La historia llega a su fin, por el momento. Rosa, la ex cuidadora de la anciana fallecida e incirinada tras su orden a la que posteriomente okupó su vivienda, ha sido desahuciada. Ha ocurrido esta madrugada, sobre las 2, por sorpresa y sin presencia de medios ni de los vecinos de Leganés, la localidad de Madrid donde se sitúa el domicilio recién desokupado. La empresa Desokupa, tras haber anunciado el "acuerdo de salida para el lunes a las 12", ha seguido las negociaciones durante la tarde de este jueves hasta llegar al desalojo "voluntario" de la okupa de 33 años, que se había atrincherado desde marzo junto a sus dos hijos menores.
Así, la casa de la difunta Pilar González le será devuelta a sus hijas, Pilar y Rosana, tras la firma de la okupa Rosa, quien entrega "voluntariamente la posesión". Daniel Esteve, dirigente de la empresa Desokupa, ha explicado en un vídeo al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL que tras las devolución del 4º A de la Avenida Juan Carlos I, 21 a la hijas de Pilar, han llamado a la Policía Científica, por si tiene que analizar el domicilio recién desalojado. El motivo: el cabo suelto que queda por resolver en este caso. Aún se desconocen las circunstancias exactas de la muerte de la anciana Pilar el pasado 30 de marzo a los 75 años "pese a tener buena salud", según Rosana Villen, su hija menor.
Es más, Rosa, la ex asistente de Pilar, solamente trabajó siete semanas para ella y tras su fallecimiento fue quien gestionó con la funeraria la incineración de Pilar. Todo pasó 16 días después de la declaración del estado de alarma para frenar la transmisión de la Covid-19. Sus hijas no sabrían que su madre había fallecido hasta un tiempo después. Según el certificado de defunción del Summa 112 la mujer había muerto de una “sospecha de infección Covid no certificada”.
España estaba confinada y las hijas de Pilar, también. De hecho, Pilar, la hija mayor, vive en Torrevieja (Alicante) y no podía ayudar ni entonces ni ahora. Rosana, la pequeña, por entonces estaba ingresada por el coronavirus Sars CoV-2 y no supo todo lo que ocurría en la casa de Pilar hasta que le dieron el alta. Ya era tarde. Rosa, la cuidadora había gestionado la incineración de la mujer con los Servicios Funerarios Montero, la empresa fúnebre contratada. Les había argumentado que “no tenía familia” y la empresa le creyó.
La denuncia a la funeraria
Un empleado de esta funeraria explicaba este miércoles a Telemadrid que “la contratación de la retirada del cadáver y su posterior incineración la realizó Rosa por teléfono, porque como estábamos en estado de alarma y no se podían hacer contrataciones a domicilio”.
Se arrepienten de no haber comprobado a fondo los datos, pero era el momento de la pandemia en que las muertes rozaban el millar cada día y estas empresas estaban desbordadas. Juanjo, pareja de Rosana, ha confirmado a este diario que "les van a denunciar también y a la Policía Local de Leganés, por no comprobar bien los datos de la fallecida aunque estuviésemos en estado de alarma, permitiendo esta incineración irregular".
La ex cuidadora y posterior okupa, Rosa, no contenta con haber incinerado a Pilar sin el permiso familiar empezó a reclamar a Rosana y Pilar, las dos hijas de la fallecida, un monto de 15.000 euros para abandonar el domicilio okupado. Se había trasladado ahí junto a sus dos hijos menores de edad.
“Es una costumbre en mi país”, le decía la ex asistente de origen peruano a la entonces pareja de Rosana, que estaba ingresada. Pero, algunos vecinos del número 21 de la Avenida Rey Juan Carlos I han explicado a este diario que piensan que “ha habido más gente viviendo ahí. Hasta seis he contabilizado”.
Rosa cambió los suministros
La hospitalización de la menor de las hijas de Pilar, Rosana, fue clave para que la ex cuidadora de su madre tuviera vía libre para okupar el domicilio. Esta circunstancia facilitó todas las prácticas de la okupa: la gestión con la funeraria, los cambios de titularidad de los suministros del piso... todo.
Tras pasar 30 días en el hospital, Rosana se enteró de todo lo que había pasado. No sólo que su madre había fallecido y que había sido incinerada por petición de su entonces cuidadora, sino que 10 días antes de la muerte de la anciana Pilar, el 20 de marzo, ya había cambiado la titularidad de los suministros.
La okupa, según ha explicado la familia, trabajaba pocas horas para hacer sus labores y "llegó a través de la Comunidad de Madrid", donde estuvo contratada tan sólo siete semanas. Supuestamente tampoco tenía llaves del domicilio. Pero, por circunstancias que aún se desconocen, se hizo con un juego que le permitió acceder a la casa okupada. Ahora, las hijas hasta sospechan de la causa de la muerte de su madre —pues no saben su causa con claridad—, ya que, según ellas, pese a tener 75 años, Pilar gozaba de buena salud.
Ahora, según afirma la empresa Desokupa, Rosa, la okupa, puede ser acusada de varios delitos como "homicidio, hurto, robo, apropiación indebida, usurpación de domicilio y estafa". Será pues, la Policía Nacional, que ha abierto una investigación criminal, la que obtenga las claves para el procesamiento de Rosa, la okupa que se adueñó del domicilio de la mujer que cuidaba tras su extraña muerte. Por el momento, la ex cuidadora ya ha abanado el domicilio de la anciana Pilar.