“Desde marzo, he vendido todas blancas”. La voz al otro lado del teléfono es la de Vicente, vecino de Aranjuez. Es un empresario dedicado a la compraventa de furgonetas. Oferta una Reanult Kangoo blanca y sin rotular en Milanuncios. Una de muchas que tiene a mano. Del estado de alarma a esta parte, solo ha vendido una negra. El resto han sido del color de la nieve que cubre media España este fin de semana.
Hace ya una década, había una página en la red social Tuenti que se llamaba Las palomas traman algo, son demasiado sospechosas. Y nada más. Es una apreciación muy válida, pero hay otros elementos del paisaje urbano que llaman tan poco la atención como estos pájaros y que también forman parte del ADN de España. Dos ejemplos: los toldos verdes y las furgonetas blancas. Están ahí, siempre han estado. Mucho más presentes en esta piel de toro que en nuestros países vecinos. Son tan habituales, que a nadie le extraña verlos, en los balcones y en las zonas de carga-descarga, respectivamente.
Que hablen las cifras
En España hay 2.518.844 furgonetas matriculadas, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT). La propia DGT usa furgonetas (casi todas Ford Transit) para vigilar las carreteras de incógnito. Y vaya si les funciona. La picaresca castellana se da en todos los ámbitos que uno se pueda imaginar. Y un buen ejemplo de ello son estos vehículos.
“Son muchas, para el poco caso que se le hace”, dijo Pere Navarro, director de la DGT sobre las furgonetas españolas. Representan un 7% del parque automovilístico español, aunque las matriculaciones siguen una tendencia a la baja desde el 2018 (año récord de este siglo).
Los datos de la DGT no segregan por color ni rotulación, de modo que es imposible saber cuántas son blancas sin rotular. Pero un paseo por cualquier ciudad española refleja que son muchas, según la pura intuición del viandante observador. Zonas de reparto, polígonos industriales, obras… casi siempre llevan su furgoneta blanca de rigor.
Matriculaciones de furgonetas en España
Las matriculaciones por año son un buen indicativo de cómo está la economía española en cada momento. En 2012, mal. En 2018, algo mejor. En 2020, cuesta abajo y sin frenos. Y cuando la economía oficial se resiente, la que va detrás es la sumergida, como veremos más adelante.
Los modelos de furgoneta más habituales en el territorio español son las Renault Kangoo, las Citroen Berlingo, las Ford Transit o las Mercedes Sprinter. Y una simple búsqueda en Milanuncios revela mucho. En España, hay 1.506 Kangoos a la venta en el portal de segunda mano. También 2.601 Berlingos, 1.326 Transits y 574 Sprinters. Y la mayoría blancas. Solo la Berlingo y la Transit muestran una variedad cromática más amplia. Coches.net cifra en 11.761 las furgonetas y vehículos industriales de segunda mano a la venta.
“Desde marzo, he vendido todas blancas”, explica Vicente, el dueño de Fermag Machinery 2020, empresa radicada en Aranjuez dedicada a la compraventa de furgonetas de segunda mano. “Solo he vendido una negra”, desde que empezara el estado de alarma. “Se hace partidas de tantas furgonetas de estas blancas para trabajadores y se compran y venden mucho. Van rotando”. Vincete asegura que hay “muchas, muchas”. Aunque se resiste a dar cifras concretas de su volumen de negocio.
Su reclamo en Milanuncios es claro: “Renault Kangoo 1.5 DCI, 75 C.V. año 2016 muy bien cuidada tanto exterior como interior, zona de carga en perfectas condiciones con mueble para herramientas y puerta en techo. Mejor ver y probar. Para más información llamar”. Precio: 5.300 euros.
El vehículo es de un blanco inmaculado y, si nevase un poco más en Aranjuez, se confundiría con el monte que tiene detrás. Gracias por la foto, Vicente.
—¿Solo tiene Kangoos?
—No, hay de todo.
—¿Master, Transit, Sprinter?
—Sí, un poco de todo.
El chollo de Dani
Los particulares que venden sus furgonetas en Milanuncios lo hacen por motivos variopintos: “Quiero una más grande”, “ya no la necesito”, “tengo varias y me sobra”, “por pura necesidad…”. Y ninguno de los contactados asegura haber hecho nunca un trabajo en B.
Hace dos años, Daniel (nombre ficticio para proteger su identidad) confesaba a este periódico que alguna trampa caía de vez en cuando. Consiguió un trabajo de transportista y la empresa le compró una furgoneta de segunda mano, blanca y sin rotular, para trabajar entre semana. El fin de semana, libre, su vehículo podría ser productivo.
“La primera vez que me di cuenta fue cuando un conocido me la pidió para mover unos muebles y después de hacerlo, sin que se lo pidiera, me dio 100 euros. No lo esperaba pero me vinieron muy bien”, relató. “Yo cobro mensualmente 1.200 euros, que son para el alquiler, facturas y mi hijo, y ahora los caprichos me los saco en B. Al principio me daba cosa pero es que al mes me puedo sacar entre 300 y 500 euros más”.
Y, aunque la economía sumergida abarca actividades ilegales, él asegura jamás la usó para eso. “Uno de los trabajos que he hecho fue a un chico que le echaron del piso y se tuvo que ir a casa de su padre, no se la podía pagar por la vía legal”, es decir, con un sangrante 21% de IVA. Si uno hace 100 mudanzas, el estado le quita el beneficio de 21.
