El último gran tesoro que todavía queda en venta de todo lo intervenido por la Audiencia Provincial de Málaga en el famoso caso Malaya -de corrupción urbanística- se encuentra en la localidad murciana de Los Alcázares. El Mossaic, es un imponente hotel de cuatro estrellas que el exgerente de Urbanismo en Marbella, el cartagenero Juan Antonio Roca, construyó en pleno cogollo urbano ocupando una manzana de 12.945 metros cuadrados frente al Ayuntamiento y a menos de cien metros del Mar Menor. El establecimiento hotelero arrastra un rosario de percances que durante años ha impedido tanto su venta como la viabilidad de su explotación turística por aquellos que lo han arrendado.
“Está valorado en 14 millones de euros”, resalta José María Cano, aparejador y encargado de mantenimiento de este establecimiento hotelero en venta. El último arrendatario tuvo que colgar el cartel de cerrado de manera forzosa después de que la DANA del 12 de septiembre de 2019 inundase las tres plantas subterráneas donde se ubica el atrezzo de la plantilla y la maquinaria (contadores de la luz, sistema de climatización, motor de ascensores...). “El agua acumulada sumaba 10 metros de altura”. Nadie olvida en Los Alcázares aquella inundación que sacudió las vidas de todos sus vecinos y de la que este sábado se cumple un terrible aniversario del que todavía quedan secuelas puesto que el Ayuntamiento cifró el coste de los daños sufridos en el municipio en 100 millones de euros.
“El hotel lleva un año cerrado desde aquella gota fría”, corrobora José María Cano mientras retira una barrera de acero instalada a lo largo de la entrada para evitar que el agua vuelva a anegar el establecimiento. “Un grupo inversor húngaro lo ha visitado por quinta vez esta semana porque está interesado en comprarlo: el precio de venta es de 11 millones de euros y la oferta húngara asciende a 9,5 millones”. Estos inversores especializados en el sector inmobiliario, con esta operación pretenden poner su primera pica en el sector turístico del levante español. “Este hotel es el último bien que queda por vender del ‘caso Malaya’ y este año se lo he enseñado a gente de la cadena Roc Hotels”, detalla abriendo la puerta de cristal para que El ESPAÑOL acceda a la recepción.
Precinto policial, robos y 'okupas'
“Esta venta le vendría muy bien a Los Alcázares porque el hotel está en el centro urbano y genera mucho movimiento de gente en los comercios, bares, cafeterías y restaurantes de los alrededores cuando se acaba el verano”. Los lugareños todavía conservan fresca en la memoria la imagen de cuando el establecimiento hotelero fue precintando justo dos semanas antes de su inauguración en 2006 bajo la gestión de Husa. De hecho, cuando desembarcaron las Fuerzas de Seguridad había dentro unos pintores y unos operarios estaban metiendo muebles en las habitaciones.
“Iba a celebrarse una convención médica”, precisa Cano caminando por la majestuosa recepción donde el sonido del teléfono y el trasiego de turistas han sido sustituidos por el silencio de muebles y sillas apilados. “La apertura se suspendió por la detención de Roca”. Durante los nueve años siguientes languideció este hotel de decoración minimalista donde se alternan las maderas con las materias nobles. Nadie invirtió en este inmueble que la Administración de Justicia puso a la venta, a pesar de que la operación de compra incluye locales comerciales y un parking valorado en 1,6 millones de euros, situado debajo del Ayuntamiento y frente a la arteria principal de Los Alcázares.
“El comprador del hotel se queda también con la concesión para los próximos 59 años del único aparcamiento público del pueblo que pertenece al complejo hotelero y que tiene 282 plazas, de las que 100 pueden ser puestas a la venta, 30 son para los huéspedes y el resto para rotación y alquiler de usuarios”, detalla el encargado de mantenimiento. De momento, ni el plus del parking ha logrado seducir a ningún inversor y a lo largo de estos años las 3 suites, 9 junior suites y 71 habitaciones dobles de luxe -todas ellas equipadas con terraza- estuvieron en la diana de los okupas. No llegaron a colarse, pero de lo que no se libró este establecimiento fue de la visita de los amigos de lo ajeno en 2007.
