Hospital Enfermera Isabel Zendal. Cuatro palabras y un nombre, el de un centro médico que fue atacado por todos los flancos. Motes ha tenido varios: el hospital de pandemias o el hospital chino de Ayuso, por ejemplo. Críticas, otras tantas: es un pelotazo urbanístico, no tiene personal, tampoco máquina de café, es innecesario, no es funcional, no tiene limpieza, la comida tiene moho o no puede tratar ni a un ataque de ansiedad. La percepción desde fuera era horrible.
Este centro hospitalario fue la apuesta de Isabel Díaz Ayuso y muchos anticiparon que sería su tumba. Una especie de todo o nada. Un 'all in' en una partida de póker, en un momento en el que España comenzaba a salir de un duro confinamiento domiciliario y los contagios descendían. Era 10 de mayo de 2020 cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid anunciaba que la capital tendría un nuevo hospital de emergencias en otoño de ese mismo año. "Irá destinado a las epidemias que vayan viniendo", decía. Entonces se decía que la primera ola de la pandemia estaba retrocediendo, pero pocos imaginaban que asistiríamos a una segunda, una tercera y estaríamos entrando casi un año después una cuarta.
Situado en Valdebebas, en unos terrenos donde Esperanza Aguirre proyectó su fallida Ciudad de la Justicia, actualmente miles de personas acuden allí a diario a vacunarse contra la Covid. Unos quedan muy satisfechos y otros no tanto. EL ESPAÑOL ha decidido entrar y ver cómo está organizado el Zendal por dentro, para conocer todos los entresijos.
Algunos siguen recelando. "Esto es muy impersonal, no parece un hospital", dice Rosario, que acaba de vacunarse con AstraZeneca y está contenta con el trato. El resto de lo que aquí ve no parece convencerle. El coste de estas instalaciones, abiertas parcialmente, es el triple del que se presupuestó en un principio: en torno a 150 millones. Ni por esas.
Rubén, por contra, lleva aquí un mes ingresado y está contento con el trato recibido. Él sí ha cambiado de opinión con respecto al hospital. Ha pasado por la UCI y por la UCRI (Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios) y ahora está en rehabilitación. "No tengo una sola queja", expone durante la visita de EL ESPAÑOL a estas instalaciones. A su alrededor, otros 300 pacientes están ingresados. Más de 3.000 han sido dados de alta aquí desde que hace 4 meses abriera sus puertas. Más de 60 han fallecido.
En esta visita nos acompaña Fernando Prados, coordinador general del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal. Pasamos por cinco puntos neurálgicos del hospital para despejar todas las dudas: sala de hospitalizaciones; UCI y UCRI; zona de rehabilitación; zona de personal; y punto de vacunación. El centro médico es fundamental en el tablero político de cara a las elecciones del próximo 4 de mayo, aunque aquí resaltan: "No queremos politizarlo".
1.- Hospitalizaciones
Estamos en la zona de hospitalización, en el pabellón 1 del Isabel Zendal. Aquí los pacientes están relativamente tranquilos. Tienen la libertad que perderían en cualquier otro hospital. Pierden la intimidad que tendrían en cualquier otro hospital.
Unos duermen, otros juguetean con el móvil y los que pueden van a la biblioteca. Este último lugar, en realidad, sólo es un pasillo muy amplio con sillas, mesas y libros. Sus paredes están decoradas con carteles y alguna manualidad. Aquí, los ingresados pueden acercarse a ver el sol por las enormes cristaleras que hacen de pared.
Todo en este lugar da sensación de amplitud. Pasillos anchos, techumbre muy alta y módulos similares ocupados por camas de hospitalización y poco más. Si no fuera por los generadores de aire que cuelgan desde el techo a modo de micrófono de radio, el plano sería el de un espacio dividido perfectamente con escuadra y cartabón. Cada módulo es como una caja rectangular capaz de albergar a ocho pacientes.
