A los dos meses de vida Antonio ingresó de urgencia en un centro sanitario de Castellón. Corría el 23 de enero de este año cuando los médicos que atendieron a este bebé activaron el protocolo para alertar de la extraña lesión que sufría porque tenía roto un brazo a pesar de que no era capaz de ponerse de pie ni caminar para sufrir una caída que le causara una fractura. El engranaje de la Administración se activó y el Ayuntamiento de Almassora puso en marcha un Plan de Intervención Familiar con los padres del neonato: Antonio José, de 20 años, y Laura, de 17 años. El ESPAÑOL ha accedido al expediente del citado plan que se inició literalmente por este motivo: “Ingreso del menor en el hospital por posible maltrato”. Seis meses después de este incidente la criatura ha muerto tras sufrir una brutal agresión en el domicilio familiar a manos supuestamente del cabeza de familia.
La Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas de Valencia informó al Ayuntamiento del mencionado ingreso hospitalario el lunes 27 de enero. “Al principio cundió un poco la alarma dado que parecía que el menor de dos meses tenía lesiones anteriores, luego se dieron cuenta de que eran lesiones producidas por el ejercicio del parto. No obstante se abrieron diligencias informativas para que iniciaríamos intervención con la unidad familiar”, tal y como refleja un informe del Plan de Intervención Familiar de los Servicios Sociales de Almassora.
Los técnicos municipales se pusieron ese lunes a trabajar con el caso porque tenían localizados a los padres del bebé: “Tanto con la madre de Laura como con los padres de Antonio José hemos llevado seguimiento de ellos y de sus hermanos en el pasado desde el Servicio de Menores. Ahora mismo, ambas familias, tanto materna como paterna son o han sido subsidiarios de ayudas económicas”. Ese mismo día, 27 de enero, la abuela paterna del pequeño acudió a los Servicios Sociales y aseguró que a su nieto no le rompieron el brazo por malos tratos: “El menor duerme con los progenitores en la cama y creen que al moverse tuvieron que hacerle daño al bebé porque dicen que el miércoles anterior se despertó con un llanto desgarrador y no sabían por qué. La abuela no ha visto ni detectado que traten mal al menor ni que estén excesivamente agobiados para que hayan perdido los nervios con él”.
Al día siguiente, el martes 28, los padres del bebé fueron a los Servicios Sociales con la abuela materna. Durante la entrevista, los técnicos detectaron que los progenitores no habían informado a la abuela de que su nieto había sufrido un ingreso hospitalario. “Al preguntarle por qué no le habían dicho nada, Laura nos dice que por miedo a que le riñiese su madre no le habían comentado nada. No hay que olvidar que Laura sigue siendo una niña con unas responsabilidades muy superiores a las que está capacitada para asumir, y sigue pensado como una adolescente, que es lo que es”, reflexionan en el citado informe los técnicos del Consistorio.
El contexto socio-económico que rodeaba a estos padres primerizos era cuanto menos complicado: se habían estrenado en la maternidad en plena adolescencia porque Antonio José tenía 20 años y Laura era una menor de edad, de 17 años. Ninguno contaba con un empleo. Tampoco estaban estudiando. Los abuelos paternos se encargaban de llenar la despensa y de pagar el alquiler donde la pareja residía junto a su bebé: una casa antigua de la calle San Pedro de Almassora. “Les decimos que tienen que darse de alta en el paro y empezar a buscar trabajo de manera más intensa y que desde aquí los derivaremos a todos los cursos y planes de empleo que vayan apareciendo para que salgan de esa situación de asistencialismo total”, enfantizan desde los Servicios Sociales.
“Inmadurez de los progenitores”
La pareja de adolescentes también fue informada de que el Plan de Intervención Familiar en el que estaban inmersos por la rotura del brazo que había sufrido su hijo, incluía pautas de crianza y visitas a su casa a cualquier hora y sin previo aviso para supervisar el estado del domicilio y la salud del bebé. A pesar de esa advertencia, los técnicos municipales no localizaron en su domicilio a Antonio José ni a Laura en las dos primeras inspecciones sorpresa que realizaron los días 7 y 10 de febrero. Todo ello provocó que desde los Servicios Sociales se pusieran en contacto con la madre de Antonio José para advertirle de tales ausencias: “Se firma comparecencia con la abuela paterna para que se involucre en la intervención y vele por el bienestar del menor dada la corta edad e inmadurez de los progenitores”.
Una semana después, los técnicos volvieron a plantarse en la casa de la pareja de adolescentes sin avisarles previamente. Los funcionarios comprobaron que al pequeño Antonio ya le habían retirado la escayola del brazo y presentaba unos hábitos de higiene correctos, buen aspecto físico y estaba bien vestido. Sin embargo, en la inspección pusieron el acento en el aspecto que presentaba la casa en cuestiones como la limpieza: “Les decimos que se tienen que poner las pilas y que tiene que mejorar el estado de la vivienda”. A partir de ese momento, dada la “gravedad de los hechos”, esta pareja de padres primerizos también pasó a ser supervisada por un Equipo Específico de Intervención con Infancia y Adolescencia.
