Con mucha ilusión, trabajo y una inversión millonaria, Pepe Martínez inauguró hace dos décadas la Cafetería El Sereno: un exclusivo local de 112 metros cuadrados, en pleno centro de Totana, con capacidad para 34 clientes en el interior y 40 en la terraza. “El nombre del negocio es un homenaje a mi padre: en el pueblo le llamaban así porque fue sereno y para ganarse unos duros extra hacía tartas de merengue, yema y cabello de ángel”, recuerda Pepe emocionado porque la buena mano de su progenitor con los dulces le inspiró para montar primero un obrador y después, la citada cafetería, que va a poner a la venta por culpa de la Covid-19. Su caso es sólo un ejemplo de las consecuencias que está teniendo el particular día de la marmota que sufre el municipio totanero: en tres ocasiones ha retrocedido a la Fase 1 y eso está asfixiando a hosteleros y pequeños comerciantes.
En esta localidad murciana de 31.639 habitantes se está sufriendo otra pandemia: la del cierre de negocios. La Asociación de Hosteleros de Totana (Asemhos) y la Asociación de Hosteleros del Centro de Totana (C.H.A.C.T) han detectado un desplome del consumo del 50% y cerca de veinte establecimientos -bares, restaurantes, cafeterías- han bajado la persiana, unos de forma definitiva y otros temporalmente porque al carecer de terraza no pueden abrir en la Fase 1. Entre los comercios el panorama no es más alentador: la Asociación de Comerciantes de Totana alerta del cierre de un 20% de las 460 tiendas que componen el tejido comercial del pueblo.
La preocupante situación de los pequeños empresarios no trasciende acallada por las mediáticas cifras de contagios que a diario suma el municipio totanero. De hecho, la tasa de incidencia acumuluda de casos multiplica por cinco la media regional. Todo ello ha obligado, por ejemplo, a que día de hoy las clases de Primaria y Secundaria en los centros del casco urbano se sigan impartiendo de forma telemática. Una fuente de la Delegación del Gobierno de Murcia apunta extraoficialmente que no cree que exista en España otra localidad con una estadística de confinamientos y retrocesos a Fase 1 que supere a la de Totana, como mucho la igualan en algún municipio de Aragón o Navarra.
La Consejería de Salud anunció este lunes que Totana volvía a la Fase 1 por acumular durante los últimos siete días, una tasa de 1.155 casos por cada 100.000 habitantes. Durante dos semanas solo se podrá entrar o salir del pueblo por razones justificadas: trabajo, estudios... Pepe tenía previsto reabrir la Cafetería El Sereno en octubre, pero el anuncio de un nuevo confinamiento fue la puntilla para que decidiese vender su negocio. “Tras el estado de alarma no abrí porque nos quedamos en la Fase 1 mientras el resto de España avanzaba en la desescalada, luego el Gobierno impuso unas restricciones a la hostelería con las que no se podía trabajar y encima en julio Totana retrocedió a la Fase 1, por lo que dejé la reapertura para después del verano y ahora volvemos a la Fase 1”, resume completamente desanimado este hostelero.
Pepe, a sus 59 años, admite que está harto de pelear por su negocio mientras abre para EL ESPAÑOL la Cafetería El Sereno. En la barra donde se debían acumular clientes solo hay cajas. Tampoco huele a café ni a los dulces recién hechos de su obrador. Las sillas y mesas están apiladas en un rincón. En la caja registradora sólo hay telarañas porque el silencio le ha ganado la partida al bullicio de las conversaciones de la clientela. “Con el estallido de la burbuja inmobiliaria tuve unas pérdidas del 50%, pero en 2019 remonté el vuelo hasta que vino la Covid y regresé a la crisis económica de 2007”, reflexiona este pequeño empresario que estuvo al borde de la muerte tras entrar en coma por una pancreatitis que se le complicó. “Vi mi muerte y cuando te pasa algo así pierdes apego a las cosas”.
Después de ese trance vital, El Sereno, como le conocen con cariño sus vecinos, no quiere quebraderos de cabeza: vende su negocio porque el consumo se ha desplomado por culpa de la pandemia y los distintos confinamientos que ha vivido la localidad por retroceder periódicamente a la Fase 1. “La cafetería está en venta por 330.000 euros porque tiene mucho valor sentimental y realicé una inversión de 350.000 euros”, zanja probando en qué zona de la fachada de su negocio puede colocar el cartel de Se vende para que sea más visible.
