Carla vive en Valladolid, pero esta semana se encontraba en Alicante. Para volver a casa, esta joven viajera tenía que pasar por Madrid y hacer trasbordo, ya que "no hay trenes directos". Y justo le ha pillado su viaje este sábado, el primer día de la aplicación de la medida del confinamiento perimetral de la capital, cuyo fin es frenar las expansión de la Covid-19. Pero se ha trasladado "tranquila" y ninguna autoridad le ha pedido un salvocondudcto que justifique el motivo de su viaje. Carla ha llegado a media tarde a Atocha. Después, ha cogido el Cercanías hasta Chamartín, desde donde parte su tren a las 21:30. Es decir, casi 24 horas después del inicio de las restricciones de movilidad, la vigilancia sigue siendo escasa. E insiste: "Nadie me ha pedido nada".
El caso de la joven vallisoletana, no obstante, no es aislado. EL ESPAÑOL se ha trasladado hasta el aeropuerto de Barajas y a la estación de Chamartín, dos centros neurálgicos de las movilidad en España y ha comprado que, por regla general, los viajeros han podido entrar y salir de las localidades confinadas sin que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado les hayan requerido el docuemento que acredite que se mueven por motivos laborales, asistencia a centros educativos, retorno a la residencia habitual o para asistir a mayores y dependients. En otras palabras, los supuestos que prevé la ley para la movilidad de los madrileños y los habitantes de las otras nueve localidades de la Comunidad con restricciones.
"Yo he venido de Leganés -otra localidad madrileña con la movilidad restringida- a las 14:30 y he viajado en transporte público por todo Madrid sin problema", cuenta Toñi, una trabajadora de la limpieza, tras su mascarilla y sus gafas empañadas. Ella, en su caso, tenía preparado el salvoconducto de trabajo en su bolso, por si se lo pedían las autoridades tras el inicio de las restricciones este viernes a las 22:00. Algo que no ha ocurrido.
Tampoco le han pedido nada a Laura, que vive en Alcobendas -municipio confinado- y que fue al centro de la capital para "ayudar" a su tía. Se trasladó en Renfe tranquilamente y nuevamente pudo acceder sin problemas. Y así hasta una decena de personas consultadas por este periódico. Madrid es un coladero y no se están cumpliendo las restricciones.
Imaginemos que alguna de estas usuarias tiene la Covid-19. Eso significaría que el virus se movería por el corazón de España -y alredores- sin impunidad. Pese a que Isabel Díaz Ayuso se ha enorgullecido este sábado de que "la Comunidad de Madrid está doblegando la curva", lo cierto es que las autoridades controlan de manera escasa los movimientos de los ciudadanos. Y ha ocurrido durante todo este sábado, a pesar de que se sí han instalado controles en las salidas y en la periferia de Madrid para vigilar el cumplimiento de las medidas. Unos controles que han sido informativos, pero insuficientes.
Barajas, desolada
Cumplidas casi 24 horas de restriccciones, EL ESPAÑOL se acerca al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, siempre polémico desde que empezó la pandemia puesto que el Gobierno regional defiende que es "una puerta de entrada del virus". La noche de este sábado, sin embargo, es ventosa y fría. Y quizá por ello los poquísimos viajeros que esperan su vuelo se aglomeraban a las puertas del edificio, sin poder pasar, en busca de algo de calor. A ninguno de ellos les han solcitado un salvoconducto de viaje. Pero, realmente, eran muy pocos y panorama del aeropuerto más importante de España en número de viajeros anuales era desolador.
Allí se congregaban, en todo caso, un grupo de 11 taxistas que explican a este diario que "a mediodía sí que había Policía parando a los vehículos que salían de la T-1 para pedirles documentacón”. Manuel, uno de los conductores allí concentrados esperando clientes como agua de mayo, cuenta, sin embargo, que este sábado ha sido como un día más: “Yo soy de Torrejón de Ardoz, una de las ciudades confinadas, y nadie me ha pedido nada para ejercer mi profesión”.
Sin embargo, varios de ellos sí que coincidían en que habían visto a lo largo de la jornada "algún que otro control policial". Concretamente, en "O'Donnell sentido salida y en Avenida de América, dirección entrada". Pero que tampoco les pareció que "hubiese más Policía que antes de empezar las nuevas restricciones". Y es que, a lo largo de la jornada no se ha apreciado el refuerzo de 700 agentes de Policía Nacional y Guardia Civil, previsto por la Delegación del Gobierno en Madrid, según indica Efe.
Dudas de los ciudadanos
En todo caso, más dudas que incidentes han marcado las primeras 24 horas de nuevas limitaciones de movilidad para casi cinco millones de madrileños, unas medidas que pueden traducirse en una caída anual del 17 % del PIB, según el Gobierno regional, cuyo recurso contra las restricciones ha sido admitido a trámite por la Audiencia Nacional.
Las primeras horas de restricciones han transcurrido con normalidad, "sin ninguna incidencia destacable en los diez municipios afectados por la Orden del Ministerio de Sanidad: Madrid capital, Móstoles, Alcalá de Henares, Fuenlabrada, Leganés, Getafe, Alcorcón, Torrejón de Ardoz, Parla y Alcobendas)", según ha afirmado el consejero madrileño de Hacienda y Función Pública, Javier Fernández-Lasquetty.
Pero no sólo no ha habido incidencias, tampoco muchos controles. Ya son las 21:45, 24 horas después de la hora de inicio de las nuevas medidas y la auxiliar de enfermería del Hospital Ramón y Cajal, María José, indica a este medio que ha aparacado su coche en Colmenar Viejo, un municipio al norte de Madrid, y ha venido en tren hasta Chamartín. "Yo tengo acreditación por ser sanitaria y trabajadora, pero me parece irresponsable que nadie me haya pedido nada a pesar de que vengo desde Soto del Real, una localidad no confinada. Yo me cuido mucho, pero si hay restricciones deberían vigilar que se cumplan", denuncia la sanitaria antes de coger el tren que la llevará a su puesto de trabajo.
Y es que Carla, Laura o la propia María José han podido viajar por Madrid con total libertad, a pesar de que ya está activa la Orden del Ministerio de Sanidad que restringe los movimientos de unos cinco millones ciudadanos en la Comunidad de Madrid por cumplir los tres criterios establecidos: tener una tasa de incidencia superior a los 500 casos por 100.000 habitantes, una tasa de positividad del 10% y una ocupación de las UCI superior al 35%.