Cuando emigraron a la Ciudad de México en torno a 1920, con lo puesto y sin trabajo, Juan Servitje y Josefina Sendra, un matrimonio catalán de origen humilde, no podían ni tan siquiera imaginar una décima parte de lo que estaba por llegar a sus nuevas vidas. Posiblemente ni se les pasara por la cabeza que pronto serían capaces de abrir su propio y entonces humilde negocio panadero: El molino de Argentina. Ni mucho menos que uno de sus hijos, Lorenzo, inspirado por la tradición familiar, sería capaz de levantar años después el mayor imperio de pan en todo el mundo: Bimbo.
Este pionero, no obstante, al igual que sus padres, no lo tuvo nada fácil. La muerte repentina de su progenitor, poco después de llegar al país latino, le cambió la vida por completo. De un día para otro, cuando apenas alcanza la mayoría de edad, no tiene otro remedio que renunciar a sus estudios de contabilidad en la Universidad Autónoma de México, afrontar la dirección del Molino y mantener a su familia.
Es entonces cuando este joven, con la idea de crear algo mucho más grande que una panadería, forja una alianza con algunos de sus familiares y mejores amigos, entre quienes estaban Jaime Sendra, Jaime Jorba, su primo y que entonces vivía en Tarrasa (Barcelona) y sus tíos, José Mata y el ingeniero Alfonso Velasco. Y juntos, deciden emprender su aventura empresarial: crear la panificadora más potente de todo México. Así, el 2 de noviembre de 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, surge la empresa Panificación Bimbo S. A.
A partir de ese momento, esta pequeña compañía —cuyo nombre surge de la combinación del popular juego Bingo y Bambi, la famosa pelicula de Disney— acumulará grandes éxitos hasta convertirse en una de las multinacionales más importantes del sector alimentario, con presencia en 22 países de América, Europa y Asia, casi 200 plantas de producción y una facturación que ronda los 15.000 millones de dólares. Y lo más importante, estando siempre en manos de la familia.
Sin embargo, la trayectoria de los Bimbo no solo ha estado llena de triunfos. También de innumerables trifulcas entre los fundadores, traiciones, rupturas e incluso de batallas legales por el uso de la marca en otros países. EL ESPAÑOL reconstruye la historia de una de las empresas más herméticas y emblemáticas que empezó fabricando pan de molde y terminó dando nombre a una categoría en medio mundo: pan bimbo.
Austeridad y ruptura
La idea inicial de los cinco fundadores era ofrecer un producto fresco, sin defectos y que se pudiera ver en el envoltorio. Una idea que hizo escuela y les permitió ir conquistando a gran velocidad todos los mercados frente a sus competidores, que no mostraban a la vista su producto y en muchas ocasiones escondían su mal estado. Bimbo, en cambio, siempre envolvió su pan en celofán para dar fe de su frescura y marcó la diferencia.
Conseguir aquello supuso un trabajo arduo de todos los accionistas, sobre todo de tres. Lorenzo Servitje se encargaba de la administración, Jaime Jorba buscaba consumidores y abría nuevos mercados y Alfonso Velasco se encargaba de la innovación y la producción en las fábricas. Sin embargo, parecía que nada era suficiente para el primero de ellos a pesar de que Bimbo crecía de manera progresiva y se expandía de manera increíble.
Esa actitud, sumada a la austeridad (reducción del gasto) a la que obligaba Servitje, hizo que con el paso de los años Jaime y Alfonso decidiesen abandonar la empresa familiar y emprendiesen su propio camino. "Don Lorenzo era muy estricto, a veces exigía de más y eso acabó influyendo en nuestra salida", reconocen ambos en Al Grano: vida y visión de los fundadores de Bimbo (2008, Planeta), la obra que relata las claves del éxito empresarial de la compañía. Este modo de hacer del empresario mexicano ha sido confirmado hasta por su propia hija, Maria del Carmen Servitje, en una entrevista reciente: "No se nos permitía criticar a los demás ni tratar con altanería a ninguna de las personas que nos ayudaban en la casa. Desde pequeñas dábamos clases a niñas y niños de medios marginados. Había una cierta austeridad en la vida cotidiana”.
Ante tal escenario, según desgrana la biografía sobre los fundadores, Alfonso Velasco se sintió menospreciado y decidió irse a la panificadora El Nopal para competir directamente con Bimbo. Sin embargo, el desenlace era predecible. Con el paso del tiempo, y ya convertido en todo un gigante, Bimbo terminó absorbiendo a El Nopal, y todo volvió a manos del magnate Servitje.
