Hay una canción de Calle 13, el grupo puertorriqueño liderado por René Pérez, que glosa la vida -corta, normalmente malvada, en ocasiones azarosa- de una bala. La letra dice así en algunas de sus estrofas: la bala pasea segura y firme durante su trayecto / hiriendo de muerte al viento / más rápida que el tiempo / defendiendo cualquier argumento / no le importa si su destino es violento / va tranquila, la bala no tiene sentimientos (...) / La bala nunca se da por vencida / si no mata hoy por lo menos deja una herida / luego de su salida no habrá detenida / obedece a su patrón sólo una vez en su vida.
Si de algo se ha hablado en España en la última semana y media, coincidiendo con la campaña de las elecciones a la presidencia de la Comunidad de Madrid, ha sido de balas. Tanto, que ha terminado por dar la sensación de que uno no es nadie en este país si no recibe un sobre con una bala dentro y una amenaza explícita.
De Iglesias a Zapatero. De un ministro a una presidenta regional o a la directora de la Guardia Civil. De Podemos al PSOE o al PP. En total, 15 proyectiles que, en buena medida, han moldeado la campaña electoral.
La semana pasada llegaron cartas amenazantes y munición en el interior de los sobres que las contenían contra la directora de la Guardia Civil, María Gámez, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el líder de Podemos y candidato a la presidencia de Madrid, Pablo Iglesias.
Al ministro, que le enviaron dos proyectiles, le advertían: “Tienes diez días para dimitir. El tiempo de reírte de nosotros se terminó. Policía Nacional. Guardia Civil. El tiempo lo tienes en contra para los taponazos”.
En el caso de Iglesias, el sobre contenía cuatro balas y una carta escrita con una plantilla de regla en la que se afirmaba: “Has dejado morir a nuestros padres y abuelos. Tu mujer, tus padres y tú estáis sentenciados a la pena capital. Tu tiempo se agota”. El contenido de la misiva se conoció porque fue el propio ex vicepresidente segundo del Gobierno quien la difundió en sus redes sociales.
Este pasado martes, la palabra bala llevaba la dirección opuesta. Esta vez, la destinataria era la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. La detectaron los Mossos d’Esquadra en la sede de distribución de Correos en Sant Cugat (Barcelona). Ese mismo día se conoció que había llegado una segunda carta con amenazas a Iglesias, también con cuatro proyectiles, al Ministerio del Interior.
En ambos casos se han identificado los buzones desde los que se enviaron. Ahora se analiza el contenido de las grabaciones de las cámaras de seguridad de los aledaños para tratar de saber quién las lanzó. Fuentes policiales explican que se ha logrado conocer su ubicación mediante los códigos que llevan las sacas que llegan a los centros de tratamiento de las cartas.
También se rastrean las antenas de telefonía cercanas para tratar de determinar qué teléfonos móviles se conectaron a ellas en la franja horaria en la que se se entiende que se introdujeron en sendos buzones. La carta a Iglesias se envió desde Madrid. La de Ayuso, desde Barcelona.
Pero no sólo son estos detalles los que se analizan por parte de la Guardia Civil y de la Policía Nacional: también posibles huellas dactilares del emisario -o emisarios-, rastros de ADN y lugares donde se puede adquirir los sobres que contenían la munición o el papel donde iban escritas las amenazas, aunque se trata de objetos de fácil adquisición.
Según ha sabido EL ESPAÑOL, uno de los objetos en el que los agentes policiales al cargo de las investigaciones tratan de conseguir trazas genéticas es la gomilla de plástico que recogía las balas en alguna de las cartas. Con ella se consiguió que se mantuvieran juntas, como en un objeto de una sola pieza, y se evitó que fuesen 'bailando' en el interior de los sobres.
Este viernes, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Sánchez, explicó en el Canal 24 de RTVE que los investigadores ya han encontrado "restos de ADN" y "unas huellas dactilares" entre las cartas interceptadas, aunque no ofreció más datos concretos.
En el caso de las tres primeras misivas a Iglesias, Grande-Marlaska y María Gámez, las balas halladas eran del calibre 7,62 x 51 mm, el tipo de munición que se usaba con el fusil de asalto que entregaba el Ejército español a los soldados en el antiguo Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (CETME). Con ellos hizo el servicio militar -la mili- media España.
El Ejército dejó de usarlos en 1999, aunque la mili se suspendió definitivamente el 31 de diciembre de 2001. “Eso no significa que las cartas con balas las haya mandado un militar profesional o alguien que hiciera la mili, aunque no se descarta nada”, explica una fuente policial al tanto de la investigación. “Por ahora se manejan todas las hipótesis. No podemos descartar nada”.
