Valencia

"Qué pena más grande Señor, en poco tiempo los tres de la misma familia". "D.E.P. Ya no me quedan palabras". "Increíble, qué lástima más grande". "El corazón ya no da para más pena". "Por Dios, no hay consuelo para esta familia".

Son algunos de los mensajes que compartieron los vecinos de l'Alcúdia (Valencia) junto a la esquela de Carmen P. A. en un grupo de Facebook del municipio. Su muerte conmocionó a la localidad por ser la tercera en solo un mes en la misma familia. Padre, madre e hijo han perdido la vida por la Covid-19.

El virus entró sin piedad en su hogar a principios de diciembre. El primero en morir fue su marido, Vicente A. R., que falleció el 8 de diciembre a los 85 años de edad. Su hijo Joaquín A. P. (de 55 años) y la propia Carmen (de 80), lucharon un mes contra el coronavirus. Pero la enfermedad también se impuso el 4 y el 6 de enero, respectivamente. Ella fue la última en marchar.

La familia directa está destrozada y prefiere no hacer declaraciones. Joaquín deja dos hermanos. También a su mujer y a una hija que, en pocos días, ha perdido a su padre y a sus abuelos. Pero sus allegados sí atienden a EL ESPAÑOL con el propósito de que esta tragedia sirva al menos para "tomar conciencia", para "respetar las restricciones y protegerse de la pandemia".

Su historia es la de tantos mayores que están perdiendo la vida antes de tiempo. También la de un hombre de mediana edad y sin patologías previas a quien el virus ataca con una fiereza inesperada. Pero, en su caso, todo este dolor se concentra en un mismo núcleo familiar.

"Tenía leucemia"

Nada hacía presagiar este drama tras el verano. El matrimonio había esquivado la Covid-19 durante la primera ola. Como tantos otros jubilados, Vicente y Carmen cumplieron con paciencia con el confinamiento decretado por el estado de alarma.

"Vicente tenía leucemia, pero se medicaba y estaba razonablemente bien", cuentan. Tenían años por delante para disfrutar de sus nietos y se veían con fuerza. Hasta el punto que decidieron pintar su casa en octubre para tenerla impecable de cara a otro largo periodo en su domicilio, con la Navidad a la vuelta de la esquina.

"Carmen limpió toda la casa después de pintar, estaba fuerte", explican. Ella, cinco años menor que su marido y con un mejor estado de salud, cuidó de él durante su larga enfermedad. "Se encargaba de todo lo relacionado con los médicos, siempre nos ayudó mucho a todos", agregan.

Todo empezó en diciembre, con unos primeros "síntomas de constipado" que escondían algo mucho peor. Carmen fue la primera en ingresar en el Hospital de La Ribera, ubicado en Alzira. Lo hizo el día 4. El 5 ingresó Vicente.

Vista del Hospital de la Ribera. EE

Sin duda, quien mayor temor despertaba era el veterano agricultor de 85 años, quien solo dejó de conducir su coche por la pandemia, quien todavía acudía a echar una mano en los campos propiedad de la familia. Faltó el día 8 de diciembre, solo tres días después de ingresar en el hospital.

Su entierro tuvo lugar el 9 de diciembre, un día fatídico, pues fue justo cuando su hijo ingresó también en el centro. Joaquín se enfrentaba a la vez a la pérdida de su padre y a los síntomas del virus que se lo había arrebatado. El escenario era durísimo. Pero tanto él como su madre gozaban de buena salud. La familia confiaba entonces en que ellos sí lograrían doblegarlo.

"Ximo era fuerte, nunca tuvo problemas de salud, su médico de cabecera ni siquiera lo conocía. Era un hombre muy querido en el pueblo. Trabajaba en la huerta, en la cooperativa de l'Alcúdia y en la poda de árboles. Pero estuvo crítico y, aunque aguantó mucho, al final le fallaron los pulmones", relatan.

Con el paso de los días la angustia se recrudecía. Madre e hijo, tras haber perdido al patriarca de la familia, se esforzaron durante semanas por superar los devastadores síntomas del virus, que los seguían atenazando aun cuando ya daban negativo en las pruebas de Covid-19.

Dolor incalculable

Al menos durante esos días pudieron recibir visitas de familiares, aunque no de todos, debido a su gravedad y a las restricciones de la UCI. "Eso lo hace todo mucho más duro. Se han marchado tres familiares sin que nos podamos haber despedido en condiciones, sin haber podido estar con ellos como tocaba en los últimos momentos, cuando más nos necesitaban", lamentan.

Joaquín fue el primero en desfallecer. Murió el 4 de enero y su entierro fue el día 5. Carmen, su madre, faltó el día de Reyes y recibió sepultura el 7 de enero. La familia, que ya estaba sumida en la tristeza, recibía en apenas unas horas dos nuevos golpes de un dolor incalculable.

Como es obvio, en esta casa no hay lugar para la laxitud ni el negacionismo ante el virus. "No entiendo a los negacionistas, me parece que se agarran a excusas egoístas, que no tienen empatía. Esto no tiene que ver con libertades ni con gobiernos", denuncian.

"Nosotros hemos sufrido tres muertes en la familia, la pérdida de tres personas que, sin la Covid-19, ahora estarían con nosotros. No entendemos esas faltas de respeto", denuncian con la esperanza de que su tragedia, al menos, sirva para "tomar conciencia".

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