“¿Que la renta per cápita de Matadepera se ha multiplicado por cuatro en el último año? Ese dato es muy engañoso. ¿Sabes lo que sí que se ha multiplicado por cuatro este año y nadie hace referencia? La solicitud de ayudas económicas y sociales por parte de vecinos”.
Se lo confirman a EL ESPAÑOL fuentes del Ayuntamiento de Matadepera. Revelan la realidad de un pueblo que, de la noche a la mañana, se ha colocado en boca de toda España. El motivo: tener mucho dinero. Es el nuevo líder del ranking de renta per cápita de España, desbancando a Pozuelo de Alarcón.
Pero el dato, en efecto, da lugar a equívocos. Matadepera es un exclusivo municipio montañoso al norte de Terrassa. Tal vez el único de Cataluña que cuenta con un campo de golf de propiedad municipal. Es también el pueblo favorito de las clases altas de la provincia: el futbolista Xavi Hernández, el presidente de Repsol o la familia Lao (fundadores de Cirsa) tienen casa allí. Algo así como La Cerdaña vallesana.
El alto poder adquisitivo de unos pocos vecinos hace que las cifras generales de renta se disparen cuando alguno obtiene beneficios. En este caso, el subidón que ha experimentado Matadepera se debe a una sola operación: la familia Lao ha vendido Cirsa a la empresa norteamericana Blackstone por una cantidad próxima a los 2.500 millones de euros. Y eso ha provocado que los números se disparen.
Pero el día a día en el municipio es mucho más mundano. Matadepera no es Eldorado, la ciudad utópica en la que sobraba el oro. En Matadepera hay clase obrera que lo está pasando especialmente mal durante la pandemia.Gente que emigra por no poder pagar el alquiler en su propio pueblo. Y casos dramáticos, como el de Anna Martínez. Una mujer de 53 años que enviudó en 2014. Se quedó sola para sacar a dos hijos adelante. Acabó por no poder pagar su alquiler y la desahuciaron. Se quedó en la calle. Pidió ayuda al Ayuntamiento, pero se la denegaron. Matadepera no es lugar para pobres, aunque haberlos ‘haylos’. Y son cada día más.
Crimen sin esclarecer
“Mi marido trabajaba de jardinero y sufría un trastorno bipolar. Una noche estaba solo en casa y decidió ir a un chalet a reclamarle a la dueña un dinero que le debía. La versión oficial dice que la propietaria, una mujer mayor, se asustó al verlo. Su cuidadora, una mujer dominicana, agarró un cuchillo. Le pegó a mi marido una puñalada en el corazón y otra en la yugular. Lo mató”.
A Anna le cuesta rememorar aquellos hechos acontecidos en marzo de 2014: “Mi hija cumplió 18 años el día que enterró a su padre. Mi hijo, que tiene los 18 ahora, sufrió un trauma enorme por la forma en la que le comunicaron la muerte”. Un crimen por esclarecer, con más sombras que luces. Hay numerosas contradicciones. Pero Anna no ha podido llegar hasta el final “porque un abogado de oficio llega hasta donde llega. Para eso hay que tener dinero. Y yo no lo tengo”, reconoce a EL ESPAÑOL.
El crimen supuso solamente el principio del calvario. Una familia rota, dos hijos traumatizados y un salario menos. “Yo llevo 18 años trabajando en la misma cafetería de Matadepera. Pero con sólo un sueldo es imposible sacar adelante un hogar. Mi hija estudia medicina, que es una carrera larga y costosa. A mí me dio un infarto tiempo después y sigo de baja. Me quedó una pensión de 400 euros escasos”.
El desahucio
La situación económica de Anna y su familia tocó fondo el año pasado. No le daba para pagar el alquiler y el dueño optó por un desahucio express. “Intenté negociar con el propietario, pero no se avino a escuchar”. Le dio igual dejar sin casa a una familia en esa situación. Antes de darse cuenta, Anna y su familia estaban en la calle.
“Yo soy hija de Matadepera, de la calle San Isidro. Aquí he nacido y me he criado. Aquí trabajo y conozco a todo el mundo. Creí que en mi propio pueblo me ayudarían. Y la gente de a pie sí que lo hizo. Los pobres, ya lo puedes poner así. Los vecinos de clase obrera que me dieron todo su apoyo”, reconoce Ana. Pero ese apoyo no se paga un alquiler y ella seguía sin un techo donde cobijarse. Entendió Anna que, siendo hija del municipio, la administración local le lanzaría un cable para que no se quedase en la calle. Craso error.
“Fui a hablar con el Ayuntamiento. A mí me desahuciaron hace un par de meses. Yo tenía buena relación con la anterior alcaldesa (Mireia Solsona) y el otro equipo de gobierno. Ella paseaba por el pueblo, hablaba con la gente, se preocupaba”, recuerda. Pero con este nuevo alcalde, las cosas no son tan sencillas para los más necesitados. “Fui a hablar con ellos, pero me vinieron a decir que en el Ayuntamiento no disponían de partidas para ese tipo de ayudas. Tampoco de viviendas de protección oficial. Que no podían hacer nada por mí”.
Guardar las apariencias
Y en esas sigue. Anna y sus dos hijos continuan viviendo en Matadepera, pero de prestado. Residen en casa de la abuela; la suegra de Anna. Técnicamente ya no tienen hogar. Se está planteando acudir al próximo pleno municipal para exponer su caso, pero los antecedentes no le hacen ser optimistas: “Matadepera es un pueblo caro y la administración no está para ayudar a los que no tenemos dinero. No es lugar para pobres. El que se lo pueda pagar, que venga. El que no, como yo, se tiene que largar. Aunque este sea mi pueblo”, sentencia. Y señala que no es la única en una situación límite: “Te podría hablar de bastante gente del pueblo que lo está pasando mal”.
