El titular se repite cada vez que llegan las Navidades: "¡Nuestras luces son las mejores del mundo!". Las palabras de Abel Caballero, incombustible alcalde de Vigo y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, suenan a desafío para cada ciudad que quiera rivalizar con sus destellos, desde Madrid hasta Nueva York, en la misma latitud, a la que retó a observar el espectáculo desde el otro lado del Atlántico. Algo parecido ha hecho con sus conciudadanos, a los que ha pedido no acercarse al evento.
El histórico socialista gallego se crece cuando llegan unas fiestas en las que el turrón y los regalos se ven completamente eclipsados por el espectáculo de luces: 10 millones de bombillitas que el año pasado atrajeron a más de 3 millones de curiosos, coparon todos los hoteles de la ciudad y reunieron a cerca de 170.000 personas para su puesta en escena. Claro que esto era 2019, cuando el riesgo de una pandemia mundial no era más parecía inimaginable hasta para el más escéptico.
Los planes han cambiado desde entonces, no así los presupuestos. En el contrato que Caballero mantiene con su empresa de confianza navideña, Iluminaciones Ximénez, las sumas por instalar el parque de bombillas asciende a más de 840.000 euros por campaña más otros tantos por actividades y promoción, pero el riesgo de aglomeraciones insalubres han obligado a reformular el festejo. Amedrentan las polémicas de la calle Larios de Málaga, donde cientos de personas se agolparon para ver las luces, y de Madrid, que requirió de los servicios de la Policía Municipal para desalojar el centro de peatones.
En lo que respecta al vigués, la seguridad es importante, pero más lo son las luces. Cuando el mal tiempo amenazó con pringar de lluvia el encendido, Caballero optó adelantar el evento un día, de jueves a miércoles, para no faltar a la costumbre. Eso sí, advirtiendo a los paisanos que no vayan a verlo.
"Quiero decir a la ciudad que no vengan a presenciarlo, porque toda la calle estará cerrada, invitaremos a líderes de asociaciones culturales, etc. 50 personas solo", advirtió el alcalde. Una apuesta arriesgada, la de apelar a la seguridad ciudadana, en el contexto de una ciudad con la mayor tasa de contagio de la comunidad.
Además de confiar en el buen comportamiento de los suyos, el consistorio ha contratado a 23 personas para supervisar los aforos y el cumplimiento de las medidas en las calles de la ciudad, cámaras de videovigilancia en las calles del centro y geles hidroalcohólicos a lo largo de la calzada. En total: un gasto de 41.000 euros que no incluirán controladores de temperatura dado que "no se hace prácticamente en ningún sitio" y porque "se demostró que su eficacia es la justa", en palabras del propio Caballero.
Miedo a la gente
Después de los ejemplos del alumbrado en Madrid y Málaga, lo último que desea Caballero es iniciar una polémica alrededor de sus celosas luces, uno de los reclamos turísticos de la ciudad en estas fechas.
Es esta una curiosa dicotomía para el alcalde: cómo atraer a multitudes con su espectáculo, reavivar la hostelería y promover el turismo... sin demasiada gente. Durante las dos últimas campañas, la ciudad gallega no ha dejado de romper sus propios récords de afluencia durante las fiestas, con turistas provenientes de toda España y los hoteles a rebosar (el año pasado alcanzaron el 100% de ocupación). Ahora, el reclamo es peligroso.
Pero ni siquiera la Covid-19 puede pagar la iluminación viguesa, que en este caso apuesta por alejar las aglomeraciones del centro y repartir las luces por más de 300 calles. Sobre cómo la pandemia podría afectar al afamado reclamo turístico, EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Vigo pero no ha recibido respuesta.
Quedan entonces saldadas por carácter institucional las palabras que Caballero ha ido pronunciando en los últimos meses, sobre todo al referirse a sus luces. Así, dado que muchas personas no podrán (o no querrán) desplazarse a la ciudad debido a la pandemia, "Vigo va a ir a casa de la gente por televisión y streaming" para permitir que pueda disfrutar de modo telemático del encendido del alumbrado navideño.
Es la solución para evitar las críticas de la comunidad científica y las ordenanzas del protocolo sanitario. Caballero no quiere que las redes se llenen de fotos con aglomeraciones en sus calles, y sus luces como las culpables, pero desoye las advertencias de los colegios de médicos y enfermeros que no dudaban de calificar los espectáculos como "anzuelos", según señalaban a Málaga Hoy tras la citada marabunta de la calle Larios.
Cabalgata estática
Además de la inclusión de estas medidas y el anunciado protocolo de seguridad, la crisis sanitaria también afectará a la estética de la Navidad viguesa.
A pesar de los 840.000 euros firmados este año con la empresa iluminadora, el alcalde se ha visto obligado a cortar buena parte de las decoraciones planeadas, como el Belén o la noria. Lo que sí incluirá es una "cabalgata estática'' a la que los asistentes podrán acudir respetando las distancias de seguridad entre ellos.
Confirma el propio Caballero que esta se trata de una idea "imaginativa" y "1.000% segura" para permitir a los menores disfrutar de los Reyes Magos a la vez que cumplen las medidas de seguridad. En total: 51.876 euros por servicios de producción y otros 65.000 para la confección de las carrozas en la curiosa cabalgata.