Juan Andrés no estará en la mesa de Navidad junto a su familia por primera vez en 18 años. Se le quiebra la voz cuando habla por teléfono. "Perdona, es que me emociono", dice al otro lado de la línea. En casa le esperaban su nieto, sus hijos y su mujer. Sin embargo, no llegará. Está bloqueado en la frontera de Reino Unido con Francia. No puede cruzar a España. Pasará la Navidad, posiblemente, en una estación de servicio. "Yo a esto lo llamaría secuestro en toda regla".
En un año marcado por la pandemia del coronavirus, sólo les faltaba esto. Pasará la Navidad junto a los otros tres españoles apeados en este lugar, que tampoco podrán volver a casa. No habrá lujos. Sumarán unas cuantas latas de conservas y comerán en el morro de uno de sus camiones. De pie, ante una mesa de plástico improvisada, cocinando con un camping gas a lo sumo, siempre que las inclemencias meteorológicas lo permitan.
La historia de este camionero andaluz es una más. Habría que sumarle la de millares de españoles bloqueados en la frontera anglofrancesa, más la de otros tantos homólogos europeos. Algunas incluso peores. Son muchos los camiones que no pueden entrar ya en las áreas de servicio y se apean en la cuneta.
"Dicen que llegan a Londres los camiones", comenta el transportista.
Juan Andrés, trabajador de Transportes Valiente, contesta alegre al principio. "Me voy a hacer famoso con las entrevistas", responde nada más iniciar la conversación con el reportero que se pone en contacto con él. Sin embargo, la situación que está viviendo es dura.
Se encuentra en una estación de servicio a 400 kilómetros del paso fronterizo del puerto de Dover y su única compañía son otros tres camioneros. Con ellos pasa algunas horas. El resto las pasa en su camión. Toman un café, pasean, hacen de comer, responden a las entrevistas, piden información, tranquilizan a sus familiares y poco más.
A pesar de todo, estos cuatro hombres se llaman dichosos: ellos tienen, al menos, unos baños donde asearse. "Otros están tirados en un arcén porque no les han dejado pasar", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL.
Son las 6 menos cuarto de la tarde en Reino Unido. 22 de diciembre de 2020. Fuera de la cabina llueve y hace frío. Los murcianos Mariano y Santiago, trabajadores de Transportes Hermanos Corredor, se hacen una foto en su camión para los periódicos. Ellos también se perderán la Navidad con la familia.
Cada uno es sólo un ejemplo más de los muchos que existen. Están aquí por el cierre de la frontera francesa con Reino Unido durante dos días. El domingo, de forma súbita, el gobierno de Francia tomó esta medida para que no se propagara por su territorio la nueva cepa británica del coronavirus. Los camiones que regresaban a España y a otros puntos de Europa no podían volver. Ni por el Eurotúnel, ni por el puerto de Dover, las dos únicas salidas para los vehículos pesados.
La mayor parte de los camioneros se concentran en el condado de Kent. Les han dicho que podrán comenzar a salir a partir de este miércoles por la mañana, aunque nada es seguro. Viven sin información. Además, hay demasiados camiones y la descongestión tardará días. Esperan, al menos, poder llegar a casa antes de año nuevo.
Pero los minutos pasan y colman, poco a poco, la paciencia de los transportistas. También de las empresas. La sensación que tienen es de abandono por parte del gobierno español y de las instituciones europeas.
Un millar de murcianos
La cabina del tráiler de José Diego se ha convertido en su cárcel particular. “Llevo 34 horas sin salir del camión”, se lamenta este chófer de Suditrans, con tres décadas de experiencia realizando portes internacionales, y cuya particular odisea en Gran Bretaña comenzó el 21 de diciembre, justo después de que las autoridades sanitarias alertasen de la presencia en tierras británicas de una nueva cepa de coronavirus que es un 70% más contagiosa. “Había hecho mi descarga y me encontraba en las líneas de embarque del Eurotúnel esperando a sacar mi tique cuando nos dijeron que no podíamos salir de Inglaterra porque Francia había cerrado todas las conexiones por tierra, mar y aire”.
Desde ese momento, José Diego pasó a convertirse en uno de los miles de transportistas españoles, búlgaros o polacos atrapados en Gran Bretaña. “La Policía inglesa nos sacaba hacia la autovía M-20 que conecta Dover con Londres y a partir de ahí circulábamos sin rumbo tratando de localizar un área de servicio o algún aparcamiento”, detalla José Diego, transportista, de 53 años, que reside en la pedanía murciana de Churra. “Desde la madrugada del día 21 estoy aparcado junto a una carretera de Dover”, precisa este chófer en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
La tarde del 17 de diciembre José Diego salió de Torre Pacheco con su tráiler cargado de lechuga, apio y brócoli para descargar el día 21 parte de la mercancía en Donington y el resto en Leicester. La fecha prevista para su regreso era este jueves 24.
En su casa de Churra le esperaban su mujer y su hijo, de 9 añitos, para festejar juntos la Navidad al calor de una agradable cena con langostinos, huevos rellenos y asado de lubina. La idea era desconectar de la pandemia y los largos viajes de trabajo, pero la propagación de esta nueva cepa de coronavirus ha mandado al garete los planes familiares de este experimentado chófer: “Ya no me da tiempo a llegar a casa en Nochebuena”.
Las horas pasan demasiado despacio dentro de su cabina. El único entretenimiento de José Diego se reduce a consultar sistemáticamente Google Maps para ver si hay movimiento en las carreteras, hablar con la familia, con su empresa Suditrans y consultar los medios de comunicación para conocer la evolución del cerrojazo que una veintena de países han impuesto a Inglaterra suspendiendo todo tipo de comunicaciones con tierras británicas. “En el camión me entretengo viendo los coches pasar y contemplando el paisaje, es bonito”. Prefiere no salir mucho al exterior para evitar la Covid-19.
