Lunes, 4 de enero de 2020. Empezó la semana de la borrasca Filomena, y las agencias de meteorología dieron su última voz de alarma. Madrid, dijeron, sufrirá la nevada del siglo. Y nevó. Nevó más que en San Petersburgo. Nevó como nadie recordaba en la capital. Casi tres días sin descanso, de jueves a sábado, hasta cubrir 50 cm de blanco y paralizar cualquier movimiento en la ciudad. Lo extraordinario, a pesar de todo, es que una semana después de que cayera el último copo no se haya recuperado la normalidad ni se empezase a trabajar antes.
El día 7 de enero, el primero del temporal, el Ayuntamiento de Madrid dio a conocer su dispositivo de emergencia para reducir el impacto de la nevada: 66 máquinas quitanieves y 3.884 operarios. Un par de días después, el sábado 10, visto el impacto de Filomena, redoblaron el operativo hasta 135 máquinas. Siguió sin ser suficiente y pidieron más ayuda al Ministerio de Transportes, otras comunidades y a empresas privadas. El martes 12 ya contaban con 200 máquinas y 7.230 trabajadores, 200 de ellos de la Unidad Militar de Emergencias (UME). ¿Hizo falta más? Sin duda. ¿Había manera de conseguir más? No.
No fue suficiente ni siquiera con las ayudas prestadas. El Gobierno regional, presidido por Isabel Díaz Ayuso, tuvo 57 quitanieves trabajando en sus propios 2.500 km de carreteras. Su parque móvil al completo (al que se añaden 2 turboresadoras, 16 palas cargadoras y 91 vehículos de vigilancia) tenía otras prioridades. Sin embargo, sí hizo 12 actuaciones puntuales dentro de las competencias del Ayuntamiento, como la limpieza de acceso al Hospital de Cantoblanco o del viario interior de la Residencia Nuestra Señora del Carmen. La razón de que no hubiera más ayuda, aseguran desde la Comunidad, fue una cuestión de tamaño de los vehículos.
"Aunque nos sobraran máquinas, que no nos sobran, sus dimensiones no son las adecuadas para trabajar dentro de Madrid", aclara a EL ESPAÑOL una fuente de la Consejería de Transportes. Son demasiado grandes "y no caben en las calles, además de que han esyado funcionando 24 horas al día". Pero las ayudas prestadas a la capital, dice, no sólo dependen de la labor de las quitanieves. Esto es, desde habilitar estaciones para los sin techo que no podían acceder a los albergues municipales hasta mover el Metro durante 24 horas para suplir la falta de autobuses. En su momento, a la noche del sábado, llegó a haber 252 buses de la EMT abandonados en las vías.
Esto explica parte de los problemas de Madrid capital, la zona más afectada por el temporal y la que más atrasada va en recuperarse. En las carreteras interurbanas, dependientes de la Comunidad de Madrid, los camiones son capaces de retirar nieve con cierta facilidad: la meten en la cuneta, si pueden la quitan y si no ya se irá derritiendo poco a poco. En las calles de la ciudad, competencia del Ayuntamiento, la cosa se complica.
"¿Meto la nieve en la acera o encima de los coches? No puedo, hay que retirarla, y no es tan fácil", reconoce Pablo Sáez, director general de la Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras (ACEX) a este diario. A sus ojos hay cuatro claves que han provocado el caos y la falta de recursos: que la realidad ha superado la previsión, que el temporal ha afectado a todo el país y que ha nevado donde habitualmente no lo hace. ¿Y la cuarta? "Que en Madrid se multiplica todo".
"Demasiado lentos"
El de la nieve acumulada y sin retirar es una de las razones por las que, aún con los esfuerzos redoblados, la capital no ha vuelto a la normalidad una semana después del temporal. El Ayuntamiento acumula 8.900 kilómetros de calles que, a las 20.00 horas del sábado 9 de enero, estaban anegadas por un manto blanco de 15 cm de grosor. Madrid tardó tres días completos, hasta el miércoles 13, en empezar a retirar la nieve acumulada. Y podría haberlo hecho antes.