Un recorrido desolador
EL ESPAÑOL recorrió este viernes las calles de Totana, junto al presidente de la Asociación de Comerciantes, Francisco Andreo Tudela, y pudo comprobar la pandemia económica que la Covid está causando en el tejido comercial: en la calle Antonio Garrigues han cerrado una tienda de trajes para celebraciones y un comercio de material de oficina; en la calle del Pilar un negocio de calzado; en la calle Monserrat esta semana bajó la persiana una guardería porque solo tenía seis usuarios; una librería ha colgado el cartel de liquidación de productos por cierre tras diez años de actividad... En el epicentro urbano, la plaza de la Balsa Vieja, los tres hosteleros que siguen abiertos gracias a sus terrazas se reparten diecinueve clientes. La imagen en víspera de un fin de semana es desoladora.
“Somos el único municipio de la Región de Murcia que ha retrocedido tres veces a la Fase 1 y hay comercios que han cerrado porque no tienen riñón para seguir aguantando”, subraya Tudela enfrascado en dos batallas titánicas: reclamar soluciones para la crisis de los comerciantes totaneros y evitar que cierre su tienda Confecciones La Parrala. “Esta semana sólo he hecho 70 euros de caja: subir la persiana me cuesta dinero”, expone preocupado porque se enfrenta a la mayor crisis que ha vivido desde que este negocio familiar abrió sus puertas en 1953 . “Soy la tercera generación que está detrás del mostrador, me salieron los dientes entre piezas de género de sábanas y toallas, hemos pasado por malos momentos, pero este es el más duro de todos”.
Totana es conocida en España como la ciudad alfarera por su riqueza artesana, sin embargo, desde que empezó la pandemia su nombre sólo se asocia a brotes, confinamientos y retrocesos a la Fase 1. Tal imagen no sólo echa para atrás a visitantes potenciales de localidades del entorno, como Aledo o Alhama de Murcia, sino que también ha llevado a los totaneros a restringir al máximo su vida social generando una bajada de la actividad comercial. En los escaparates de algunas tiendas se alternan los carteles de Se vende, Se alquila y Se traspasa negocio con los de liquidación de stock o suculentas rebajas del 50% fuera de temporada. Hay que incentivar las ventas como sea.
Coger corbatas y ahorcarse
El presidente de los comerciantes lleva a este diario de ruta por las tiendas con el objetivo de lanzar una llamada de auxilio a los gobiernos de la Región y de España. La siguiente parada para dar visibilidad a la crisis que está padeciendo el gremio es la tienda de Pepe: un pequeño empresario que está para ahorcarse con las corbatas de los trajes de novio que tiene apalabrados. "Tengo paralizados un total de 67 trajes, valorados en 50.000 euros, que sigo sin cobrar porque la fecha de la boda la han cambiado hasta en dos ocasiones”, resume el gerente de Novios Pepe Cánovas.
En el almacén tiene varios percheros repletos de elegantes y sofisticados trajes que están metidos desde hace meses en fundas individuales: cada una tiene pegada la correspondiente factura pendiente de cobro. “Mira aquí tengo colgados 2.400 euros de una boda que estaba prevista en abril, pero por la pandemia cambiaron la fecha del enlace a julio y como en verano Totana retrocedió otra vez a la Fase 1, pues ahí siguen los trajes: tengo colgados en el perchero el del novio (1.350 euros), su hermano (450) y su padre (600) porque no hay fecha para la celebración", ejemplifica al tiempo que abre una de las cajas llenas de pedidos de la Semana Santa que tampoco le han pagado las hermandades por importe de 20.000 euros. “Cada vez que volvemos a la Fase 1 esto es un jarro de agua fría: ¡Tengo acumulados trajes para vender durante los próximos tres años!", clama impotente.
Este experimentado comerciante, de 61 años, tiene claro que luchará hasta el final por la viabilidad de su tienda que suma más de tres décadas de historia frente al cauce de la Rambla de la Santa. "Voy a perder todo lo que he ahorrado trabajando desde los 16 años porque en este pueblo tenemos una muy gorda encima". En los últimos meses, las ventas de Novios Pepe Cánovas han caído en picado: “He vendido un 66% menos de un año para otro”. Pepe ha evitado el cierre tomando decisiones difíciles como acogerse a un fuerte préstamo ICO, restringir los pedidos un 80% y elegir a cuál de sus dos trabajadoras mantiene en el Expediente de Regulación Temporal de Empleo. "Al final he dejado a mi hija en el ERTE porque la otra dependienta tiene a su madre a su cargo y necesita el empleo".