¿Es posible conseguir un arma similar y munición así en el mercado negro español? La fuente responde sin dudarlo: “En el mercado negro se puede conseguir cualquier cosa”.
De 500 a 2.000 euros
Una de las principales vías de entrada en España de armas y de munición es el puerto de Lisboa, la capital de Portugal. Muchas de ellas proceden de países latinoamericanos. “Si quieres una pistola sin número o un revólver, Lisboa es una vía muy común”, explica un funcionario policial experto en bandas mafiosas.
De allí, cuando el cliente es español, las bandas organizadas las trasladan a zonas fronterizas con este país. “Igual que es sencillo comprar un arma, también lo es la munición. Una cosa va de la mano de la otra, es obvio”, puntualiza.
Otro punto de procedencia de armas y munición ilegales es Europa del Este y los Balcanes, explican agentes especializados en la lucha contra el crimen organizado en España. El precio, aunque resulte sorprendente, es relativamente bajo.
“Dependiendo del arma, pero puedes conseguir una corta, una pistola cualquiera, por 500 o 600 euros. Si es larga, por 1.500 o 2.000 euros es tuya”, añade otra fuente policial que lucha contra el narcotráfico en el sur de España. Si no está “quemada” -con delitos anteriores encima- el precio puede crecer, aunque no demasiado.
“Hay armas de todos los colores. Muchas son robadas en el extranjero. La mayoría de las armas que incautamos llevan el número rallado -para evitar saber su identificación-”, añade esta última fuente. “Pero el que la compra muchas veces no sabe si está limpia o no. Igual tiene un asesinato detrás y el que la compra la está usando para protegerse en un alijo de cocaína o de hachís. Es un mundo muy turbio”.
90 operaciones desde 2015
En noviembre del año pasado, la Guardia Civil desmanteló el mayor punto de venta ilegal de municiones a través de internet. En la operación se detuvo a cuatro personas, entre ellas al hombre que en los últimos años llegó a vender más de 36.000 cartuchos de diferentes calibres en portales de compraventa y foros de aficionados.
En la Operación Salvado-Ermas, como la nombró la Guardia Civil, se realizaron 10 entradas y registros en distintos puntos de las provincias de Madrid, Vizcaya, Pontevedra, Zaragoza, Lleida y Barcelona.
La investigación se inició en 2018, cuando se detectó que uno de los detenidos había vendido parte de las armas incautadas en Asturias en el marco de otra operación, la Golalde.
Se trataba de un hombre sexagenario, con antecedentes policiales y que vivía de la venta de munición. Esta persona llevaba más de cinco años vendiendo ilegalmente munición. Sus clientes eran, en su mayoría, personas que poseían armas de fuego ilegales y que no podían adquirirla en establecimientos autorizados. Llegó a vender más de 36.000 cartuchos metálicos de diferentes calibres, tanto para armas cortas como largas, incluida munición de guerra.
Fabricaba estas balas en un taller clandestino donde se intervinieron más de 100 kilos de proyectiles, vainas, cebadores y pólvora, así como la maquinaria y herramienta necesaria para la fabricación artesanal de cartuchería metálica de 30 calibres diferentes.
Un agente al tanto de la investigación explica que en el momento del registro de su vivienda guardaba una pistola dispuesta para su uso en la mesita de noche ubicada junto a la cama en la que dormía.
Desde la entrada en vigor en 2015 del Plan Integral para el Control de las Armas de Fuego (PICAF) de la Guardia Civil se han desarrollado cerca de 90 operaciones contra redes de tráfico de armas con 430 personas detenidas, más de 4.819 armas de fuego incautadas (muchas de ellas de guerra), 603.125 cartuchos metálicos intervenidos, 188 kilos de sustancias explosivas incautadas y 20 talleres clandestinos desmantelados.
Las operaciones contra el tráfico ilegal de armas no han cesado en los últimos tiempos. A mediados de abril de este año, la Policía Nacional y la Agencia Tributaria dieron a conocer que, en septiembre de 2020, desmantelaron en Tenerife el primer taller clandestino de fabricación de armas mediante impresoras 3D.
Durante el operativo se desarticuló una armería ilegal en la que los agentes localizaron 30 manuales para imprimir armas de fuego, fabricar explosivos o sobre tácticas militares y de guerrilla urbana, dos impresoras 3D, así como dos pistolas, una catana, cinco navajas y una pistola táser. En dicho espacio también se halló material de "simbología supremacista", explica a este periódico un miembro del operativo.
El estrebillo de la canción La Bala, de Calle 13, dice: Hay poco dinero, pero hay muchas balas / hay poca comida, pero hay muchas balas / hay poca gente buena, por eso hay muchas balas / cuidao que ahí viene una, plo plo plo".
En España, también (hay muchas balas).
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