“Está claro que [la furgoneta blanca] es un bien y yo lo amortizo como puedo. Me siento alegal, pero soy moral, si es para algo malo no, pero si es para robar La Casa de Papel sí que te la dejo”, bromeaba el transportista.
Dos meses de ‘impasse’
Otra tabla de datos sobre vehículos comerciales la ofrece la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). Según este organismo en 2020 se matricularon más de 150.000 vehículos comerciales ligeros. Esto son muchos más que los dice la DGT. ¿Por qué? Quizás hay alguna diferencia en la nomenclatura: puede no ser lo mismo una furgoneta que un vehículo comercial ligero. Aunque cabe pensar que lo segundo engloba a todo lo primero.
Estos datos son, de nuevo, un indicativo de la propia economía española en el año de la Covid. Los valles corresponden con los meses de estado de alarma, aquellos en que España vivió un impasse único en nuestra historia y que todavía nos cuesta asimilar.
Matriculaciones de vehículos comerciales ligeros en 2020
Pero, ¿se puede establecer una correlación directa con la economía sumergida y las furgonetas blancas? ¿Implica generalizar injustamente? Es difícil de saber, por la propia naturaleza de la economía sumergida, un campo de estudio que busca ocultarse a toda costa. Porque, recordemos, ahí entran actividades legales (limpieza del hogar, hostelería, construcción, agricultura...), pero también ilegales (contrabando, tráfico de drogas, prostitución ilícita…). Nos centraremos en las legales, porque el camello del barrio no suele moverse en furgoneta blanca, ¿no?
“Lo que podemos apreciar por la experiencia de la crisis financiera pasada es que en estas situaciones el volumen de la economía sumergida disminuye. En cuanto a su volumen económico, le pasa como a la economía oficial”, explica José María Mollinedo, secretario general de Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda encargado de estudiar la economía invisible.
“A lo mejor, en términos relativos, puede aumentar. Es decir, puede que la disminución del volumen de la economía sumergida en este año sea menor que la disminución de la economía oficial. Por tanto, el porcentaje de economía sumergida puede haber aumentado. Pero no podemos avanzar ninguna cifra, más allá de una valoración tan general como esta.
Las últimas estimaciones que hay sobre cuánto del PIB supone el dinero en B, se remontan a 2012. Un 24,52%. Es decir, casi 25 euros de cada 100 que circulan en España lo hacen a espaldas de Hacienda. El dato, coincide con las estimaciones más recientes del FMI, que arrojó a España una economía sumergida del 24,6%. La cifra es de 2015, cuando poco a poco nuestro país empezaba a resurgir de las cenizas de la crisis financiera. Y a qué precio.
“En esta crisis, a diferencia de la anterior, ha habido más ayudas públicas como las prestaciones de los ERTES para los trabajadores a los que se les suspendió el contrato de trabajo. Con mayor o menor tiempo de demora, pero al final han terminado percibiendo estos ingresos. Igual que el ingreso mínimo vital, o los autónomos que han recibido una ayuda por cese de actividad”, relata Mollinedo.
“Esto mejora el comportamiento que tuvo la economía sumergida en la anterior crisis. Me refiero, cuando muchas personas tuvieron que recurrir a ella para poder llegar a final de mes”. También, en esta crisis se han ejecutado menos desahucios, lo que ha evitado que la gente se “agarre a cualquier clavo ardiendo”.
—¿Cuáles suelen ser los sectores legales más habituales en la economía sumergida?
—Bueno, en circunstancias normales hubiera sido la construcción y la promoción inmobiliaria. Es donde se concentra el mayor volumen económico. Otros sectores pueden tener pero con menos intensidad que este. Como aquí hay una quiebra de las promociones inmobiliarias, pues ha decaído. Tal vez, el núcleo fundamental se haya centrado en las obras de reparación, en los servicios auxiliares de la construcción. También en la agricultura y ganadería, ahí es donde se suele concentrar el mayor número de mano de obra informal, aunque suponga menor volumen económico.
La agricultura es un buen ejemplo de un mix de dinero A y B, según el técnico de Hacienda: “No está del todo sumergida pero sí que se dan casos de contratos de menos horas que las trabajadas realmente o con los trabajadores con una categoría inferior a la que desempeñan realmente. Es un campo abonado a esa práctica”.
¿Cuántos agricultores usan una furgoneta blanca y sin rotular? ¿Y cuántos pintores de brocha gorda? ¿Electricistas, fontaneros, mudanceros...? Hagan cuentas.
Otro campo que suele estar en los índices de la economía sumergida es la hostelería pero, precisamente en esta pandemia, este sector no ha sido uno muy favorecido, en ninguna de las dos economías. “Seguramente la hostelería haya perdido peso en la economía sumergida. En definitiva, la pandemia habrá desplazado a sectores como la construcción y la hostelería y habrán cobrado más peso la agricultura y la ganadería”. Todo esto, no dejan de ser estimaciones basadas en la experiencia: los indicadores reales y los datos fehacientes tardarán todavía en llegar.
Mientras tanto, si busca usted una mudanza, que es raro ahora mismo, no le costará hacerla en B. Un fin de semana, con diurnidad y alevosía. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Me confieso, querido lector. El periodista que firma este reportaje lo ha hecho.
Las furgonetas blancas son parte de España y de la picaresca tan nuestra. Fíjese si tienen peso en nuestro país, que una de las pruebas de los atentados del 11-M fue una Kangoo blanca. ¿Y qué conducía Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio? Vale, la suya era amarillenta.