Cae Antonio 'el Castaña' con sus 141 peones: la estructura del capo del hachís a lo Pablo Escobar
El menor de los hermanos Tejón, en libertad desde principios de julio, había montado una cooperativa con 18 pilotos o una treintena de alijadores.
16 septiembre, 2020 06:09Noticias relacionadas
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Fue recobrar la libertad, poner un pie en la calle, y Antonio Tejón se lanzó a lo mejor que sabe hacer, quizás lo único a lo que de verdad le ha echado verdadero empeño desde hace dos décadas: traficar con hachís.
Hace dos meses y medio, nada más salir de la cárcel granadina de Albolote gracias a un giro inesperado en el terreno judicial, Tejón, el pequeño del ‘clan de los Castañas’, retornó a su ciudad natal, La Línea de la Concepción (Cádiz), con ganas de revancha. Había pasado dos años entre rejas en prisión preventiva y no pensaba quedarse de brazos cruzados.
Desde entonces, según las fuentes policiales consultadas que lo seguían de cerca, se ha movido en su ambiente, con el barrio linense de La Atunara como epicentro de su vida. Con su gente, con sus amigos de siempre, con nuevos cachorros del narco a los que reclutar y con todo el tiempo del mundo para seguir pensando de qué forma podía volver a introducir toneladas de hachís por las playas que lo vieron crecer.
Pero Antonio Tejón se dio de bruces con la realidad este pasado lunes, cuando los agentes del Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON Sur) de la Guardia Civil le volvieron a apresar. Acudía a fichar a los juzgados de La Línea, como hacía cada dos semanas desde principios de julio pasado.
Durante toda esa jornada y la de este pasado martes se desplegaron 400 efectivos policiales por hasta cuatro provincias andaluzas (Sevilla, Huelva, Cádiz y Málaga) para asestarle un severo golpe, casi definitivo, a la cooperativa que el narco había montado en el sur de España en apenas un verano, con ramificaciones por media Andalucía.
Los investigadores policiales le acusan de la presunta comisión de delitos como contrabando, contra la salud pública, atentado, desobeciendia ante la autoridad y liderar una organización criminal.
Las cifras de la Operación Dismantle, como así se le bautizó, dan una dimensión de su envergadura: alrededor de 10.000 kilos de hachís incautados, 142 investigados, 32 detenidos, numerosos fugados que ya están en busca y captura, 40 registros…
Tejón tenía a su disposición un batallón de fieles, desde su mano derecha, Alejandro C., al que la Fiscalía y la Guardia Civil lo sitúan como número dos de su organización, hasta 18 pilotos de lanchas, una treintena de alijadores, 19 vigilantes de seguridad, cuatro gestores de embarcaderos, cuatro camioneros para mover las gomas desde Ciudad Real hasta la costa andaluza, dos conductores de coches de carga o un repartidor de puntos (vigilantes durante los alijos).
“Decía que era el jefe de La Línea y que, con él en la calle, se alijaba allí. Nos desafió. Pues este es el resultado”, dice un alto mando de la lucha contra el narcotráfico en Andalucía.
Sobre la causa en la que aparece como investigado Antonio Tejón pesa el secreto de sumario. El caso recae en el Juzgado de Instrucción número 5 de Algeciras (Cádiz). En base a la documentación que EL ESPAÑOL ha consultado, el narcotraficante aparece en la cúspide de una organización con casi un centenar y medio de miembros. En las próximas horas ha de pasar a disposición judicial. Ante los investigadores policiales se acogió a su derecho a no declarar.
Como “hombre de confianza y enlace” de Antonio Tejón con el siguiente escalafón de la pirámide aparece Alejandro C. Durante la estancia de Tejón en prisión, y con su hermano Francisco también entre rejas por varias causas que ambos arrastran desde hace años y que todavía no han sido juzgadas, Alejandro C. se habría encargado de mantener activo el clan, de ejecutar pagos a terceros y de estrechar vínculos con otras organizaciones de menor entidad. Tras la salida de prisión de Antonio Tejón, la estructura se reactivó de manera notable.
