Ángeles corre, aunque un poco a su manera, porque llega tarde a la Revolución. Lo hace por el madrileño Paseo del Prado y se asoma a un furgón de antidisturbios que tiene la puerta corrida. Metiendo la cabeza, grita que viva España, que viva el Rey, y que viva la Policía Nacional; y el agente le responde, señora, que se ponga la mascarilla. “Dice que me ponga la mascarilla, pues me la voy a quitar…”, farfulla hasta que ve la cámara de EL ESPAÑOL. Empieza el show.
Ante un sencillo “¿por qué están aquí?”, Ángeles estalla. “Recomiendo a todo el mundo que lea el Plan Eugenésico de la Fundación Rockefeller, entonces entenderán que qué va el confinamiento”, dice, voz ronca, mientras sujeta una mascarilla con la bandera patria por imperativo del antidisturbios. “Nos van a hacer pasar hambruna, aunque haya comida en los almacenes, para llevarnos a todos como borregos al matadero y a vacunarnos”, añade. Y entra su compañera: “Y que se lean el manifiesto, el discurso de Nikita Kruschev del 29 de noviembre de 1959, y ahí dice que los hijos de tus hijos vivirán bajo el comunismo. Los ocho pasos para llegar al comunismo, los están cumpliendo todos”. Y vuelve Ángeles, ahora en inglés: “Anyway, Hemingway, go away”.
Así, como de primeras, provoca cierta gracia. Luego uno piensa que este fin de semana se ha llegado a los 1,33 millones de contagiados por la Covid-19 y a los 38.833 muertos y el chascarrillo se va por el desagüe. ¿En qué hemos fallado como sociedad?
La responsable del delirio es Sonia Vescovacci, una youtuber y agente de Policía Nacional -aunque un poco de facto ya que está en excedencia y acumula múltiples expedientes disciplinarios- que ha convocado una marcha este sábado a través de su asociación Policías por la Libertad. La premisa de la manifestación es protestar contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez y el uso que, considera, hace el Gobierno por parte de las autoridades policiales para infundir miedo a la población.
La manifestación ha acabado siendo un fiasco. No es sólo que hayan acudido muy pocos policías a la marcha, sino que sus compañeros de la Policía Nacional consideran que menosprecia el trabajo del resto que sí que está día a día cumpliendo su trabajo. Además, con sus proclamas en contra de la distancia de seguridad y del uso de mascarilla, y animando a que se sume cualquier organización, ha juntado a un grupo de negacionistas de lo más variopinto y llamativo.
Eso sí, un grupo pequeño. Según trasladan fuentes de la Policía a EL ESPAÑOL, en su punto álgido la marcha ha tenido 500 personas y, en el momento en el que se leían los manifiestos, la cifra ya bajó a la mitad. La Revolución hacia la que corría Ángeles ha terminado quedando en mini-manifestación.
Pedro Sánchez: reptiliano
Que el asunto se empezaba a desvirtuar lo ha notado una miembro de Policías por la Libertad mientras este diario hablaba con una señora, que no ha querido identificarse, y que sujetaba un cartel en el que se leía “Golpe de Estado”, sin quedar claro si se siente víctima de uno o si considera darlo; imaginando lo primero pero sin descartar lo segundo. Mientras la señora, pancarta en mano, decía que Pedro Sánchez es un iluminati y un reptiliano -y lo decía sin bromear, por difícil de creer que resulte- la miembro de la organización le espetaba a un compañero: “Luego los medios sacan a estos y manipulan”.
Para nada. Los mensajes negacionistas y conspiranoicos han salido hasta del oficialismo de la manifestación. La marcha ha comenzado, puntualmente, a las 16.00 horas en la Puerta de Alcalá y ha avanzado hacia la fuente de Neptuno, frente al Congreso de los Diputados que permanecía completamente vallado por si acaso. Ahí, varias asociaciones como Policías por la Libertad, Infancia y Verdad o Psicólogos por la Verdad han leído sendos manifiestos. Llama la atención la facilidad para arrogarse el concepto “verdad” y el escaso poder de convocatoria de las asociaciones que, eso, ni entre todas han juntado a más de 500 personas.
Así, un portavoz de Policías por la Libertad ha arremetido contra las vacunas. “Inocular algo de forma masiva a la población, sin saber qué efectos puede tener, es de una irresponsabilidad apabullante, si no criminal. ¿De verdad los españoles vamos a ser cobayas humanas de las grandes farmacéuticas?”, ha dicho antes de que el público le respondiera con un “Nooo” coral. Y Pilar, presidenta de Infancia y Verdad, ha dicho que los niños no contagian y que en España no se puede obligar a usar mascarillas, hidrogeles ni a someterse a una prueba PCR. Dice que sus palabras están en la ley y que “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimento”.
A pesar de que fue convocada por Policías por la Libertad, la presencia policial ha sido muy escasa. Ni una sola asociación o sindicato -como el SUP o Jupol- de agentes ha sido representada y sólo un manifestante llevaba una camiseta de la Policía Nacional y no era parte de ningún uniforme oficial. También habían convocado a otros, como bomberos, y no se veía ni un casco -como sí que se ha visto en otras manifestaciones de los bomberos-, y ningún guardia de seguridad privado se ha hecho notar.
La marcha ha terminado frente al Ministerio del Interior sin ningún altercado, lo que no deja de suponer una victoria teniendo en cuenta los episodios violentos del fin de semana pasado. Pero las palabras de Rafael Manrique, un profesor de reiki, demuestran que aún queda mucho trabajo por hacer: “Mis padres tienen 90 años y siempre que he ido a casa lo he hecho sin mascarilla y no ha pasado nada”. Quizás no recuerda cómo se cebó el coronavirus con las residencias de ancianos, con la UME descargando decenas de cadáveres a diario para llevarlos a morgues improvisadas en pistas de patinaje. O quizás no le importa.