Una llamada telefónica mantiene en vilo a la senegalesa Maimouna Faye desde hace dos semanas. Su hija, que se encuentra en Dakar, la capital de Senegal, la llamó a París, donde reside la mujer desde 2015. “Mamá, el hermano se ha marchado a Europa. Se ha subido a un cayuco con destino a las islas Canarias”.
A Maimouna se le cortó la respiración al escuchar aquellas palabras de su hija. Ella llegó en patera a las Canarias desde Marruecos en 2014 y sabe que la travesía es “un infierno”. Este domingo, la mujer, de 45 años, desesperada por no saber el paradero de su hijo, habla con EL ESPAÑOL.
“Lleva dos semanas sin llamarme. Su hermana me avisó de su partida. Ahora no sé nada de él. No sé si ha llegado vivo o no”, dice con la voz entrecortada y con breves paradas durante la conversación para respirar hondo. La percepción del periodista al otro lado del teléfono es que le cuesta contener el llanto. “Se llama Zale Wade, tiene 28 años. Por favor, que alguien me ayude a encontrarlo”.
Maimouna Faye trabaja en un restaurante de París desde hace cinco años. Tiene un permiso de residencia temporal y se encuentra inmersa en el proceso para obtener la nacionalidad francesa.
Dejó Dakar, donde vivía junto a su pareja y sus dos hijos, en 2011. Viajó hasta Marruecos cruzando el Sáhara. Allí pasó tres años. Se ganó la vida como pudo, aunque siempre con el sector de la restauración como faro laboral.
En 2014, la mujer decidió dar el salto a la UE, aunque no a territorio continental. Se subió a bordo de una rudimentaria patera que partió desde una playa del Sáhara occidental. Ella y una veintena larga de tripulantes más alcanzaron la isla de Gran Canaria. Allí pasó nueve meses. Cuando pudo, se mudó a Francia.
"Le decía que no"
“Cuando hablábamos por teléfono, mi hijo siempre me decía que quería venir conmigo y que un día él se iba a ir a las islas Canarias. Yo siempre le decía que no, que no se subiera nunca a una patera o un cayuco. Al final, parece que lo ha hecho”, se lamenta Maimouna.
La mujer cuenta que las dos últimas semanas apenas come ni duerme. “Yo recuerdo lo duro que fue mi viaje, sé lo que es estar en mitad del mar durante días y noches. Estuvimos a punto de morir. Por eso pienso tanto en mi hijo. Sólo quiero volver a escuchar su voz y saber que está bien”.
Hace una semana se vivió un caso parecido al de Maimouna y su hijo. Fue en el muelle de Arguineguín, por donde pasan todos los inmigrantes que rescata Salvamento Marítimo. Sukeina, una joven marroquí que vive en la ciudad francesa de Dijon, viajó hasta Gran Canaria para intentar localizar a su hermano Ahmed. Lo encontró en el muelle.
El 6 de noviembre, el chico, un joven universitario estudiante de Biología, mandó un mensaje a la familia para decir que había llegado sano y salvo. Su hermana decidió viajar hasta Canarias y visitarlo en el puerto. Le suplicó a la Policía entrar a buscarlo. Lo hizo hasta de rodillas.
Una vez pudo verlo y saludarlo desde la distancia, la mujer rogó poder abrazarlo un momento y darle algunos enseres que llevaba en una bolsa de plástico. El protocolo de seguridad no lo permitió, pero Sukeina constató que Ahmed se encontraba bien.
Casi 19.000 migrantes
La noche del pasado jueves, la Delegación del Gobierno en Canarias cifraba en 614 embarcaciones y en 18.348 los migrantes llegados a las islas Canarias durante 2020. Después llegaron 78 a Tenerife que iban a bordo de un cayuco y, este domingo, 37 personas más a Gran Canaria, según informó el servicio canario de emergencias 112. Tres de ellos fueron trasladados al Hospital Insular. Uno por patologías de carácter moderado y dos por leves.
La cifra total en lo que va año asciende ya a 18.463 inmigrantes. En 2006, cuando se produjo la anterior crisis migratoria en la región, se superó la recepción de 31.000 personas.
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