Transmisión comunitaria
Una de las claves para reactivar el consumo pasa por frenar los contagios de coronavirus entre la población porque ya existe transmisión comunitaria y la media de edad de los últimos positivos varía de 30 a 35 años. En la actualidad hay 450 casos activos y 900 bajo sospecha. Esos son los datos, sin embargo, la realidad es otra: muchos vecinos no cumplen la cuarentena domiciliaria porque trabajan en el campo y las empresas sólo les pagan y les dan de alta en la Seguridad Social si acuden a diario a su puesto de trabajo. La mayoría de esos jornaleros son inmigrantes sin recursos económicos, residen en pisos patera, y se ven obligados a seguir recolectando diagnosticados de Covid. Para ello vulneran los controles de temperatura de las explotaciones tomándose un par de aspirinas y pasándose una botella de agua helada por la frente. El sector agrícola es un foco de transmisión del bicho.
Otra práctica extendida entre los inmigrantes consiste en pagar a un compatriota por quedarse en casa con el teléfono de media docena de compatriotas y hacerse pasar por ellos contestando a la llamada del Centro de Salud de Totana para corroborar que está cumpliendo el aislamiento domiciliario. En el Ayuntamiento confirman que estas situaciones se producen y avanzan que el municipio ha sido elegido por el Servicio Murciano de Salud para desarrollar un proyecto piloto sociosanitario: una estrategia de intervención integral para combatir la Covid-19 entre los colectivos más vulnerables. Una de las acciones del proyecto bautizado Arca de Noé consistirá en buscar alojamiento alternativo a personas que no disponen de recursos -como los jornaleros que viven en pisos patera- y que han sido diagosticadas de coronavirus o son contactos estrechos de positivos.
Ayudas a fondo perdido
“El sector agroalimentario supone el 80% de la economía local y los inmigrantes salen a trabajar porque no tienen más remedio”, subraya el alcalde totanero, Juan José Cánovas (IU). “Totana debería ser una localidad prioritaria para las administraciones estatal y regional porque hemos sufrido tres confinamientos”, recuerda el regidor enumerando a este diario que el municipio fue el único de los 45 de la Región de Murcia que tras el estado de alarma, el 23 de mayo, se quedó en la Fase 1 y no pudo avanzar a la Fase 2 de la desescalada. El 23 de julio volvió a retroceder a la Fase 1 y así se mantuvo hasta el 12 de agosto. Este lunes 28 de septiembre regresó a la Fase 1 y el confinamiento se prolongará, como mínimo, hasta el próximo domingo 11 de octubre.
Esta situación ha provocado indicadores económicos tan preocupantes como que desde marzo no se haya firmado en el Ayuntamiento ninguna nueva licencia de actividad por apertura de un nuevo establecimiento hostelero o comercial. En el polígono industrial totanero se han ido al garete algunas empresas y no se ha vendido ni una sola parcela ni una nave en los últimos siete meses. “La pandemia ha provocado que se posponga la venta de un solar de 7.000 metros cuadrados, por 200.000 euros, donde una empresa del sector servicios iba a comenzar la actividad contratando a doce personas”, apunta el regidor parapetado detrás de una enorme pantalla de cristal que recorre su mesa de lado a lado para evitar al bicho.
A Cánovas le quitan el sueño dos cuestiones: atajar los contagios en el sector agrícola y buscar alternativas para frenar los cierres de los negocios que regentan pequeños empresarios en su localidad. “La solución para comerciantes y hosteleros es una inyección de dinero a fondo perdido que tiene que venir de los gobiernos estatal y regional: ayudas de 3.000 o 6.000 euros para cada comercio que justifique las pérdidas”. El regidor explica que en el Ayuntamiento están trabajando en esa línea y en el Pleno de septiembre se aprobó una moción para pedir a las citadas administraciones medidas de apoyo a comerciantes y hosteleros. “Los préstamos ICO no son la solución”.
De momento, el Consistorio empezará a repartir ayudas a más de 300 comerciantes a través de una partida presupuestaria de 300.000 euros. “No podemos hacer más porque estamos intervenidos por el Ministerio: tenemos una deuda municipal heredada del Partido Popular de 110 millones de euros para un presupuesto de 32 millones”. El alcalde espera como agua de mayo a que el Gobierno de España les autorice a invertir el remanente positivo de 2019 que asciende a 1,9 millones de euros y con el que podrían poner en marcha otras acciones para ayudar al tejido comercial y hostelero. “Se podrían desarrollar campañas de promoción dirigidas a incentivar las compras”.
La gran duda de Ana
El salvavidas de las distintas administraciones no llega mientras que los pequeños empresarios afrontan su día a día centrados en salvar sus negocios. "Por la pandemia han cerrado tiendas y más que van a cerrar porque para el pequeño comercio no salen los números”, sentencia indignada Ana Martínez. Esta mujer vive con el alma en vilo sólo de pensar en la posibilidad de bajar la persiana de una de sus dos afamadas tiendas Ariadna Queen Size, de la calle Santiago: “Me estoy planteando cerrar el local por el que estoy pagando un alquiler y mandar al paro a una de mis tres empleadas porque desde que retrocedimos por primera vez a la Fase 1 mis ventas han bajado un 60%”.
