Empezó el 10 de noviembre. 39 oficiales militares retirados de la XIX promoción de la Academia General del Aire, mandaron una carta a la Zarzuela poniéndose a disposición del Rey "en estos momentos difíciles para la Patria". Su sola mención suena a ruido de sables. Aumentó el 25 del mismo mes, cuando se le unieron otros 73 de la Academia General Militar. El plan revelado en sus chats, de solo oírlo, asusta: sumar a distintas promociones militares para pronunciarse en contra del "Gobierno social-comunista". Pronunciarse, sin ambages.
Detrás de la iniciativa hay dos nombres que destacan por encima de todos. José Francisco Fernández Sánchez, ex comandante general de Ceuta y Melilla cesado por el PSOE, y José Manuel Adán Carmona, excapitán del Ejército del Aire que hizo carrera en la Administración de Felipe González. Ellos fueron los promotores de la iniciativa, los cerebros detrás de las dos misivas al Rey y la remitida al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. Los dos cabecillas, cada uno a su manera: el militar y el tecnócrata.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, indicó este viernes que los miembros de estos grupos "no son militares, [sino que] quieren sembrar el odio y poner en peligro la monarquía". Esto último lo comparte con el teniente coronel José Manuel Domínguez. Miembro de la XIX promoción del Aire que urdió el manuscrito, el coronel retirado fue el primero en denunciar la misiva y destapar los chats de sus excompañeros. En ellos, ha revelado, se vertían frases como "no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta" o "qué pena no estar activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas a la casa sede de esos hijos de puta", en referencia al Parlamento de Cataluña.
Domínguez, heredero de la Unión Militar Democrática (UMD) contraria a la dictadura, recoge en conversación telefónica con EL ESPAÑOL cómo sus antiguos compañeros empezaron a urdir el sueño de "un pronunciamiento militar apoyado por el Rey" a principios de año. Al darse cuenta el grupo de que era una misión imposible, optaron por pedir "una audiencia" con el monarca e involucrar a otras promociones con sus cartas. Ahí saltó la voz de alarma.
El tecnócrata Adán
Sorprende que un movimiento militar, uno que además adopta el discurso de Vox, tenga como principal instigador a un hombre que pasó por el Gobierno del PSOE. Es el caso de José Manuel Adán Carmona (78 años), cerebro de la operación. Sus pares revelan que es, paradójicamente, más moderado que los que acompañan su firma. "Es más listo y con otra trayectoria. El tecnócrata del grupo", señala alguien cercano al capitán.
Nunca dio la impresión de apoyar a la extrema derecha, aunque bien es cierto que en su dilatada carrera ha ido "dando tumbos". Así lo señala Domínguez, compañero de promoción y amigo durante los últimos años, que observa atónito la radicalización de su excompañero a raíz, precisamente, de las últimas elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. Pero mejor empezar por el principio.
Aunque nació en Ceuta, el joven Adán Carmona creció en la madrileña calle Maudes, hijo de un coronel y rodeado del típico ambiente militar de posguerra. Cosas de la vida, fue vecino y amigo de Jesús Martín Consuegra, fundador de la antifranquista UMD.
"Al ser hijo de militar, creo hizo una mili 'ficticia' los primeros años, e ingresó en la Academia del Aire en 1963", revela un compañero de promoción. Un año antes había pedido un reenganche ya como cabo regular, pero nunca se supo si realmente había cumplido el servicio. Lo que sí se sabe es que tenía un sueño: surcar los cielos manejando su propio avión. Pero todo se truncó.
Durante el tercer año de carrera (1966) le dieron la baja en vuelo, lo cual le impedía ser piloto. Se limitó a ser el navegante de un Phantom, una especie de segundo, "pero estaba muy defraudado. En su mente estaba el buscar otra salida", señala Domínguez, muy cercano a Adán en esa época. Se graduó al año siguiente y se aseguró un plan B en la Universidad Complutense. Concretamente, en la carrera de Ciencias Económicas y Empresariales.
España y Europa
Ya con la carrera terminada y con la estrella de capitán en la manga, Adán colgó el uniforme tras la muerte de Franco y se dedicó a forjar su nuevo perfil. Dio clases de contabilidad en varios centros mientras opositaba para inspector de finanzas del Estado, logrando la plaza en 1980. Dos años después, Felipe González vencería en las elecciones. El PSOE sustituyó a UCD en el poder, partido que acabaría desapareciendo.