“Parece ser que hubo gente que trabajó en las obras y se quedó sin cobrar después de suspenderse la inauguración del hotel y la gente cuenta que sacaron algunos colchones por los balcones”. Posteriormente, el establecimiento padeció una inundación y al final la autoridad judicial optó por tapiar la puerta de entrada para evitar nuevos percances.
Adiós al casino
Poco a poco se iba jalonando el turbulento historial de un establecimiento que se construyó como el primer hotel de lujo ubicado en el centro de Los Alcázares para explotar el atractivo turístico de las playas de un Mar Menor que por aquel entonces ofrecía mejor cara que ahora. De hecho, el proyecto original contemplaba habilitar en la entreplanta del hotel un exclusivo casino de 2.500 metros. “La autoridad judicial permitió que en 2010 se retomasen los trabajos para ejecutar los finales de obra que se paralizaron por el caso Malaya de Marbella y en 2015 quedó finalizado el hotel”. El casino pasó a mejor vida ante la falta de compradores, de forma que este espacio quedó diáfano y en la planta baja se ejecutaron otros tres locales para completar una espectacular galería comercial.
El 15 de julio de 2016 el establecimiento por fin abrió sus pruertas bajo la dirección de la cadena hotelera BlueSense Hotels & Resorts que apostó por firmar un contrado de arrendamiento. “El contrato de alquiler incluye una cláusua que estipula que en caso de vender el establecimiento a un tercero el arrendatario debe marcharse en una semana”, aclara Cano. “El alquiler no es caro porque lo que interesa es tener el edificio en funcionamiento”. Todo ello debido a que la prioridad de la Administración de Justicia es vender el hotel para saldar las deudas millonarias que Juan Antonio Roca acumula con el Estado tras ser condenado a pagar una multa de 233 millones de euros.
La mencionada cifra de dinero se ha ido reduciendo conforme ha ido subastándose el patrimonio mareante que el exgerente de Urbanismo en Marbella amasó en la Región de Murcia. Tal es el caso de un conjunto de fincas agrícolas que suman 164 hectáreas y una vivienda de superlujo por la que una conocida empresa del sector agroalimentario del Campo de Cartagena desembolsó 18,5 millones.
La ‘gota fría’ de 2016
El aparejador y encargado de mantenimiento de este establecimiento prosigue contando la historia de este negocio mientras sube por una imponente escalinata blanca de mármol que serpentea hacia la primera planta. Allí dos grandes esculturas, situadas a escasos metros de una barra acristalada, son las encargadas de presidir la zona diáfana con salón y restaurante buffet. Este espacio está iluminado por la luz natural de un lucernario de 700 metros cuadrados que recorre toda la zona central del edificio. “Es impresionante”, sentencia Cano con los ojos clavados en el inmeso tragaluz.
En una de las alas de esta planta se encuentran seis salones, alguno de ellos panelable, con capacidad para albergar a 500 personas. Los sillones están vacíos y donde debían estar celebrándose ponencias y congresos, entre otros eventos sociales y de trabajo, solo se acumulan palas, cubetas y botas con barro que se emplearon en los trabajos para limpiar los estragos que hace un año causó la DANA del 12S. La riada de Santa María obligó a cerrar el hotel tras inutilizar toda la sala de máquinas.
La gota fría siempre ha sido el azote de este establecimiento. Prueba de ello es que la cadena hotelera BlueSense Hotels & Resorts solo pudo mantener abierto el Hotel BlueSense Mar Menor por un periodo de seis meses porque la DANA de diciembre de 2016 lo anegó por segunda vez. En aquella ocasión, la riada de San Venceslao también asoló el término municipal y provocó el cierre al público de este negocio que se levanta sobre un lugar que traía buenos recuerdos a los vecinos: el antiguo cine de verano. Sin embargo, las cuatro estrellas de este hotel nuncan terminaban de despegar: unas veces por las visicitudes judiciales y en otras ocasiones por las lluvias torrenciales que todos los años castigan a esta bonita localidad enclavada en el litoral murciano.