Están separados por sexos. Hombres y mujeres no comparten módulos. El objetivo no es otro que permitir tener más cuartos de baño para todos. Esto facilita las labores de aseo de todos los pacientes.
Desde una de estas 'cajas' se pudo ver el primer vídeo que denunciaba la situación de aquí dentro. Jesús Santos, coordinador de Podemos Comunidad de Madrid, subía la historia de Carmen. La paciente se quejaba de que habían estado sin luz, que no había agua para lavarse los dientes y que había tenido que tomar café frío.
El vídeo finalizaba con Carmen diciendo: "Esto no es un hospital, esto es una estructura, porque aquí lo que debe primar es la higiene y es lo primero que ha faltado".
Fernando Prados, coordinador del centro, comenta esta polémica mientras paseamos por el hospital. Por nuestro lado, una máquina limpiadora. "Cómo para llevártela a tu casa. No cabe en el pasillo", dice entre risas. Sabe que hay cosas que mejorar, pero no entiende muchas de las críticas que se vierten sobre el hospital. La de Carmen fue una de ellas, no sabía de dónde salía. La despeja con facilidad.
Explica el funcionamiento del Zendal. Cómo el centro es capaz de en pocos días u horas transformarse. Se adapta a sus necesidades. "Es muy funcional".
Muestra otros lugares de este pabellón. Abre la puerta de la sala de rayos x. "La que dicen que no tenemos", dice para zanjar rápido otra polémica. También abre una de las salas preparadas por si tienen que hacer una traqueotomía o una intervención quirúrgica de urgencia. No es un quirófano, eso sí, pero ahí está para lo que se necesite.
El Zendal ha recibido muchas críticas por no poder atender pacientes con ciertas patologías. El médico recuerda que no todos los hospitales, por ejemplo, tienen "unidad de quemados". "Cada hospital tiene sus especialidades —explica Prados—. Si aquí no podemos atender a un paciente, lo derivamos. Igual que ocurre en cualquier otro hospital".
2.- Respuesta a crisis
El paseo se vuelve duro cuando llegamos al pabellón 2. Allí están los pacientes con complicaciones respiratorias un poco más graves. Es decir, las Unidades de Cuidados Intensivos y la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios. El virus hace mucho daño. Las imágenes que dejan estas salas son duras. Personas entubadas a veces, luchando por sobrevivir. Vemos cómo cambian a algunas personas de posición para que puedan continuar respirando.
Comentamos con Prados una de las críticas recibidas recientemente en este lugar: no son capaces de responder a un ataque de ansiedad. Así lo publicaron varios medios de comunicación hace apenas unas semanas. Una señora lo sufrió cuando acudió allí a vacunarse con su nieta. Expuso en El Salto que tuvo que ser trasladada a otro hospital y esperar una ambulancia durante 45 minutos, a pesar de estar en el Zendal.
"Lo del ataque de ansiedad es mentira", dicen desde el Hospital. "Podemos responder a cualquier emergencia. Aquí somos médicos y enfermeros. ¿Crees que si nos hubiera avisado alguien, no habríamos atendido ese caso? No supimos nada de lo ocurrido hasta que salió en los medios de comunicación y ni siquiera los seguridad vieron nada", comentan.
Seguimos con el paseo. Nos encontramos con Pedro Landete, coordinador de la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios del Zendal. Es uno de los médicos que se trasladó hasta aquí de forma voluntaria. Habla de su unidad con orgullo, sacando pecho de principio a fin. "Desde este viernes tendremos 96 camas habilitadas. Ahora mismo tenemos 82 pacientes ingresados en la unidad y somos, con total seguridad, una de las unidades más grandes de Europa", comenta.
Han ido adaptando la UCI y la UCRI a sus necesidades. Otro ejemplo, de 12 camas UCI se han pasado a 36. "Es la ventaja de este hospital", finaliza Landete que cree que se han escrito muchas cosas sobre el hospital que son mentira.
