María (27) ha decidido no presentarse al examen MIR el próximo 27 de marzo. No es porque no haya estudiado o porque no tenga claro qué especialidad escoger. Simplemente, según cuenta esta médica murciana, este año "no merece la pena especializarse así".
Con esa última palabra se refiere, claro, al coronavirus. Desde el inicio de la pandemia, la formación de los futuros médicos en los hospitales españoles ha ido quedando relegada a un segundo plano. Y los centros sanitarios, en pos de buscar más medios humanos, han ido estructurado a su personal a partir de los médicos residentes.
¿Las consecuencias? Formación deficitaria, exceso de guardias y responsabilidad (pese a su corta o nula experiencia), derivaciones forzosas a otros hospitales, falta de tutores o que su trabajo se base en hacer llamadas telefónicas después de haber estudiado una carrera durante seis años. Y todo con una compensación económica que empieza por los 945 euros, en el caso de los residentes de primer año.
"A mí siempre me ha gustado la medicina de familia, pero yo ahora mismo tengo claro que no haría la residencia. ¿Para que voy a hacer el MIR? Si la residencia de familia estaba ya antes enferma, ahora está en coma. Tengo a muchos compañeros que son residentes y me cuentan que están atendiendo llamadas telefónicas o acompañando a sus tutores mientras las hacen. También otros que se han quedado sin tutor porque han enfermerado de coronavirus y ahora están en un limbo", critica esta doctora, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Lo peor, no obstante, es que el caso de esta murciana no es aislado. Los datos hablan por si solos. La semana pasada, el Ministerio de Sanidad publicó las cifras provisionales de la próxima convocatoria, un total de 7.989 plazas para los 13.638 admitidos a esta prueba selectiva, la cifra más baja de los últimos diez años. Sin ir más lejos, en 2019 hubo 14.579 aspirantes, 941 médicos más.
"Medicina de guerra"
En esa última cifra se encuentran, por un lado, los médicos que tras terminar el grado universitario han decidido renunciar al MIR y seguir trabajando sin tener la especialidad en un hospital ante la emergencia sanitaria, y los que, por otro, han decidido esperar a que la situación mejore y, mientras tanto, trabajar en el sector privado.
En el primer caso está María. Ella terminó la carrera hace tres años y entonces tenía claro que entre sus opciones no estaba especializarse. Quería hacer el MIR, pero militar. No obstante, su objetivo se vio frustrado con el retraso de las pruebas de acceso. Así que empezó a formarse con diferentes másteres y a trabajar con los contratos temporales que le fueron surgiendo en diferentes centros sanitarios. Él último, de médico en el servicio de urgencias murciano.
"Puede que muchos piensen que es egoísta, pero es que ser residente ahora implica estar en primera línea de la Covid-19, sin hacer rotaciones, sin aprender y con una compensación muy baja. No es que tenga un interés económico, pero yo quiero sentirme útil cuando elija mi especialidad. Ahora ya no es medicina de familia, es medicina de guerra", sentencia esta médica.
"Las rotaciones han volado"
José (25) también ha decidido posponer el examen MIR. No obstante, frente al caso de María, ha decidido trabajar como médico en una empresa hasta que la situación mejore. Motivos no le faltan.
"Desde marzo, todas las rotaciones han volado por el coronavirus. Vamos, han desaparecido. En principio, el objetivo del residente es formarse en el hospital durante cinco años. Cada tres semanas, se rota a un servicio distinto. Ahora, según me cuentan mis compañeros, no es posible. Están muy cabreados El problema es que todos los hospitales se han sustentado en base a muchos residentes, cuando son personal formativo no estructural", cuenta este doctor zaragozano.
A eso, además, se suman las condiciones laborales. "Los residentes están mal pagados, les saben baratos. Entonces, llegué a la reflexión. Si este año tenía un no en la formación y también en el sueldo, ¿qué tenía yo a cambio?", apunta.
Así que la decisión de este médico ha sido posponer el examen y aceptar un trabajo en una empresa privada por el que cobra el doble de lo que ganaría siendo residente de primer año. "Estoy muy contento y tengo un buen horario. Todo lo que no tendría en el hospital y ahora menos con la Covid", concluye.