino que, particularmente, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado estaban en su punto de mira. El teniente Bellés cumplió, con creces, sus obligaciones en el País Vasco. Tuvo suerte, pues sobrevivió a aquellos duros años en los que ETA asesinaba a los agentes de la Benemérita cada poco tiempo.
El coronel, sin embargo, aunque pudo sobrevivir al terrorismo etarra, no pudo superar la Covid-19, la enfermedad que acabó con la vida de Bellés en poco más de un mes. “La presencia de Covid-19 le fue detectado a finales de julio a su ingreso en el Hospital Nuestra Señora de América mediante prueba PCR. A partir de ahí se le aplicó los protocolos y tratamientos habilitados para esta enfermedad”, explica el comandante Fernando, compañero del coronel desde hacía 15 años.
Pero Bellés no fue un guardia civil de un solo destino. Él iba donde le ordenara el Cuerpo, pues era “estricto en lo profesional”. Ello le llevó a conocer las plazas de Teruel, Las Palmas, Zaragoza y Madrid, lugar en el que llegaría a ser Coronel Jefe de los Recursos Humanos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Un puesto de mando que el coronel ostentaría durante tantos años, hasta este domingo, día en el que el guardia civil perdía la vida.
Pese a todo, el coronel Bellés era un luchador que inspiraba “optimismo y confianza”. Desde la UCI, explicaba a sus compañeros su situación “con el humor característicos en él”. “Fernando, estoy hecho una pasa, pero esto va bien”, le explicaba el coronel a su a su amigo, el comandante Carrasco.
La formación, su pasión
El coronel Ismael Bellés no sólo ha dedicado su vida, dentro del Cuerpo, a la Guardia Civil en la multitud de destinos y grados que ha tenido, sino que quiso dejar un poso en los nuevos guardias civiles. Y es que al agente Bellés le importaba mucho “la enseñanza y la formación” de los nuevos agentes. Por ello, siempre estuvo dispuesto a transmitir su experiencia a los integrantes novatos del Instituto Armado. De esta manera, ingresó como profesor en la Academia General Militar, donde ha enseñado durante más de tres años.
Compaginaba este trabajo de docente con el de Coronel Jefe del Área de Recursos Humanos de la Guardia Civil, lugar donde era considerado una “pieza clave” que siempre se estaba cultivando a sí mismo. Y, también, “te mantenía constantemente formación con afán de mejorar tanto la Agrupación como a ti mismo”, explican sus compañeros. Como jefe era “exigente”, pero era el primero en dar la cara por sus hombres. “Sus subordinados sentían la seguridad de poder contar con su apoyo en caso necesario”, explica el comandante Fernando.
De hecho, a su juicio, “su pérdida no será fácil de superar, dejando un gran vacío en su unidad”. La familia del coronel José Ismael Bellés Oliver va un paso más allá, ya que no estaban “preparados” para que se fuera. Fue todo muy rápido. Ahora, sus tres hijos le dicen con cariño a este medio que “sólo nos queda dar las gracias por haber tenido una maravillosa vida con él y la gran ventaja de seguir recordándole, queriéndole y aprendiendo de él”.