—¿Tiene miedo de la nueva cepa de coronavirus que campa por Inglaterra donde está encerrado?
—Pienso poco en esa cepa porque preocuparme más no me lleva a ningún sitio y no soluciono nada. Si a nivel sanitario han decidido cerrar el país deber ser porque la situación es muy grave. Lo mejor que podemos hacer es colaborar. No podemos hacer otra cosa que esperar a que nos dejen salir de Gran Bretaña porque lo único que nos queda es darnos cabezazos contra la cabina.
—José Luis, usted está en medio de una carretera. ¿Cómo se las apaña para comer?
—Tengo un camping gas con el que cocino pasta y arroz. Tengo agua, conservas de verduras y latas con piña y melocotón en almíbar. Llevo muchos años haciendo esta ruta con países del norte y el sur de Europa y siempre voy preparado. Si se me acaban las provisiones tendré que ir andando hasta Dover porque, una vez que aparcas el camión, lo mejor es no moverlo: el mío mide 16 metros.
La flota murciana de camiones frigoríficos es una de las mayores del país y por extensión una de las más afectadas por el bloqueo a Gran Bretaña. Por este motivo, el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, ha calificado de “dramática” la situación de los transportistas. “No tienen ningún espacio habilitado para aparcar sus camiones y poder esperar su regreso a España: algunos están estacionados en cunetas de carretera, no tienen recursos ni lugares para asearse”. López Miras ha avanzado a este diario que solicitará al Ministerio de Fomento “una acción diplomática de urgencia para que eleve esta situación a la Unión Europea y se actúe de inmediato”.
El presidente de la Federación Regional de Organizaciones y Empresas de Transporte de Murcia (Froet), Pedro Díaz, ha denunciado de manera gráfica que en estos momentos unos 3.000 transportistas no pueden salir de Reino Unido: “Están secuestrados”. Díaz estima que la gran mayoría son conductores de empresas murcianas, almerienses y valencianas que transportan productos agroalimentarios a tierras británicas.
El máximo responsable de la patronal Froet reclama una solución al departamento que dirige el ministro José Luis Ábalos: “Hay que sacar a esos camiones de Inglaterra, porque los están expulsando del Eurotúnel y del puerto marítimo de Dover, viéndose obligados a buscarse la vida. Entendemos la situación sanitaria y que se cierren los aeropuertos para evitar la circulación de turistas, pero lo que no podemos comprender es que, sin previo aviso, se cierre el paso de mercancías con el riesgo de desabastecimiento que entraña y que se deje atrapados a miles de profesionales”. A juicio de Pedro Díaz “esto suena a ‘República Bananera’ no a Unión Europea”.
En las últimas horas, según Froet, las autoridades británicas han comenzado a mover ficha y están instando a algunos transportistas a realizarse test para verificar que no son portadores del COVID. Este es el paso previo para poder abandonar Inglaterra.
Los test y el Brexit
Todo aquello que desatasque la situación será bienvenido. Sin embargo, los camioneros encuentran fuera de toda lógica la utilización de los test PCR para comenzar a permitir su salida. También piensan que carece de sentido este cierre fronterizo de un par de días. Las cuarentenas son más largas. Todo ello les lleva a tener sus propias teorías, alejadas de versiones oficiales.
Santiago Polo, transportista murciano, cree que el coronavirus es una excusa. "Yo creo que hay un problema diplomático entre Francia e Inglaterra por el Brexit. Ya hubo una acumulación de transportistas días anteriores y ahora pienso que es una excusa", dice en conversación con EL ESPAÑOL.
Su compañero Mariano está de acuerdo. De hecho, se siente convencido de que el cierre tiene más que ver con el Brexit que con la nueva cepa del virus. “Llevamos viajando desde marzo, incluso en pleno confinamiento, y no ocurrió esto”, comenta. Cree que los políticos deberían pensar un poco más en ellos y apostilla tajante: “No somos esclavos”.
Juan Andrés, por su parte, no se muerde la lengua. "Esto es un secuestro en toda regla. Estamos siendo víctimas de un tema político que estamos pagando nosotros".
La sensación parece generalizada. Juan Valiente, jefe de la empresa de Transportes Valiente para la que trabaja Juan Andrés, tiene a tres empleados en territorio británico. La intranquilidad por los trabajadores, las familias y las pérdidas que está teniendo le preocupan. No se explica cómo les utilizan para un tema que, entiende, tiene calado político.
"Si quieren maquillar la imagen diciendo que van a hacer pruebas PCR, adelante", dice Valiente. Está enfadado. "A mí me parece muy bien que utilicen sus armas políticas, pero que no jueguen con las personas. Ya no hay tiempo real para que todos los que están allí vuelvan a casa", comenta.
El empresario andaluz pone en liza las condiciones de insalubridad ante las que se encuentran muchos camioneros. "Están en una cuneta, se están quedando sin comida, y encima están corriendo el riesgo de contagiarse del coronavirus estando sanos". Valiente no da crédito a lo que está ocurriendo y se muestra preocupado por los suyos.
Señala las pérdidas económicas que supondrá todo este embrollo. Por encima de los 3.000 euros para su empresa. Pero, dentro de lo malo, todo fuera eso. Los camioneros que están en Reino Unido no podrán estar en Navidad con los suyos y están pasando por momentos difíciles. Sólo un pronto desenlace hará que puedan llegar antes de año nuevo. "Esto es un sinsentido. Inhumano, salvaje, irracional... Llámalo como quieras", zanja Valiente.