3.- Personal 'forzoso'
El mayor desastre del Zendal fue, sin duda, la organización para incorporar al personal. Se vivieron momentos de caos. Se pidió al personal que se trasladara casi sin tiempo y rozando límites legales. Se llegó a decir que el hospital sería un centro sin sanitarios. A día de hoy, no tiene una plantilla propia: se utilizan los sanitarios necesarios y luego estos vuelven a sus hospitales.
La Comunidad de Madrid decidió que no contrataría a nuevo personal, sino que llevaría al hospital a los contratados como refuerzo Covid-19 en los primeros meses de pandemia. La polémica estaba servida, los sindicatos se negaban a los traslados forzosos y la improvisación en las mesas sectoriales no ayudaba.
"Algunos se han negado a venir, claro", reconoce Fernando Prados. "Pero pocos", comenta. 250 sanitarios se ofrecieron de forma voluntaria a ser trasladados al Zendal. El resto, 1.226, fueron destinados de manera forzosa.
—¿Algún problema con los sanitarios, doctor?
—Ninguno. Son profesionales.
Esta respuesta se contrapone a los problemas surgidos en el Zendal un mes y medio después de su apertura, y a las acusaciones vertidas posteriormente sobre el personal.
A partir del 18 de enero, el hospital sufrió robo de material médico y sabotajes en sus instalaciones durante varios días. Supusieron una sustracción de más de 14.000 euros en material sanitario, según la denuncia a la que tuvo acceso este periódico. "Son trabajadores del Zendal, dadas las circunstancias y los accesos restringidos que hay en el mismo", reza un correo electrónico aportado en la denuncia.
A pesar de todo, los sanitarios con los que pudo hablar este periódico se muestran contentos con estar aquí. La sensación es de que hay un buen ambiente de trabajo, aunque, claro, llevamos al jefe al lado. Pero la sensación es que aquí la pelea les ha unido a todos por un mismo objetivo. Los trabajadores del Zendal han recibido múltiples cartas de agradecimiento de los pacientes, que están muy contentos con esta 'plantilla'. "Gracias por cuidar a mi profesor", se llega a leer en las paredes de los pasillos.
4.- Vacunación proAyuso
Los pabellones 1 y 2 del Zendal tratan a los pacientes con Covid. El cuarto pabellón aún no ha sido utilizado, ni parece que vaya a serlo. En el tercero se vacunan a miles de personas a diario. Muchas de ellas destacan la organización y la rapidez, aunque de esta zona han surgido las dos últimas polémicas: dos carteles pro Isabel Díaz Ayuso en los ordenadores y largas colas y horas de espera para vacunar a personas mayores.
Por partes. Más Madrid denunció ante la Junta Electoral Central la colocación de dos carteles en favor de Isabel Díaz Ayuso en el hospital. Fernando Prados reconoce que fue rápido al lugar que se veía en la foto. No vio nada. "Nadie ha visto nada. Además, aquí vamos todos con batas y la persona que se ve tras el ordenador es un mayor y lleva un jersey verde. Ni siquiera la persona que coloca los carteles lo vio", comenta.
Aún buscan al culpable. Parece que tienen claro dónde se hizo la foto. En ese ordenador, ahora hay un cartel de Frida Kahlo. Es uno de los puestos de registro tras la vacunación.
Que quien colocó los carteles lo hizo aposta para sacar la foto, parecen tenerlo claro. "Alguien hizo la gracia", comenta Prados. ¿Cómo lo saben? La persona en cuestión utilizó esparadrapo marrón. Aquí, todo lo que cuelga de las paredes está sujetado con cinta transparente. Nadie vio los carteles y hay algo que no cuadra.
Otro despeje más. La de Prados es una defensa ferrea de los suyos, sin fisuras. Trata de saber algo más sobre lo que ocurrió, pero sin olvidar que su lucha es contra el virus. El resto son meras distracciones.
Este jueves es un día tranquilo en la zona de vacunación. Ni un minuto se espera. De hecho, Silvia acude voluntariamente a hablar muy bien de la organización. "Me tenían que vacunar a y 21 y lo han hecho a y 18. Todo magnífico", comenta.