"Si hay un punto de mejora, que no de crítica, en todo esto, es que quizá fueron demasiado lentos en empezar a retirar la nieve de las calles. Yo lo hubiese hecho el mismo domingo nada más dejó de nevar, antes de que se hiele", aclara Sáez, aunque reconoce que "han hecho números tremendos con lo poco que tenían". Este "poco" no es casual. Para realizar esta serie de acciones lo normal es usar fresadoras dinámicas, unas máquinas que separan la nieve, y camiones, para guardarla y llevársela. En Madrid no sobraban ni de unas ni de otros.
España tiene, en su conjunto, menos de 100 fresadoras de estas características, y la mayoría se encuentran en los puertos de montaña. Debido a esto, gran parte de la labor de "romper" la nieve tuvo que hacerse con las máquinas genéricas -"quitanieves"- o a mano, lo cual ralentizó todavía más el proceso. La conclusión: que el grueso de las calles sigue inoperativo cinco días después de que cayese el último copo. De las 9.300 calles de la ciudad, 1.784 han sido despejadas totalmente y 2.000 están parcialmente limpiadas en el momento de realizar esta información.
"Los medios que teníamos"
Y eso son sólo las vías rodadas, sin contar con las aceras. Tampoco el riesgo de desprendimiento de la nieve en los tejados, que es más difícil de quitar debido a la cantidad de mobiliario urbano en la capital (bolardos, árboles, bancos, papeleras, etc.) y que requiere de máquinas especializadas, como retroexcavadoras pequeñas. Todo estaba contemplado, pero los medios eran insuficientes desde el primer momento. "Se habrá gestionado de la manera que sea, pero usamos todos los medios que teníamos y más", resalta una fuente del Ayuntamiento de Madrid.
De cara a emergencias climáticas como la borrasca Filomena, todos los centros de conservación reciben predicciones meteorológicas a ocho días vista, a tres y las del día siguiente, y este no fue una excepción. La Agencia Estatal de Meteorología comenzó a informar en la primera semana de enero. Por tanto, Moncloa disponía de esa información. Unas conclusiones que a su vez se transmitieron con diligencia al Ayuntamiento.
Hubo, por tanto, previsión e información en las carreteras interurbanas. Todo el mundo estaba bajo aviso y antes de caer el primer copo de nieve se comenzaron a embolsar los camiones en las áreas de servicio y de descanso. Todas las administraciones se esperaban lo peor y estaban bajo alerta. Aun así, Filomena rompió con las ya de por sí altas expectativas. Y azotó con fuerza.
"Se juntaron muchos factores, pero el más importante es que esta borrasca es completamente excepcional y que nadie tiene recursos para afrontar algo así", señala Sáez. "[El Ayuntamiento] no puede tener 650 máquinas porque no las usa. No pueden quedarse ahí para sacarse cada 80 años", concluye. Había las que había, y se usaron todas. También las que sobraron de Andalucía y Extremadura, que derivaron 11 quitanieves la primera y 2 la segunda para ayudar en el paliativo madrileño.
En este caso, añadir personal y maquinarias a los dipositivos fueron las única improvisaciones. En cuanto llegó el aviso de las 24 horas del miércoles, ese que dan las agencias meteorológicas para alertar del peligro, los equipos de emergencia y viabilidad invernal empezaron a moverse a donde tenían que actuar. Así, cada equipo sabe lo que tiene que hacer, qué recorrido dar, dónde dar la vuelta, dónde cargar o cambiar las cuchillas o de quién depende tal o cuál calle. Claro que, sin máquinas suficientes, las posibilidades se reducen.
Medidas desesperadas
La realidad en este punto es que Madrid no tenía recursos suficientes ni tenía forma de conseguirlos. En España no había una sola máquina especializada que no estuviese haciendo su trabajo, y ninguna sobraba en el resto de la geografía como para destinarse a los trabajos de la capital. Por tanto, sólo había una opción para desahogar la ciudad: empezar a usar máquinas no estuviesen especializadas para la nieve.