La segunda inundación
Durante los dos siguientes años el hotel siguió con la persiana bajada. “El 28 de diciembre de 2018 volvió a abrir bajo la dirección de Blue Montain y con el nombre actual: Hotel Mossaic”, prosigue relatando Cano mientras acompaña a este diario a la primera planta donde se levanta un espectacular mosaico del artista Alejo y que recorre el ancho del edificio de lado a lado. “Está valorado en 700.000 euros”. El aparejador se conoce de memoria los entresijos de cada rincón del establecimiento porque no solo es el encargado de mostrárselo a compradores potenciales, sino que lleva su mantenimiento.
“Cada semana abrimos todas las ventanas para que no salgan humedades, enchufamos los equipos de aire acondicionado, hasta tiramos de la cadena de los inodoros, para que el edificio pueda abrir al día siguiente en cuanto alguien lo compre o lo alquile”. De hecho, hay metros y metros de sábanas extendidas por los pasillos que conducen a las suites para que el material que reviste el suelo esté impoluto. Las habitaciones también están cuidadas con mimo, tal y como comprueba este diario al adentrarse en la número 229 equipada con una amplia sala de estar, con balcón, TV de plasma, cafetera y minibar, que precede a una confortable cama, un gran vestidor y dos cuartos de baño.
A finales de 2018, el nuevo arrendatario Blue Montain reactivó el mercado laboral de la localidad porque no solo contrató a unos veinte empleados, sino que además externalizó el servicio de limpieza con una subcontrata a una empresa de Los Alcázares y contrató la red de internet a un proveedor local. El 12 de septiembre de 2019, la DANA causó la tercera inundación en la historia del establecimiento: el Hotel Mossaic solo aguantó nueves meses abierto. Las tres plantas subterráneas estaban sumergidas bajo el agua. “Los daños ascendían a 1,5 millones de euros”.
Despidos y deudas
La virulencia de la riada de Santa María, que dejó más de 300 litros de agua por metro cuadrado, condenó al arrendatario del establecimiento hotelero a cerrar. Toda la plantilla acabó en la calle y el hotel acrecentó su currículum plagado de desgracias. Este diario ha podido saber que al bajar la persiana en septiembre de 2019, la dirección supuestamente dejó a deber a la empresa de limpieza unos 13.000 euros, a la mercantil que le instaló internet unos 14.000 euros, a la de electricidad unos 9.000 euros... “El consorcio de seguros tenía que indemnizar al arrendatario hotelero con más de 300.000 euros y con la compañía aseguradora había una cláusula de lucro cesante de 400.000 euros: tengo entendido que conforme cobra de los seguros está pagando”, subraya José María Cano.
La guinda a este panorama desolador fue un nuevo robo. En noviembre de 2019, uno de los empleados que acabó en el paro accedió al hotel, a través de una de las puertas de emergencia, y localizó una llave maestra que le permitió registrar todas las habitaciones, salones y oficinas. El palo se saldó con la sustracción de una decena de televisores, cafeteras y ordenadores que este exempleado introdujo en un contenedor que se encontraba en el garaje para sacar el botín del complejo sin despertar sospechas. La Guardia Civil abrió una investigación y en enero de 2020 arrestó a este antiguo miembro de la plantilla, de 36 años, como presunto autor de un robo con fuerza.
La Covid-19, último percance
Después de concluir los trabajos para arreglar los desperfectos que provocó la DANA del 12S estalló la pandemia de coronavirus y el hotel prosiguió cerrado a cal y canto. La dirección de Blue Montain todavía tiene en vigor el contrato de alquiler y estudió volver a abrir el establecimiento para salvar la campaña de este verano, pero finalmente desestimó esta opción porque las limitaciones impuestas por las autoridades sanitarias condicionaban la rentabilidad de la reapertura. A todo ello se sumaba el mal aspecto que han lucido las aguas del Mar Menor tras sufrir una explosión de algas.
En la actualidad, la puerta de acceso a este establecimiento todavía luce el cartel que se colgó tras la riada: “Debido a las inundaciones y siendo causa de fuerza mayor, nos vemos obligados a cerrar temporalmente el Hotel Mossaic. Todas las reservas quedan canceladas. Las cantidades pagadas como anticipos serán pagadas en tiempo y forma. Les pedimos paciencia y comprensión (...)”. Un año después, las cuatro estrellas del Mossaic siguen aguardando para volver a encenderse de la mano de un inversor que compre o alquile la última joya intervenida en el caso Malaya.