Una versión que corroboran fuentes del entorno del consistorio: “Hemos ampliado la plantilla de Servicios Sociales en los últimos meses. Ahora hay trece personas trabajando en esa área, más de lo que ha habido nunca. Desde el inicio de la pandemia ha habido un incremento importante de gente del pueblo que nos pide ayudas”, explican estas fuentes a EL ESPAÑOL.
Y, contra todo pronóstico, muchos de estos necesitados residen en los más lujosos chalets: “No es un problema exclusivo de una zona. Podríamos pensar que la que más sufre es la gente del centro, que es la parte más antigua. Que en las urbanizaciones de lujo eso no pasa. Pero no es verdad. Te sorprendería ver la cantidad de esas mansiones que no son de propiedad, sino alquiladas. Vivir en Matadepera da caché. Es subir en el escalafón social, pero es caro. Como cuando uno se compraba un Porsche Cayenne y lo ponía a pagar en doce o trece años porque no llegaba, pero necesitaba aparentar. Pues esto es lo mismo. Hay gente viviendo en chalets que nos están pidiendo ayuda, porque es que no llegan. Pero necesitan guardar las apariencias”.
Policía en precario
No solamente padecen carencias los vecinos. También los trabajadores municipales. Especialmente en el cuerpo de Policía Local. “Estamos trabajando en condiciones de la Edad Media. Tenemos una plantilla muy reducida. De 23 efectivos hay 6 de baja, dos de ellos de larga duración. Los que quedamos tenemos que trabajar la mitad de los festivos del año. Quizás Matadepera tenga la renta per cápita muy alta, pero eso no se traduce en unas condiciones de trabajo dignas para una plantilla que tiene que proteger al pueblo con más dinero de España”, revelan a EL ESPAÑOL fuentes policiales.
Esas condiciones precarias también se traducen en el sueldo: “Cobramos, de media, 400 euros menos que un policía de Terrassa, que es el municipio vecino. Los agentes allí trabajan menos horas que nosotros, pero están mejor pagados. Que nos digan ahora dónde está todo ese dinero que hace que Matadepera sea tan rica”.
Y es que el dinero llama al dinero, pero también a los amigos de lo ajeno. Matadepera es una de las escalas innegociables de las bandas de ladrones que actúan en la provincia de Barcelona: “Vienen desde lejos, normalmente de América Latina o el este de Europa. Se pasan un mes y pico por la provincia 'pegando palos' y luego se largan. Una de las paradas más golosas es Matadepera, porque saben que hay dinero”, recogen fuentes policiales. Por ello se instalaron cámaras de vigilancia por todo el municipio. La seguridad es una de las principales preocupaciones de los ricos habitantes del pueblo, pero el dinero que se destina a este concepto es insuficiente.
Seguridad privada
Dado el panorama, los vecinos más acaudalados han optado por protegerse ellos mismos. Es el caso de la familia Lao, los gurús de las tragaperras. Son los responsables de que Matadepera esté en los medios esta semana por haber vendido su empresa. Los Lao residen en Les Pedritxes, la urbanización más exclusiva de Matadepera. Para llegar a su fortín hay que desviarse por una calle sin salida, donde la mayoría de las propiedades son de la familia. En el extremo sur hay un cul-de-sac que impide avanzar más. Ahí está la mansión. Una enorme valla metálica, carteles de “Prohibido el paso” y agentes de seguridad privada vigilando que nadie acceda a las propiedades de una de las familias más ricas de Cataluña.
Lo único que se percibe desde el exterior son 4 banderas: la de Cataluña, la de España, la de Andalucía (porque la familia Lao es originaria de Almería) y la de Matadepera. Todo lo demás, es secreto. Y si permaneces mucho tiempo en la zona o te sorprenden haciendo fotos, los guardias acuden en el acto para impedirlo y pedir explicaciones al intruso.
En el otro extremo del municipio tiene un chalet Antonio Brufau, presidente de Repsol. Una vivienda con poca visibilidad desde fuera y fuertes medidas de seguridad. “Brufau a veces está empadronado aquí, a veces en el chalet que tiene en Premià de Mar. Cuando está censado aquí, se nota la subida en lo relativo a las rentas. Y cuando se empadrona en otro municipio, los números de nuestro pueblo bajan. Para que veas lo erróneo que puede llegar a ser ese dato”, adviertendesde el consistorio.
“En Matadepera, ricos de verdad hay 4 o 5. Esos son los que modifican las estadísticas del pueblo entero”, resume Anna. En su situación, prefiere tomarse las cosas con ironía: “Según estos nuevos números de renta per cápita, todos los matadeperenses cobramos 218.000 euros al año. Yo lo que quiero saber es dónde tengo que ir a reclamarlos”. Anna se despide y vuelve a casa de su suegra. Reside cerca de Joaquim Hernández, padre del centrocampista Xavi. Es otro de los ilustres de Matadepera, como el también futbolista Riqui Puig, que se crió en el pueblo.
Vivir en Matadepera da caché, y las noticias sesgadas sobre renta per cápita lo incrementan todavía más. También el coste de la vida: “Yo no puedo hacer la compra en mi pueblo porque es carísimo. Tengo que bajar a Terrassa, que es más económico”, lamenta Anna. Le duele Matadepera y sabe que sus hijos tendrán poca opción de vivir allí: “No es lugar para pobres y no nos ayudan. Pero los pobres también existimos y tenemos derecho a vivir”, concluye. Mientras el municipio copa portadas porque parece que les sobra el dinero, los renglones torcidos de Matadepera siguen intentando sobrevivir en un ambiente cada día más hostil. Y más caro.