"Buscamos agua debajo de las piedras", indica una fuente del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento, "llamamos a muchas empresas y nos movimos rápido, pero otra cosa es que la nevada fue muy fuerte". Y de repente no quedaba a quién llamar. Cuando se dieron cuenta de que ya era tarde, el domingo, empezaron a movilizar máquinas que no estaban destinadas a la nieve, desde grúas y excavadoras para retirar nieve acumulada hasta camiones para transportarla. También empezaron recibir las ayudas prometidas.
Ya se ha comentado que el Ayuntamiento no recibió máquinas quitanieves por parte de la Comunidad, pero la colaboración del Ministerio de Transportes, aunque se agradece, tampoco fue suficiente. En su conjunto, la cartera dirigida por José Luis Ábalos cuenta con 1.305 máquinas quitanieves para toda España. De ellas, 217 operaron en las vías de la Comunidad de Madrid.
"Tanto dentro como fuera de nuestras competencias. Muchas máquinas entraron en la red del Ayuntamiento, donde podían, para retirar nieve", precisa a EL ESPAÑOL un portavoz del ministerio. En total, fueron 7.498 km de nieve retirada sólo entre las fronteras de la Comunidad de Madrid, entre ellos el acceso al hospital de La Paz, la entrada y salida de Mercamadrid o el centro de carga del Aeropuerto de Barajas.
Sin egoísmo político
Que no se ha actuado con egoísmo es una frase que puede defender cualquier bando, de cualquier signo. Pero también la defiende Pablo Sáez, director de ACEX. A sus ojos no ha habido un interés político en la falta de recursos y ayudas entre administraciones. Lejos de ello, así lo demuestran las colaboraciones entre Ministerio y Ayuntamiento cuando más falta hacían.
"El problema no ha sido ese. El problema es que han caído 50 centímetros de nieve en una gran ciudad donde habitualmente no cae ni uno. Con 20 o 30 centímetros habría ocurrido lo mismo, pero es que es una situación que se repite una vez cada 80 años", asegura a EL ESPAÑOL. De ahí que, según él, la colaboración ciudadana se vuelva una necesidad, una postura que ya defendió Ayuso en los peores momentos del temporal para retirar la nieve.
Sáez, por su parte, se sitúa en la misma línea. "Papá Estado no va a llegar absolutamente a todo; prefiero que atiendan los avisos por Covid o los accesos a los hospitales antes que limpien la puerta de mi casa, que quizá puedo bajar yo", subraya, y deja una lección: "Como usuarios debemos hacer caso a las predicciones. No solemos tener ese alto grado de fiabilidad hacia las predicciones meteorológicas, aunque creo que estamos equivocados", denuncia.
Lecciones aprendidas
Según Sáez, se pueden aprender varias cosas de la borrasca Filomena. Por ejemplo, los pórticos pedían no circular por el carril izquierdo. Qué pasó, que no todos los respetaron y al final se quedaron tirados impidiendo el paso de máquinas y servicios de emergencia. Eso también cuenta a la hora de colapsar la ciudad.
Por otro lado, cuando a un camión se le corta el paso en una vía interurbana, dice, "hay razones para ello". Algunos camioneros se quejaron porque no les pararon en vías de servicio donde aún no nevaba, pero no siempre se interrumpe el tráfico de manera voluntaria. "Es más, los técnicos tendríamos más éxito si cortásemos el tráfico un pelín antes de lo que el cuerpo nos pide no cortarlo", lamenta.
Ahora bien, una vez que por las razones que sean una persona (particular o conductor profesional) se queda tirada en la carretera hay que mejorar su atención. Sin excusas. "Han estado bastante mal atendidas", comenta el experto.
En este sentido, recuerda que en 2015 hubo un caso similar en el norte de Francia, cuando más de 20.000 personas quedaron atrapadas en sus vehículos por un temporal. Después de muchos análisis concluyeron que, si volvía a ocurrir, muy probablemente se repetiría la misma situación porque no había manera de evitarla. Así, decidieron hacer acopio de mantas y productos no perecederos para estas ocasiones. Esperemos no llegar a tanto. Al menos en los próximos 80 años.