Este diario no ha podido confirmar en qué año entró Adán a formar parte de la Gobierno, pero sí qué cargos desempeñó. Tras pasar por el gabinete económico del Ministerio de Transportes y dirigir el programa de relaciones con la OCDE, recaló en la cúpula del Ministerio de Economía y Hacienda. Llegó a ser asesor ejecutivo del gabinete del Secretario de Estado, con categoría de subdirector general, puesto del que le cesaron el 1 de septiembre de 1984, según el Boletín Oficial del Estado (BOE).
De ser asesor de la Secretaría de Estado, entonces ocupada por el socialista Josep Borrell (PSOE), pasó a ser consejero técnico en la Dirección General de Gastos de Personal en el mismo ministerio. Tampoco duró mucho: el 6 de febrero de 1985, también con un Gobierno socialista, fue nombrado secretario general del Instituto de Estudios Fiscales, también según el BOE. Este periódico se ha puesto en contacto con el portavoz de Borrell, actual vicepresidente de la Comisión Europea, para ampliar la información sobre este periodo, pero no ha recibido contestación.
Desde entonces, su trayectoria se vuelve incierta incluso para sus más cercanos, y los nombres de los cargos bailan durante un tiempo, sin conocer las fechas concretas de cada empleo. Fue presidente del Tribunal de Cuentas de la Agencia Espacial Europea, interventor del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo y auditor de EUROCONTROL, entre otros puestos, todos entre 1985 y 1995. Así lo revela el memorándum de su trayectoria en una candidatura al puesto de comisario de cuentas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al que Adán se presentó ese mismo año y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL,.
Vínculos con Vox
Se le pierde la pista hasta el 13 de febrero de 1998, cuando le nombran colaborador de la Comisión Permanente de Selección de Personal del Ministerio de Administraciones Públicas. Pero entonces ya estaba desarrollando un nuevo perfil, el de escritor de análisis y columnas de opinión.
Es una faceta que ha mantenido incluso después de su jubilación en 2007, escribiendo diferentes artículos para medios como El Faro de Ceuta o Cinco Días. Desde entonces se podía vislumbrar parte de su ideología con artículos como Sólo está el Ejército, "una insinuación muy sibilina a la intervención militar", en palabras de Domínguez. Algo muy parecido a las actuales cartas al Rey, redactadas por el propio Adán.
En lo que respecta a Domínguez, conoce bien al inspector de finanzas. Durante años ejerció como su abogado en diversos litigios, siempre gratis, y se acercó más al que años atrás había sido su compañero de promoción. Por eso sorprende que, en las distancias cortas, no mostrase nunca su radicalidad. "Hubo una vez que pasamos por delante del despacho de Julio Rodríguez [entonces JEMAD y actual jefe de gabinete del vicepresidente Pablo Iglesias] en la calle Vitrubio y me dijo 'cómo me gusta este tío'", revela a este diario.
Para Domínguez, el cambio se produjo a partir de las elecciones de noviembre de 2019. Algo debió oír en los discursos de Vox, en sus proclamas, que le cautivó, y cambió. "A partir de entonces se ha radicalizado. Creo que busca figurar o un puesto en Vox, es la sensación que me da", indica a este diario.
No se sabe cuáles son las intenciones de los militares retirados que han firmado la carta al Rey, pero sí la de Carmona, su redactor: que Felipe VI guarde la bandera blanca y se enfrente al Gobierno, como decía en sus antiguos artículos.
El militar Fernández Sánchez
En lo que respecta a la misiva del Ejército de Tierra, la carta fue promovida por el exgeneral de división José Francisco Fernández Sánchez (74 años), especialista en carros de combate que en su día figuró como comandante general para los destacamentos de Ceuta y Melilla. Se le destinó al mando de la plaza el 28 de noviembre de 2003, pero no duró demasiado. El 7 de marzo de 2006, ya con Gobierno socialista, el ministro de Defensa, José Bono, le cesó de sus funciones por razones nunca aclaradas en el momento.
El motivo de su cese, según ha podido saber este periódico, fue triple. Según trascendió en artículos publicados en ese momento, la versión oficial alegaba que el general Fernández se había negado a imponer una sanción grave a uno de los capitanes de Infantería a su mando, Roberto González Calderón. Este último, exjefe de la 1.ª Compañía de la Bandera Comandante Franco, había sugerido plantarse con su Compañía [de legionarios] "en el Ministerio de Defensa" para protestar contra una clase política que, a su juicio, había sacrificado "la idea de Nación y de Patria para engordar sus ansias de poder".