Precisamente, la investigación se inició en marzo de 2020, cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de la existencia de un narcoembarcadero situado en la playa de Palmones (Los Barrios, Cádiz), desde donde se botaban embarcaciones semirrígidas de potentes motores. Las lanchas partían hacia Marruecos en busca del hachís y retornaban horas o días después con la mercancía.
En el tercer escalón de la banda de Antonio Tejón aparecen Ángelo O., José Antonio C., Oscar R. y Sergio A. A ellos se les identifica como "lugartenientes".
A partir de ahí, la lista de investigados señala a numerosos encargados de alijar la droga cuando llega a la playa y nombres de tripulantes o de responsables de abastecer de víveres y gasolina en alta mar a las embarcaciones principales. Incluso, entre los investigados están una armadora y un patrón de pesqueros.
Dos ramas operativas
Durante la investigación, los efectivos del OCON Sur se percataron de que los miembros de la banda de Antonio Tejón usaban drones para “controlar los movimientos de las patrullas uniformadas” de la Guardia Civil. Además, los pilotos de las gomas usaban barcos pesqueros como parapetos hasta llegar a la zona de alijo. Con su ayuda evitaban ser vistos desde la costa.
La banda de Antonio Tejón, al que se le calcula una fortuna que oscila entre los 20 y los 30 millones de euros, contaba con dos ramas operativas, una en La Línea y otra en Puente Mayorga, una barriada de San Roque (Cádiz).
A su vez, cada una de ellas contaba con una “sucursal” con personal e infraestructura en la provincia de Huelva y en los márgenes del río Guadalquivir “por si la presión policial les hacía desplazarse del Campo de Gibraltar”, explican las fuentes.
A su vez, la organización contaba con una tercera rama, encargada de la logística y el apoyo a las dos primeras. Esta se dividió en tres subestructuras: la de control de los tres narcoembarcaderos que disponía la banda, cuya gestión estaba en manos de un histórico conocido como Rando; la de repostaje, con sede en El Puerto de Santa María (Cádiz), y la de adquisición de lanchas rápidas, controlada por un empresario vinculado desde hace años con los negocios náuticos.
Un verano en libertad
El jueves 2 de julio de 2020, Antonio Tejón abandonaba la cárcel de Albolote (Granada). La Audiencia Provincial de Cádiz en su Sección de Algeciras lo dejó en libertad sin fianza.
La decisión de la Audiencia llegaba después de que el 6 junio la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de La Línea de la Concepción (Cádiz) prorrogase por un año la prisión provisional de Tejón tras cumplirse el plazo máximo de dos años de privación de libertad sin que se le hubiera juzgado por una causa pendiente que él y su hermano tienen por un alijo de hachís.
La letrada de Antonio Tejón, Sara Borrego, recurrió el auto que autorizaba la prórroga. La Audiencia de Cádiz le dio la razón a la abogada del narcotraficante y decidió anularlo con el argumento de que la jueza linense carecía de competencias.
Pero el mismo día que abandonaba la cárcel granadina, la Guardia Civil acudió hasta el centro penitenciario para detenerle de nuevo. Antonio Tejón no llegó a poner ni un pie en la calle. Tras pasar dos días en los calabozos, la titular del Juzgado número 4 de Algeciras fijó 12.000 euros de fianza para él. El traficante pagó ese dinero a las pocas horas.
En esa causa se le acusa de cohecho impropio, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal. En ella aparece como investigada la guardia civil Trinidad S. P.. La agente está acusada de ayudar al narcotraficante a blanquear parte de su fortuna (2,23 millones de euros) a través del taller mecánico de su compañera sentimental.
La Policía Nacional ya detuvo anteriormente a Antonio Tejón en La Línea. Fue el 7 de julio de 2018, tras estar 19 meses en fuga. Desde entonces, hasta julio de este año, había permanecido en la cárcel.
Las autoridades policiales y fiscales sostienen que el narcotraficante llegó a controlar el 70% del hachís que entraba a España a través del Estrecho de Gibraltar, la principal vía de llegada de esta droga a Europa.