En marzo pasaron el examen
Tanto el entorno familiar como los cuidados que Antonio José y Laura brindaban a su bebé volvieron a ser examinados el 10 de marzo. En esa fecha, por fin cumplieron con los criterios que les pedían los técnicos municipales: “La vivienda está mucho más limpia y ordenada. El estado del menor es bueno. Les animamos a que sigan así”. Tras el estallido de la pandemia de coronavirus y el confinamiento domiciliario decretado por el estado de alarma, desde los Servicios Sociales no pudieron seguir con las visitas físicas a esta joven familia, pero todas las semanas les telefoneaban para testar su evolución y ni la educadora ni la psicóloga ni la trabajadora social detectaron nada anómalo.
En junio se retomaron las inspecciones físicas al domicilio y tampoco percibieron problemas ni en el domicilio donde se criaba el menor ni en su estado de salud. El Plan de Intervención Familiar debe revisarse cada seis meses y antes de esa valoración, el 2 de septiembre, el informe de los Servicios Sociales subrayó que tanto Antonio José como Laura seguían manteniendo un conducta marcada por su déficit de responsabilidad: “Hay que estar muy encima, ya que son un poco irresponsables e inconsistentes. Aunque van cumpliendo con las medidas establecidas seguimos viendo una gran inmadurez en ambos y una falta de conciencia y de responsabilidad. No cogen en peso las cosas y eso es algo que debemos trabajar y tener muy en cuenta en el próximo plan”.
Cuatro días antes de que el bebé sufriera la truculenta agresión que le costó la vida, los Servicos Sociales mantuvieron la última entrevista con Laura, la madre del pequeño. Todo iba sobre ruedas el pasado jueves 10 de septiembre: “El menor presenta un buen estado físico y de higiene. Estaba despierto muy risueño y espabilado. No vemos en ningún momento nada que nos llame la atención”.
Su vida no corría riesgo
La Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas está facultada para establecer que un menor de edad se encuentra en situación de desamparo, incluso a retirar la tutela a los padres, sin necesidad de que exista una resolución judicial previa que así lo establezca. A pesar de las sospechas iniciales de que al pequeño Antonio le rompieron el brazo en un supuesto episodio de malos tratos ocurrido en enero, desde la Consellería no adoptaron medias sobre la tutela del bebé amparándose en la valoración final del informe de los Servicios Sociales de Almasora: “Se trata de una familia con muchas limitaciones, pero en ningún momento habíamos detectado que la vida del menor estuviera en riesgo”.
De hecho, al inicio del documento técnico destacan que el Plan de Intervención Familiar ha implementado los siguientes aspectos de la pareja con su hijo: “Han mejorado la higiene general tanto de los progenitores como del menor” (...), “Han hecho del domicilio un lugar más funcional y adecuado para el menor” (...), “Se mostraban afectuosos y se veía que estaban creando un vínculo afectivo con el bebé (...)”. Este domingo, por motivos que se desconocen y que está investigando la Guardia Civil de Castellón, el cabeza de familia, el veinteañero Antonio José, cogió a la sangre de su sangre, su hijo Antonio, y lo agredió mortalmente. “Parece ser que el padre le hundió el cráneo al bebé al darle varios golpes con los barrotes de la cuna o con el lateral de la misma”, según apuntan fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
El pequeño ingresó en estado crítico en el Hospital General de Castellón y este martes se confirmó su fallecimiento. De cara a la revisión del Plan de Intervención Familiar de esta pareja de veinteañeros estaba previsto que Laura, de 17 años, empezase a acudir al ‘Projecte Llum’ de Cáritas para recibir clases de educación emocional y en valores, así como formación para gestionar la economía doméstica, educar a los hijos y cuidar de la salud del núcleo familiar. Por su parte, Antonio José, de 20 años, iba a ser derivado a un programa de empleo para realizar formación y prácticas remuneradas durante un año con un salario de 900 euros mensuales.
Tres días de luto
El Juzgado de Instrucción número 5 de Castellón ha cambiado los planes de estos padres. Antonio José ha ingresado en prisión en calidad de investigado en una causa abierta por un delito de homicidio en grado de tentativa, sin perjuicio de ulterior calificación, tal y como han precisado fuentes del Tribunal Superior de Justicia. Laura ha sido internada en un centro de menores. Este miércoles, a las 12 horas, en la puerta del Ayuntamiento se llevará a cabo un minuto de silencio en recuerdo del pequeño Antonio al que su padre supuestamente la arrebató la vida a golpes con solo diez meses. Las banderas ondean a media asta en señal de duelo y se han declarado tres día de luto oficial: los vecinos de Almassora están sumidos en la pena por el trágico final del bebé.