Por entonces, González Calderón tenía 33 años y estaba en activo, por lo que no tenía la plena libertad de expresión. Algo parecido ocurre con las cartas de los exmilitares actuales. En este caso, al estar retirados, pueden decir lo que quieran como ciudadanos, pero no dejar constancia de su cargo militar junto a sus nombres. De lo contrario se someterían a una falta grave que, en el caso de Calderón, podría haber supuesto su expulsión del Ejército.
El caso es que Fernández Sánchez, entonces su superior y máximo mando en Ceuta y Melilla, no sólo no expulsó al capitán, sino que le impuso una mínima sanción. El hecho no sentó bien en la cúpula del Ejército, que ordenó el cese del teniente general por su "conducta profesional poco deseable", según revela una carta de las altas instancias ministeriales a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Esta sería la primera versión que se dio de los hechos.
"Falta de sintonía"
Así lo atestiguaron los medios en la época, pero hubo otro motivo. Según ha podido saber este periódico de las altas instancias militares de la época, la verdadera razón del cese fueron sus continuos enfrentamientos con Pedro Pitarch, teniente general al mano de Fuerza Terrestre (FUTER) y, por tanto, jefe directo de Fernández Sánchez.
Pitarch, recién ascendido, acababa de sustituir a José Mena, destituido en enero de 2006 por por invocar la intervención del Ejército contra la reforma del Estatuto de Cataluña. La relación de Fernández Sánchez con Mena era buena. "Cercana, de compañeros", revela una persona próxima a ambos. La que tenía con Pitarch, todo lo contrario.
Fernández Sánchez se negaba a reportar a su nuevo superior, Pitarch, de corte más progresista que Mena, y envidiaba su jerarquía. Justo cuando iba a ser ascendido a teniente general, justo cuando iba a salir de Melilla, no pudo sino observar cómo Pitarch, de su misma promoción, le arrebataba su puesto soñado para, además, convertirse en su jefe directo.
La lógica militar obligaba a que las plazas de Ceuta y Melilla (Fernández Sánchez) mediaran con Madrid a través del mando de Sevilla (Pitarch). La reacción de Fernández Sánchez fue puentear a Pitarch, eludir la jerarquía y reportar directamente al Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), en contra del protocolo, para mostrar su desencanto.
El enfado se mantendría después de la destitución de Fernández Sánchez, que volvió a romper el conducto reglamentario y no se presentó al acto de relevo del mando en Melilla, otra provocación. Esta "falta de sintonía", como quedó recogida en la época, es la segunda razón de su cese.
El retrato de Franco
Pero existe una tercera razón. En la misiva enviada al Ministerio de Defensa sobre la actitud de Fernández Sánchez, Pitarch menciona una visita a la Sala de Mandos de Melilla el 16 de febrero de 2006. Este encuentro cambiaría la relación entre ambos de forma definitiva.
"En el mismo lienzo de pared que albergaba el retrato de S.M. El Rey, y a la misma altura que éste, se hallaba expuesto un cuadro de grandes dimensiones del general Franco", revela la misiva. En principio, Fernández Sánchez alegó que se trataba de una pieza histórica que había heredado el cuartel, pero más tarde se descubrió que "no se trataba de un objeto que hubiera estado allí durante años, sino de algo que se había colocado 'de nueva planta'", revela la misiva.
Esta fue, señalan fuentes de Defensa, la gota que colmó el vaso con el 'caso Fernández Sánchez', que ya de por sí estaba a rebosar en los últimos años. A la vista de 2020, su trayectoria pasada sonaba a premonición. A ecos del hombre en que se convertiría. Todo lo contrario a su homólogo en la XIX Promoción del Aire.
A efectos de evolución de personaje, tanto Fernández Sánchez como Adán Carmona parecen sacados del mejor guion de Dalton Trumbo. Uno, el militar, una caricatura de esa parte del Ejército que nunca quiso que la dictadura terminara. El otro, el tecnócrata, de los que supo reinventarse en democracia y abrirse hueco en la nueva España. Dos vidas antagónicas, pero complementarias al final. Dos supervivientes obligados a encontrar su lugar en los nuevos tiempos. Aunque quieran volver a los viejos.