Imaginen haber estado toda la cuarentena trabajando y corriendo el riesgo de contagiar a su familia. Imaginen haber visto a cientos de personas morir y haber pasado con ellos sus últimos momentos. Y que, además, una vez terminados los meses de encierro, tengan que seguir con esta rutina como si nada hubiera pasado. Ahora piensen en que sus pacientes acuden a la puerta de su trabajo para increparles, que desconocidos les atacan a través de sus redes sociales y que hasta sus propios vecinos les quieren echar de sus casas. Bien, pues esta es la situación que llevan viviendo muchos de los sanitarios del país desde hace meses, aunque quizás el caso más sonado haya sido el de la ginecóloga Silvana Bonino, a la que escribieron "rata contagiosa" en la puerta de su coche durante el confinamiento.
En primer lugar, recordemos lo ocurrido. Silvana se dirigía a su puesto de trabajo, en la clínica privada Institut de la Dona de Barcelona (IDONA), cuando descubrió el grafiti con este mensaje en su coche nuevo. Era primera hora de la mañana y no fue hasta que se dispuso a hacer las fotografías de lo ocurrido que encontró, además, la rueda delantera y trasera de uno de los lados pinchadas.
"Esto no era la primera vez que pasaba", comenta la Doctora Bonino en una entrevista con EL ESPAÑOL. "Desde que nos cambiamos de coche, nos encontramos las ruedas pinchadas en varias ocasiones", añade.
En un principio, pensaron que era cuestión de "mala suerte" o culpa de otros elementos externos. Pero, tras varias incidencias, comenzaron a plantearse que algún vecino podría tener un problema personal con ellos. "Se lo comunicamos a la comunidad entonces, pero nos dijeron que no podían hacer nada. Por ello, instalamos una cámara de seguridad en el interior del coche", indica.
Estaban intranquilos, sobre todo su marido, y fue precisamente gracias a esto por lo que pudieron grabar el suceso días después. En las imágenes se veía como un hombre accedía al garaje a eso de la una de la madrugada y realizaba la pintada y los pinchazos. Por su altura y constitución, todo indicaba que podía tratarse de un vecino conocido, un varón de 37 años de edad y que residía en uno de los adosados de la urbanización. Por lo que decidieron presentar ante los Mossos d’Esquadra las imágenes para que pudieran identificarlo.
Tras ello, los Mossos se dirigieron al domicilio familiar del sospechoso para llevar a cabo las preguntas pertinentes. Pero, nada más abrir la puerta, el inquilino les recibió vistiendo la misma ropa que el hombre que había sido grabado horas antes por la cámara del interior del vehículo. "Era increíble porque le veíamos y llevaba exactamente lo mismo, desde las bambas hasta la camiseta", indica Silvana, todavía sorprendida.
"A nosotros nos dijeron que estas eran pruebas más que suficientes para inculparlo", señala. Sin embargo, la jueza no pareció pensar lo mismo y consideró que se debía de desestimar el caso por ver en lo ocurrido una posible "casualidad". De esta manera, las pruebas pasaban de evidentes a insuficientes y no se podía acusar al sospechoso de haber llevado a cabo dichos actos.
Después de esto, la causa se cerró y, por supuesto, el vecino señalado continuó viviendo en la urbanización, para la intranquilidad de Bonino y su familia. "No llegamos a tener muy claro si el ataque fue por mi o por mi marido, porque él es chino. Pero de cualquier forma, no lo estamos pasando bien", explica todavía afectada.
En el momento, los daños del vehículo los cubrió el seguro y la propia compañía, pero las cámaras que tuvieron que instalar en la plaza de aparcamiento a causa de la inseguridad, corrieron de su bolsillo.
Desde entonces, han sido muchos los días de tensión y preocupación. "Yo he intentado seguir adelante y continuar con mi vida con naturalidad, pero mi marido lo lleva peor y mis hijos tienen miedo", indica abiertamente Silvana, que se encuentra especialmente preocupada por los niños, de nueve y once años.
Es por ello que han optado por recurrir el caso y, en estos momentos, se encuentra en manos de la Audiencia Provincial de Barcelona. "La otra vez ni siquiera llegó a juicio, pero ahora tenemos esperanzas de que sí", aclara Silvana, que indica además que, a pesar de ello, se siente muy agradecida por el apoyo legal que le ofreció el Colegio de Médicos de Barcelona en su momento.
Elena Casado Pineda
Pero, por desgracia, el caso de Silvana Bonino no es el único. La doctora Elena Casado, anestesióloga en un hospital de Gandía -que no será mencionado por precaución-, ha sido víctima de duros ataques y amenazas a través de sus redes sociales, a lo largo de las últimas semanas.
"Esto del acoso se lleva produciendo desde hace años, yo lo recuerdo desde que era residente", señala Casado en una conversación en la que achaca los ataques a los sanitarios a los múltiples recortes que ha venido sufriendo la sanidad pública desde hace tiempo. "Sin embargo, a raíz del coronavirus todo ha ido a peor y la gente está muy desbocada", opina y culpa además al movimiento negacionista y al apoyo recibido por ciertas figuras públicas de haber empeorado una situación, ya de base complicada para ellos.
Ella, en un principio, comenzó recibiendo ataques de carácter genérico, "como le ocurría a otros compañeros", explica. "Me escribían lo típico de: Médicos asesinos, cómplices y otros insultos varios", indica -y destaquemos que hemos llegado a asumir como típicos una serie de ataques dirigidos a este gremio-. "Pero hace unas semanas, en agosto, me avisaron de que un hombre había cogido fotos mías, había publicado los datos del hospital donde trabajo y estaba diciendo a la gente que viniera a por mi, a raparme la cabeza", detalla indignada. Y es que, quizás a algunos les suene esta historia, porque el causante de estos ataques es ni más ni menos que el conocido como Doctor Papaya, el negacionista que se hizo pasar por parasitólogo y que acosó durante meses a periodistas y sanitarios, llegando a instar a sus casi 10.000 seguidores a que le ayudaran a buscar las casas de los involucrados en la gestión de la pandemia.
