Las torrijas, como saben, son uno de los dulces más tradicionales de la Cuaresma y la Semana Santa en España. Son tan antiguas que incluso se mencionan en libros de recetas que datan de finales del siglos XVI o principios del siglo XVII como, por ejemplo, el libro Arte de cozina (1611), escrito por uno de los cocineros de palacio llamado Francisco Martínez Montiño. Podría decirse, en consecuencia, que las torrijas son uno de nuestros postres más antiguos —e ilustres—. Y Mercadona también lo sabe. Tanto que a pocas semanas de la Pascua, el supermercado ha lanzado su propio pack de cuatro torrijas congeladas a un precio de 3,65 euros.
Por ello, en EL ESPAÑOL hemos querido probar las torrijas fritas de Mercadona. Para ello, hemos acudido a su sección de postres congelados en la cual también hay tartas o helados, por ejemplo. El motivo: estas torrijas se presentan también en formato congelado. Vienen en una bandeja de plástico recubierta de un cartón en el que se lee Torrijas y en donde la cadena específica que vienen cuatro unidades, cuyo peso neto es de 400 gramos. Es decir, cada torrija pesará, aproximadamente, unos 100 gramos.
Tras pasar por las cajas de la cadena de Juan Roig, llevamos la torrijas a casa con el fin de poder degustarlas como postre de la comida de este lunes. Y una de las cosas que más nos ha impresionado, a priori, es que las torrijas ya vienen totalmente hechas pese a estar congeladas. No es como las croquetas congeladas que necesitan freírse en aceite muy caliente para terminar de cocinarlas. Las torrijas, como anuncia Mercadona, ya están fritas. Lo único que hará falta, como se explican en las instrucciones, es descongelarlas “dentro del envase en refrigeración durante nueve horas”.
Miramos el reloj y la hora es perfecta para alcanzar el tiempo de descongelado para poder consumirlas y poder valorarlas. Así que metemos el pack de cuatro torrijas en la nevera durante el tiempo establecido. Tic, tac, tic, tac. Los minutos y las horas pasan lentas y en nuestra cabeza sólo rondan las torrijas. ¿A qué sabrán? ¿Serán fieles a las que nos hacían nuestras abuelas? ¿Será un acierto no tener que freírlas? Eran muchos los interrogantes que este diario tenía que responder. Pero había que esperar a comerlas como postre de media tarde.
La prueba
Tras una suave comida basada en un pescado a la plancha y una ensalada, ya llegaba el momento de degustar las torrijas. Elegimos ese menú porque cada torrija cuenta con 287 kilocalorías, aproximadamente. Es decir, si una persona muy golosa comiese el paquete alcanzaría la friolera de 1.148 kilocalorías de una sentada. Esto equivaldría a consumir más de la mitad de lo que una persona debería comer en un día, pues recordemos que cada adulto, en función de su actividad física, debe consumir unas 2.000 kilocalorías diarias de media.
Pero bueno, por comer una y darse un caprichito tampoco pasaba nada. Tras las nueve horas de descongelado, las torrijas estaban en su punto perfecto para comerlas. Por ello, las emplatamos para comerlas tranquilamente. “Vienen con poca salsa; el pan empleado, con toda probabilidad, ha chupado toda la leche”, valora José Antonio, un cocinero con 40 años de experiencia con quien nos hemos sentado a probar las torrijas de Mercadona.
Tenedor en mano, nos ponemos a degustar las torrijas. “Están muy jugosas y no son secas, cosa que me impresiona porque se trata de un producto que acaba de ser descongelado”, explica el cocinero. A mí también me parece que la salsa en la que fueron remojadas antes de ser freídas (leche entera UHT, aceite de girasol, azúcar, agua, crema de huevo, canela, aceite natural de limón y aroma natural de naranja —y conservantes y colorantes—) es abundante y les da un sabor que nos recuerda al de las torrijas tradicionales.
“Sin embargo, por sacar una nota negativa, son excesivamente dulces”, explica el cocinero. Y es verdad. Aunque tienen un buen sabor, las torrijas de Mercadona son empalagosas por lo que acompañarlas con un vaso de agua al lado ha sido un acierto. Eso sí, “la textura y la masa del pan empleado son más que correctos. Me impresiona que el pan al descongelarse no se deshaga. Están bien y comibles y sus fabricantes han logrado que un congelado pueda rivalizar con una torrija casera”, explica.
“Lástima la elevada cantidad de azúcar”, insiste. Por ello, no es un producto recomendable para una persona diabética. Y tampoco las personas celíacas o con intolerancias o alergias alimentarias deberían comerlas. De hecho, la propia caja de las torrijas avisa de que el producto “contiene gluten, soja, huevo, leche y sus derivados, incluida la lactosa”. Estas torrijas, además, pueden tener “trazas de sésamo y frutos de cáscara”, advierte Mercapastry, el fabricante de las torrijas congeladas fritas del Mercadona.
Tras las torrijas
Pese a todo, las torrijas de Mercadona nos han gustado. Perfectamente le pueden resolver, sin abusar de ellas, un postre en esta época de Cuaresma y Semana Santa en el caso de que no sepa —o no quiera— hacerlas caseras. Puede valer como sustituto en el que pagará 0,91 euros por cada torrija.
Éstas, aunque se comercien en Mercadona, han sido fabricadas por Mercapastry, una pequeña empresa especialista en “fabricación de pan y de productos frescos de panadería y pastelería”, explican en el portal Informa.
La fábrica, con 119 empleados y con sede en Madrid, es la encargada de que podamos comer torrijas de Mercadona durante esta época de consumo tradicional. Y es que, como se ha apuntado en más de una ocasión, la entidad presidida por Juan Roig es previsora y siempre lanza al mercado productos de temporada que se vayan a demandar. En este caso, desde ahora hasta mediados de este mes de abril. Eso sí, aunque usted se quiera dar este dulce y tradicional capricho, no abuse de ellas.
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