Los ‘Sherlock Holmes’ de las aguas residuales de Madrid: así saben 7 días antes el Covid que habrá
A más “cadáveres”, como llaman a los virus muertos que encuentran en los desagües, mayor incidencia. 25 personas trabajan en el programa Vigía del Canal Isabel II.
6 abril, 2021 03:15Noticias relacionadas
El autor de Sherlock Holmes, Sir Arthur Conan Doyle, sabía bien dónde debía mirar su detective y sus ayudantes para buscar pistas en sus investigaciones. La basura siempre habla. Lo que tiras dice mucho de ti y no importa si es sólido o líquido. Nos lo recuerdan en el Canal de Isabel II, en Madrid. “El agua residual nos da una fotografía fantástica del consumo, de las costumbres y la alimentación, de la curva contaminante -que no es la misma en India que en Berlín- y también es una precisa fotografía epidemiológica”, explica Antonio Lastra de la Rubia. Es el Coordinador de Innovación de redes. No redes sociales, sino redes de alcantarillado, y dirige desde hace casi un año el Programa Vigía: el sistema que mide cuánto Sars-Cov2 hay en las aguas residuales de Madrid.
EL ESPAÑOL ha entrado en el laboratorio de Majadahonda del Canal para conocer cómo funciona y para qué sirve el programa VIGÍA. Así se llama el sistema que, haciendo PCR a las aguas residuales no depuradas, puede predecir -aunque el Canal señala que es más correcto decir “adelantarse”- a la curva de contagios. ¿Cuánto? Más o menos una semana.
Rastreadores de 'cadáveres'
Pero antes de poner una gota en el microscopio, la ruta del agua sucia comienza en el wáter de casa. Porque siguiendo con eso de que tu agua te delata, aunque no tengas síntomas, si estás contagiado dejarás rastro. Un rastro en cualquier caso, muerto. Porque, explica este Ingeniero de Caminos especializado, que el contagiado de COVID lo que expulsa por el desagüe son fundamentalmente virus muertos: cadáveres.
Porque la mayor proporción de muestras de Sars-Cov2 provienen, explica Lastra, “del intestino”. Y esos restos, precisamente, son restos muertos. “Cadáveres”, los llama el técnico. Porque asegura, al pasar por los procesos digestivos, el virus se desactiva, al perder su protección proteica: “La proteína se deshace y muere al pasar por la digestión humana”. Por lo tanto, el agua que más delata los contagios son las aguas fecales, que van mezcladas con otras aguas residuales, la del lavavajillas, la de la lavadora, del grifo… Y ahí, otra duda, ¿no quedan restos, por ejemplo, al lavarnos las manos? Con la respuesta recordamos la insistente recomendación del agua y jabón. “El jabón deshace la cobertura del virus”, recuerda Lastra, de “modo que quedan los cadáveres que han perdido esa protección”.
Antonio Lastra, doctor en Ingeniería de Caminos, trabaja desde el 2006 en la empresa pública, dirige el proyecto en el que trabajan unas 25 personas, entre farmacéuticos y biólogos. Para conformar el equipo se reestructuró el departamento y se contrató más personal. Empezaron con las primeras pruebas en abril y oficialmente en julio. En el último año además, señala, se han invertido casi cuatro millones de euros en equipos, material fungible y kits de protección.
Y del desagüe a las alcantarillas. Que es por donde,
desde hace más de un año circulan miles y miles de cadáveres de COVID, virus muertos, los que contabilizan los técnicos del Canal para ofrecer esa radiografía epidemiológica de Madrid. Son los otros rastreadores. Y, en este caso, ponen la lupa en el agua sucia y en sus pozos.
Bajar a las alcantarillas
Y que el virus circule muerto por nuestras aguas residuales es una doble buena noticia. “De las pocas buenas noticias que hay”, reconoce Lastra. Ni contamina ni contagia. Pensamos en los recolectores de muestras de agua que a veces tienen que bajar a las alcantarillas. “No pueden contaminarse, pero pueden contaminar”, recuerda el jefe del equipo, por eso, la recogida de muestras se hace con total protección.
Ahora bien, el agua no se recoge en cada casa. Los análisis para toda la Comunidad de Madrid se toman en 289 puntos, dos veces por semana. Son 120 depuradoras y 169 colectores de alcantarillado, a los que en muchos casos hay que bajar.
Siempre los mismos puntos y siempre a la misma hora -la mejor, las ocho de la mañana, aunque lo importante es que sea la misma cada día- para garantizar una homogenización del agua residual. Ésta, además, se analiza inicialmente para comprobar que viene sucia, pero lo normal: lo normal de lavadoras, lo normal de aguas fecales… Un 10% de las pruebas recogidas se acaban rechazando por no entrar en los parámetros de normalidad de agua sucia.
Las localizaciones son claves para hacer esa foto de barrios y localidades: “Tenemos que tomar puntos lo suficientemente lejos para coger una mayoría de población, pero lo suficientemente cerca para que no se degrade la muestra: la presencia del Covid se reduce con el paso del tiempo".