Esta comerciante de 49 años ha suscrito pólizas y un crédito ICO para pelear por no bajar la persiana. "Soy la tercera generación de comerciantes de mi familia: la primera fue mi abuela, Antonia La Recovera, que hace 70 años empezó a vender menaje y confección y después llegó mi madre, Lali, que añadió a la oferta de productos los juguetes y los accesorios de verano”. Ana empezó a trabajar siendo una adolescente y cuando le tocó coger el testigo al frente de las dos tiendas decidió especializar la actividad comercial en moda y calzado para hombre y mujer. “Con la llegada de los centros comerciales eliminé la juguetería y los productos veraniegos”, recuerda esta mujer que guarda como un tesoro el libro donde su madre apuntaba las pesetas que le debían los clientes.
“Cuando venía un matrimonio a por una vajilla y le faltaba dinero le dejaban pagar poco a poco: en este libro anotaban a mano los pagos”. El negocio familiar de Ana ayudó a muchos vecinos fraccionando el abono de sus compras y ahora son ellos los que necesitan que las administraciones les echen un cable. “Desde marzo estamos esperando a que el Ayuntamiento nos pague la ayuda de 1.000 euros que prometió”, denuncia Ana. El malestar de los pequeños empresarios se palpa al otro lado del pueblo, en la calle de la Fuente, donde ya no huele al delicioso pulpo al horno que solía preparar el Bar El Cairo. “Esto es un desastre porque no tengo terraza y las tres veces que Totana ha retrocedido a Fase 1 me ha tocado cerrar”, explica con amargura Ginés Rosa, hostelero, de 57 años.
Ginés este lunes tuvo que bajar por tercera vez la persiana de El Cairo debido al nuevo confinamiento al que fue sometido el municipio. “No he tenido una crisis así desde el ladrillo en 2008: el futuro lo veo muy negro porque no nos ayuda ni el Ayuntamiento ni el Gobierno de la Región de Murcia”. Cada vez que cierra por un retroceso a la Fase 1 le toca seguir pagando los 350 euros de alquiler del local, los 100 euros de la tasa de recogida de basura... “No oferto el traspaso del bar porque nadie me lo va a coger”. Y no exagera, puesto que los confinamientos periódicos que está padeciendo Totana a causa de su elevada tasa de contagios, son un lastre para cerrar este tipo de transacciones comerciales.
“Los vecinos están desilusionados por lo que está pasando y no salen a la calle a gastar dinero”, corrobora Jerónimo Costa, presidente de la Asociación de Hosteleros de Totana (Asemhos). “En una mesa para cuatro personas donde antes se gastaban de media 80 euros ahora no llegamos a 40 euros”, ejemplifica Costa apoyado en su dilatada trayectoria al frente del Restaurante La Cruz. “En mi caso me estoy salvando por los menús diarios que se comen los obreros”. Otros comercios están capeando la bajada del consumo reduciendo su horario de atención al público, incluso están cerrando sus locales físicos para ahorrarse el alquiler y están vendiendo directamente por internet.
El presidente busca curro
La elevada cifra de contagios que ha generado la pandemia de coronavirus en la localidad también ha llevado a algunas cadenas ha cerrar temporalmente sus delegaciones. “En estos momentos no estamos operativos en Totana, volveremos pronto, mientras tanto se atenderá en Lorca”, tal y como reza el cartel de una firma de zapateros, cerrajeros, automoción y telefonía ubicada en la calle Zeta. A sólo unos metros de esta vía, de repente aparece una ambulancia y dos sanitarios bajan para atender un aviso de un paciente sospechoso de coronavirus: esa es la rutina diaria de la localidad totanera.
Los comerciantes y hosteleros consultados por EL ESPAÑOL no sólo reclaman fondos económicos para reactivar el consumo, también son partidarios de ejecutar cierres selectivos por barrios o distritos con muchos positivos, como se ha hecho en Madrid para evitar el confinamiento de todo el pueblo. Además, exigen a las administraciones que incentiven la visita de turistas porque el término municipal cuenta con enclaves de gran atractivo como el Santuario de la Santa y La Bastida: uno de los yacimientos arqueológicos de la cultura argárica más importantes de la prehistoria europea.
La situación de los pequeños empresarios es tan delicada que hasta el propio presidente de la Asociación de Hosteleros del Centro de Totana (C.H.A.C.T), Martín Miras, avanza que si el consumo no se reactiva ya tiene fecha de defunción para la Cafetería Martin's que él mismo regenta: “Estoy echando currículum para encontrar trabajo porque si esto sigue así cierro mi cafetería a final de año”.