Mientras que, al mismo tiempo, un canal de YouTube con más de 3.000 seguidores publicaba a finales de agosto un vídeo que etiquetó como "los retrasados del día", con Elena Casado como protagonista. En este, el usuario hace una grabación de la pantalla del móvil mostrando las redes sociales de la atacada, con el único fin de profesarle una serie de insultos ya no solo relacionados con su profesión, sino además con su aspecto personal. "Realmente parecía un niño de 15 años hablando, pero aún así me preocupaban las consecuencias que pudiera tener", indica la afectada.
¿Y cuales fueron estas consecuencias? Un incremento de las amenazas personales, de carácter muy grave. Lo que habían sido una serie de insultos, en mayor o menor medida ridículos, pasaron a ser ataques verbales muy preocupantes, que tenían como único motivo infundir el miedo en la sanitaria. "A mi que me llamen novia cadáver me da completamente igual. Ahora, que me digan que saben dónde vivo, que me van a esperar a la salida del trabajo… Eso ya sí que da miedo", señala la anestesióloga con tono preocupado.
"Me decían que me iban a dar una paliza como me vieran por la calle y uno me llegó a escribir literalmente: te voy a coser el clítoris como a las negras de África", recuerda haciendo un repaso de todos los ataques recibidos. "Una intenta ser racional en esos momentos y no preocuparse, pero entiende que es incontrolable y los niveles de tensión son muy altos", añade cuando se le pregunta acerca de su estado en esos momentos.
Tras ello informó a los compañeros de seguridad del hospital de lo que le estaba ocurriendo, por si alguno de los troles se atrevían a cumplir las amenazas, y recopiló todas las pruebas necesarias para presentarlas frente a la Guardia Civil. Así, llevó estos y los ataques anteriores frente a las autoridades, que fueron enviados directamente a Delitos Informáticos y puestos bajo investigación.
Poco tiempo después, el famoso Doctor Papaya fue detenido en Zaragoza. La Policía Nacional logró dar con él gracias a las múltiples denuncias, entre ellas, la de Elena. "A raíz de ahí, los ataques cesaron", indica. Y aunque a día de hoy sigue recibiendo mensajes que la tachan a ella y a sus compañeros de profesión de asesinos, al menos no se siente personalmente atacada y ha podido relajarse un poco. "Da mucho miedo, pero con el tiempo me voy sintiendo más tranquila", comenta.
Otros casos
Además de los ataques directos, médicos, enfermeros e incluso farmacéuticos están recibiendo continuamente agresiones verbales de quienes deberían estar agradecidos por su labor. Y así lo reflejan las decenas de cuentas que han surgido en redes sociales para denunciarlos, como es el caso de Medicina Cabreada, que además actuó como altavoz en el caso de la doctora Casado. "Si a un contexto en el que se ha desprestigiado la sanidad pública se le suma la crisis económica que arrastramos desde 2008 y la pandemia, damos con el caldo de cultivo perfecto para que las personas lo paguen con quienes tienen más a mano, que somos nosotros", opina Elena.
Sobre este tema habla también Julián Ezquerra, secretario general de AMYTS, que destaca un incremento de las agresiones verbales en los centros sanitarios. "La violencia física se ha visto muy limitada debido a la falta de contacto entre médico y paciente, pero ahora acuden a las puertas de los hospitales a descalificar a los trabajadores", argumenta, decepcionado por la situación.
Hace unas semanas se hizo viral el vídeo de una mujer gritando insultos a las puertas de un centro de salud. En esa ocasión les acusaba, entre otras cosas, de ser los "cómplices de esta plandemia" -el término utilizado por los negacionistas para hablar de la pandemia del coronavirus-. La encargada de difundir el vídeo fue la cuenta Farmacia Enfurecida, quienes han relatado a este medio que, en el caso de los farmacéuticos, llegan a recibir amenazas muy graves por no querer vender a los clientes medicamentos sin recetar. Aparentemente, estas personas prescinden de solicitar la prescripción médica -por uno u otros motivos- y, al no recibir lo que esperaban, optan por amedrentar a los trabajadores con palabras como "te voy a esperar a la salida" o "te vas a acordar de mi".
"Entendemos que la gente se angustie si no se les coge el teléfono y si no se les da cita, pero tienen que entender que eso no es culpa de los profesionales, sino de la estructura política y gestora de cada comunidad autónoma", opina Ezquerra.
"Lo que ocurre es que nos han dado la razón a los que decíamos que pasaríamos de héroes a villanos en cuestión de momentos", añade. Y es que, desgraciadamente, esta comparación se ha extendido entre estos profesionales a lo largo de los últimos meses.
Ahora quedan muy lejos los aplausos diarios a las 20.00 horas, los descuentos en los establecimientos "para sanitarios" y los carteles en las ventanas agradeciendo su labor. Por el contrario, aparecen pintadas en las paredes de los hospitales -como las más recientes en el Hospital Materno Infantil de La Paz de "Sanitarios asesinos"- y reciben insultos en sus casas y redes sociales. La situación no cesa y los casos de amenazas son cada vez más frecuentes, mientras ellos dicen sentirse "preocupados" y consideran que por culpa de esto, cualquier excusa parece buena para que las agresiones puedan llegar a más.