Una vez tomada la muestra y tras una primera criba para comprobar si es adecuada para la medición, se hace lo que llamaremos la PCR del agua. Con esta prueba se miden las unidades genómicas de cadáveres del virus. Y con esto, explica Lastra, “empezamos a trabajar”. Los datos se ofrecen a Sanidad, por un lado, y también se cuelgan, dos veces por semana, en la web.
Vienen organizados por cuencas de alcantarillado, los barrios del Canal. “Puede coincidir o no con distritos y localidades”, concreta Lastra. Y, ¿para qué sirve? “Somos una herramienta complementaria, en los centros de salud se monitoriza paciente a paciente, aquí podemos ofrecer una visión general, porque hay gente que se ha infectado y no tiene síntomas”, explica Lastra.
Las mediciones de los pozos se comparan entre sí, es decir, “no se puede comparar un pozo con otro”. Como los datos de contagios y fallecidos, las curvas del agua valoran la evolución en cada zona, y por eso hablan de tendencias. “Podemos ver si un pozo sube o baja”. Y después de un año, han comprobado que los datos del agua sirven de alguna forma de predicción: “Nos adelantamos a la curva sanitaria entre tres y 11 días, de modo que podemos decir que nos adelantamos, de media, 7 días”. Y puntualiza: “No predecimos, nos adelantamos a algo, pero no puedes predecir una variable cuando no depende de ti”.
Sabiendo esto, preguntamos:
Pregunta.- ¿Y cómo está Madrid ahora mismo? Se habla de cuarta ola.
Respuesta.- En general, porque cada zona es diferente, estamos viendo una desaceleración de la caída. La última semana hemos dejado de bajar y estamos en una situación inestable, es lo que se conoce como una curva nerviosa.
Analizar cepas, más difícil
P.- ¿Y las cepas, las variantes de la COVID?
R.- Las buscamos, pero los datos no son suficientes todavía, porque de cada cepa luego hay 15 o 20 variaciones genéticas y es más difícil de lo que parece. Si ya es difícil en los pacientes, en el agua es todavía más complicado acotar.
Muchas otras zonas de España también analizan sus aguas. Fue una recomendación de la Unión Europea para localidades de más de 150.000 habitantes. El Canal de Isabel II, de carácter autonómico, lo hace en todas las localidades madrileñas, abarcan 6,5 millones de habitantes. Llevan unos 11.500 análisis, lo que permite medir “el agua de Madrid capital y de pequeños pueblos como Bustarviejo”.
Ya tenemos el agua analizada, los datos sobre la mesa y ahora… ¿qué hacemos con el agua? “El agua una vez utilizada va al desagüe porque no es infectiva”. Y aquí vamos al origen del departamento de las PCR al agua. Porque su razón de ser está ahí desde antes de la pandemia. Controlar la salubridad del agua que se vierte a los ríos. Por eso, los análisis de drogas y otros controles. Es la medición del perfil contaminante. Pero no todo se analiza todo el tiempo. El control de drogas se hace de tanto en cuanto, para analizar, por ejemplo, la prevalencia de cocaína. Otros más concretos se realizan por encargo tanto de Sanidad como para estudios concretos de Universidades.
P.- ¿Se ha hecho de otros virus? ¿Con el ébola?
R.- Con él ébola no se hizo porque no tuvo tanta incidencia. La gripe es muy difícil de detectar porque desaparece muy pronto. Pero, por ejemplo, sí se mide la presencia de salmonelosis porque aguanta mucho. De manera puntual también analizamos la presencia de antibióticos.
Enfermedades, drogas, medicamentos… Todo esto revela de nosotros, como comunidad, el agua residual, la que no es inolora, insabora e incolora. Pero, si somos un 60% agua, aunque sea la residual, ¿no dice nada bueno de nosotros? “Claro, mira, hemos aprendido a reducir el consumo de agua y eso es muy importante. Es eficiencia. Consumimos la mitad de agua que hace 10 años y seguimos haciendo las mismas cosas. Eso se nota, nuestro caudal de agua es cada vez menor y cada vez está menos contaminado, siempre hay buenas noticias”, concluye.
Y todos esos análisis dicen mucho de todo lo que consumimos como medicamentos, anticonceptivos. Hay quien apunta a que dejamos un rastro ‘contaminado’ de hormonas precisamente por la píldora. Los expertos en análisis de las aguas residuales no lo tienen tan claro. “Se puede ver el nivel de estrógenos en el agua pero de manera general en toda la población, no de los anticonceptivos”, nos explican. Y así, aseguran que en cualquier caso no indica nada especial. Otra cosa son los antibióticos y los microplásticos, que sí dejan más huella.
¿Algo que hayan visto en el laboratorio que les haya dejado sin palabras? Antonio Lastra responde con precisión científica: "En la ciencia nada sorprende: son los datos y no los interpretamos, sólo los tratamos".
Y esa agua también habla de cómo comemos, pero bueno, esa ya es otra historia…