Regreso a España
La marcha de Jaime Jorba, en cambio, fue distinta, aunque con idéntico final (y posterior drama familiar). Tenía cierta debilidad por su primo Lorenzo, tal vez por todo lo que había hecho por él o por qué posteriormente se casaría con su hermana (y prima), y no tuvo una salida tan brusca como Velasco. Aun así, demostró que quería cumplir sus propios sueños y sin salir de Bimbo busco expandirse en el viejo continente. En otras palabras, regresar a España, de donde curiosamente había salido cuando era joven para evitar el servicio militar.
Visto el éxito en México, Jorba, junto a otros dos socios, decidió crear una empresa con idéntico nombre, símbolos y filosofía. Inició su actividad el 21 de febrero de 1965, fecha en que salió al mercado español el primer pan de molde, producido en su fábrica de Granollers (Barcelona). El pan bimbo español conquistó los paladares de los españoles en cuestión de meses, pero no duró demasiado tiempo en manos de este empresario catalán.
Ante la necesidad de establecer alianzas para aumentar su competitividad, en 1971 Bimbo España se asoció con la compañía estadounidense de panificación Campbell Taggart Inc., la segunda de su sector en Estados Unidos. En 1978, Jorba finalmente vende el resto de las acciones y, a partir de entonces, ambas compañías, Bimbo México y Bimbo España siguen caminos paralelos pero completamente independientes. "Fue un error creer que los trabajadores españoles se comportarían igual que en México, los sindicatos exigieron mucho y poco después se convirtieron en el yugo que terminaría con Bimbo España", reconoce Jorba, en el libro sobre Bimbo.
Batalla legal
La venta de la filial española a la multinacional estadounidense que llevó a cabo Jorba, no obstante, iba mucho más allá. Significaba que el máximo competidor de su primo Lorenzo estaba utilizando su propia marca, la que habían creado en 1945, en Europa. Lo que llevó les llevó a los tribunales de la Unión Europea para recuperar el uso del nombre y dio comienzo a una disputa entre ambas compañías: Bimbo contra Bimbo.
El conflicto entre las dos comenzó cuando la mexicana intentó registrar la marca Grupo Bimbo ante la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI), que no lo permitió. Tras interponer un recurso, la mexicana logró que se favoreciera el registro, pero solo para una serie de productos que no estuvieran vinculados al pan.
Aún así, Bimbo España consideró que se seguía generando confusión en los consumidores españoles al permitir que se usara esta marca (Grupo Bimbo) para algunos productos. Finalmente, el tribunal europeo, en una sentencia del 14 de diciembre de 2012, daba la razón a la española, señalando que el renombre extremadamente elevado de la marca Bimbo en España era suficiente para considerar que existía un riesgo de aprovechamiento futuro de la notoriedad de la marca de pan de molde más famoso en nuestro país.
Tuviese sentido o no, lo cierto es que este fallo preocupó muy poco al mexicano Grupo Bimbo, pues un año antes de que el tribunal dictase sentencia había logrado comprar Bimbo España y Portugal, denominando a ambos Bimbo Iberia. La marca ya era suya en todo el planeta. Todo finalmente quedaba en casa, a pesar de que hacía poco más de un año las dos compañías peleaban en los juzgados. Poco después, además, también compraban Panrico, su mayor competidor español. El conflicto familiar entre los fundadores y la posterior batalla judicial les había convertido, aunque suene paradójido, en los número uno en todo el mundo.
Segunda generación
Tras la tormenta, llegó la calma y los conflictos amainaron, por fin, a los dos lados del Atlántico para los Bimbo. Tras la jubilación del fundador, Lorenzo Servitje, las riendas de la compañía fueron tomadas por su hijo mayor, Daniel Servitje. Considerado toda una referencia en el sector empresarial mexicano tanto desde el punto de vista político como económico.
En 1997, recibió la dirección general del Grupo Bimbo, una empresa, en aquel momento, de 3.000 millones de dólares de ingresos, y que, tras 23 años bajo su conducción, en la actualidad factura entre cuatro y cinco veces más. Preside también el Consejo de Administración desde 2013 y controla el paquete accionariado de su familia en Bimbo: 38% de su capital. Y también el de la familia Jorba Servitje (la descendencia española, que posee un 11,9%).
Según Forbes, el Grupo Bimbo es uno de los diez gigantes mundiales. Aunque hay voces del sector de la alimentación que, viendo los últimos datos, lo definen ya como un gigante venido a menos. "Su cuota de mercado es el pan de molde. En la bollería antes era muy potente, pero ahora han perdido mucho terreno respecto a la marca blanca. La compra de Panrico les hizo grandes en el sector del pan, pero en la bollería tiene mucho más impacto la marca blanca".