El miedo de la gente a la vacuna de AstraZeneca ha hecho que muchos no se presenten. "El otro día pusimos 10.000 dosis. Hoy -por el pasado jueves-, a un poco más de la mitad", dice Prados. "Hay miedo por los titulares...".
Del Jueves Santo al Domingo de Resurrección sí que hubo colas. "Pero nada de cuatro horas. Los que más tardaron, con la espera en el sillón de 15 minutos incluida, echarían unos 45 minutos", responde Prados, que se enzarzó en alguna polémica en Twitter incluso.
5.- Transformación o cierre
Rubén, de 44 años, juguetea con una enorme pelota medicinal. Es uno de los pacientes ingresado en el Zendal. Lleva un mes aquí. Ahora ya está mejor, pero ha pasado por la UCI y la UCRI. Su última parada antes de recibir el alta es la zona de rehabilitación. En este sitio regresan las risas: la victoria está cerca y se nota.
La última adaptación realizada en el Zendal ya es una realidad. La anunció Isabel Díaz Ayuso: una zona de rehabilitación para los pacientes antes de darles el alta. Es decir, se conseguía dotar a esta zona de un nuevo uso que no estaba pensado en un principio.
Nadie sabe qué ocurrirá con este hospital una vez que acabe la crisis del Covid-19. Lo que sí parece cierto es que la adaptabilidad de este hospital, como ya se ha comentado, es uno de sus puntos fuertes. Por lo tanto, la estructura se puede seguir utilizando.
A pesar de ello, hay quien quiere cerrarlo. "No es compatible con un gobierno con decencia", afirmó Pablo Iglesias como candidato en los comicios madrileños.
No se podía saber, pero el Isabel Zendal está siendo uno de los elementos utilizados en la campaña para las elecciones. Si hubiera ido mal se habría hecho leña del árbol caído. Por el momento, se ataca pero con la boca pequeña. Más Madrid asegura que tiene un plan para cuando acabe la pandemia: le dará otra utilidad. El PSOE de Gabilondo tampoco pretende cerrarlo.
Rubén, que ha estado dentro, no lo cerraría. Su pensamiento sobre el Zendal ha cambiado después de vivirlo desde dentro. Él está encantado con el trato recibido. Incluso con la comida. "Para ser un hospital está bastante bien", afirma antes de continuar con la rehabilitación.
—Rubén, a la escalera —le dice una enfermera mientras los reporteros se retiran.
El futuro
A toro pasado, todo el mundo es Rafael de Paula. Echar la vista atrás y adivinar lo que ocurriría era muy complicado. La arriesgada apuesta, por el momento, ha salido bien: un hospital construido en apenas cuatro meses que funciona de manera solvente y alivia al resto de hospitales. La mayoría habría aceptado en mayo del año pasado, aunque haya condiciones discutibles en este contrato.
El 4 de mayo habrá elecciones en la Comunidad de Madrid. La travesía de Isabel Díaz había acabado en naufragio si el hospital no hubiera tenido utilidad. Pero ahora navega con el viento a favor. En esta situación parece que llegará a los comicios: siendo un éxito en el ámbito sanitario, con más de 3.000 altas, adaptándose a las necesidades que exige la pandemia y ayudando al resto de hospitales de la sanidad madrileña.
La actual presidenta de la Comunidad de Madrid ha ido ganando adeptos en los últimos tiempos por dos factores clave. El primero de ellos es su oposición al presidente Sánchez. El segundo, su gestión de la pandemia. Y es aquí donde tiene en el Isabel Zendal a un gran aliado.
El futuro es lo que queda por dilucidar. Si Isabel Díaz Ayuso conseguirá alzarse con una mayoría de votos que le permita seguir gobernando en Madrid es una incógnita, como también lo es qué ocurrirá con el gigante visitado, 153 millones de euros después, una vez concluya la pandemia.
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