“Toledo pide la intervención de la UME”, “Guadalajara solicita el despliegue de la UME”, “La UME acude a Segovia para ayudar…”.
Si el nombre más pronunciado por los españoles en los últimos días ha sido Filomena, el segundo puede haber sido un acrónimo: el de la UME. La Unidad Militar de Emergencias. No es, no obstante, la única que ha participado en las tareas de rescate durante el temporal. Gran parte de los 1.500 efectivos desplegados en esta operación pertenecen al Ejército de Tierra. Pero sí que esta unidad se ha convertido en la cara más visible de las fuerzas armadas españolas desde el año pasado.
Soldados quitando nieve en carreteras y aeropuertos, soldados desinfectando residencias de mayores. Militares rescatando a montañeros extraviados en una ola de frío. Transportando vacunas o levantando albergues para que la gente pueda aislarse con seguridad. Son algunas de las escenas que eran inéditas antes de la pandemia y que ahora se han vuelto casi rutinarias. Sacar al ejército a la calle no era ni más ni menos que esto.
Porque ni Afganistán, ni Mali, ni Líbano. El mayor despliegue de las Fuerzas Armadas de la última década tuvo lugar en suelo español con la Operación Balmis. Es el nombre del médico español que llevó la vacuna de la viruela a América en el siglo XIX. Y también el nombre del dispositivo con el que el ejército luchó contra el coronavirus. El balance fue de casi 190.000 efectivos participando el operativo y 20.000 intervenciones en 2.000 municipios.
Ahora, con la Covid-19 todavía dentro de la partida, el peor temporal de nieve y frío en España desde que hay mediciones los ha vuelto a sacar a la calle. Según fuentes del Ministerio de Defensa consultadas por EL ESPAÑOL, en total han sido 1.500 militares (991 de la UME y el resto del Ejército de Tierra) y 500 vehículos los que han actuado en los peores escenarios de la la tormenta Filomena. Intervenciones imprescindibles dentro del caos que está dejando la nieve a su paso por nuestro país.
¿Sirve el ejército?
La UME fue creada en 2005 por el entonces presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Y es, de algún modo, la respuesta visible a esa pregunta que surge cíclicamente desde determinados partidos o círculos políticos: “¿Para qué nos sirve un ejército?”. Las fuerzas armadas han aguantado desde desaires del propio gobierno hasta la expulsión del ejército de una feria de la enseñanza en Barcelona. Críticas que, a menudo, nacen en el seno del ejecutivo. El propio vicepresidente Pablo Iglesias ha protagonizado varias polémicas al respecto recientemente, antes incluso del temporal.
Fue en el contexto de la pandemia cuando Iglesias cuando empezó a cargar sin motivo aparente contra a las fuerzas de seguridad. Fue en septiembre, cuando la curva de contagios se hallaba en uno de sus puntos más bajos. Después de haber sido parte fundamental de la lucha contra el coronavirus en la mencionada Operación Balmis, los militares recibían el desplante del político: "Los trabajadores públicos que van a ser fundamentales para seguir combatiendo una pandemia que nos está poniendo en riesgo no son policías y militares”, declaró en una entrevista para el programa “La Hora de la 1”, de Televisión Española.
Aquella intervención, que tuvo lugar el 22 de septiembre, enfadó a policías y militares por igual. Pero no había sido la primera vez que el líder de Podemos arremetía contra el ejército en plena pandemia. “No es momento de gastar en tanques”, declaró en mayo, criticando así el incremento de una parte del presupuesto de Defensa. Unas declaraciones que encontraron el rechazo público de la ministra Margarita Robles, y que acabaron derivando en roces por redes sociales con la participación de otros miembros de UP.
Desde el seno del partido de Iglesias se han dado más ataques con los que ha tenido que lidiar Margarita Robles. La diputada Ione Belarra, reconocida antimilitarista, entró en una polémica con la ministra en un tuit que decía: “Cuando eres la ministra favorita de los poderes que quieren que gobierne el PP con VOX, quizá estés haciendo daño a tu gobierno. Ser humilde es no dejarse adular por la derecha mediática”.
La propia Belarra inició una cruzada en 2019 contra el ejército, exigiendo que cesasen unas prácticas militares con munición real en Bardenas (Navarra) y se refería a las fuerzas armadas en términos poco amistosos, denunciando “la falta de valentía del Gobierno actual para cambiar nuestra posición geoestratégica en el mundo y apostar por construir unas relaciones internacionales que estén basadas en el diálogo con otros pueblos y en la garantía de los derechos humanos en nuestro país y fuera de él”.
Colau y el karma
Pero tal vez el desprecio más sonado contra el ejército lo protagonizó Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona expulsó a los militares del Saló de l’Ensenyament; una feria sobre educación a la que acudía puntualmente el ejército para explicar a los niós en qué conssitía la carrera militar. En 2016 dos militares se acercaron a saludarla en dicho espacio. Ella les contestó que no deseaba que estuvieran en el certamen, "por lo de separar espacios". Colau expresó su descontento a los mandos presentes en el salón por haber montado un stand, ya que el consistorio ya había manifestado su incomodidad por la presencia del Ejército en un espacio educativo.
La conversación duró unos segundos y los dos militares contestaron educadamente que respetaban su decisión. Esta actitud del Ayuntamiento de Barcelona y las habituales protestas antimilitares que se registraban en el salón acabó en una decisión de Defensa: dejar de asistir al acto. Ya en 2019 no hubo parada informativa del ejército.
Sin embargo, y pesar de su postura de rechazo a las fuerzas armadas, fue la propia Colau la que tuvo que pedir ayuda a la UME a principios de la pandemia. Fue la última semana de marzo cuando la propia alcaldesa pidió al ejército que levantase un hospital de campaña y un albergue para personas sin hogar. Unas instalaciones que, curiosamente, se levantaron en la Fira de Barcelona. El mismo sitio en el que se celebró aquella feria de la enseñanza en la que Colau declaró que quería al ejército fuera.
Además de aquella intervención, los militares llevaron a cabo la desinfección de espacios como el Aeropuerto de El Prat, Mercabarna o algunas residencias de ancianos. La alcaldesa acabó dando las gracias públicamente al ejército, aunque utilizó la situación como arma arrojadiza política y arremetió contra Torra: “La Unidad Militar de Emergencias ha salido a socorrer a los geriátricos, después de no recibir respuesta por parte de la Generalitat”, declaró Colau.
Pasó la pandemia y llegó Filomena, Y, otra vez, el ejército, a la calle. El número de efectivos militares durante la ola de frío se ha incrementado exponencialmente. Si a principios del fin de semana se habían movilizado a poco menos de 200 soldados, las últimas cifras de defensa hablan de 1.500 militares en las tareas de limpieza y rescate. No se descarta que se amplíe el operativo sí, como todo apunta, la temperatura sigue bajando. Los militares siguen listos para ayudar. Sea limpiando nieve o rescatando a personas del temporal, a pesar de que de vez en cuando reciban un misil en la línea de flotación. Disparos que, a menudo, proceden del propio gobierno. Fuego amigo, le dicen.