De un sueño, la historia ha pasado a convertirse en una pesadilla. El pasado mes de abril EL ESPAÑOL contó como Labri, un argelino de 22 años, estaba intentando ser adoptado por Pilar, una camarera de la localidad murciana de Mazarrón que le había acogido en su casa tras llegar a España en patera. Este fin de semana, el mismo joven ha sido enviado a prisión tras acosar sexualmente a otra camarera del mismo bar El Muelle, en el puerto de la ciudad.
El pasado viernes por la tarde, Labri presuntamente se dirigió a M. con referencias sexuales. Tras ser denunciado por la víctima, fue detenido y una juez de Totana le impuso una orden de alejamiento de 300 metros. Después de ello, el joven quedó en libertad y volvió al bar El Muelle a repetir su comportamiento. La Guardia Civil le ha vuelto a detener por ello y, el domingo, pasó a disposición judicial y se decretó su ingreso en prisión.
"No sé qué ha pasado", explica Pilar en conversación telefónica con este diario. "Para mí, esto no es verdad. No lo ha hecho. ¿Por qué quería hacer eso? Hay algo detrás. Lleva buscando entrar en prisión muchos días, yendo al cuartel a intentarlo, no sé por qué", añade mientras llora. "Él protegía mucho a M. y a todas las que vivían conmigo. Y M. lo está pasando realmente mal también, no entiende por qué ha hecho eso", apuntala Pilar.
La presunta víctima es otra joven que vive con Pilar y con Labri y que trabaja en el mismo bar El Muelle. Hace unos meses, todos ellos protagonizaron una bonita historia publicada en este diario: él vivía en la calle, se acercó al local de Pilar y ambos empezaron a convivir mientras la mujer intentaba regularizar su situación para poder adoptarlo.
Llegó en agosto
De tan solo 22 años, Labri se subió a una patera en Argelia el pasado 4 de agosto de 2020 y estuvo 21 horas cruzando el mar hasta llegar a la costa murciana. Su objetivo, según contó, era el de trabajar para poder enviar dinero a su padre enfermo y a sus dos hermanos. Sin embargo, acabó encontrando aquello que había perdido a los 14 años por una enfermedad, una madre. Pilar tiene 44 años, una pareja y dos hijos.
Según relató, estuvo durmiendo varias noches en una calle, hasta que encontró una mezquita en Mazarrón para pedir ayuda y buscar trabajo. Se quedó algunos días en casas de compatriotas, trabajó ilegalmente en una explotación ganadera, se dedicó a recoger tomates y residió un tiempo en una casa okupa. Empezó a frecuentar el bar El Muelle y ahí conoció a Pilar.
"Cada tarde le veía en la terraza, sentado sin compañía, tomándose un solo y fumándose un cigarro", recordaba Pilar en el reportaje publicado. "Un día lo vi por el puerto, no se venía a la terraza porque no tenía dinero y le invité", añadía. A cambio, él se ofreció a recoger la terraza y, desde entonces, empezaron a verse más y Labri se acercaba hasta ahí para echar un cable a cambio de algo de dinero.
"No sabía dónde vivía, cuando se lo pregunté y dijo que se iba a una cueva cerca del faro me puse a llorar", contaba Pilar. Cuando la relación se estrechó, Pilar lo acogió en su casa e intentó comunicar a las autoridades que su intención era acoger al joven y evitar que le deportasen, ya que seguía en situación irregular. "Lo quiero como a uno de mis hijos", dijo Pilar.
Hoy, esa idílica historia de amor fraternal se ha truncado y se ha convertido en una auténtica pesadilla. Pilar anda destrozada y no se explica por qué ha pasado todo esto. "A mí me decía, 'madre, yo te quiero'. Eso es todo lo que sé", comenta, antes de colgar.